Jueves de la séptima semana de Pascua

 

168 – “Que todos sean uno, para que el mundo crea que Tú me enviaste”. Jn 17, 21

 

Es muy triste encontrar tantas divisiones entre los cristianos ya que Jesús dio su vida para que todos los que creen en él vivan unidos, y así, sean el mejor testimonio para el mundo. Por eso, aunque haya diferencias, todos los que de verdad aman a Cristo y creen en él tienen que desear la unidad de los cristianos y deben estar orando y trabajando para que esto suceda. Los que promueven divisiones o están siempre buscando separar cada vez más a los cristianos no son movidos por el Espíritu de Cristo, sino que son instrumentos del maligno. Paz y bien.

 

Memoria de María Madre de la Iglesia

“Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo».” Jn 19,26

 

La Iglesia celebra en este primer lunes después de Pentecostés el recuerdo de la Virgen María como madre de Iglesia, madre de todos los creyentes, madre de cada discípulo amado de Cristo. De hecho, al pie de la cruz, Cristo mismo le confía esta misión al pedir que ella asuma como hijo al discípulo amado que está a su lado. Y María desde aquel instante se dedica a esto. De hecho, la vemos reunida con los apóstoles en oración en la espera de Pentecostés. Y a lo largo de la historia ella es auxilio de los cristianos, perpetuo socorro, señora de las gracias, madre de misericordia.

Paz y bien.

 

 

Viernes de la séptima semana de Pascua

169 – «Y por tercera vez Jesús le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿tú me quieres?”». Jn 21, 17
Todos somos débiles y muchas veces fallamos con el Señor. Al igual que Pedro, tantas veces le fallamos, no porque no le queramos o porque nos gusta pecar y estar alejados de él, sino porque nuestra fragilidad nos traiciona, habla más fuerte en nosotros nuestro barro. Sin embargo, en Jesús, Dios quiere siempre reconciliarnos, darnos una nueva oportunidad. Por eso, él mismo nos pregunta una y otra vez: “¿Me amas?” No tengamos miedo de decir como Pedro: “Señor, tú lo sabes todo, tú conoces mi fragilidad y, aun siendo débil, tú sabes que te amo”. El Señor nos abrazará. Paz y bien.

Miércoles de la séptima semana de Pascua

167 – “No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno”. Jn 17, 15
En su oración sacerdotal, antes de dejarnos, Jesús intercede al Padre por todos sus
seguidores, que tienen una misión en este mundo tan lleno de trampas, de peligros, de
injusticias, de tentaciones. Aunque sea un gran riesgo estar en este mundo, es aquí
donde Jesús quiere que seamos misioneros, y por eso pide al Padre que sostenga a
cada uno para que no caiga en las trampas del enemigo. Así que no debemos
escondernos del mundo, sino revestirnos de Cristo y lanzarnos a las tantas situaciones
de dolor, de miserias, de pecados, de vicios, para que podamos rescatar a estos
hermanos para el Señor. Paz y bien.