Miércoles de la segunda semana de Cuaresma

075 - “Jesús se dispuso a subir a Jerusalén”. Mt 20, 17

Muchas veces Jesús fue amenazado de muerte y encontró un modo de evadirla, pues sentía que aún no era la hora de culminar su
misión. Sin embargo, en un momento dado, él sintió que su hora había llegado y que no debía huir más. Era necesario caminar
resueltamente hacia Jerusalén, aun sabiendo lo que allí debería pasar. También nosotros, muchas veces sentimos en nuestro
corazón que debemos tomar ciertas decisiones o afrontar ciertos problemas, aun sabiendo que la experiencia puede ser dolorosa.
En la oración sincera sentimos cuál es el momento correcto; no podemos huir siempre. A veces, es mejor ponerse rojo por afrontar
ciertas situaciones difíciles en un determinado momento que vivir siempre desteñido. Paz y bien.

Miércoles de la cuarta semana de Pascua

“Yo soy la luz y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas”. Jn 12, 46

Cuando estamos en las cosas del mundo, los negocios, las modas, el consumismo, los placeres, las peleas, las envidias, los celos…, estamos envueltos en las tinieblas. El mundo y sus cosas no tienen luz. Solo cuando nos encontramos con Jesús, que es la luz, podemos ser rescatados de las tinieblas. Pero, si nunca he visto la luz, pienso que lo normal es la oscuridad, que no ver nada es bueno. Solo cuando experimento la luz, puedo darme cuenta de lo que estaba perdiendo anteriormente. Por eso, es importante iluminar a las personas con Cristo, aunque en principio ellas no tengan interés. Paz y bien.

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Martes de la cuarta semana de Pascua

“Mis ovejas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos”. Jn 10, 28


Esta es la promesa de Jesús a sus ovejas. Nos llena de consolación saber que el Buen Pastor no permitirá que perezcamos, pues siempre estará providenciando los mejores pastajes, las aguas refrescantes, esto es, buscará facilitar todo lo que necesitamos para una vida plena, así como será nuestro protector en los peligros, en las trampas, en las oscuridades y no permitirá que el enemigo nos arranque de su rebaño. Pero no olvidemos que ser sus ovejas es conocer su voz y seguirlo. Por eso, si me dejo seducir por otros, si empiezo a jugar con el lobo o si empiezo a buscar satisfacción por mi cuenta, entonces es probable que me pierda. Paz y bien.

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Lunes de la cuarta semana de Pascua (años B y C)

“El buen Pastor llama a las ovejas por su nombre”. Jn 10, 3

Jesús, en su afán de hablar del Reino de Dios de un modo que los que le escuchaban pudieran entenderlo, se compara con un pastor, figura muy bien conocida por todos sus contemporáneos. Todos sabían que había pastores que trabajaban solo por la plata y no les importaba el rebaño, no vibraban con el trabajo. Jesús es el buen pastor, que se ocupa y se preocupa por cada oveja ya que las conoce a cada una por su nombre. Es un pastor que se desvive por su rebaño. De él se puede decir: “¡El Señor es mi pastor, nada me puede faltar!”. Paz y bien.

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