Dos perros a medianoche

Dos hermanos fueron a un bosque, no muy lejos de su casa. Tenían que cumplir con la tarea encomendada por su padre, faenar una vaca. En un momento de esa noche, una denuncia errónea les trajo problemas con la ley, y no se trató de dar explicaciones.

La noche del 7 de agosto del 2012 era fría, y el día aún no terminaba. Prometía que la tempera­tura podía descender más. Eso no disminuyó la intensa jornada de trabajo, fue bas­tante agotadora para Nolasco y Gerardo Riveros, dos jóve­nes hermanos de 30 y 22 años. Se llevaban bastante bien por la corta diferencia en la edad. Nolasco era veterinario y cumplía sus labores en una tienda para mascotas en la capital, en tanto que Gerardo era electricista y empleado en una fábrica de motocicletas en la ciudad de Luque. Cada noche, antes de las 20:00 se encontraban en un sitio para luego hacerse compañía hasta la casa.

Sus apresurados pasos se debían al hambre que ya cla­maba por un bocado. Llegó la hora de la cena y ansiaban conocer qué preparó mamá. ¡Al fin, ñaguahêma (llega­mos)! dijo Nolasco, a la par que sacaba el seguro del por­tón. Vivían en la Villa María Auxiliadora, de la compañía Yukyry de Areguá.

El vapor del suculento guiso de arroz se dispersaba sobre sus rostros. El tenedor bajaba y subía como un elevador de cargas, perfectamente coordinado con la mandioca caliente. En el rostro de su madre resplandecía una sonrisa de satisfacción. La manera en que comían era suficiente gratitud al sacri­ficio de mantener todo listo para la hora en que toquen la puerta.

Luego de cargar el estómago, recibieron una orden de su papá. Debían faenar una vaca que compraron hace poco tiempo. Con esa misión se alejaron de la casa unos 200 metros hasta un tupido bos­que, ahí comenzarían el tra­bajo.

UNA DENUNCIA POR ERROR

22:15. Una luz enceguecedora les alumbró en el rostro. Con las manos intentaron blo­quear eso que les golpeaba los ojos. Fueron sorprendidos por dos agentes de la comisa­ría local, eran policías de la 18ª Central.

Con voz altanera, sin dar muchas explicaciones los dos patrulleros obligaron a los hermanos a llevar ambas manos a la nuca, y luego arro­dillarse. Lo siguiente que mencionaron es que reci­bieron una llamada en la ofi­cina de guardia. Una persona denunció que dos hombres cometieron abigeo.

– Oficial, es una confusión. Esta vaca que matamos es de nuestro papá, él nos ordenó que la faenemos para luego vender la carne. Tengo forma de demostrarlo, respondió Nolasco a lo que mencionó aquel tosco agente.

– Emmm, bueno, tereho (andá) pero acá se queda este, dijo otro de los agentes refi­riéndose a Gerardo.

– Bueno, señor. Voy, no tardo. Mi casa está a dos cuadras nada más y vuelvo con el documento de compra…

Nolasco corrió tan rápido en dirección a su casa, como si intuyera que algo terrible ocurriría. La forma en que esos agentes irrumpieron en medio del trabajo que hacían, le generó una sensación de desconfianza.

-¡Papá, papá, ¿dónde está la boleta de compra de la vaca?! Preguntó Nolasco mientras intentaba contener la respi­ración agitada. –¿Qué pasó mi hijo, y tu hermano?, respon­dió el padre. No entendía lo que sucedía y solo podía per­cibir la desesperación en el rostro de su hijo mayor.

– Los policías papá, llegaron dos y dicen que nos denun­ciaron por abigeos, pero les aclaré que la vaca la compra­mos nosotros y por eso vine a buscar el papel, ¿dónde está?

El hombre ya sintió pánico después de escuchar el relato de su hijo, en su mente tra­taba de convencerse que eran agentes de Policía ¿por qué temerles? Se preguntaba. Aunque otra voz interrum­pió –ese intento de aliviar su perturbada mente– y le recordó que ambos fueron denunciados como abigeos, podría agravarse si no encon­traba el papel. Ya llevaba diez minutos revolviendo toda la casa, cajón por cajón. Todos los muebles hasta que recordó dónde lo había guardado. El papel de concesión de ese ani­mal estaba en el bolsillo inte­rior de un viejo saco italiano que le habían regalado.

–Acá lo encontré che ra’y (mi hijo) tomá, andá y tráele a tu hermano…

Nolasco tomó la misma fuerza que lo impulsó a salir del bosque, esta vez iba con la prisa para des­activar cualquier reacción errónea de los policías. En su cabeza solo estaba su hermano, arrodillado y con las manos en la nuca por veinte minutos. Sus piernas se intercalaban en el paso a mucha velocidad.

Al llegar al sitio –guiado por la luz de la linterna– se frenó y la escena lo dejó estupefacto. Gerardo estaba siendo cas­tigado con golpes de pie y a puños, se encogía de manos y pies para cubrir su rostro y el estómago, pero no aguantaba mucho. Eran dos y tenían más fuerza que él. ¡Eyyyy, mb’e pio pejapo che hermano re (qué le hacen a mi her­mano)! La sangre en el ros­tro de Gerardo no dejaba ver sus ojos, nariz y boca; estaba inundado en ella y sus queji­dos denotaban mucho dolor.

Los policías no dijeron nada, uno de ellos llevó la mano a la cintura y sacó su arma regla­mentaria, sostuvo el brazo firme en dirección a Nolasco y con el dedo índice accionó el gatillo, una y otra vez… Cinco disparos, cada uno de los proyectiles impactaba con fuerza contra el cuerpo de ese joven y lo sacudía en varias direcciones. Los casquillos eran despedidos por la recá­mara cortando el humo y pólvora que se disipaba con cada nuevo disparo. El plomo actuaba como azotes que des­trozaban la piel del veterina­rio y provocaba que la sangre brote a borbotones.

Nolasco se desplomó sobre la hierba, su respiración era corta, como buscando oxí­geno en un sitio donde no había. Intentaba llevar la mano en dirección a donde estaba su hermano, quería ver qué le hicieron. Logró verlo aún tendido y reco­gido. Una lágrima se escapó de sus ojos, recorrió parte de su mejilla y se mezcló con la tierra, en eso se fue su último suspiro…

El policía que disparó era el oficial Silvio Rubén Díaz. No estaba satisfecho con lo que hizo, caminó hasta la patru­llera para recargar su arma, nunca completaba los habitá­culos del cargador. Tras ello, dio media vuelta y regresó.

El otro agente era el subofi­cial Quirnos Estigarribia, un hombre robusto de estatura promedio. Bastante iracundo como su compañero. Quedó a cargo de Gerardo mientras el otro tiroteaba a Nolasco. Para tenerlo bajo control colocó su rodilla sobre la espalda del joven, y descargó parte de su peso. No había forma de moverse.

Silvio se acercó y luego se paró junto a él. Miró a Gerardo, en el suelo cubierto de su sangre y tiritando de frío. Le dijo a Quirnos –saca tu pierna de ahí o perforaré tus botas…

Al instante que se retiró su compañero, Silvio descargó su pistola sobre el hermano que quedaba, uno de calibre 9 milímetros. Los disparos dieron en la espalda y pecho, perforaron órganos vitales. Gerardo no tardó en morir.

Las detonaciones desper­taron a los vecinos, muchos salieron con sus linternas a iluminar en dirección a los disparos.

Eso intimidó a los policías y escaparon en la patru­llera, esta vez sin encender las luces. Querían evitar que los pobladores del barrio los reconocieran.

EL PLAN NO FUNCIONÓ COMO ESPERABAN

Varias personas los recono­cieron, el aspecto de ambos y el tiempo que pasaban como compañeros hicieron que muchos vecinos lo ten­gan como dos patrulleros frecuentes de esas calles del barrio.

Cada uno dio su descripción de aquellos agentes, en tanto que los que fueron convoca­dos por el homicidio coloca­ron una cinta para cerrar el perímetro de la escena del cri­men. El fiscal llegó al lugar y pidió que el médico forense intervenga.

El doctor llegó treinta minu­tos después, la medianoche tomaba posición en los relo­jes.

–Doc., acérquese. Estos son los cuerpos. Ambos viven a dos calles de aquí, son herma­nos y al parecer se trata de un caso de gatillo fácil, los veci­nos dicen que fueron policías de la ciudad. Es por eso que necesito una opinión suya, dijo el fiscal en un preámbulo de la investigación.

El médico tomó sus herra­mientas y luego se acercó al cuerpo de Nolasco, le llamó la atención la distancia y la posición. Intuyó que se acer­caba al otro, ya que se trataba de su hermano. Se colocó los guantes de látex y estiró en cada dedo para acomodarlos. Luego clavó una rodilla en el suelo y comenzó a examinarlo iluminando con una linterna.

En voz alta comenzó a relatar lo que observaba, de manera a que su ayudante tome nota y sumar al acta de procedi­miento. –El mayor de los her­manos recibió en total cinco disparos de un arma calibre 9 mm, dos de ellos recibió por la espalda, otros dos impac­tos perforaron su abdomen y el último fue tiro de gracia, en el pecho, este es de menor distancia. Punto y aparte, vamos al otro cadáver ordenó el forense.

–Su hermano menor, Gerardo Javier. tiene puestas esposas en el brazo izquierdo, noto una fractura pos muerte en el brazo derecho y laceracio­nes en la piel, sospecho que al intentar sacar el grillete. Ade­más, presenta varios rastros de violencia en la espalda, y los costados. Los golpes fue­ron hechos con mucha vio­lencia, puedo presumir gol­pes con el pie. Tiene orificios de entrada y salida hechos por proyectiles de arma de fuego, contabilizo siete; a la altura del tórax y abdomen y en la espalda. Puedo con­cluir que la muerte de ambos es a consecuencia de un shock hipovolémico. Concluyó el especialista y luego firmó el documento que garan­tizaba su pericia.

Los agentes de criminalís­tica tomaron huellas dac­tilares y encontraron un revólver calibre 38 milí­metros junto al cuerpo de Nolasco. Etiquetaron el arma y la colocaron en una bolsa para evidencias.

Con los datos recabados en el lugar, los dos policías tenían mucho que explicar. El fiscal ordenó que sean demorados de inmediato.

La paradoja se cumplió en menos de una hora, esa misma noche los dos agen­tes fueron arrestados y lle­vados por sus propios cama­radas hasta la comisaría 3ª de la ciudad de Luque.

UNA COARTADA

Los dos fueron interroga­dos por un superior, Silvio y Quirnos idearon una cor­tada para intentar conven­cer que actuaron como dicta el manual de procedimiento. El primero en hablar fue Sil­vio –mi comisario, nosotros llegamos por una denun­cia sobre abigeo. Al llegar a esa zona boscosa pudimos reducir a uno de esos dos, al menor, Gerardo nos dijo que se llamaba y éste se resistió al arresto… en eso se sumó a la historia Quirnos; –Sí, sí señor, después apareció –de entre los matorrales– el mayor, Nolasco y a él le orde­namos que se detenga con la linterna. Pero no obedeció y continuó caminando, y ahí mi compañero hizo disparos intimidatorios al aire.

Silvio continuó diciendo que al quedar sin municiones fue hasta su patrullera para recargar el arma y al volver vio a su compañero siendo golpeado por los hermanos.

La versión poco convincente igual complicaba la investiga­ción. Para la Policía no estaba fácil.

Sin embargo, varios cabos sueltos permitieron a los investigadores centrarse en el hecho que los policías habían hecho un excesivo uso de la fuerza. Descubrieron que Silvio tenía antecedentes de este tipo que los arrastraba de otras comisarías.

Los investigadores determi­naron que lejos de intentar controlar la situación, Díaz actuó de la forma más vio­lenta, pese a que superaba en tamaño a los sospechosos.

A los primeros datos se sumó un testigo. Un joven vio todo lo que pasó a una distancia de 20 metros. La claridad de la escena fue gracias a un alum­brado que daba de lleno sobre aquel brutal ataque. El hom­bre observó cómo los dos poli­cías atacaron a los hermanos, sin que ellos se resistieran. Para concluir su testimonio mencionó otra patrullera que se acercó minutos después para borrar evidencias, dos agentes bajaron del vehículo y tomaron las gorras que olvi­daron sus compañeros. Luego colocaron un arma cerca de uno de los cuerpos y se fue­ron. Esto los sentenció.

El 10 de agosto, tres días des­pués del crimen. El Tribunal de Calificaciones de la fuerza decidió darlos de baja. Desde ese momento ya no eran poli­cías. El fiscal Nicasio Galeano, uno de los investigadores del caso, los imputó por homici­dio doloso y pidió su reclusión en la cárcel de varones en el barrio Tacumbú.

DOS AÑOS DESPUÉS…

Esta vez las esposas las lleva­ban ellos, lejos de ese aspecto de ordenados y con disciplina, lucían sucios y desalineados. Silvio y Quirnos ocuparon sus asientos en el último día del juicio. Era para escuchar la lectura de la sentencia. El tri­bunal tomó su lugar y el pre­sidente del cuerpo se preparó para finalmente cerrar el caso. –Este tribunal los con­dena a 20 años de cárcel por el homicidio de los hermanos Nolasco y Gerardo Riveros… fue lo último que se escuchó en la sala.

UNA NOTA EN EL PUÑO

El padre de Nolasco y Gerardo recordó aquello que escuchó en los alegatos de los jueces. El documento de compra del animal estaba en el puño de Nolasco, en el escrito estaba el monto: 2 millones de gua­raníes y la firma del vendedor, eso fue determinante porque probó que su hijo tenía el documento que demostraba que todo era legal. Eso retum­baba en su cabeza, tanto como aquella orden que les dio, la de faenar la vaca porque se quebró una pata. Nunca más será igual para él, perdió a sus dos hijos…

Empleo doméstico en Paraguay: años de lucha y victorias que hoy son letra muerta

Pese a años de luchas y reivindicaciones, con importantes logros en materia de derechos laborales, el empleo doméstico sigue siendo uno de los sectores más olvidados en nuestro país, no solo por las autoridades, sino también por los mismos empleadores que, en ocasiones, carecen de empatía con aquellos que los acompañan en su día a día.

Por Robert Bourgoing (@robertb_py)

Muchas llegan por recomendación, otras simplemente consiguen el puesto mediante algún anuncio en redes sociales. En el peor de los casos, se trata de adolescentes que son forzadas a trabajar bajo el régimen del criadazgo y en la modalidad “sin retiro”.

Nos referimos a las empleadas domésticas, mujeres que con sacrificio y esmero dedican gran parte de su jornada, olvidando a veces el cansancio o la fatiga, para trabajar en residencias particulares al servicio de alguna familia.

Según datos de la Encuesta Permanente de Hogares realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), cerca de 214.000 personas se desempeñaban como trabajadores domésticos al cierre del último trimestre del 2023. En su mayoría, se encuentran en el área urbana.

Con el transcurrir de los años, este sector ha logrado importantes reivindicaciones en materia laboral, siendo la más importante la obtenida en el año 2019 cuando fue aprobada la modificación de la Ley Nº 5407 “Del Trabajo Doméstico”.

QUÉ DICE LA LEY

A partir de la promulgación de la nueva ley, los trabajadores domésticos (entre los que se incluye también a jardineros, choferes de familia, niñeras, mucamas, cocineras, mandaderos, entre otros) tienen derecho a cobrar el 100% del salario mínimo legal vigente, que hoy día equivale a G. 2.680.373.

Así también, adquirieron el derecho a acceder al seguro social del Instituto de Previsión Social (IPS), que automáticamente les brinda el beneficio de contar con cobertura médica y sumar sus aportes para la jubilación.

La vigente Ley de Trabajo Doméstico establece que la jornada laboral de trabajo no debe exceder las 8 horas diarias o 48 horas semanales cuando se trata de jornada diurna, mientras que, el límite en el horario nocturno es de 7 horas de trabajo y 42 horas semanales.

Asimismo, también se contempla el pago de horas extra en caso de superar las 8 horas diarias de trabajo o desempeñar las actividades en el horario nocturno. Para este último escenario, se estipula la bonificación adicional del 30%.

Las personas que desempeñan su actividad laboral bajo la modalidad sin retiro tendrán derecho a un descanso intermedio mínimo de 2 horas, mientras que aquellos que realicen su actividad bajo la modalidad con retiro tendrán derecho a un descanso intermedio de 1 hora. En ambos casos, no se computan como horas trabajadas.

El Artículo 7 de la Ley 5407/15 estipula que es obligatoria la firma de un contrato escrito entre el empleador y el trabajador doméstico, independientemente de la labor que desempeñe en el hogar donde cumple funciones. El modelo se encuentra disponible para su descarga gratuita en la página del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTESS).

DEL DICHO AL HECHO…

Ante los datos expuestos, vale hacernos la pregunta obligada de ¿cuál es la realidad actual de las empleadas domésticas en Paraguay?, ¿se cumple la ley o, como en tantos otros casos, es solo “letra muerta”?

Para Myriam Agüero, presidenta del Sindicato de Trabajadoras Domésticas del Paraguay (Sintradop), la situación aún sigue siendo difícil, pese a los logros y victorias que han obtenido con el paso de los años.

Sobre este punto, confirma lo que ya suponíamos: pese a la promulgación de la ley y los últimos cambios introducidos, el porcentaje de trabajadoras domésticas formalizadas y con seguro de IPS sigue siendo escaso.

Por si fuera poco, aún son miles las que siguen sin percibir el salario mínimo estipulado por ley, excediendo, en muchos casos, las 8 horas de trabajo diarias. “Lastimosamente la gente está acostumbrada a eso. No hay una fiscalización, entonces nadie hace caso”.

LOS “PATRONES” Y LA FALTA DE EMPATÍA

Agüero lamenta que hasta hoy día tengan que seguir hablando de estas injusticias laborales y exigiendo el cumplimiento de lo que les corresponde por ley, siendo conscientes de que no es mucho lo que pueden llegar a conseguir al ser víctimas de un sistema que las obliga a trabajar sin descanso para llevar el pan de cada día a la mesa.

Muy poco se cumple (la ley), hay algunos que sí, pero son pocos”, refirió la titular del primer sindicato de empleadas domésticas de Paraguay, que a la fecha aglutina a cerca de 300 mujeres de diferentes puntos del país. Según estimaciones del gremio, apenas llegaría al 10% el porcentaje de colegas que son aportantes y figuran en IPS.

Esta situación tiene su origen en la falta de conciencia y empatía por parte de quienes ellas acostumbran a referirse usualmente como “patrones”. A esto se le suma el menosprecio, la discriminación o el rechazo que sufren en ocasiones, cometidos por los mismos que han decidido contratarlas para cumplir diversas labores en la casa.

A más de 5 años de la última reforma en la ley que rige el empleo doméstico, quienes forman parte de este segmento siguen elevando su voz para exigir que se respeten sus derechos y se pueda dar cumplimiento a lo que está escrito, pero principalmente, por lo que tanto han luchado.

Parkinson: el conocimiento del doctor Mime, la historia de Pinsón y las posibles salidas

El pasado 11 de abril se conmemoró el “Día Mundial del Parkinson”, en relación a la enfermedad neurodegenerativa y más frecuente después del Alzheimer. En nuestro país, una de las voces calificadas para hablar del tema era el doctor Mime, quien dejó innumerables conocimientos sobre el padecimiento. Actualmente, uno de los casos más sonados es el del periodista deportivo argentino, Emiliano Pinsón, cuya historia la repasaremos a continuación.

Por Juan Riveros (@JuancitoRiveros)

El “Día Mundial del Parkinson” se viene conmemorando desde el año 1997, cuando la Organización Mundial de Salud decidió declarar esa fecha en honor al médico clínico y neurólogo inglés James Parkinson, por describir por primera vez este trastorno.

El Parkinson tiene como característica al temblor de las extremidades en reposo, rigidez, lentitud en los movimientos, cambios en la expresión facial en la postura y en voz, así como problemas para deglutir.

Uno de los más conocedores de la materia en nuestro país siempre fue el Dr. Miguel Ángel Velázquez (+), conocido como el Dr. Mime, quien ya no está con nosotros, pero dejó interesantes aportes desde su experiencia y sabiduría sobre la neurociencia.

En relación al Parkinson, Mime indicaba que la falta de dopamina en el cerebro es la causa principal de la enfermedad y que los síntomas ya mencionados anteriormente, pueden ir empeorando con el tiempo. De acuerdo a lo explicado por el neurólogo, no existe una cura, pero sí tratamientos que pueden ayudar a controlar los síntomas.

Afirmaba también que el Parkinson no solo afecta el movimiento, sino que también puede tener un impacto en la función cognitiva, el estado de ánimo y la calidad de vida en general. “Los estudios sugieren que el ejercicio regular puede ayudar a reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad, así como mejorar la salud general de los pacientes”.

En una de sus últimas columnas para el Diario La Nación, en referencia al Parkinson, Mime hablaba de “la luz al final del túnel”, en relación a los avances en la investigación y el tratamiento para mejorar la calidad de vida de los pacientes, abriendo nuevas vías para comprender la enfermedad.

Entre uno de los avances destacados por el neurólogo, se encuentra la identificación de biomarcadores, que son medidas objetivas que se pueden utilizar para diagnosticar la enfermedad y monitorizar su progresión. Según Velázquez, esta herramienta podría ayu­dar a los médicos a identificar el trastorno en sus etapas tempranas, cuando los trata­mientos pueden ser más efectivos, y también podrían ayudar a los investigadores a entender mejor los procesos subyacentes que lo causan.

Asimismo, mencionaba que los investigadores están explorando nuevas opciones de tratamiento para el Parkinson, incluyendo el uso de tec­nología wearable y dispositivos de estimula­ción neuromuscular.

LA CONMOVEDORA HISTORIA DE EMILIANO PINSÓN

Los amantes del deporte crecimos con el programa “Fútbol para todos”, transmitido cada siesta por el canal Fox Sports. Uno de sus conductores era el periodista argentino Emiliano Pinsón, cuya historia actualmente conmueve a toda la Argentina y América Latina, por su lucha contra la enfermedad del Parkinson.

Emiliano padece Parkinson desde el 2021, haciendo que tenga que cambiar su ritmo de vida para encarar el tratamiento. Desde ese entonces, se volvió un ejemplo para todos aquellos que tienen el mismo padecimiento, con muestras de fortaleza, dedicación y a través de su rol de comunicador, como portavoz de conciencia sobre dicho mal.

Con el correr de los años, la enfermedad de Pinsón se fue agravando y días atrás sorprendió a todos con un conmovedor anuncio de que dejaba su labor en radio para enfocarse de lleno a sus tratamientos.

“Tengo un Parkinson atípico, condicionotomía. Eso quiere decir que no es el Parkinson rígido como estaba diagnosticado. Es un Parkinson que tiene un inconveniente que no está muy bien estudiado porque justamente varía en su desarrollo. El temblor común ya está estudiado. Tiene una conducta muy parecida durante tantos años y después o estás más rígido o menos y tembloroso igual, y es operable porque se encuentra en el hipotálamo, en el cerebro”, explicó Pinsón.

Agregó que, del síntoma de la rigidez, ya pasó a un cuadro de atrofia, perdiendo fuerzas. “Si vos leés los libros, que no hay que leerlos, no, hoy no hay que googlear, es... me queda poco tiempo. No es broma. Vamos a tratar de que no. Siempre las estadísticas están hechas para romperse, así que yo pienso ser uno que rompe estadísticas”, refirió el periodista, quien cuenta con el apoyo de toda una afición deportiva local e internacional.

Neuronas espejo: por qué los niños aprenden más rápido de lo que ven, que de lo que escuchan

El descubrimiento de las neuronas espejo fue uno de los más interesantes de la neurociencia a finales del siglo XX. Esto permitió comprender que los niños aprenden más de las acciones que de las palabras. En ese sentido, todos los adultos tienen la gran responsabilidad de educar con el ejemplo.

Hay una frase conocida a nivel popular que menciona que los “niños son como esponjas”, absorben todo lo que ocurre a su alrededor e imitan el comportamiento de los que los rodean, especialmente el de sus padres. Por eso es muy importante que todo padre, madre o encargado del cuidado de un niño o niña sea consciente del tipo de comportamientos y actitudes que asume en determinados sucesos o eventos de la vida cotidiana.

Pero ¿a qué se debe este comportamiento tan particular de los pequeños?

La respuesta la dio la ciencia, específicamente la neurociencia en el año 1996. Y se debe a las “neuronas espejo” que justamente son uno de los descubrimientos más importantes del siglo XX vinculados al aprendizaje.

Observar el día a día de la convivencia familiar parece suficiente para entender el gran peso que tiene el comportamiento de los padres en la educación de sus hijos. Sin embargo, en la actualidad, vamos un poco más allá y sabemos que hay, además, una justificación científica.

La neuropsicología y la neurociencia nos aportan una explicación objetiva del porqué de esta influencia. De por qué los niños aprenden de las personas que están a su cargo con tanta facilidad. Y de cómo sus aprendizajes no se refieren solo a contenidos. También repercuten en las emociones, las intenciones y las conductas.

En ese contexto, el pediatra Robert Núñez explicó que las “neuronas espejo” son un grupo de células nerviosas o neuronas que se activan durante una actividad concreta y también al observar a otra persona que realiza la actividad.

“Estas células constituyen el sustrato cerebral de la imitación y la empatía. Son decisivas para el aprendizaje, tanto de acciones como de emociones e intenciones. El estudio y conocimiento del cerebro avalan una idea básica sobre el aprendizaje y es que este se produce más por lo que se ve que por lo que se dice. Por lo tanto, tenemos una gran responsabilidad a la hora de guiar a los niños, porque somos modelos para ellos”, argumentó el doctor.

El secreto de la imitación

El hallazgo de las neuronas espejo fue fortuito.

En 1996, un grupo de investigadores liderados por Giacomo Rizzolatti realizaba pesquisas con unos macacos, cuyos cerebros tenían monitorizados. Sin buscarlo, se dieron cuenta de que unas células neuronales situadas en la zona motora del lóbulo frontal y en una parte del lóbulo parietal se activaban, no solo cuando los animales realizaban un movimiento, sino también cuando veían que lo hacían los investigadores.

Ante este descubrimiento tan destacado, siguieron adelante con sus estudios. Finalmente, llegaron a la conclusión de que en el cerebro humano existen también este tipo de neuronas. Y no solo eso. Demostraron, además, que están conectadas con el sistema que regula las emociones, la memoria y la atención.

En palabras simples, estas neuronas se asemejan en su comportamiento al de un espejo. Reflejan la acción que observamos en otro individuo en nuestro cerebro y este realiza las mismas conexiones neuronales que si dicha acción la estuviéramos realizando nosotros.

Esto ocurre, por ejemplo, cuando vemos a alguien hablar. Nuestras regiones cerebrales encargadas de la fonación y el habla se activan como si fuéramos nosotros los que hablamos, se produce esa conectividad neuronal.

Además, estas neuronas no solo producen el reflejo en el plano motor, sino que también funciona en el ámbito emocional, ya que están vinculadas al sistema límbico, responsable de la regulación de las emociones. Por ejemplo, cuando vemos a otra persona sonreír, nuestras neuronas espejo crean una simulación interna de su sonrisa en nuestro cerebro. A su vez, se conectan con el sistema límbico y hacen que acabemos compartiendo ese sentimiento alegre.

Así pues, la risa contagiosa, la emoción que se traspasa de una a otra persona, leyendo un libro o viendo una película, y los bostezos “que se pegan” son otros casos de activación de estas neuronas.

¿Qué relación tienen las neuronas espejo con la educación?

Con este descubrimiento nos encontramos con la apasionante idea de que, hagamos lo que hagamos en la educación de nuestros hijos, tendrá una gran repercusión en ellos. El estudio y conocimiento del cerebro avalan una idea básica que siempre hemos tenido.

La relativa a que el aprendizaje se produce más por lo que se ve, que por lo que se dice.

Por lo tanto, los adultos tenemos la gran responsabilidad a la hora de guiar a los niños, porque somos modelos para ellos. De fortalezas, de debilidades, de nuestras respuestas ante sus demandas y preguntas, y de actitudes que favorecen o complican las enseñanzas que nos proponemos darles.

El ambiente que generamos en la familia, las voces templadas o los gritos, la tranquilidad y la armonía o la crispación, serán representaciones mentales en los cerebros de los pequeños, cuyas neuronas espejo ensayan silenciosamente durante 24 horas al día para poder actuar en el momento en el que se presente la ocasión.

Si observamos los comportamientos de padres y madres, es posible darse cuenta de que muchas veces corrigen lo mismo que, sin querer, ellos han enseñado.

Pretendemos que los niños no griten a sus compañeros cuando se enfadan, pero a menudo los adultos se enfadan y reaccionan gritando. De este modo pierden la capacidad de actuar y la oportunidad de enseñar la habilidad del autocontrol.

Por ello, es importante comprender que siempre se enseña o aprende algo, aunque en ocasiones sea negativo. Esto invita a la reflexión, no solo sobre la capacidad para guiar a nuestros hijos, sino también sobre la manera de hacerlo.

La clave está en sustituir los discursos magistrales por interacciones, resolución conjunta de problemas y trabajo cooperativo.

En ese contexto, el doctor Núñez indicó que los niños necesitan adultos responsables que los atiendan con afecto y comprensión, que dediquen tiempo para mirarlos, escucharlos, acompañarlos, guiarlos y compartir todas las experiencias de su vida. Que les permitan equivocarse y aprender tanto de sus errores como de sus aciertos.

“Los niños aprenden por neuronas espejo, cuando sos honesto, tu hijo aprende a ser honesto y a asumir sus responsabilidades”, aconsejó.



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