Miércoles de la octava de Pascua
116 - “Ese mismo día, dos de sus discípulos iban a Emaús. El mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos”. Lc 24, 13.15
Estos discípulos estaban desolados y habían desistido de continuar con los otros
apóstoles…; se estaban alejando de la comunidad. Volvían a la vida de antes,
caminaban en la dirección equivocada. En ese momento, Jesús resucitado se acercó y
caminó con ellos. Les habló, les explicó con paciencia, les acompañó hasta que ellos se
dieron cuenta del error. Es bellísima la pedagogía de Dios: no los corrigió
precipitadamente, sino que supo esperar el momento justo en que sus ojos se abrieron.
Y ellos decidieron volver apresuradamente esa noche para reencontrarse con la
comunidad. Paz y bien.
San Andrés, apóstol: 30 de noviembre
«Jesús dijo a Pedro y Andrés: “Síganme y los haré pescadores de hombres”». Mt 4, 19
Es interesante notar cómo Dios, aun siendo el dueño de todo, para realizar su obra salvadora, quiere contar con la ayuda de los hombres. Él pasa por nuestra vida y nos llama a colaborar en la construcción de su Reino. Dios necesita de nuestra voz, de nuestros pasos y abrazos para tocar los corazones. Él está dispuesto a transformarnos de simples trabajadores a apóstoles y evangelizadores como lo hizo con aquellos pescadores sencillos de los mares de Galilea. Lo importante es dejar todo e inmediatamente ponerse a disposición del único que tiene Palabras de vida eterna. Paz y bien.
Viernes de la trigésima cuarta semana del tiempo durante el año
“Yo les aseguro que no pasará esta generación hasta que todo eso suceda”. Lc 21, 32
¿Cuántas generaciones ya pasaron desde que Jesús pronunció estas palabras? ¿Será que Jesús se equivocó? No creo. Más bien su palabra se cumple en cada generación. Su deseo es que cada generación no se acomode pensando: “Yo no veré estas cosas”, o “yo no tengo por qué preocuparme”. Lo que Jesús pide es que estemos atentos y vigilantes y sirve para cada generación. Hoy tú y yo debemos preocuparnos por poner en práctica su palabra, por reconocer las señales de los tiempos, sabiendo que en cualquier momento debemos presentarnos ante él. Paz y bien.
Jueves de la trigésima cuarta semana del tiempo durante el año
“Verán al Hijo del hombre venir en la nube, con gran poder e infinita gloria”. Lc 21, 27
Desde que el Señor subió al cielo, la Iglesia, su esposa, clama todos los días: “Ven, Señor Jesús”, y está esperando que él venga con su gloria. Sin embargo, a veces nos quedamos tan inmersos en las cosas del mundo que nos olvidamos de estar vigilantes esperando que Jesús vuelva. Es por eso que, cada adviento, antes de empezar propiamente a recordar el nacimiento histórico de Cristo, la Iglesia nos propone reavivar en nosotros esta espera activa y el deseo vivo del retorno glorioso de Jesús. La pregunta es si hoy el Señor volviera, ¿cómo nos encontraría? Paz y bien.