Lunes de la primera semana de Adviento

004 – «Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente. Jesús le dijo: “Yo mismo iré a curarlo”». Mt 8, 6
Ante una visión que quiere ver a Dios como el inmóvil, Jesús, desde el misterio mismo de su Encarnación, nos revela a un Dios que viene a nuestro encuentro para traernos la salvación. El Dios cristiano no es estático e impasible, a quien no le importan nuestras dificultades, sino que es un Dios disponible a ir al encuentro, que se conmueve con los dolores y viene a curarnos. El problema es que, muchas veces creyéndonos autónomos, no le llamamos o hasta no le recibimos. Ábrete al encuentro con Dios, Él está viniendo. Paz y bien.
Hno Mariosvaldo Florentino, capuchino.

Jueves Santo

110 - “Sabiendo Jesús que había llegado su hora, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo”. Jn 13, 1

El amor de Cristo no es un amor azucarado o superficial. No es solo de palabras, sino un amor vivido y practicado con radicalidad. Un amor que no se avergüenza de humillarse poniéndose a los pies de los amados en profunda actitud de servicio. Un amor que no escatima nada, ni siquiera la propia vida, por el bien de los que ama. Es un amor tan fuerte que contagia y empuja a hacer lo mismo: servir con radicalidad, sin preocuparse por lo que puedan decir los demás, pues amor que no se hace servicio es solo una ilusión. Paz y bien.

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Miércoles Santo

109 - “Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”. Mt 26, 18

Aun hoy, Jesús insiste en querer celebrar su pascua en nuestra casa. Es allí, en lo profundo de nuestro corazón, donde él desea renovar su entrega total haciéndonos experimentar hasta qué punto llega la fuerza de su amor por nosotros. Por nuestra parte, debemos prepararnos haciendo una buena limpieza en la casa, quitando toda la basura del pecado y el polvo del egoísmo y también adornándola con nuestras oraciones y obras de caridad. Si el Señor encuentra nuestra casa preparada (limpia y adornada), celebra con nosotros su Pascua llenándonos de su gracia. Preparémonos, pues el tiempo se hace corto. Paz y bien.

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Martes Santo

108 - “Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti”. Jn 13, 37

Muchas veces, en nuestro corazón estamos muy decididos a hacer el bien, pero al rato, ante ciertas dificultades, miedos o dudas, terminamos por encerrarnos en nuestros egoísmos y nos esquivamos de Dios. Todo ser humano es muy frágil y esto nos lleva a muchas incoherencias. Dios sabe de esto y está dispuesto a mirarnos con misericordia como lo hizo con Pedro. Lo que sí debemos rechazar con fuerza es la maldad, es el actuar con mala intención, el traicionar premeditadamente pensando solo en ventajas personales como lo hizo Judas. Es innegable que todos somos frágiles, pero no debemos ser corruptos. Paz y bien.

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