Drogas, pérdida y violencia: la historia de redención de Leo tras las adicciones

Un joven del Segundo Barrio de la ciudad de Luque contó su historia sobre cómo dejó las adicciones y su pasado, mediante su fuerza de voluntad y el apoyo incondicional de quienes lo rodean.

Cuando se toca fondo en la vida todo se convierte en oscuridad, en desorden y en un callejón sin salida. La única manera de avanzar es salir por el mismo camino por el que se ingresó. Aunque se lea contradictorio, es la mejor manera de enfrentar los miedos y asumir los errores, que nadie está exento en cometerlos.

Leonardo Rodríguez es un vivo ejemplo de cuándo la voluntad, las ganas de salir adelante y el progresar hacen la ecuación perfecta. Un joven que de adolescente tuvo muchos problemas, metido en el infierno de las drogas que lo llevaron a formar parte de pandillas y a cometer hechos delictivos, decidió no continuar en ese mundo, hoy cuenta una historia distinta y de superación que sirve como inspiración. Vivió en adicción por cinco años, tiempo que pasó juntando latitas para vender y luego comprar las ‘balas’ de crack que consumía todos los días.

Comentó que su estado de vulnerabilidad, su falta de autoestima y las malas amistades lo encaminaron a ese oscuro mundo. Comenzó con cigarrillos, luego marihuana pasando por la cocaína y por último, el crack.

“Todo eso fue una lección para mí, la muerte de mi hija, la cárcel y la violencia. Si te querés rescatar, te vas a rescatar. Cambié para bien y para generar dinero de manera honesta, comprar ingredientes y no droga. Muchos me preguntan cómo me ayudó mi novia, pero tienen que entender que también es voluntad propia”, expresó Leonardo en una entrevista con C9N.

El mismo contó que está en pareja desde hace más de cinco años y que, en ese transcurso, nació su hija, pero lastimosamente no tuvo un final feliz. “Mi novia se embarazó cuando era adicto pensando que iba a cambiar, yo no dimensionaba el bien del mal, por mi culpa mi hija falleció. Es algo que no me perdono todavía hoy día. Yo sé que Dios me escucha y le pido perdón, esto fue una dura lección para mí”, lamentó.

El punto de inflexión para Leonardo fue la pérdida de su hija, ese momento clave que, en medio del dolor y el sufrimiento dijo basta, tomó las riendas de su vida y le dio una dirección en búsqueda de un bienestar mejor. “Cada día es un comienzo, una nueva lucha”, dijo el joven, quien es paciente ambulatorio y sigue un tratamiento psicológico. No se considera un inútil, sus palabras fueron que, el hecho de haber sido drogadicto no significa que no sepa hacer nada, así trabaja de albañil y vende asaditos por las noches, trabajos que lo mantienen activo y ocupado, por sobretodo, lo ayudan a ganar dinero, como lo dijo en un inicio, de manera honesta.

Pero Leonardo no estaba solo, sus vecinos lo apoyaron al ver que realmente quería cambiar, convirtiéndose para él como su segunda familia. Incluso, uno de ellos dijo que se volvió responsable. “Me siento amado, porque cuando tu autoestima está baja y querés luchar contra algo, es bastante difícil”, destacó.

Leonardo tiene una meta en la vida, eliminar todos sus antecedentes para tener mejores oportunidades laborales, teniendo en cuenta y muy presente a los que están a su lado, ayudándolo a ser una mejor persona. Se animó a contar su historia para inspirar y motivar a otros que se encuentran en su misma situación.

“Tu pasado no te define, no define quién eres. Aprender a perdonarse y a aceptar lo que pasó es un primer paso para cambiar de dirección”.

Los que quieran apoyarlo, pueden visitar su TikTok: leo__rodriguez211


Entre esperanzas, desafíos y un legado por seguir: lo que le depara a León XIV

La reciente elección del cardenal norteamericano Robert Prevost como el papa León XIV representa una nueva oportunidad para la Iglesia Católica, en el afán de seguir con las reformas impulsadas por el fallecido papa Francisco y, además, superar aquellos desafíos que aún hoy siguen siendo delicados para cualquier pontífice.

Por Robert Bourgoing (@robertb_py)

El humo blanco visto esta semana en la chimenea del Vaticano marcó el inicio de una nueva era para la iglesia fundada por Jesucristo: la elección de otro papa (el número 267, para ser exactos).

León XIV, el nombre elegido por el agustino Robert Prevost para asumir su pontificado, desde ahora en más tendrá la complicada tarea de marcar la hoja de ruta de la Iglesia Católica para los próximos años.

Este sacerdote —estadounidense de nacimiento, y peruano por adopción— asume en reemplazo del fallecido Francisco, papa que dejó impregnada una singular marca pastoral más cercana a los desfavorecidos y marginados de la sociedad, postura que le valió cierto rechazo en algunos sectores más conservadores.

La pregunta que muchos se hicieron, incluso antes de la confirmación de Prevost como nuevo pontífice es, ¿seguirá la misma línea de Bergoglio o tomará un rumbo distinto, adoptando una posición alejada de lo que el papa argentino implantó en los últimos años?

Sin duda alguna, León XIV deberá afrontar grandes desafíos a partir de este momento, iniciando por el seno de la misma Iglesia y, más específicamente, con quienes hasta hace unas horas compartía la mesa en el cónclave. Es bien sabida la diferencia de criterios que tuvo el papa Francisco con algunos cardenales del ala conservadora, entre ellos Raymond Burke (compatriota de Prevost), el guineano Robert Sarah o el alemán Gerhard Ludwig Müller.

Una vez superadas estas discrepancias internas (que podrían lograrse o no, conforme a la apertura que exista entre ambas partes), el nuevo papa también deberá tomar una decisión —si es que aún no lo hizo— respecto al rumbo que tomará su pontificado en cuanto al trabajo de la Iglesia en el mundo.

Para muchos expertos y entendidos en el ámbito eclesiástico, su nombre es un anticipo de lo que podría verse en el papado de León XIV. Su predecesor directo en la nomenclatura, León XIII, tuvo una gran relevancia en la historia al ser quien dio los primeros pasos para elaborar la llamada “Doctrina Social de la Iglesia”.

A través de su encíclica Rerum Novarum (1891), el papa León XIII expresó su interés por aspectos esenciales como la defensa de los trabajadores, el derecho a la propiedad privada, la importancia de la familia y la religión en la sociedad, así como aquellos ideales de justicia social.

Teniendo en cuenta esta elección por parte de Prevost, es de suponer que su papado trazará una línea en concordancia con la de su antecesor Francisco, caracterizada por la cercanía a los pobres y necesitados, así como para diversos colectivos o conglomerados sociales que requieren de una atención por parte de las autoridades de cada nación.

Independientemente a las posiciones ideológicas o políticas, otra prueba que tendrá León XIV durante los próximos años guarda relación con las personas divorciadas y los homosexuales, que también buscan un espacio y, sobre todo, una oportunidad de acercamiento a Dios a través de la Iglesia Católica, que siempre mantuvo una posición distante sobre estos temas.

No quedará exento a los múltiples debates en el seno católico el tema de la pederastía y los abusos sexuales cometidos por sacerdotes, vidrioso asunto que hasta hoy sigue generando controversia y críticas contra la Iglesia y sus principales responsables, incluyendo al Papa de turno. Muchos consideran que este fue uno de los motivos por los que Benedicto XVI tomó la drástica decisión de dimitir, sumado a su avanzada edad.

Asimismo, la cuestión del celibato sacerdotal eventualmente será puesta una vez más en el tapete, al igual que en los tiempos de pontífice argentino, tanto por el dilema mencionado en el párrafo anterior como también por la posición existente en algunas esferas de permitir a los presbíteros contraer matrimonio, tal y como ocurría hasta antes del siglo XI.

El ecumenismo con otras confesiones cristianas, al igual que el acercamiento amistoso a otras religiones mayoritarias, podría ser otro aspecto que representará un desafío para Prevost, más aún en la época actual caracterizada por la secularización y, en paralelo, el cada vez mayor auge de las sectas protestantes en el mundo.

Los antecedentes permitir conjeturar que Latinoamérica será un punto focal durante el papado de León XIV, recordando su cercanía con esta región donde vivió gran parte de su vida sacerdotal, asentándose en Perú durante más de una década en la que ocupó diversos cargos. No en vano su primer discurso incluyó un saludo en español a lo que él llamó como “su querida diócesis de Chiclayo”.

Una frase que algunos católicos usamos con cierta frecuencia es “La Iglesia es santa y pecadora”: santa, porque Jesús es el centro de todo; y pecadora, porque los que la conformamos somos seres humanos propensos al pecado. Bajo esta premisa, León XIV tendrá la ardua tarea de convertir a la Iglesia Católica en una institución cada vez más santa y menos pecadora, velando por acercar a Dios a todos los pueblos sin distinción alguna y, como lo dijo en su discurso inicial frente a los miles de peregrinos que lo esperaban ansiosos en la plaza de San Pedro, “construir puentes”.

La historia del “Cañón Cristiano” paraguayo: el ‘trofeo de guerra’ que duerme en Brasil

La Guerra de la Triple Alianza todavía tiene sus vestigios, en algunos casos muy presentes. En el museo de Río de Janeiro “duerme” uno de los emblemas paraguayos de aquella contienda. Se trata del famoso “cañón cristiano”.

Por Juan Riveros (@JuancitoRiveros)

Construido en Ybycuí con toneladas de bronce, proveniente incluso de algunas campanas de iglesias paraguayas, el “cañón cristiano” representó un símbolo de fortaleza para Paraguay durante la Guerra de la Triple Alianza.

Al respecto, el historiador Fabián Chamorro, en reiteradas entrevistas y textos publicados, recordó que el 25 de marzo 1867, la ciudadanía asuncena recibió con vítores al Cañón Cristiano. Asimismo, indicó que la imponente arma poseía “980 arrobas de peso [11.000 kilogramos] y 150 de calibre”.

El pueblo, esperanzado en su poder de fuego, lo arrastró “a pulso”, comentó el historiador. “Las campanas hicieron vibrar su majestuoso sonido en medio de la algazara de los ingenieros y operarios que salieron a darle la bienvenida”, refiere parte de su relato.

Una de las fechas importantes relacionadas al cañón cristiano es el 22 de septiembre de 1866, específicamente en la batalla de Curupayty, donde los historiadores señalan que fue utilizado con gran éxito para repeler el avance de las tropas enemigas.

Cabe mencionar que dicha batalla fue la única en la que Paraguay salió victorioso en la Guerra contra la Triple Alianza, donde, a pesar de la inferioridad numérica de las tropas, una gran estrategia sirvió para hacer frente a los ejércitos brasileños, argentinos y uruguayos en el departamento de Ñeembucú.

Sin embargo, en 1868 el cañón fue tomado como “trofeo de guerra” por parte de las tropas brasileñas, que, al término de la contienda, lo llevaron hasta su país. Desde ese entonces, “El Cañón Cristiano” se encuentra reposando en el Museo de Río de Janeiro.

A criterio del historiador Chamorro, fueron pocos los esfuerzos de los sucesivos gobiernos en tratar de recuperar este elemento tan importante para nuestra historia. Por parte de Brasil, se realizaron promesas vanas de devolución, pero nada que pueda representar una verdadera intención de hacer “justicia” hacia nuestro país.

Una de las últimas posturas al respecto del Cañón Cristiano, fue la emitida por el actual presidente del Congreso Nacional, Basilio “Bachi” Núñez, quien pidió en una de sus alocuciones la devolución en medio del debate de las acusaciones de racismo por parte del club Palmeiras hacia el club Cerro Porteño.

En manos de Brasil todavía se encuentran otros elementos que pertenecen al Paraguay de aquella época de guerra. En contrapartida, Argentina sí devolvió a nuestro país todas aquellas reliquias. Fue durante el gobierno del presidente Juan Domingo Perón y el de Alfredo Stroessner por Paraguay.

Sobre el “saqueo” a Paraguay por las tropas aliadas, el historiador Jorge Rubiani calificó como una “Guerra de rapiña” y que incluso estaba estipulado en el tratado firmado por los tres países. “Lo que más me duele es que ningún gobierno insistió por lo menos en un pedido de disculpas por todo lo llevado”, lamentó.

La periodista que hizo historia en el Vaticano: Paloma, la elegida de Francisco

Primera mujer en ser viceportavoz de la Oficina de Prensa del Vaticano, la periodista española Paloma García Ovejero recuerda con emoción su servicio al papa Francisco, su amor por Paraguay y la fe profunda que marcó aquellos años únicos.

“Todavía no sé cómo sucedió”, confiesa Paloma García Ovejero al recordar sus días en Roma. Porque, en ese entonces, ella era (sigue siendo) una periodista —una más entre tantos corresponsales— y fue elegida para hacer historia: ser la primera mujer en ocupar el cargo de viceportavoz de la Oficina de Prensa del Vaticano, junto a Francisco.

En una emotiva entrevista con el programa Residentas, del canal GEN, García Ovejero abrió su corazón para contar cómo fue vivir de cerca la fe y la humanidad de un Sumo Pontífice que rompió moldes, que creyó en ella cuando ni ella misma se imaginaba lo que iba a depararle su destino profesional.

Un llamado inesperado

Paloma no buscaba más que contar las noticias de Roma para su audiencia en España. Pero un día, su teléfono sonó: “El papa quiere pedirte algo”. Sin saber qué era, dijo que sí. Luego se enteró: sería su voz ante el mundo, junto a un colega de la televisión norteamericana. Dos portavoces, hombre y mujer, reflejando el deseo del papa de una Iglesia más inclusiva.

“Desde ese momento, fue una montaña rusa: apasionante, dificilísima, agotadora y, al mismo tiempo, feliz”, recuerda. “Di todo lo que tenía: mi piel, mi tiempo, mi vida personal. No me arrepiento ni un segundo”.

El Paraguay en el corazón del papa... y en el suyo

La periodista recuerda también la relación del papa Francisco con Paraguay. “Él tenía un modelo de mujer al que había que mirar: la mujer paraguaya”, destaca, evocando la emoción del Pontífice en su visita a la Virgen de Caacupé y en los encuentros con los pobladores del Bañado Norte en 2015.

Entre sonrisas, contó cómo al encontrarse con paraguayos, el papa no podía evitar hablar de la chipa. “Le gustaba de verdad, no era solo por cortesía”, revela. “Y yo también comí mucha chipa gracias a eso”, añade entre risas.

Más allá de los gestos simpáticos, García Ovejero destaca cómo era Francisco: un hombre profundamente libre, capaz de reírse de sí mismo, y de encontrar un punto de encuentro con figuras como Donald Trump, con Vladimir Putin o con una sencilla madre de familia.

“El papa jamás miró a nadie desde arriba hacia abajo, si acaso desde abajo hacia arriba. No estoy hablando de un angelito. No estoy hablando para nada de un hombre blando, pero sí de un hombre valiente y libre que nunca dudó en pedir perdón o en rectificar y cambiar de parecer si descubría que se había equivocado. El secreto era su tiempo frente al Santísimo. No tomaba decisiones siguiendo estrategias políticas o consultando a asesores. Rezaba y preguntaba: ‘¿Qué quieres de mí, Señor?’”, relata. “Y actuaba con valentía, sin miedo ni siquiera a la muerte”, acota.

Cuando llegó el Domingo de Pascua, Paloma sintió que el papa sabía que era su despedida. “Dio las últimas gotas de su vida para esa bendición Urbi et Orbi. Ya estaba muy, muy, muy cerquita del cielo”.

Mujeres en el corazón de su misión

Desde su abuela Rosa hasta amigas como la monja Geneviève Jeanningros y la periodista Alicia Barrios, las mujeres siempre ocuparon un lugar especial en la vida de Francisco. “Le gustaban las mujeres, porque las consideraba auténticas, prácticas, las que saben organizar. Y quería tenerlas cerca, también en el Vaticano”, contó Paloma.

Ella misma, con su pasión, su fe y su entrega, fue parte de esa revolución silenciosa.

Una vida marcada por el servicio

Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, con estudios de posgrado en la UNED y la Universidad de Nueva York, Paloma forjó una sólida carrera en la radio antes de ser llamada al Vaticano.

Hoy, al mirar atrás, Paloma sonríe con la certeza de que, en esos años difíciles y hermosos, no hizo otra cosa que vivir su vocación: comunicar la alegría del Evangelio al mundo. “El gran honor de mi vida fue servir a la Iglesia y al papa Francisco”, dice.