Miércoles de la quinta semana de Pascua

149 - “A las ramas que dan fruto, el Padre las poda para que den más todavía”. Jn 15, 2

Ser podado es siempre una experiencia muy dolorosa. Sin embargo, sabemos que una
vid que no es podada va perdiendo su fuerza y va dejando de dar frutos. A veces, nos
preguntamos por qué surgen pruebas en nuestra vida si estamos tratando de hacerlo
todo bien. Aquí tenemos la respuesta: a quien produce, el Padre poda para que pueda
dar aun más frutos. Las pruebas son, por lo tanto, ternura del Viñador que nos cuida y
sabe que podemos producir más, que no quiere que nos acomodemos y vayamos
perdiendo nuestro vigor. Aunque duela, digamos siempre: gracias, Señor, por las podas.
Paz y bien.

Viernes Santo

111 - “Uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua”. Jn 19, 34

Hasta qué punto puede llegar la maldad humana: clavar en una cruz a aquel que pasó su vida haciendo el bien: predicando y sanando. Pero lo interesante de Dios es que puede transformar incluso nuestras maldades en oportunidades de gracia. Este soldado, al traspasar el corazón de Jesús, nos dejó abierto para siempre el corazón de Dios. En efecto, la herida de su costado permaneció después de la resurrección y continúa hasta hoy derramando sangre y agua para nuestra salvación. Acerquémonos y pongámonos bajo su cruz para que nos lave su preciosísima sangre. Paz y bien.

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Jueves Santo

110 - “Sabiendo Jesús que había llegado su hora, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo”. Jn 13, 1

El amor de Cristo no es un amor azucarado o superficial. No es solo de palabras, sino un amor vivido y practicado con radicalidad. Un amor que no se avergüenza de humillarse poniéndose a los pies de los amados en profunda actitud de servicio. Un amor que no escatima nada, ni siquiera la propia vida, por el bien de los que ama. Es un amor tan fuerte que contagia y empuja a hacer lo mismo: servir con radicalidad, sin preocuparse por lo que puedan decir los demás, pues amor que no se hace servicio es solo una ilusión. Paz y bien.

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Miércoles Santo

109 - “Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”. Mt 26, 18

Aun hoy, Jesús insiste en querer celebrar su pascua en nuestra casa. Es allí, en lo profundo de nuestro corazón, donde él desea renovar su entrega total haciéndonos experimentar hasta qué punto llega la fuerza de su amor por nosotros. Por nuestra parte, debemos prepararnos haciendo una buena limpieza en la casa, quitando toda la basura del pecado y el polvo del egoísmo y también adornándola con nuestras oraciones y obras de caridad. Si el Señor encuentra nuestra casa preparada (limpia y adornada), celebra con nosotros su Pascua llenándonos de su gracia. Preparémonos, pues el tiempo se hace corto. Paz y bien.

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