Posibles beneficios de la vacuna contra la influenza para COVID-19

La pandemia aún está en curso. Muy a pesar de que la mayoría de los países han liberado todas las restricciones (incluyendo mascarillas en interiores), la variante ómicron del SARS-CoV-2 continúa circulando.

Por Fabiola Román Maldonado, PhD en Biología

Sin embargo, vale la pena resaltar que la situación en general, especialmente en Paraguay, ha mejorado muchísimo, en gran medida gracias a la vacunación de las personas.

Además de la COVID-19, en esta época del año se hace presente la influenza. También existe una vacuna para esta, la cual es administrada anualmente con una sola dosis. Se ha reportado que la administración de una vacuna contra la influenza al mismo tiempo que una segunda dosis de una vacuna contra la COVID-19 no produjo problemas de seguridad y preserva la respuesta inmunitaria a ambas vacunas, de acuerdo a un artículo publicado en The British Medical Journal, en octubre del 2021.

Es más, las vacunas contra la influenza tienen un sorprendente beneficio para la salud: también podrían prevenir la COVID-19, particularmente en sus formas más graves. Este efecto se ha observado en un estudio que incluyó a más de 30.000 trabajadores de la salud en Qatar.

Investigadores encontraron que aquellos que recibieron una vacuna contra la gripe tenían casi un 90 % menos de probabilidades de desarrollar COVID-19 grave en los próximos meses, en comparación a quienes no se habían vacunado recientemente contra la gripe.

El estudio, que se realizó a fines de 2020, antes de que las personas comenzaran a vacunarse contra la COVID-19, es consistente con trabajos anteriores que sugieren que reforzar el sistema inmunitario con vacunas contra la influenza podría ayudar al cuerpo a defenderse del coronavirus SARS- CoV-2.

Cuando aún las vacunas contra la COVID-19 no estaban en circulación, científicos estaban interesados en que alguna de las vacunas ya existentes pudiese brindar cierta protección contra el coronavirus. Sin embargo, un efecto de ese tipo resultaba muy difícil de medir, ya que las personas que buscan vacunarse para otras enfermedades también podrían tomar otras decisiones que reduzcan el riesgo de infectarse con el SARS-CoV-2. Esta diferencia de comportamiento podría interferir en la medición del efecto estudiado.

Entonces, para poder llegar a resultados precisos, investigadores de Weill Cornell Medicine–Qatar, en Doha, analizaron los registros de salud de 30.774 trabajadores médicos en el país. Los investigadores eligieron esa población para el estudio debido a que, probablemente, haya menos variación en el comportamiento relacionado con la salud entre estos trabajadores que en la población general, según Abu-Raddad, líder del grupo de trabajo.

Según relata la prestigiosa revista científica Nature, los investigadores rastrearon a 518 trabajadores que dieron positivo por SARS-CoV-2 y los compararon con más de 2000 participantes del estudio que dieron negativo para el virus. Aquellos que habían recibido una vacuna contra la influenza en esa temporada tenían un 30 % menos de probabilidades de dar positivo por SARS-CoV-2 y un 89 % menos de probabilidades de desarrollar una COVID-19 grave, en comparación con los trabajadores que no la recibieron.

Resultados similares ya fueron observados por investigadores de Suiza. La observación de que las vacunas contra la influenza están relacionadas con una reducción de las infecciones por SARS-CoV-2, y también de la gravedad de la enfermedad, sugiere fuertemente que la protección es genuina.

No se sabe por cuanto tiempo se tendría esta protección, aunque los investigadores del trabajo estiman que dure no menos que seis semanas y no más que dos años. En el estudio se observó que aquellos que recibieron la vacuna contra la gripe contrajeron COVID-19, en promedio, unas seis semanas después de la vacunación contra influenza, situación que no les resultó extraña a los investigadores.

Las vacunas contra influenza se componen de virus inactivados. No está del todo claro por qué las vacunas contra la influenza, también protegerían contra el COVID-19. Según Mihai Netea, especialista en enfermedades infecciosas del Centro Médico de la Universidad de Radboud en Nijmegen, Países Bajos, las vacunas entrenan al sistema inmunitario para que reconozca patógenos específicos, pero también aceleran las defensas antivirales de acción amplia. Estas últimas podrían estar vinculadas al efecto observado.

A medida que transcurren los meses, más información está disponible, lo que nos ayuda a convivir de manera más segura con el SARS-CoV-2, virus que vino para quedarse.

¿Por qué los humanos no tienen cola? Científicos encuentran respuestas en un lugar insólito

Los humanos tenemos muchas cualidades maravillosas, pero carecemos de algo que es una característica común entre la mayoría de los animales con columna vertebral: una cola. La razón exacta ha sido un misterio.

La cola es útil para mantener el equilibrio, propulsarse, comunicarse y defenderse de los insectos que pican. Sin embargo, los humanos y nuestros parientes primates más cercanos -los grandes simios- dijeron adiós a las colas hace unos 25 millones de años, cuando el grupo se separó de los monos del Viejo Mundo.

Esta pérdida se ha asociado durante mucho tiempo a nuestra transición al bipedismo, pero poco se sabía sobre los factores genéticos que provocaron la ausencia de cola en los primates.

Ahora, los científicos han descubierto que la pérdida de la cola se debe a una breve secuencia de código genético que abunda en nuestro genoma, pero que durante décadas se había considerado ADN basura, una secuencia que aparentemente no tiene ninguna función biológica. Identificaron el fragmento, conocido como elemento Alu, en el código regulador de un gen asociado a la longitud de la cola llamado TBXT. Alu también forma parte de una clase conocida como genes saltarines, que son secuencias genéticas capaces de cambiar su ubicación en el genoma y desencadenar o deshacer mutaciones.

En algún momento de nuestro pasado remoto, el elemento Alu AluY saltó al gen TBXT en el ancestro de los hominoideos (grandes simios y humanos). Cuando los científicos compararon el ADN de seis especies de hominoideos y 15 primates no hominoideos, encontraron AluY sólo en los genomas de los hominoideos, según informaron el 28 de febrero en la revista Nature. Y en experimentos con ratones modificados genéticamente -un proceso que duró unos cuatro años-, la modificación de las inserciones de Alu en los genes TBXT de los roedores dio lugar a colas de longitud variable.

Antes de este estudio, “había muchas hipótesis sobre por qué los hominoideos evolucionaron sin cola”, la más común de las cuales relacionaba la ausencia de cola con la postura erguida y la evolución de la marcha bípeda, explica el autor principal del estudio, Bo Xia, investigador del Observatorio de Regulación Genética e investigador principal del Instituto Broad del MIT y la Universidad de Harvard.

Pero en cuanto a identificar con precisión cómo los humanos y los grandes simios perdieron sus colas, “no había (previamente) nada descubierto o hipotetizado”, dijo Xia. “Nuestro descubrimiento es la primera vez que se propone un mecanismo genético”, añadió.

Y dado que las colas son una extensión de la columna vertebral, los hallazgos también podrían tener implicaciones para comprender las malformaciones del tubo neural que pueden producirse durante el desarrollo fetal humano, según el estudio.

“Uno entre un millón”

Un momento decisivo para los investigadores se produjo cuando Xia revisaba la región TBXT del genoma en una base de datos en línea muy utilizada por los biólogos del desarrollo, según Itai Yanai, coautor del estudio y profesor del Instituto de Genética de Sistemas y Bioquímica y Farmacología Molecular de la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York.

Los elementos Alu son abundantes en el ADN humano; la inserción en TBXT es “literalmente una entre un millón que tenemos en nuestro genoma”, dijo Yanai. Pero aunque la mayoría de los investigadores habían descartado la inserción Alu de TBXT como ADN basura, Xia se fijó en su proximidad a un elemento Alu vecino. Sospechó que si se emparejaban, podrían desencadenar un proceso que alterara la producción de proteínas en el gen TBXT.

“Eso ocurrió en un instante. Y luego tardamos cuatro años en probarlo con ratones”, explica Yanai.

En sus experimentos, los investigadores utilizaron la tecnología de edición genética CRISPR para criar ratones con la inserción Alu en sus genes TBXT. Descubrieron que Alu hacía que el gen TBXT produjera dos tipos de proteínas. Una de ellas daba lugar a colas más cortas; cuanta más cantidad de esa proteína producían los genes, más cortas eran las colas.

Este descubrimiento se suma a un creciente conjunto de pruebas de que los elementos Alu y otras familias de genes saltarines pueden no ser “basura” después de todo, dijo Yanai.

“Aunque sabemos cómo se replican en el genoma, ahora nos vemos obligados a pensar en cómo también dan forma a aspectos muy importantes de la fisiología, la morfología y el desarrollo”, afirmó. “Creo que es asombroso que un elemento Alu -una pequeña cosa- pueda llevar a la pérdida de todo un apéndice como la cola”.

La eficacia y sencillez de los mecanismos Alu para afectar a la función génica han sido subestimadas durante demasiado tiempo, añadió Xia.

“Cuanto más estudio el genoma, más me doy cuenta de lo poco que sabemos sobre él”, afirmó Xia.

Sin cola y arborícola

Los humanos seguimos teniendo cola cuando nos desarrollamos en el útero como embriones; este pequeño apéndice procede del antepasado con cola de todos los vertebrados e incluye entre 10 y 12 vértebras. Sólo es visible entre la quinta y la sexta semana de gestación, y en la octava suele haber desaparecido.

Algunos bebés conservan un resto embrionario de cola, pero esto es extremadamente raro y dichas colas suelen carecer de hueso y cartílago y no forman parte de la médula espinal, según informó otro equipo de investigadores en 2012.

Pero aunque, el nuevo estudio explica el “cómo” de la pérdida de la cola en humanos y grandes simios, el “por qué” de la misma sigue siendo una pregunta abierta, dijo la antropóloga biológica Liza Shapiro, profesora del departamento de antropología de la Universidad de Texas en Austin.

“Creo que es muy interesante señalar un mecanismo genético que podría haber sido responsable de la pérdida de la cola en los hominoideos, y este artículo hace una valiosa contribución en ese sentido”, dijo Shapiro, que no participó en la investigación, a la CNN en un correo electrónico.

“Sin embargo, si se trató de una mutación que condujo aleatoriamente a la pérdida de la cola en nuestros antepasados simios, sigue planteando la cuestión de si la mutación se mantuvo porque era funcionalmente beneficiosa (una adaptación evolutiva), o simplemente no era un obstáculo”, dijo Shapiro, que investiga cómo se mueven los primates y el papel de la columna vertebral en la locomoción de los primates.

Cuando los antiguos primates empezaron a caminar sobre dos patas, ya habían perdido la cola. Los miembros más antiguos del linaje de los homínidos son los primitivos simios Procónsul y Ekembo (hallados en Kenya y datados hace 21 y 18 millones de años, respectivamente). Los fósiles muestran que, aunque estos antiguos primates carecían de cola, eran arborícolas que caminaban sobre cuatro extremidades con una postura corporal horizontal, como los monos, explica Shapiro.

“Así que primero se perdió la cola y después evolucionó la locomoción que asociamos a los simios vivos”, explica.

La marcha a dos patas puede haber evolucionado para adaptarse a la pérdida de la cola, lo que habría dificultado el equilibrio de los primates sobre las ramas, “pero no nos ayuda a entender por qué se perdió la cola en primer lugar”, dijo Shapiro.

La idea de que la marcha erguida y la pérdida de la cola estaban vinculadas funcionalmente, y que los músculos de la cola se reutilizaban como músculos del suelo pélvico, “es una idea antigua que NO concuerda con el registro fósil”, añadió.

“La evolución funciona a partir de lo que ya existe, así que yo no diría que la pérdida de la cola nos ayuda a entender la evolución del bipedismo humano de ninguna manera directa. Sin embargo, nos ayuda a comprender nuestra ascendencia simia”, dijo.

Una cola tan antigua como el tiempo

Para los humanos modernos, la cola es un recuerdo genético lejano. Pero la historia de nuestras colas dista mucho de haber terminado y los científicos aún tienen mucho que explorar sobre la pérdida de la cola, afirma Xia.

En el futuro podrían estudiarse otras consecuencias del elemento Alu en TBXT, como su impacto en el desarrollo embrionario y el comportamiento humanos, sugirió. Aunque la ausencia de cola es el resultado más visible de la inserción de Alu, es posible que la presencia del gen también provocara otros cambios en el desarrollo -así como en la locomoción y otros comportamientos relacionados en los primeros hominoideos- para adaptarse a la pérdida de cola.

También es probable que otros genes desempeñaran un papel en la pérdida de la cola. Aunque el papel de Alu “parece muy importante”, es probable que otros factores genéticos contribuyeran a la desaparición permanente de la cola de nuestros antepasados primates”, afirma Xia.

“Es razonable pensar que durante ese tiempo hubo muchas más mutaciones relacionadas con la estabilización de la pérdida de la cola”, dijo Yanai. Y como ese cambio evolutivo es complejo, nuestras colas desaparecieron para siempre, añadió. Incluso si la mutación impulsora identificada en el estudio pudiera deshacerse, “seguiría sin devolvernos la cola”.

Los nuevos hallazgos también podrían arrojar luz sobre un tipo de defecto del tubo neural en embriones conocido como espina bífida. En sus experimentos, los investigadores descubrieron que cuando se modificaba genéticamente a los ratones para que perdieran la cola, algunos desarrollaban deformidades del tubo neural parecidas a la espina bífida en humanos.

“Quizá la razón de que los humanos padezcamos este trastorno se deba a que nuestros antepasados perdieron la cola hace 25 millones de años”, afirma Yanai. “Ahora que hemos establecido esta conexión con este elemento genético concreto y este gen particularmente importante, podría abrir puertas en el estudio de los defectos neurológicos”.

Con información de CNN.

Novedosa terapia podría ‘cortar’ el VIH de las células infectadas

Un equipo de investigación identificó un fármaco candidato que podría suprimir el reservorio viral que no puede eliminarse con los medicamentos actuales.

Científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh (EE.UU.)  han identificado fármacos candidatos que podrían revertir la capacidad del VIH, causante del SIDA, para escapar de la detección del sistema inmunológico, y así erradicar el reservorio viral que no puede eliminarse con los medicamentos antirretrovirales actuales.

Precisamente es este reservorio el que impide que las personas se curen completamente del VIH incluso cuando su carga viral es indetectable en las pruebas estándar. “Tenemos excelentes medicamentos antirretrovirales que suprimen el VIH, pero desafortunadamente ninguno elimina el virus. Si alguien con VIH deja de tomar su medicación, la infección reaparecerá”, comentó Thomas Smithgall, autor principal de la investigación.

“El VIH establece una reserva de células infectadas que permanecen inactivas incluso en presencia de terapia antirretroviral, escondiéndose de la detección del sistema inmunológico. Creemos que hemos descubierto una clave para desenmascarar ese depósito”, subrayó.

Molécula clave y escurridiza

Después de la infección por VIH, la proteína viral Nef se presenta en niveles muy elevados. Se ha demostrado que esta puede evitar que el sistema inmunológico destruya las células infectadas bloqueando u ‘ocultando’ los signos del virus en la superficie celular. Sin embargo, Nef es un objetivo difícil para el diseño de fármacos que la anulen.

“Una proteína como Nef a menudo se considera no farmacológica porque no tiene un sitio de unión definido para la acción del fármaco”, explicó la autora principal Lori Emert-Sedlak. “Nuestros inhibidores de Nef existentes, que solo se unen a Nef, bloquean extremadamente bien algunas funciones de Nef, pero no afectan otras funciones, muchas de las cuales son críticas para la infección por VIH”, añadió.

Solución innovadora

Ante esta situación, el equipo de investigación adoptó un enfoque diferente que ha sido utilizado en la terapia del cáncer. Por primera vez identificaron pequeñas moléculas que se unen a la proteína Nef, las mismas que se acoplaron luego a una segunda molécula que marca la proteína Nef para su destrucción mediante un proceso celular natural.

Los candidatos a fármacos resultantes, llamados PROTAC, desencadenaron la degradación de Nef y suprimieron la replicación del VIH en las células diana. Además, los antígenos del VIH volverían a la superficie de las células infectadas, revelándolos al sistema inmunológico para su destrucción. De este modo, la terapia mostró signos de que la respuesta inmune podría restaurarse. El resultado fue publicado este martes en Cell Chemical Biology.

Restaurante la esperanza

“En general, el enfoque PROTAC ha generado mucho entusiasmo en las compañías farmacéuticas, pero se ha dirigido casi por completo a las proteínas implicadas en  el cáncer”, expuso Smithgall. “Nuestros PROTAC dirigidos por Nef son uno de los primeros ejemplos dirigidos a enfermedades infecciosas. En teoría, este enfoque debería ser aplicable a proteínas de otros virus que cumplen funciones similares a las del VIH Nef”.

Si bien Smithgall afirmó que está entusiasmado con el potencial de Nef PROTAC para tratar algún día las infecciones por VIH, advirtió que aún se requieren varios pasos importantes antes de que puedan probarse en personas. “Encontrar una molécula pequeña que se uniera selectivamente a Nef fue la parte más difícil”, puntualizó el experto. “Ahora tenemos que seguir adelante con la optimización de la química medicinal y ver qué tan bien funciona contra el reservorio del VIH en un modelo animal”, agregó.

El uso de la computadora podría causar disfunción eréctil, según un estudio

Un nuevo estudio sugiere que, por cada 72 minutos adicionales que un hombre pasa frente a la computadora, las posibilidades de sufrir disfunción eréctil aumentan 3,57 veces.

Un grupo de investigadores de instituciones médicas chinas identificó que el uso prolongado de la computadora con fines recreativos incrementa el riesgo de padecer de disfunción eréctil, informó la editorial científica Wiley, citada este miércoles por MedicalXpress.

La disfunción eréctil es la incapacidad para lograr o mantener una erección lo suficientemente firme como para tener una relación sexual. La mayoría de los casos de disfunción eréctil están relacionados con trastornos vasculares, neurológicos, psicológicos u hormonales, aunque en ocasiones también son provocados por el uso de medicamentos.

Un nuevo estudio recientemente publicado en la revista Andrology, muestra que, por cada 72 minutos adicionales que un hombre pasa frente a la computadora durante su tiempo libre, las probabilidades de desarrollar disfunción eréctil aumentan 3,57 veces.

Los científicos llegaron a este resultado después de examinar tres conductas sedentarias de ocio (mirar televisión, conducir y usar la computadora) en los datos de más de 200.000 hombres de entre 40 y 60 años. Esta información se obtuvo del Biobanco del Reino Unido, una base de datos de los registros médicos y del estilo de vida de más de medio millón de británicos.

No obstante, no se encontró evidencia que sugiera que las otras actividades (mirar la televisión y conducir) incrementen el riesgo de disfunción eréctil. Por otro lado, los especialistas descubrieron que el uso de la computadora no estaba asociado con la depresión, la ansiedad o indicadores de salud de los vasos sanguíneos, sino con niveles más bajos de la hormona fólico estimulante, que estimula la producción de esperma.

La actividad física podría ayudar a corregir la disfunción

Un investigador de la Universidad Médica Naval de Shanghái (China), Zhao Huangfu, indica que los cambios en el estilo de vida “podrían reducir la prevalencia de la disfunción eréctil del 66 al 44 %”. Sin embargo, recalca que es fundamental “considerar la intensidad y la frecuencia de la actividad física”.

“En la actualidad no existe una regulación clara sobre la cantidad y frecuencia de la actividad física diaria requerida para el tratamiento de disfunciones eréctiles de diferentes tipos y gravedad o para la prevención de la disfunción eréctil”, señala Huangfu, que añade que “el ejercicio aeróbico con una intensidad de moderada a vigorosa es el tipo de ejercicio más eficaz para mejorar la erección”.

A pesar de que la investigación proporcionó evidencia de la relación entre el uso de la computadora y el riesgo de disfunción eréctil, los científicos necesitan más investigaciones para determinar “una asociación causal definitiva”.