Indígenas incursionan en el cultivo de la soja

Una tribu indígena de Paraguay decidió seguir el ejemplo de los llamados "brasiguayos", sus vecinos del Alto Paraná, para plantar con fines comerciales soja, maíz y trigo en una extensa superficie selvática que hasta hace apenas 50 años era habitada por sus ancestros.

Son 60 familias de la tribu Aché Guayakí de la aldea de Puerto Barra, ubicada entre Ciudad del Este con Foz de Iguazú (Brasil) y Puerto Iguazú (Argentina) -a 400 km al sureste de Asunción-, que administran unas 850 hectáreas en forma comunitaria y se reparten equitativamente los dividendos, cuyo monto no quisieron revelar.

“Tenemos 300 hectáreas de área mecanizada. Plantamos soja, sorgo, maíz”, contó a la AFP Daniel Itagui, cacique de los Aché en esta zona.

Hoy son agricultores con maquinaria moderna en un país que la última década vivió un crecimiento récord de su PIB -13,6% en 2013-, sobre todo gracias a las exportaciones de soja.

“Este es un ejemplo digno de imitar, de cómo es posible congeniar el desarrollo de la agricultura de alta tecnología con la tradición, la cultura y el idioma”, dijo a la AFP el gobernador de Alto Paraná, Justo Zacarías, luego de una visita a los Aché Guayakí esta semana.

Bravos guerreros de la otrora impenetrable selva paranaense, los Aché fueron prácticamente forzados a incorporarse a la civilización en los primeros años de la década de los setenta a raíz de la masiva colonización.

En esta región construyeron la represa hidroeléctrica paraguayo-brasileña de Itaipú, una de las más grandes del mundo, y se impulsó el desarrollo de la triple frontera que une a Paraguay, Brasil y Argentina.

UNA FRONTERA PARA EXPLOTAR

Las tierras de los indígenas colindan con un mar de sojales de los “brasiguayos”, como denominan a los colonos brasileños descendientes de europeos cuyos hijos son paraguayos, y que hicieron de los monocultivos de cereales y oleaginosas un gran negocio.

La producción de alimentos ha llevado a Paraguay a ubicarse como cuarto exportador en el mundo y es hoy su principal fuente de divisas.

La exportación de granos llegó a 16 millones de toneladas, suficientes para alimentar una población 10 veces superior a la de Paraguay, 65 millones de personas, según la Cámara de Productores.

En un recorrido de las plantaciones, Itagui explicó que tienen “cultivos de autosustento”, vacas y criaderos de peces.

Lorenzo Puapurai, un estudiante de derecho y asistente de Itagui, dijo que esta iniciativa es la salida al progreso.

“Nos va bien y pensamos que nos va a ir mejor”, dijo Puapurai al contrastar esta situación con la de la mayoría de las etnias indígenas de Paraguay, que usan sus tierras para recolectar o cazar como sus ancestros “y esperan ayuda de las organizaciones indigenistas”, opinó.

DESARROLLO ENTRE PRÉDICAS

“Nosotros nos dimos cuenta de que podemos mantener nuestra cultura y nuestras tradiciones, pero que también somos capaces de adaptarnos a la realidad que nos rodea”, defendió Puaparai.

Esta tribu cree que el cultivo comercial les ofrece alejarse de la realidad de otros indios marginados en zonas urbanas que piden limosna “en los semáforos o en la terminal de ómnibus, mezclados en el vicio de la droga y la prostitución”, dijo.

Los Aché de Puerto Barra están asentados en una zona que bordea el río Ñacundaí, con arroyos y manantiales que le sirven de afluentes, antes de desembocar en el río Paraná.

El Cacique atribuyó la transformación de su comunidad a la influencia de un antropólogo y misionero noruego Rolf Fostervold, ya fallecido.

En los años 60 y 70, “él conquistó nuestra confianza en los tiempos en que éramos muy perseguidos y nuestros parientes muertos por los guardias de estancia”.

“Él nos enseñó la agricultura. Poco a poco fuimos creciendo”, relató.

El hijo de Fostervold, Bjarne-Rolf, sigue las huellas de su padre para proteger a los Aché de los oportunistas y también como pastor cristiano.

DESTREZAS CON ARCOS Y FLECHAS

Los Aché de Puerto Barra poseen un bosque de unas 400 hectáreas donde van a cazar con arcos y flechas como “pasatiempo” ancestral, comentó Puapurai.

Pero no todos los Aché de Paraguay corren la misma suerte.

Sus parientes de Kuetuvi, 300 km al noroeste, mantienen un duro conflicto con lugareños que invaden su territorio de 4.600 hectáreas para extraer su madera y plantar marihuana en su selva.

Su cacique, Martín Achipurangi, dijo a la AFP que advirtió a las autoridades de Asunción que si no tomaban medidas actuarían por su cuenta.

“No nos hacen caso, ni la fiscalía ni la policía. Los vamos a enfrentar con nuestra única arma que tenemos: nuestros arcos y flechas”, amenazó hace unos días.

Mientras, Achipurangui cuenta que organizaciones indigenistas les prometieron ayuda para seguir los pasos de sus parientes de Puerto Barra. “Estamos esperando”, dijo.

“El señor de los cielos”, uno de los fallecidos tras caída de avioneta

Un hombre investigado en su momento por tráfico de drogas y autodenominado “El señor de los cielos”, pilotaba la aeronave que capotó esta mañana en Loma Plata, donde fallecieron él y su acompañante.

Luis Alberto Franco Báez (37), oriundo de Salto del Guairá, es el fallecido en el accidente aéreo registrado este viernes en Boquerón, Loma Plata.

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El hombre se hacía llamar “El señor de los cielos” y “Vaka resa”. Los fiscales Lorenzo Lezcano, Julio César Yegros e Israel Villalba llegaron a investigarlo por tráfico de drogas, pero no encontraron elementos que confirmen las sospechas.

Franco Báez también registra antecedentes por transgresión de la ley de armas y presunto lavado de dinero. En el año 2016 lo arrestaron con 30 proyectiles de arma de grueso calibre.

Asimismo, el 10 de julio pasado lo detuvieron por una denuncia que presentó su concubina por violencia intrafamiliar, pero posteriormente lo liberaron.

El otro fallecido es Alberto Morínigo Mendoza, 43 oriundo de Horqueta, pero con domicilio actual en Capiatá.

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Cae distribuidor del clan Rotela, hace 8 meses salió de prisión

La Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) capturó a un importante distribuidor del Clan Rotela en el barrio Roberto L. Pettit de la ciudad de Asunción.

El personal de la Dirección de Operaciones Urbanas de la Senad realizó un operativo que derivó en la detención de un importante eslabón de provisión de drogas que sería parte del “Clan Rotela”. Fue durante el allanamiento a una vivienda localizada en el barrio Roberto L. Pettit de Asunción.

Carlos Alberto Duarte Aguilera, de 45 años, quien fue detenido años atrás por la SENAD y hace 8 meses salió de la prisión, fue sorprendido en el lugar con un paquete de clorhidrato de cocaína que pesaba 907 gramos, equivalentes a unas 2.000 dosis en el mercado final de consumo.

Además le fueron incautados dos aparatos celulares, proyectiles calibre 22, balanzas de precisión y dinero en efectivo.

El detenido se encargaba de proveer a toda una red de distribuidores de drogas que operaban en Asunción y alrededores. El hombre fue remitido a la Base de Operaciones de la SENAD por disposición fiscal.

El Plan SUMAR se enfoca en la desarticulación de los pequeños focos de narcomenudeo y al mismo tiempo apunta a los microtraficantes que forman parte de las redes de abastecimiento. Con estas acciones se pretende afectar significativamente la oferta de drogas en las calles.

Hombre raptó a su expareja, la golpeó y obligó a transferirle G. 23 millones

Un hombre raptó a su expareja, una mujer de nacionalidad brasileña, y la obligó a transferirle una millonaria suma de dinero. Posteriormente, se logró su detención. El episodio ocurrió en Ciudad del Este.

Una mujer de nacionalidad brasileña, de nombre Ivone Franco de Oliveira (54), denunció haber sido víctima de rapto y violencia física por parte de su expareja en la jornada de ayer en el Área 1 de Ciudad del Este.

La acusación involucra a Gustavo Federico Alfonso Godoy (34), quien se había llevado a la mujer en contra de su voluntad para obligarla a realizar una millonaria transferencia a su favor.

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Según refiere el informe de La Clave, Alfonso llegó en la tarde de ayer hasta la vivienda de Franco y le exigió la suma de G. 50 millones para dejar de molestarla y abandonar la casa, a lo que la mujer le respondió que no tenía ese monto consigo.

Esta respuesta provocó la ira del acusado, quien propinó un golpe en el rostro a su expareja y luego la alzó a la fuerza en su propio vehículo, un automóvil de la marca Hyundai modelo Accent, con el que fueron hasta dos sucursales bancarias para realizar las transacciones.

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Vecinos observaron el momento en que la brasileña fue raptada por el hombre y decidieron dar aviso a la Policía Nacional. Posteriormente, se desplegó un operativo en la vivienda de la mujer que acabó con la detención de Alfonso, quien había regresado al lugar para dejarla.

En total, el denunciado logró obtener la suma de G. 23.000.000 a través de distintas transferencias bancarias realizadas por la extranjera, a quien agredió físicamente y retuvo en contra de su voluntad durante varias horas.