Laboratorio de Wuhan creó ocho virus, dos muy infecciosos para los humanos

En un laboratorio BSL-2, que ocupa el penúltimo lugar en seguridad, la doctora Shi Zhengli y el zoólogo Peter Daszak manipularon genéticamente un virus similar al del SARS y le añadieron partes de otros virus de murciélago para «reproducirse bien» en células humanas y sin pasar por un animal intermedio. Aunque su experimento buscaba prevenir pandemias, muchos expertos critican este riesgo y exigen investigar una fuga accidental del Instituto de Virología de Wuhan por la opacidad del régimen chino.

Según informa la ABC de España, dos años después del estallido de la pandemia, marcado por el cierre de Wuhan aquel fatídico 23 de enero de 2020 que nos cambió la vida, sigue el misterio sobre el coronavirus. No solo sobre su origen, sino también sobre el supuesto animal intermedio en el que se sospecha que mutó un coronavirus de murciélago para infectar al ser humano.

En las pandemias similares anteriores, dicho reservorio fue hallado con relativa rapidez, sobre todo en la del SARS (síndrome respiratorio agudo grave). Originado en noviembre de 2002 en China y también encubierto al principio por las autoridades, solo pasaron siete meses hasta que, en mayo de 2003, se apuntó a que el posible animal intermedio eran las civetas que se vendían para consumo humano en los mercados de Cantón (Guangdong). Pero los murciélagos de los que procedía dicho coronavirus no se encontraron hasta diciembre de 2017 en una cueva de Yunnan, al suroeste de China. En el MERS, el síndrome respiratorio de Oriente Medio que estalló en abril de 2012 en Arabia Saudí, el reservorio fue descubierto en camellos de Omán en agosto de 2013 y ese mismo año ya se localizaron los murciélagos que tenían dicho coronavirus.

Más de 80.000 animales

Pero, en el caso del SARS-CoV-2 que ha desatado la actual pandemia, en China se han analizado más de 80.000 animales y no se ha encontrado aún la fuente natural: ni el reservorio intermedio ni los murciélagos que se cree son su origen. Mientras más tiempo pasa sin dar con esta fuente natural, más son las voces de expertos que piden investigar con mayor profundidad otras teorías como la posible fuga de uno de los laboratorios de Wuhan.

Además de la extraña coincidencia de que la peor pandemia en un siglo haya empezado precisamente en una ciudad donde se almacena y experimenta con la mayor colección mundial de coronavirus de murciélago, la opacidad habitual del régimen chino tampoco ayuda a despejar las dudas. Así se vio hace, ahora un año, en la misión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que pretendía investigar el origen de la pandemia en Wuhan, blindada por las autoridades para que sus pesquisas no contradijeran la versión oficial de que el coronavirus no procede de China y pudo haber venido del extranjero a través de la importación de alimentos congelados.

Una teoría a la que dan muy poco crédito la mayoría de expertos internacionales, cada vez más abiertos a indagar otras hipótesis como un escape accidental de laboratorio. Después de que la misión de la OMS declarara esta posibilidad «extremadamente improbable»,su propio director general, el doctor Tedros, rectificó a su equipo y reclamó indagar más en dicha línea. En mayo del año pasado, 18 de los más prestigiosos virólogos pidieron lo mismo en una carta abierta publicada por la revista ‘Science’.

Entre ellos figuraba Ralph Baric, eminencia de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill que ha colaborado con el Instituto de Virología de Wuhan (WIV, en sus siglas en inglés) y su principal figura, la experta en coronavirus de murciélago Shi Zhengli.

Técnica de «genética inversa»

En 2015, ambos publicaron un estudio en el que Baric había empleado su técnica de «genética inversa», que le permite dar vida a un virus a través de su ADN y manipularlo, para crear en el laboratorio un nuevo coronavirus. Dicho patógeno artificial estaba formado por la espina dorsal del virus del SARS, al que le había unido la proteína espiga de otro coronavirus de murciélago muy parecido, llamado SHC014, que la doctora Shi Zhengli había encontrado en una cueva de Yunnan. Dicha proteína es el gancho que permite a los virus entrar en las células e infectarlas. Tanto ese virus como otro similar, llamado WIV 1, eran los parientes más cercanos del SARS-CoV-1, causante de la pandemia que entre 2002 y 2003 había infectado a 8.000 personas y, con una tasa de letalidad del 10 por ciento, había matado a 774.

Con la técnica de Baric, ambos consiguieron cultivar en el laboratorio el SHC014 y que infectara a ratones cuyos pulmones habían sido modificados genéticamente con células humanas. Según un análisis publicado por la revista MIT Review, perteneciente al reputado Instituto de Tecnología de Massachussets, este «virus quimera» también fue inyectado directamente en células humanas y mostró una «robusta reproducción», lo que demostró que en la Naturaleza hay coronavirus que pueden contagiar al ser humano sin necesidad de pasar por un animal intermedio.

Aunque el experimento puso de relieve esta seria amenaza, fue muy criticado por haber creado artificialmente un nuevo virus. «El único impacto es la creación, en un laboratorio, de un nuevo riesgo no natural», denunció Richard Ebright, biólogo molecular de la Universidad de Rutgers. Por su parte, Simon Wain-Hobson, del Instituto Pasteur de París, alertó de que si los científicos han creado un nuevo virus que crece «especialmente bien en las células humanas y se escapa, nadie puede predecir su trayectoria».

La polémica volvió a abrir el debate sobre los experimentos de «ganancia de función», que consisten en potenciar un virus para hallar vacunas más eficaces y fueron paralizados temporalmente por una moratoria de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos. Pero eso no significó el fin de dichas prácticas.

Poco después del experimento de Baric, que había llevado a cabo en un laboratorio BSL-3+, el segundo de máxima seguridad, la doctora Shi Zhengli siguió haciendo lo mismo en el Instituto de Virología de Wuhan. Como informó ABC en octubre, utilizó una subvención que EE.UU. había otorgado a la organización EcoHealth Alliance para que investigara el riesgo de contagio en humanos de los coronavirus de murciélago. De los 3,1 millones de dólares (2,6 millones de dólares) concedidos entre 2014 y 2019, unos 750.000 dólares (636.500 euros) fueron al Instituto de Virología de Wuhan porque el presidente de EcoHealth Alliance, el zoólogo británico Peter Daszak, trabaja habitualmente con la doctora Shi Zhengli por almacenar las mayores muestras de coronavirus de murciélagos, que abundan al suroeste de China y en países vecinos como Myanmar (Birmania), Vietnam y Laos. A pesar de esta confluencia de intereses, Daszak, que desde el principio ha descartado la fuga de laboratorio, formó parte del equipo de expertos que a principios del año pasado investigó el origen del coronavirus en Wuhan.

Son «nuevos patógenos»

Tal y como anunciaron al publicar sus estudios, Shi y Daszak crearon ocho clones del virus WIV1 al que añadieron las espigas de nuevos coronavirus hallados en cuevas de murciélagos y dos de ellos «se reprodujeron bien» en células humanas. Para el ‘MIT Review’, eran, «para todas las intenciones y propósitos, nuevos patógenos».

Además, y mientras Baric había hecho su experimento en un laboratorio BSL-3+, Shi Zhengli y Peter Daszak lo hicieron en uno de categoría BSL-2, el penúltimo en seguridad, para avanzar más rápido y con menos coste en sus investigaciones. «Hemos desarrollado un método rápido y de coste efectivo para la genética inversa», se ufanaban en su estudio publicado en 2016.

Mientras el prestigioso virólogo Ian Lipkin criticaba que su investigación hubiera tenido lugar en un laboratorio BSL-2, Richard Ebright comparaba las medidas de seguridad de estas instalaciones a las de «la consulta de un dentista estadounidense». Alegando cuestiones técnicas como que no querían volver sus virus más potentes, Shi Zhengli y Peter Daszak negaron que hubieran efectuado una «ganancia de función» e insistieron en que los laboratorios BSL-2 eran apropiados para dichos experimentos porque el virus WIV1 que habían manipulado no había causado ninguna enfermedad.

Oficialmente, el virus más cercano que se guarda en Wuhan es un 96,4 por ciento similar al SARS-CoV-2 que ha desatado la pandemia y eso indica una evolución de cuatro o cinco décadas de mutaciones naturales. Para crear genéticamente el SARS-CoV-2, en teoría haría falta un virus que fuera un 99 por ciento idéntico. Pero muchos expertos siguen sospechando que pudo haber un accidente en el Instituto de Virología de Wuhan a la vista de estos experimentos genéticos en laboratorios de menor seguridad y, sobre todo, de la demostrada opacidad del régimen chino.

Erupciones solares provocan apagones de radio en varias zonas del mundo

Tres erupciones de clase M afectaron parte de Filipinas, India y Hawái, en EE.UU.

Alrededor de 25 erupciones solares se registraron entre el miércoles y jueves de esta semana. Tres de ellas fueron de clase M y otras 22 de clase C, lo que significa que la actividad del Sol continúa siendo moderada, a pesar de la aproximación del pico del ciclo solar actual, informó EarthSky.

De acuerdo con el portal, la erupción solar M.2.2, originada en la región de manchas solares AR3638, ocasionó este jueves un apagón menor en las comunicaciones radiales de onda corta en el este de Filipinas. A su vez, indicó que las erupciones solares M.1.6 y M.1.1, de la región AR3645, también causaron apagones de radio menores este miércoles en el sur de Hawái (EE.UU.) y en la costa suroeste de la India, respectivamente.

Se esperan más erupciones

Por otro lado, EarthSky pronosticó que existe una alta probabilidad de que este viernes se produzcan erupciones solares de clase C y M. En ese sentido, mencionó que las posibilidades de una erupción de clase X, considerada de gran magnitud, se incrementaron en un 20 %.

También mencionó que el miércoles se detectó una eyección de masa coronal (CME) en un filamento magnético que se formó cerca del ecuador solar, aunque recalcó que no estaba en dirección hacia la Tierra.

No obstante, explicó que los chorros y erupciones de los filamentos identificados en el suroeste del Sol estaban siendo examinados para determinar si se dirigen a nuestro planeta. A pesar de que el jueves se esperaba una tormenta geomagnética de escala G1 (menor), el sitio Spacewather aseveró que es poco probable que ocurra, ya que no hay señales de que alguna CME alcance la Tierra.

El pico de actividad solar está próximo a ocurrir

El ‘ciclo solar’, que dura aproximadamente 11 años, es impulsado por el campo magnético del astro y se caracteriza por la frecuencia e intensidad de manchas en la superficie solar.

El actual ciclo, el número 25, comenzó en diciembre de 2019. Se prevé que el Sol alcance su pico de actividad, conocido como ‘máximo solar’, entre enero y octubre de este año, lo que podría conducir a un aumento de fenómenos como CME y erupciones solares, así como tormentas de tipo solar y geomagnéticas.

Fiebre de Oropouche: enfermedad parecida al dengue que se propaga por América Latina

La mayoría de los casos se han detectado en zonas urbanas y rurales de la Amazonía.

Cuatro países de América del Sur registran alzas en los casos de la fiebre causada por el virus de Oropouche, una enfermedad zoonótica transmitida por la picadura de los mosquitos ‘culicoides paraensis’ y ‘culex quinquefasciatus’, que causa una sintomatología similar al dengue.

En una reciente actualización, la Organización Panamericana de Salud (OPS) refiere que durante este año, la presencia de la patología, descubierta en Trinidad y Tobago en 1955, se ha incrementado en Bolivia, Brasil, Colombia y Perú, y destaca que en el caso brasileño, el número de infecciones confirmadas se cuadruplicó en relación con el mismo lapso del 2023, al computar 3.475 pacientes. Mientras, se han confirmado 225 casos en Perú, 160 en Bolivia, y 2 en Colombia.

En febrero pasado, la OPS emitió un boletín de alerta epidemiológica sobre la prevalencia de la infección vírica en entornos fundamentalmente amazónicos, pero no solo. Según informes de prensa, la tendencia alcista se ha mantenido.

Los motivos del alza son variados, pero el cambio climático y la desforestación en la región amazónica han jugado un papel fundamental en el incremento de las poblaciones de mosquitos, cuyo hábitat ha empezado a entrecruzarse con el de los seres humanos.

¿Cómo se manifiesta la enfermedad?

La afección tiene un período de incubación promedio de entre 4 y 8 días, aunque en algunos casos los primeros síntomas pueden aparecer a los 3 días o hasta 12 días después de la picadura.

El cuadro se caracteriza por ser de aparición súbita y generalmente los afectados presentan fiebre, dolor de cabeza, dolor articular, dolor corporal generalizado y escalofríos, si bien en ocasiones pueden presentarse vómitos y diarreas persistentes por un lapso de entre 5 y 7 días.

La mayoría de las personas enfermas se recuperará en cerca de 7 días, sin embargo, la convalecencia de algunos pacientes se puede demorar varias semanas, a lo que se suma que no existen medicamentos ni vacunas específicas para prevenir o tratar la afección, por lo que la medicación que se prescribe va dirigida exclusivamente a mejorar los síntomas.

La OPS recomienda la intensificación de la vigilancia epidemiológica para la detección oportuna de los casos, así como actualizar la información sobre detección y control que maneja el personal de salud para que pueda ser transmitida apropiadamente a las poblaciones de alto riesgo.

En la última década, la mayor parte de los casos de fiebre de Oropouche se ha registrado en comunidades urbanas y rurales de la Amazonía, en países como Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, así como en Guayana Francesa, pero también hubo diagnósticos en Panamá y Trinidad y Tobago.

Descubren nueva cepa mutante “potencialmente pandémica” de viruela del mono

Los científicos sospechan que un modo clave de infección está relacionado con el contacto sexual.

Un equipo internacional de epidemiólogos encontró una cepa mutante del virus de la viruela del mono (MPXV) en Kamituga, una ciudad minera densamente poblada y pobre de la República Democrática del Congo (RDC). El virus, descendiente de la cepa de MPXV de clado 1, que mata hasta a 10 % de los infectados, tiene “potencial pandémico”, según declararon los autores en un artículo en preimpresión depositado este domingo en Medrxiv.

“Sin intervención, este brote localizado en Kamituga tiene el potencial de extenderse a nivel nacional e internacional”, señalaron los autores. Al parecer, la nueva variante del virus de la viruela del mono, denominada ‘clado 1b’, es tan letal como su predecesora, pero ha evolucionado para volverse aún más infecciosa y evade mejor las pruebas de detección.

Situación de la viruela símica en el Congo

Los investigadores explicaron que el MPXV del clado I, que prevalece en África Central, se caracteriza por una enfermedad grave y una elevada mortalidad, mientras que el clado II se limita al África Occidental y se asocia con una enfermedad más leve.

El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades comunicó recientemente que, durante el último año, la RDC ha estado luchando por contener el ‘clado 1′ del virus. El organismo puntualizó que desde 2023 hasta el 29 de marzo de 2024, el país africano notificó un total de 18.922 casos sospechosos de MPXV, incluyendo 1.007 muertes. En lo que va de 2024 se han notificado 4.488 casos en el país y se han reportado un total de 279 muertes.

El brote de Kamituga

Se cree que la nueva variante surgió recientemente, en algún momento entre julio y septiembre de 2023, primero en animales y luego saltó a los humanos. A medida que se propagó en Kamituga, adquirió nuevas mutaciones que la ayudaron a extenderse. Hasta el momento se han confirmado 108 casos, y casi 30 % de ellos se dieron entre trabajadores sexuales, lo que sugiere que el virus se propaga de manera similar a la variante mutante que causó un importante brote en 2022.

Alrededor de 85 % de las personas infectadas tenían lesiones genitales, mientras que 10 % fueron hospitalizadas y dos murieron. El análisis genético del virus reveló un linaje de las cepas Clade I secuenciadas previamente en la RDC.