La verdadera gloria viene del Padre Dios
“Si yo me doy gloria a mí mismo, mi gloria no vale nada; es el Padre quien me da la gloria, el mismo que ustedes llaman nuestro Dios” Jn. 8,54
Jesús, quien en su vida terrena obró tantos prodigios, nos enseña hoy acerca de la humildad. Él, que realizó multiplicaciones de panes, sanaciones y liberaciones, no se pasaba diciendo o repitiendo yo hice eso o hice lo otro. Por el contrario, escuchamos en la Sagrada Escritura las tantas veces que prohibía que se comenten los milagros que realizaba. Hoy entendemos que es porque él no quería una gloria o reconocimiento del mundo, él sabía que la verdadera gloria viene del Padre Dios. Al observar esto en Jesús, pensemos en las veces que, tentados por el enemigo, queremos aparentar o vanagloriarnos por los dones que tenemos, por el cargo que ejercemos o por los bienes materiales que poseemos. No tomemos ese camino, sino que humildes, esperemos el momento en que el Padre nos reciba en la gloria verdadera, la del cielo. Paz y bien.
Visitación de la Virgen María: 31 de mayo
491 – “¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?”. Lc 1, 43
María, cuando supo que su anciana prima estaba embarazada y necesitaba de ayuda, fue apresurada a su casa para servirla. Este es el espíritu de la Virgen: cuando sabe que alguien la necesita, va apresurada para ayudar. También con nosotros ella hace lo mismo. Está siempre dispuesta a tendernos una mano, a venir a nuestra casa. Aunque seamos indignos y pecadores, ella no mide esfuerzos para llevar a Jesús hasta nosotros. Recibamos a la Virgen María, escuchemos su saludo, dejémonos llenar del Espíritu Santo con su presencia y aprendamos de esta ilustre visitante a estar disponibles y apresurados para servir. Paz y bien.
Martes de la octava semana del tiempo durante el año
236 – “Ninguno que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o campos por mi causa y por el Evangelio quedará sin recompensa”. Mc 10, 29
En el misterio de la fe, una de las verdades de gran importancia es que Dios no se deja vencer en generosidad. Nadie puede decir que dio mucho más de lo que recibió de Él. Cuando yo confío en el Señor y generosamente entrego mis capacidades, mi tiempo y hasta mis bienes, Dios siempre me los devuelve con creces. Ciertamente, no faltan persecuciones o situaciones difíciles en el camino del Señor, pero él no deja de recompensar el bien que hacemos. Si los hombres no reconocen nuestra donación, tanto mejor, Dios lo hará. Paz y bien.
Memoria de María Madre de la Iglesia
“Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo».” Jn 19,26
La Iglesia celebra en este primer lunes después de Pentecostés el recuerdo de la Virgen María como madre de Iglesia, madre de todos los creyentes, madre de cada discípulo amado de Cristo. De hecho, al pie de la cruz, Cristo mismo le confía esta misión al pedir que ella asuma como hijo al discípulo amado que está a su lado. Y María desde aquel instante se dedica a esto. De hecho, la vemos reunida con los apóstoles en oración en la espera de Pentecostés. Y a lo largo de la historia ella es auxilio de los cristianos, perpetuo socorro, señora de las gracias, madre de misericordia.
Paz y bien.