Dos futbolistas paraguayos fueron a Colombia para ser ídolos, pero terminaron secuestrando un avión

El 31 de mayo de 1973 dos futbolistas paraguayos que fueron a probar suerte a Colombia, terminaron secuestrando un avión con 89 pasajeros. Se hicieron pasar por guerrilleros, pero el acento extranjero los delató. Pidieron un millonario rescate, pero los entretelones del caso fueron tan surrealista que la tragedia terminó siendo una cadena de hechos desopilantes que parecía el guión de una película cómica, más que una crónica policial.

A inicios de los años 70 el fútbol paraguayo estaba mutando del amateurismo a un semi profesionalismo, sin embargo ya había grandes jugadores cuya fama traspusieron las fronteras, pero habían otros de medio pelo que con la ayuda de algunos contactos lograban salir del país a probar suerte, ese fue el caso de Francisco Solano López y Eusebio Borja, quienes en 1972 fueron vendidos al club Deportivo Pereira de Colombia, donde ya militaban algunos compatriotas más.

Con la intención de triunfar en el fútbol cafetero los compatriotas pusieron todo su empeño para ganarse un lugar en el cuadro titular, pero nunca pudieron consolidarse y con el pasar de los meses comenzaron a ser relegados. En esos años el fútbol no era ni sombra de lo que es hoy, todo era muy precario y los dos paraguayos pasaron por muchas carencias en esos meses.

Ambos jugadores comían mal, dormían peor en hospedajes que apenas podían pagar. Sin jugar, cobrando monedas, en las largas jornadas sin sueño y con el hambre comiéndose las entrañas López y Borja fueron tejiendo otros sueños para poder ser millonarios y así surgió la mala idea de secuestrar un avión y pedir un millonario rescate, huir nuevamente a refugiarse al Paraguay y vivir como ellos creían que se merecían.

Guerrilleros

Fue así que el 31 de mayo de 1973 los dos futbolistas subieron al avión HK-1274 propiedad de la Sociedad Aeronáutica de Medellín, que venía desde Cali, hizo escala en Pereira y subieron los paraguayos que se ubicaron en la parte posterior de la nave. Ni bien el avión tomó vuelo López y Borja, se pusieron unos pasamontañas, arma de fuego en mano y al grito de “esto es un secuestro” iniciaron una historia que iba a cambiar sus vidas para siempre.

Como era de esperarse todos se asustaron y comenzaron los gritos de desesperación, pero situémonos en 1973, no había tecnología para repeler a los secuestradores, tampoco la tripulación sabía cómo actuar ante este tipo de hechos que para la época era toda una novedad. Es más pudieron subir a la nave dos armas de fuego, situación que hoy es casi imposible.

Los dos encapuchados llegaron hasta la zona de la cabina con facilidad, exigieron al piloto cambiar de rumbo. Aruba, gritó uno de los secuestradores al capitán de la nave Jorge Lucena. El destino al que querían ir los secuestradores era una pequeña isla en el caribe, tal vez pensando que ahí no iban a poder ser ubicados o extraditados si algo salía mal.

Si bien Aruba estaba a poco menos de una hora de vuelo, el avión no tenía suficiente combustible para llegar, por lo que el capitán Lucena le pidió a los dos hombres poder hacer una escala en el aeropuerto de Medellín, para después trazar el rumbo deseado por los hombres. Hasta ahí todo bien, cuando se comunicó de la situación a la torre de control de Medellín también se les dijo que estaban secuestrados por dos hombres que decían ser guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y que pedían US$ 500.000 y la liberación de varios de sus “compañeros” de las cárceles.Mientras el avión iba hacía Aruba, las negociaciones no pintaban bien.

Las autoridades colombianas pedían la liberación de los rehenes sanos y salvos, pero solo ofrecían pagar US$. 20.000, ya que tenían serias dudas que se tratase de miembros del grupo guerrillero al que invocaban debido a que el acento de los delincuentes aéreos no era colombiano, para la policía los hombres eran argentinos, uruguayos o paraguayos, pero nunca colombianos.

Entre tires y aflojes el avión seguía en vuelo y se cambió el rumbo, ahora los secuestradores querían ir a Antofagasta, Chile, se llegó a ese sitio, repostaron combustibles y volaron hacía Ecuador, más precisamente Guayaquil.En Ecuador bajaron a varios de los pasajeros, como muestra de querer colaborar.

Entonces las autoridades les entregaron a los dos hombres un maletín con US$ 50.000, pero no era lo exigido por los delincuentes, por lo que el avión volvió a tomar vuelo. Ahora el destino era Paraguay, la nave tocó la pista del Aeropuerto Presidente Stroessner, ya era el 2 de junio, pasaron 48 horas de un largo secuestro y ahí se dejó libres a unos pasajeros más y a las azafatas. Unas horas después el avión volvió a tomar vuelo rumbo a la Argentina, un par de horas después la nave tocó la pista de Ezeiza y se abrió la puerta principal, por ella bajaron el capitán y unos cuantos pasajeros, el secuestro terminó.

Síndrome de Estocolmo

La policía quedó totalmente descolocada cuando los responsables del vuelo les dijeron que los secuestradores bajaron en Paraguay. A decir de las víctimas los secuestradores querían matar a las azafatas, por lo que llegaron a un acuerdo con ellos. Los iban a bajar en Asunción, volarían hasta Buenos Aires y recién ahí iban a informar que los dos hombres ya no estaban en la nave, para evitar que maten a inocentes. Así se hizo y los dos secuestradores lograron escapar.

Luego con el correr de las investigaciones se llegó a saber que López y Borja, durante los más de dos días que compartieron con los secuestrados los trataron de buena manera. Incluso conversaron sobre fútbol, lo mal que la estaban pasando en Colombia y otros temas con muchas de las víctimas por lo que se cree que se desarrolló entre ellos el síndrome de Estocolmo y terminaron ayudando a los dos hombres a lograr escapar.

La policía stronista comenzó a hacer un rastrillaje en busca de los delincuentes, sin saber todavía que eran paraguayos, la uniformados buscaban a dos guerrilleros.

Cuando el tema del secuestro tomó estado público en Colombia, los futbolistas del Deportivo Pereira, dijeron que los dos secuestradores eran sus compañeros de equipo los paraguayos Francisco Solano López y Eusebio Borja, quienes desaparecieron.

López dejó a toda su familia en Colombia por lo que no tenía a donde ir cuando volvió a Paraguay. Tomó un colectivo del transporte público y le pagó al chofer con un billete de US$ 100, luego se movilizó hasta el centro de Asunción, entró a comer en un bar donde también pagó en dólares la cuenta. Los “pyrague” de la policía stronista pronto informaron de un hombre que pagaba todo en dólares sus gastos.

Fue así que dos días después de arribar al país Francisco Solano López, fue detenido en un inquilinato por la policía en su poder tenía casi US$ 25.000, lo que hacía suponer que partieron el botín con Borja.

Mientras que desde Colombia se pedía en extradición a López, de Borja no se sabía nada, parecía que la tierra lo tragó. Fue mucho más inteligente que su compañero y no repartió dólares por todos lados, se mimetizó entre la gente y se perdió. Hasta la fecha no se supo más nada de Eusebio Borja y logró llevarse US$ 25.000 del secuestro.

Por su parte Francisco Solano López, hizo honor a su homónimo, el héroe máximo del Paraguay y luchó por años para no ser extraditado, bajo el vencer o morir. Bajo el argumento que en Colombia lo iban a matar, pidió no ser enviado a tierras cafeteras. Sin embargo luego de tres años fue extraditado y juzgado en Colombia, donde lo condenaron a cinco años de cárcel, luego de cumplir su condena viajó a la Argentina, donde a principios de los 80 falleció.

Esta historia contada como tal pareciera ser una comedia, sin embargo fue un secuestro aéreo el primero y único protagonizado por dos paraguayos que fueron para triunfar en el deporte, pero no fue así. Se podría decir que Borja en el mejor de los casos fue el que triunfó al cometer el secuestro, cobrar el rescate y nunca ser detenido.

La educación cívica como herramienta para corregir la vida política

La educación cívica busca preparar a los ciudadanos para impulsar el desarrollo de la sociedad y reclamar los espacios de decisión que, a entender de Isócrates, debían quedar en poder de los mejores preparados, y no siempre a merced de los más votados y/o populares.

Por Gonzalo Cáceres-periodista

En diferentes momentos y en diferentes lugares, la educación cívica adoptó diversas formas y enfoques, reflejando las necesidades y valores específicos de cada sociedad. Sin embargo, su propósito fundamental ha sido siempre el mismo: promover una ciudadanía activa, informada y comprometida con el bienestar de la comunidad y el respeto por los derechos y la justicia.

La educación cívica tiene sus raíces en la antigua Grecia, donde se valoraba la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos, especialmente con Isócrates, su principal referente.

¿QUIÉN FUE ISÓCRATES?

Isócrates fue un destacado orador y educador griego cuya influencia perdura a lo largo de los siglos. Su larga vida (436 a.C.-338 a.C.) atestigua una época bastante convulsa de su natal Atenas como de los conflictos entre las ciudades-Estado de Grecia y el enfrentamiento con el Imperio Persa, cuando apenas se veían superadas las guerras Médicas (492 a.C.-449 a.C.).

Este gran pensador se enmarcó en un ideal democrático diferente a las concepciones más directas de las que se practicaban en su tiempo. Aunque apoyaba el concepto general de la democracia (como forma de gobierno), tenía reservas sobre la forma en que se llevaba a cabo en la práctica, por lo que abogaba por una ‘versión’ modificada y más equilibrada del sistema democrático.

CIVISMO

Isócrates creía en la palabra como “transformadora” del régimen político y puso por delante la razón en lugar de la fuerza, porque el “punto crucial para mejorar a una sociedad” es la educación y, en especial, “la educación cívica como vía para recuperar y fortalecer a la democracia”.

Es por ello que se dedicó fervientemente a la enseñanza de la retórica y la formación de líderes, esmerándose en su instrucción para que estos puedan expresar sus ideas y opiniones con claridad, en pro de influir en la toma de decisiones y, así, promover el bienestar común de la sociedad, a través de la participación.

Y marcó distancia de los sofistas, que a menudo enseñaban retórica con fines lucrativos, al sostenerse adrede en ciertos argumentos sin necesariamente basarse en la verdad o la moralidad. Al contrario, Isócrates dotó a su método pedagógico de un componente moral y ético, con el fin de inculcar virtudes cívicas como la justicia, la tolerancia y la moderación.

Su oratoria más suave, en contraposición a los estilos más agresivos y confrontacionales de otros oradores contemporáneos como Demóstenes, se centró en el arte de la persuasión, la práctica de la escritura y análisis de otros modelos de discurso.

IDEAL DEMOCRÁTICO

Isócrates evitó involucrarse en la vida política y, de una manera práctica, mantuvo una postura mesurada para, consecuentemente, tener voz ante la celosa élite de la Atenas clásica.

Se alineó con un ‘tipo’ de democracia en la que los ciudadanos estuvieran educados -y comprometidos- con el bien común. No creía en una “democracia directa” en la que las decisiones se tomasen exclusivamente mediante votaciones populares, ya que podría haber tendencias a la demagogia y la manipulación de masas por parte de líderes carismáticos (no necesariamente sabios o éticos).

No rechazaba por completo las votaciones o la participación ciudadana, pero creía que una “democracia efectiva” requería un equilibrio entre la participación popular y el liderazgo experto.

“Los estadistas que hicieron grande a esta ciudad no eran gente de la calaña de los actuales demagogos y agitadores. Fueron hombres de elevada cultura y espíritu superior los que expulsaron a los tiranos e instauraron la democracia y los que luego vencieron a los bárbaros y unificaron a los griegos liberados bajo la dirección de Atenas”, escribió.

Isócrates fue contra las tiranías “donde una sola persona habla y las demás callan” y apeló al corte de las democracias porque “todos los hombres hablan y todos escuchan”. Dio cuenta de que “la democracia es ante todo una forma de discurso que no puede ser monopolizado por alguna persona en específico”, que ese discurso “sólo puede ser aprendido en medio de muchas voces”.

Pero también apuntó contra los “ciudadanos indiferentes” y “poco instruidos en los asuntos públicos”, que en momentos de agitación y ante la carencia de una educación cívica adecuada “viran al extremo opuesto” (fanatismo). “Son presa de los demagogos o de movimientos radicales que proclaman, precisamente, la dictadura revolucionaria”, escribió.

Un punto fundamental entre sus argumentos fue la promoción del buen gobierno democrático como subordinación a la ley, la honestidad, la formación de una conciencia social, el respeto por los bienes ajenos, la rendición de cuentas, la sobriedad en las costumbres, entre otros. Estos generarían las condiciones ideales para la prosperidad, porque de lo contrario, solo habría inestabilidad, indiferencia y pobreza.

“La pobreza envilece al pueblo. Lo transforma en una masa vulnerable. Esa masa empobrecida y sumida en la ignorancia es proclive a ser manipulada por los charlatanes. Hacen leva de ella diciéndole lo que quiere oír, no lo que debe escuchar. Son los ‘lobos con piel de oveja’ que al final terminan sojuzgando al mismo pueblo que los elevó al poder”, escribió.

Discípulo de los sofistas Gorgias y Proágoras, Isócrates estableció su propia escuela, a la que atrajo a numerosos estudiantes, muchos de los cuales pertenecían a las familias más adineradas y quienes llegaron a desempeñar roles importantes en la política de la época. Instó a los mismos a “practicar sus derechos” y a no temer a “las libertades para que sean reales” y “no se queden en simples pronunciamientos”; ser “parte de la koiné (la vida pública) y no quedarse arrinconados en la idia (la vida privada)”; actuar “con base en la razón y no ser arrastrado por las pasiones”.

Entre sus alumnos sobresale Timoteo, prominente general, Nicocles, rey de Salamina y Chipre, y dos grandes historiadores: Ephorus, quien escribió una historia universal, y Theopompus, quien escribió la historia de Filipo II de Macedonia (padre de Alejandro Magno).

El legado de Isócrates repercute en la tradición intelectual occidental. Sus obras llenan todos los requisitos para ser enlistadas dentro de los grandes libros de filosofía política y de educación. Algunos de sus discursos más famosos incluyen “Panegírico”, “Areópago” y “Para Nicocles”.

Isócrates nos lo dejó bien claro: la educación cívica y la democracia van de la mano; uno no puede ser sin el otro. Un gobierno que se crea ‘del pueblo’ jamás será ejercido con eficiencia por quienes carecen de la formación necesaria como para anteponer el bien común a sus propios intereses.

Domingo de Ramos y pindo karai: una tradición que combina la fe y la convivencia familiar

Trenzados en ramos de forma artesanal y adornados con romero, ruda y el color lila de la siempreviva (Ghomprena globosa), el “Pindo Karai” (palma en el idioma guaraní) copan este Domingo de Ramos, uno de los festejos más tradicionales que da inicio a la Semana Santa paraguaya.

El Domingo de Ramos es una celebración religiosa profundamente arraigada en la tradición y la cultura del país, marcando el inicio de la Semana Santa con solemnidad y devoción. Durante esta festividad, se conmemora la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, donde fue recibido con ramas de palma y aclamaciones de “Hosanna”, en los días previos a su crucifixión y muerte.

Una de las principales costumbres durante el Domingo de Ramos (y días previos) es la elaboración de los pindo, los cuales son bendecidos en las iglesias y luego llevados en procesión o colocados en los hogares como símbolo de protección y bendición.

Las iglesias suelen estar adornadas con palmas, flores y otros elementos simbólicos para recibir a los fieles que acuden a las misas especiales dedicadas al Domingo de Ramos. Durante la liturgia, se recuerda la Pasión de Cristo y se reflexiona sobre el sacrificio redentor que culminará en la celebración de la Pascua.

Además de las ceremonias religiosas, el Domingo de Ramos en Paraguay también se vive en un ambiente festivo y familiar.

EN PANDEMIA

Vale recordar que, esta tradición se interrumpió en parte hace cuatro años, en el contexto de la pandemia que obligó en su momento a millones de personas en todo el mundo a permanecer en sus hogares, sin posibilidad de participar de ninguna celebración litúrgica.

En el 2020, el Domingo de Ramos se vivió de una manera distinta en Paraguay, con los templos católicos cerrados al público y la participación de los fieles en la misa a través de las transmisiones en radio, televisión o redes sociales (principalmente Facebook).

Así también, varios sacerdotes y obispos se ingeniaron para llegar hasta los fieles. En algunas parroquias, los curas optaron por salir a las calles y realizar la tradicional bendición del “pindo karai” casa por casa, a fin de evitar la aglomeración de personas y dando cumplimiento a la cuarentena. Uno de ellos fue el padre Miguel Ángel Castro, de la parroquia Santa Catalina de Fernando de la Mora. Otro fue el arzobispo de Asunción, Monseñor Edmundo Valenzuela.

De esa situación, cuando reinaba la incertidumbre, la preocupación, pero la fe seguía intacta, quedaron anécdotas como ese peculiar Domingo de Ramos. Hoy, miles de familias paraguayas se vuelcan en alegría a las iglesias para participar de la celebración religiosa que combina la fe, la tradición y la convivencia en torno a una festividad que marca en esta jornada el inicio de una Semana Santa llena de reflexión, recogimiento y esperanza para los creyentes.

El Niño va cediendo en la región y La Niña podría empezar a manifestarse en agosto

Pese a que los pronósticos indicaban que el fenómeno de El Niño podría tener una evolución intensa en el país, desde la Dirección de Meteorología e Hidrología afirman que su intensidad fue moderada. Alcanzó su máximo nivel en octubre y noviembre del año pasado, pero comenzó a ceder desde diciembre. Actualmente, está camino a una etapa de transición donde, en un 80% de probabilidad, La Niña ingresaría a robar protagonismo en la región.

En noviembre de 2023, Meteorología proyectaba que El Niño iba a presentarse con una calificación que pasaría de moderada a fuerte en enero de este año, pues, las lluvias intensas, tornados, inundaciones y crecida de los ríos en varias zonas de la región, daban todas las señales.

El Lic. Carlos Salinas, gerente de Climatología, explicó que, el niño rozó los valores de fuerte entre octubre y noviembre del año pasado, meses donde alcanzó la intensidad máxima, pero siempre presentó una calificación moderada.

“Ese fue el momento en donde se llegó a la intensidad máxima rozando los valores de fuerte. Podemos considerar al Niño como moderado. En este momento los índices ya están descendiendo y nos muestrna que ya está cediendo y está camino a pasar a una etapa denominada neutral”, comentó el Lic. Salinas en conversación con HOY/Nación Media.

De acuerdo a sus declaraciones, la fase neutral es un periodo de transición en el que, los valores de los índices indican que podría pasarse de un fenómeno a otro, es decir, El Niño comienza a apagarse y comienza a dar paso a La Niña.

Agregó que, El Niño se manifestó con mayor intensidad por la zona del centro, sur y este de la Región Oriental, siendo Misiones, Itapúa y Alto Paraná algunos de los departamentos más golpeados.

El gerente de climatología, al ser consultado sobre si el comportamiento actual del clima, la falta de precipitaciones y el intenso calor de los últimos días, guardan relación con la fase neutral, explicó que, todas las manifestaciones todavía corresponden a El Niño.

“No está comprobado que el fenómeno El Niño esté asociado a la sequía en la región. En lo que respecta a Paraguay, las consecuencias del El Niño están más bien asociadas a precipitaciones por encima de lo normal”, agregó.

FASE NEUTRAL Y LA NIÑA

La fase neutral, es decir, el periodo de transición y finalización de El Niño se daría entre los meses de abril, mayo y junio. Salinas sostuvo que cualquier evento climático que se presente en ese tiempo, no se podría atribuir ni a El Niño ni a La Niña.

“A partir de julio, agosto y septiembre recién estamos esperando que sea un fenómeno de La Niña. Hay altas probabilidades. Hay 80% de probabilidad”, agregó el gerente.

Por un lado, El Niño es un fenómeno natural que tiene su origen en el océano Pacífico tropical y trae temperaturas de la superficie del mar más cálidas que lo normal. En tanto, La Niña se origina en el mismo lugar, pero presenta condiciones más frías.

Para el gerente de Climatología, es improbable que La Niña se origine, según indican en los pronósticos, pero si se manifiesta, tendría una duración de 12 meses.