San Bernabé, apóstol: 11 de junio
493 - “Ustedes han recibido gratuitamente; den también gratuitamente”. Mt 10, 8
Los apóstoles de Jesús fueron invitados, en primer lugar, a estar con él. Así
experimentaron gratuitamente el amor de Dios en los milagros de Jesús, en sus palabras
y en sus acciones. Pero ellos también fueron enviados y todo lo que aprendieron deben
enseñar a los demás con el mismo método de Jesús, esto es, la gratuidad. Nadie debe
apropiarse de lo que Dios le da para después lucrar con ello. Aunque el servidor merece
su salario, no por eso debe perder la gratuidad. Es muy triste ver a ministros de Dios
ávidos de lucros y ganancias. Que los santos apóstoles nos inspiren a darnos con
generosidad. Paz y bien.
Miércoles de la tercera semana de Pascua
“Esta es la voluntad del que me envió: que no pierda a ninguno de los que me confió…”. Jn 6, 39
Dios no quiere perder a ninguno de sus hijos. Él tiene un verdadero interés por cada uno de nosotros. Para Dios no es lo mismo si yo estoy en el buen camino o en el equivocado. Él siempre está buscando recuperar a aquellos que se desvían. Jesús fue enviado por el Padre al mundo justamente con esta misión: recuperar a todos los que estaban perdidos. Por eso él está buscando a cada hijo de Dios desviado, herido o muerto en el pecado. Y los que él rescata se hacen colaboradores de él en esta misión. Paz y bien.
Martes de la tercera semana de Pascua
“Yo soy el pan de vida”. Jn 6, 35
Cuando Jesús hizo esta afirmación, ciertamente sus discípulos no lograron comprenderla. Sin embargo, después de su pasión y muerte en la cruz, ellos sabían que cada vez que hacían lo que Jesús hizo en la última cena, con el pan ázimo y la copa de vino, tenían como alimento el pan de vida, verdadera carne sacramental de Cristo. La Eucaristía nos ofrece el mejor alimento que puede haber en esta tierra: aquel pan capaz de saciarnos en lo más íntimo de nuestro ser, capaz de dar sentido a nuestra existencia. Es un pan que parece inofensivo, pero capaz de transformar, revitalizar y fortalecer. Paz y bien.
Lunes de la tercera semana de Pascua
“Trabajen no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna”. Jn 6,27
En la vida, todos tenemos necesidades básicas que satisfacer para continuar viviendo, pero el ser humano no puede reducirse a esto. Fuimos creados para mucho más y no podemos contentarnos apenas con sobrevivir, buscando placeres y comodidades. Hay muchas personas que solo se preocupan por lo material, por lo que es perecedero y esto aún no es Vivir. Solo vive quien entiende el amor y se gasta por él, pues todo el resto pasa, se descompone y termina. Solo él amor es capaz de transcender esta existencia terrena. Alimentemos siempre nuestro corazón. Paz y bien.