Exponen colección de “zoos humanos”

Un grupo de indígenas filipinos, vestidos con sus ropas tradicionales, mira a cámara en una foto tomada alrededor del año 1887 en el Parque del Retiro de Madrid y que sirve como macabro testimonio de los llamados "zoos humanos" españoles, en una colección de imágenes expuestas desde esta semana en Paraguay.

Las fotografías, que pertenecen a una colección del Museo de Antropología de Madrid, documentan las exposiciones que exhibían en Europa a personas traídas de los países africanos, americanos o asiáticos que formaban parte de los imperios coloniales a mediados del siglo XIX.

Las imágenes se integran en la exposición “Crítica de la razón migrante”, una reflexión sobre las migraciones contemporáneas inaugurada esta semana en el Centro Cultural de España Juan de Salazar de Asunción.

Estas fotografías, acompañadas por recortes de la prensa de la época “demuestran que en el Parque del Retiro de Madrid se produjeron al menos tres exposiciones de seres humanos a finales del siglo XIX”, explicó a Efe Francisco Godoy, curador de la muestra del Centro Cultural español.

En la primera de las exposiciones humanas en España, realizada en 1887, el Ministerio de Ultramar, que administraba los territorios coloniales, decidió traer desde Filipinas a un grupo de entre 40 y 50 personas para exhibirlas en la capital española junto a productos importados del archipiélago.

“En aquella época, el ya decadente imperio español conservaba como vestigio del colonialismo los territorios de Puerto Rico, Cuba, Filipinas y Guam, pero mantenía la pulsión por equipararse a otros países de Europa” que contaban aún con extensos territorios bajo su jurisdicción, recordó Godoy.

Los filipinos sirvieron así como arma propagandística para lucir las “joyas del imperio”, imitando una práctica iniciada en la Exposición Universal de Inglaterra en 1851.

Para albergar la muestra en Madrid, se construyó en los jardines del Retiro un Palacio de Cristal, a modo de invernadero para mostrar plantas exóticas, y un estanque en el que se instalaron casas sobre pilones para recrear el “hábitat natural” de los indígenas filipinos.

“Hoy en día, cuando la gente acude al Retiro para pasear en las barcas de remos, no sabe que en el siglo XIX se construyó este lago para que los filipinos utilizaran sus embarcaciones a la vista de todos los que pagaran una entrada para verles”, contó Godoy.

Los grupos de mujeres tejiendo sus trajes tradicionales o liando tabaco completaban un espectáculo en el que la vida cotidiana de los extranjeros se explotaba como un rentable negocio, en una suerte de “reality show” decimonónico.

Las muestras tuvieron éxito y varias empresas privadas organizaron exposiciones en Barcelona y Madrid con personas ajenas a las colonias españolas, como el pueblo subsahariano de los ashantis en 1897, o los inuits, esquimales del norte de Canadá, ya en 1900, relató Godoy.

Puntualizó que hay datos de que al menos hasta el año 1918 se realizaron en la Ronda de la Universitat de Barcelona exhibiciones humanas de personas procedentes de África, a las que luego se llevaba de gira por Europa para rentabilizar el espectáculo.

“Había una obsesión por dejar un registro fotográfico de estas personas, por realizar una identificación racial, por clasificar lo que era diferente. Por eso muchas personas se retrataban junto a los indígenas”, expuso Godoy.

El curador refirió que a algunos de estos migrantes forzosos se les enseñaba castellano para que pudieran comunicarse con los visitantes, pero en general las condiciones de vida en que se encontraban estas personas eran “lamentables y vejatorias”.

“Los ‘zoos humanos’ se enmarcan en la ideología del racismo biológico de la época, que establecía una jerarquía entre diferentes razas. Se inventó un arquetipo del salvaje. Se trataba a las personas como animales, y muchos de ellos fallecían en el camino desde sus lugares de origen a Europa”, lamentó Godoy.

Pese a que la última exposición de seres humanos se realizó en Bélgica en 1958, el curador encontró un paralelismo entre estas exhibiciones y algunas reservas indígenas que en la actualidad son explotadas como atracción turística.

En este contexto se utiliza “lo indígena, asociado a la diferencia racial”, como una “estrategia mercantil”, de manera que “lo exótico se traduzca en rédito económico”.

“Es artificial y macabro exhibir a personas como piezas de museo. Pero quizá también lo sea encerrar a pueblos nómadas en reservas estáticas a vista del público”, opinó Godoy.

Impiden que paraguayos sean llevados para trabajos de esclavitud en Brasil

En un procedimiento de rutina en la cabecera brasileña del Puente de la Amistad, la Policía Federal del vecino país impidió que un grupo de 12 paraguayos, incluyendo a tres menores sean llevados en forma irregular a la ciudad de Sao Paulo, para trabajos de esclavitud. Todos estaban en un colectivo de sacoleiros que estuvo en Ciudad del Este.

Este es el tercer caso en un mes que un grupo de compatriotas son impedidos de ir a Sao Paulo, Brasil, para ser sometidos a condiciones de trabajo de esclavitud. Lo que sorprende - según informaron - es que estos pasan por los controles paraguayos y luego son detenidos por el control de la Policía Federal.

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Como en todos los casos los paraguayos, quienes son impedidos de ser llevados para trabajos esclavos, son entregados al consulado paraguayo en Foz.

La Policía Federal no dio ningún nombre de los impedidos de ingresar al Brasil por no estar en reglas sus documentaciones, y de los responsables del bus quienes fueron detenidos. Asimismo, el colectivo fue requisado.

De acuerdo a los datos de la propia Policía Federal los paraguayos, en algunos casos familias enteras, son llevados para trabajar en fábricas especialmente de textil, cuyos propietarios muchas veces son de origen libanes, y el reclutamiento se hace en Ciudad del Este.


Guardia nocturno en la Recoleta: “Se escuchan llantos de bebés, voces, pisadas”

De las profesiones menos “apetecibles”, la de guardia nocturno de cementerio fácilmente podría encabezar el ranking. Hasta ateos convencidos concuerdan en que un paseo de noche por un camposanto, podría generarle “cosas”, que la mayoría llama miedo.


Ariel Molas es desde hace 15 años guardia en horario nocturno de la Recoleta, el camposando màs antiguo de la capital. El mismo señala que, aún con el blindaje que da la costumbre, nunca deja de estar atemorizado a la hora en que le toca la ronda entre los pasillos y callejones del cementerio.

“Yo soy guardia nocturno hace 15 años, estoy desde las 18:00 hasta las 6:00. Tenemos una caseta sobre Mariscal López, ahí nos reunimos, somos 5 guardias, de ahí salimos a hacer nuestra ronda. A veces uno tiene miedo, se sienten cosas, siempre está el miedo de ver cosas que no querès ver. Las rondas hacemos de a 2. Una vez escuché llanto de bebé, se escuchan ruidos de lejos, pisadas. Hay una zona hacía el portón 9, hacía el Club Recoleta y luego la zona antigua, detrás de la iglesia. Son las zonas con más movimiento”, relata Ariel en comunicación con radio Ñanduti AM.

El mismo puntualiza que los recorridos nocturnos, son para evitar la incursión de ladrones de cadáveres (que venden generalmente a estudiantes de Medicina, o que son utilizados para actos satánicos) y de placas metálicas de panteones.

Ariel Molas refiere que estos días santos, no tienen para ellos -los guardias- el aliciente de jornada libre. Les toca trabajar de manera normal, a la espera de un día de la semana para tomarse descanso.

Y apunta otro detalle de lo que habitualmente ve en el escenario de trabajo en horas en que todos duermen: los actos y ceremonias que realizan personas en el cementerio.

“Todos los días vemos payé (ofrendas para ‘perjudicar’ a alguien) y otras ceremonias que algunas personas eligen hacerlas en el cementerio”, acota.

Los cementerios con su rutina propia, tienen el elemento de miedo, que es inherente a la naturaleza de sus funciones, esto es, ‘reposo’ eterno de los cuerpos, sumado a la incertidumbre de lo inasible, de los espíritus ligados ‘al más allá’.

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Pediatra brinda consejos para un viaje seguro con niños en Semana Santa

Muchas familias alistan sus vehículos para viajar en Semana Santa e iniciar su travesía por las ciudades del interior del país. Para aprovechar de la mejor manera en familia, un pediatra brindó varios consejos para un viaje seguro.

Al respecto, el Dr. Robert Núñez, pediatra, brindó varios consejos a los padres para un viaje seguro con sus hijos:

1. Es aconsejable que antes de iniciar el viaje, se realice revisiones frecuentes de los principales puntos del vehículo para comprobar que se encuentre en perfecto estado para circular.

Para ello es necesario revisar con especial cuidado las siguientes partes del automóvil: sistema de frenado, neumáticos, tubo de escape, amortiguadores, iluminación, limpiaparabrisas, baterías, niveles: aceite, refrigerante.

2. No olvidar llevar un botiquín que incorpore medicamentos y productos básicos que puedan sacar de apuros en caso de imprevistos.

Con la llegada del buen tiempo, llegan también las alergias, los primeros resfriados, el dengue que persiste y por sobre todo protector solar, ya que es conveniente estar preparados antes posibles contratiempos.

3. Planificar las paradas cada dos horas antes de salir de casa. Buscar áreas de descanso para que el bebé desentumezca los músculos, meriende, juegue o simplemente descanse del viaje.

4. Antes de salir, comprobar que la sillita del bebé va perfectamente ajustada al anclaje. Los arneses y el cinturón no pueden quedar retorcidos, holgado o doblados.

6. Aire acondicionado. Usarlo con moderación para evitar que el bebé se enferme.

7. Si el niño es de los que se pone ansioso en los largos viajes en automóvil, preparar algunos juegos que además de entretenerlo, le permitan estimular su memoria.

8. Durante el viaje, no olvidar llevar música y cuentos infantiles que distraigan al niño. Y por sobre todo snacks saludables.

9. Llevar a mano pañales, algo de abrigo por si cambie el clima, un biberón con agua y todo lo necesario para preparar su comida.

10. Una vez llegados al destino, no olvidar llevar siempre al pequeño bien sujeto en su sillita, también en los desplazamientos cortos.