Yo soy el pan de vida

“Yo soy el pan de vida. Sus antepasados comieron el maná en el desierto, pero murieron. Aquí tienen el pan que baja del cielo, para que lo coman y ya no mueran” Jn 6,48-50

 

En el texto de hoy vemos cómo Jesús instruye a sus interlocutores teniendo como base de su enseñanza, la propia Palabra de Dios. Él les recuerda que el maná, si bien fue un regalo del cielo, fue algo que palió la situación del momento pero que prefiguraba al verdadero Pan, que es él; el pan que da vida eterna. Al recurrir a este texto podemos hacer alusión a las alternativas de solución que tuvimos y a las cuales recurrimos antes de conocer en profundidad a Jesús. Ellas fueron útiles en su tiempo, pero una vez que probamos del “verdadero Maná”, no podemos volver a aquello que en el pasado fue útil. Tenemos algo mucho mayor y cuya gracia es infinita. Acudamos hoy a Jesús. Él es el camino. Paz y bien.

 

 

Miércoles de la cuarta semana de Pascua

“Yo soy la luz y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas”. Jn 12, 46

Cuando estamos en las cosas del mundo, los negocios, las modas, el consumismo, los placeres, las peleas, las envidias, los celos…, estamos envueltos en las tinieblas. El mundo y sus cosas no tienen luz. Solo cuando nos encontramos con Jesús, que es la luz, podemos ser rescatados de las tinieblas. Pero, si nunca he visto la luz, pienso que lo normal es la oscuridad, que no ver nada es bueno. Solo cuando experimento la luz, puedo darme cuenta de lo que estaba perdiendo anteriormente. Por eso, es importante iluminar a las personas con Cristo, aunque en principio ellas no tengan interés. Paz y bien.

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Martes de la cuarta semana de Pascua

“Mis ovejas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos”. Jn 10, 28


Esta es la promesa de Jesús a sus ovejas. Nos llena de consolación saber que el Buen Pastor no permitirá que perezcamos, pues siempre estará providenciando los mejores pastajes, las aguas refrescantes, esto es, buscará facilitar todo lo que necesitamos para una vida plena, así como será nuestro protector en los peligros, en las trampas, en las oscuridades y no permitirá que el enemigo nos arranque de su rebaño. Pero no olvidemos que ser sus ovejas es conocer su voz y seguirlo. Por eso, si me dejo seducir por otros, si empiezo a jugar con el lobo o si empiezo a buscar satisfacción por mi cuenta, entonces es probable que me pierda. Paz y bien.

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Lunes de la cuarta semana de Pascua (años B y C)

“El buen Pastor llama a las ovejas por su nombre”. Jn 10, 3

Jesús, en su afán de hablar del Reino de Dios de un modo que los que le escuchaban pudieran entenderlo, se compara con un pastor, figura muy bien conocida por todos sus contemporáneos. Todos sabían que había pastores que trabajaban solo por la plata y no les importaba el rebaño, no vibraban con el trabajo. Jesús es el buen pastor, que se ocupa y se preocupa por cada oveja ya que las conoce a cada una por su nombre. Es un pastor que se desvive por su rebaño. De él se puede decir: “¡El Señor es mi pastor, nada me puede faltar!”. Paz y bien.

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