El hilo rojo

Ella solo quería sentirse realizada, Clara quería una hija y un amor. No lo logró y el que manifestaba sentir algo por ella la terminó asesinando. La familia de la mujer esperó nueve años por algo de justicia.

  • Por Óscar Lovera Vera
  • Periodista

Hacía mucho frío aquel 24 de junio del 2008 e imaginó que un mate con yuyos lo abri­garía. Estaba acostumbrado a llegar a las 18:30 todos los días y a esperar por su her­mana para charlar sobre lo que cada uno hizo durante el día, eso los calmaba.

También resultaba habitual que ella dejara una copia de sus llaves en la casa de una vecina, lo hacía por seguri­dad. Durante el día no estaba y su amiga controlaba que todo esté en orden con fre­cuencia. La confianza en el barrio permitía esas licen­cias.

Pero antes de ir a buscar la llave, Luciano llamó a la puerta, no tuvo respuesta. Insistió y golpeó con más fuerza para que escuche. Se convenció de que no estaba, “seguro está en el trabajo”, pensó. Luciano caminó y fue junto a la vecina y pidió la llave. Ese mate se hacía esperar.

Pasó el portón y acarició la cabeza de la mascota de Clara, un fornido e inquieto bóxer. Una vez que este dejó de juguetear, introdujo la llave en la ranura de la puerta principal, dos vueltas en la cerradura y se metió a la casa.

Una vez dentro, le llamaron la atención dos platos sobre la mesa, estaban con restos de comida.

–¿Un almuerzo? –Se pre­guntó–. Pero Clara no es de dejar cubiertos sucios… ¿salió por alguna urgencia? –Luciano quedó algo preo­cupado–¡¿Clara, estás?! – llamó, pero recibió como res­puesta su eco. Nadie estaba–. Y bueno, haré el mate y la esperaré. –Se dijo conven­cido de que no había de otra más que aguardar.

19:00. Puntual el reloj en la pared le avisaba sobre los treinta minutos que ya lle­vaba esperando. Estaba sen­tando en la cocina, mirando fijamente los platos con res­tos de comida, repasaba la vida sentimental de su her­mana. Una mujer de 40 años, muy reservada en ese aspecto, no conocía a nadie más. Solo aquella relación muy problemática con un joven de 26 años. ¿Cómo se llamaba…? ¡Carlos! Sí, él. De Luque, ahora estaba recordando. ¿Será que había venido aquí a comer? Pero ellos terminaron hace varias semanas. Luciano montó un interrogatorio en su memo­ria de corto plazo, necesi­taba entender qué pasaba y el porqué su hermana no estaba en la casa. No atendía el teléfono y no tenía rastros de ella.

UNA EXTRAÑA SENSACIÓN

Toda esa paranoia despertó en Luciano una extraña sen­sación. Un sentimiento que le perturbaba, algo intimidaba esa paz que le trasmitía cada sorbo de la bombilla. El vapor del mate se elevaba y fundía en su rostro. Se podía per­cibir que sus labios tembla­ban, las manos comenzaron a sudarle sin motivo y el ceño fruncido delataba mucha tensión. Era su ritmo car­díaco que se aceleraba, indu­cido por ese tétrico pensa­miento. Algo no andaba bien.

Ese impulso casual le obligó a ponerse de pie, colocar el matero sobre la mesa y apar­tarse de ese momento de quietud. Decidió explorar la casa, no entendía por qué debía hacer eso, pero sintió la necesidad.

Rápidamente esa percep­ción, que se trasmitía hasta en la piel, tuvo sentido. Sobre el piso había manchas –de lo que creía era sangre– si lo eran, se dijo. Luego se aga­chó y observó con deteni­miento, de cerca. Levantó la cabeza y al mismo tiempo una ceja. Miró hacia adelante y las gotas iban hasta la habi­tación de Clara y –luego– se colaban bajo la puerta.

Al llegar a ese punto, intentó abrir la cerradura, pero la puerta estaba cerrada con llave. Al instante –pese a la desesperación– recordó que tenía la llave para abrirla y fue a buscarla a la cocina. Al retornar, la abrió con pron­titud.

El cuarto estaba a oscuras, algo de luz –proveniente del pasillo– interrumpía la penumbra; ello fue suficiente para percatarse de un hilo rojo, que se extendía de un lado para otro a mitad del cuarto y se ocultaba bajo la cama. Resaltaba porque con­trastaba con el suelo y, pese a la poca iluminación, podía notarlo con precisión.

TIRAR DEL HILO

Tomó el hilo con una mano y comenzó a estirarlo. Algo con mucho peso impedía arrancarlo y descubrir de qué se trataba. Le llamaba tanto la atención que se dejó llevar por la curiosidad. Puso una mano frente a la otra y permitió que ese hilo lo con­dujera hasta donde cupo su cuerpo. Cuando se percató que era difícil ir más, hizo a un lado la cama y una imagen perturbadora le arrebató el suspenso.

–¡Clara! –El grito retumbó en la habitación. El sonido superó las paredes y venta­nas. Fue desgarrador, estaba mezclado con llantos y gritos de impotencia. Clara estaba muerta, envuelta en una manta. Vio mucha sangre que en parte cubría el abdo­men en donde notó perfo­raciones. El cuello también estaba cubierto, le hicieron un corte profundo y pro­longado, casi la degollaron. Fueron violentos, no tuvie­ron piedad.

Luciano se repuso de lo que vio, necesitaba notificar a la policía. Corrió hasta la mesa donde su hermana dejaba el teléfono y marcó el 911.

Una patrullera con varios agentes de la comisaría séptima –de la ciudad de Ñemby– llegaron al lugar, ordenaron cerrar los acce­sos, evitar que los vecinos copen la propiedad y contro­lar a los curiosos. Necesita­ban conservar al máximo la escena del crimen.

El teléfono de la fiscala Yolanda Morel repicó insis­tente. El llamado notificando el asesinato interrumpió sus actividades. “Llego en breve”, contestó la agente. Al llegar a la casa pidió que tomen nota de todo lo que había en la casa, identifi­quen a todas las personas del entorno de la víctima y que trasladen el cuerpo a la morgue de Sajonia. Debían determinar la causa de la muerte para determinar a qué o quién enfrentaban.

PALOS EN LA RUEDA

Al poco tiempo, la agente fis­cal Yolanda Morel intervino y ordenó que trasladen el cuerpo al Centro de Patolo­gía de la fiscalía, la morgue de Sajonia. Más tarde se sumó el forense, Silvio Chirife. Una vez en la sala de autopsias, el procedimiento de rutina era el mismo: bata, barbijo, guantes y gorro. El procedi­miento duró un par de horas, al culminar el médico envió su informe a la agente fiscal.

En pocas palabras la nota decía: Seis estocadas entre el pecho y abdomen. Una de ellas de quince centímetros a la altura del hipocondrio derecho, lo que causó graves daños al hígado de la víctima. Una herida corta y punzante de doce centímetros de lon­gitud en la región anterior del cuello (en la zona fron­tal). Se diagnostica la causa de muerte como shock hipo­volémico por múltiples heri­das de arma blanca. El cadá­ver llevaba quince horas de fallecido al momento de ser encontrado.

–La mataron con mucha saña. –pensó la fiscala mien­tras sostenía en una mano el informe remitido por el patólogo. Al mismo tiempo, la policía de homicidios con­tinuaba registrando eviden­cias y pistas en la casa. Les llamó la atención que limpia­ron el piso, ocultaron ropas con sangre en un rincón de la habitación. Si se trató de un robo, el ladrón se tomó el tiempo de eliminar rastros, algo poco común. A la policía esto no le convencía.

El perro no se alteró, proba­blemente la mascota cono­cía al visitante misterioso y lo que fortalecía –aún más– la tesis de un criminal conocido, fue que el autor no violentó puertas o venta­nas para ingresar. Aseguró la puerta de la habitación con llave y ese juego no fue encontrado, el asesino se la llevó.

Con estas dudas, la policía observó repentinamente la mesa, estaban aún los dos platos con restos de comida. La mujer era sola, ella almorzó con su asesino.

El interrogatorio ahora apuntó a la familia, los agen­tes necesitaban obtener más detalles de la vida íntima de Clara, ahí estaba la clave. El que la mató gozaba de su con­fianza.

Al llegar a la casa paterna, los agentes centraron sus pre­guntas sobre dos puntos: ¿Clara tenía una pareja? Y, ¿se llevaron algo de la casa? A la primera interrogante los hermanos de la mujer res­pondieron que ella solía ser frecuentada por un joven de 26 años –14 años menor que Clara–, pero eso terminó tras varias discusiones.

–Se distanciaron hace tres semanas. –apuntó la her­mana menor de la víctima. En una revisión minuciosa de la casa, que la familia hizo posterior a la visita de los agentes, la segunda pre­gunta se respondió. En la casa faltaba un celular y un reproductor de DVD. A par­tir de ese momento, Carlos Torres Giménez, un joven de Isla Bogado, ciudad de Luque, pasaría a ser el prin­cipal y único sospechoso.

DURMIENDO EL EXPEDIENTE

Sin mucha explicación, el caso comenzó a llenarse de polvo y falta de interés. Un pedazo de esta historia quedó en el olvido y lo tangible fue la desidia de los investigado­res. La fiscala Yolanda Morel –hoy día jueza de Ejecución– dejó la carpeta investigativa en manos de otro fiscal. No avanzó más allá de las sos­pechas. En medio de esto, los familiares denunciaban que el caso no se tomaba en serio, los abogados no le ayu­daban y la memoria de Clara clamaba justicia.

Seis años después, Carlos Torres Giménez llevaba una vida normal. Se casó con otra mujer y tuvo dos hijos. Sentó residencia en la misma ciu­dad donde vivió siempre, no tenía temor alguno de ser identificado por lo que había hecho. Pese a que, en ese entonces –al menos–, un fiscal avanzó un paso más, lo imputó y ordenó su captura.

UN ENCUENTRO CASUAL

8 de julio del 2014. Una barrera de control en la intersección de las calles 14 de Mayo y Fortín Arce, ahí en la frontera imaginaria entre las ciudades de San Lorenzo y Luque. Los agentes hacían un control casual y aleatorio, un procedimiento particular para demostrar fuerza en la población. Eran las 11:45 de aquel día, el silbato y la mano –levantada al aire– de aquel policía interrumpieron la marcha de Carlos.

–Sus documentos, por favor, señor –Carlos lo miró fija­mente, dudó unos segundos. El policía insistió bajando aún más la cabeza y acer­cándose a la ventanilla del auto–. Señor, su documento de identidad, por favor –Al hombre no le quedó otra y entregó su cédula. El poli­cía se retiró unos metros y utilizó una radio portá­til para dictar los dígitos. A los pocos segundos, una voz metálica contestó–. “Posee orden de captura por homi­cidio doloso, año 2008, cam­bio”. –La siguiente reacción de ese policía fue llevar la mano derecha a la cacha de su arma, por procedimiento, y obligar a Carlos a descen­der del auto. Lo esposaron y llevaron al juzgado y luego al penal de Emboscada.

En el 2015, la fiscala Fabiola Molas remó a con­tracorriente y desempolvó lo que parecía un caso per­dido. Colectó cada eviden­cia, la compiló, al igual que testimonios. No fue hasta noviembre del 2017 en el que enfrentó cara a cara a Carlos ante un tribunal. El juicio comenzó el seis de ese mes, duró cuatro días y finalmente lo condena­ron a 24 años. En el 2018, sus abogados intentaron anular el fallo, pero no lo lograron. Hasta hoy niega ser el autor del asesinato.

Más que una fecha: por qué el 1 de diciembre importa para todos

Cada 1 de diciembre, el mundo se une para conmemorar el Día Mundial del Sida, una fecha que busca visibilizar la lucha contra el VIH, apoyar a las personas que viven con este virus y honrar la memoria de quienes fallecieron a causa de enfermedades relacionadas. Este día, establecido en 1988, es una oportunidad clave para reflexionar sobre los avances logrados y los desafíos que persisten.

El Sida se reconoció por primera vez en 1981 como entidad clínica, pero, según estudios retrospectivos, parecen haberse presentado casos aislados durante la década del 70 en diversas zonas del mundo.

En las últimas décadas, los esfuerzos globales permitieron importantes progresos, como las terapias antirretrovirales que permiten una vida larga y saludable a las personas que viven con el virus, además de la prevención con el uso del preservativo y la profilaxis preexposición (PrEP), que reducen significativamente las tasas de infección en algunas regiones.

A pesar de los avances, el VIH sigue siendo una realidad preocupante: más de 38 millones de personas viven con VIH en el mundo, y 1,5 millones adquirieron el virus solo en 2022, según datos de ONUSIDA.

En el 2022 Paraguay registró 1519 nuevos diagnósticos de VIH, de los cuales, 327 son dentro de la población joven y adolescentes, de 15 a 24 años. Según la estadística, 4 personas por día son diagnosticadas con VIH en el país, de las cuales 2 de cada 4 pertenecen a la franja entre 15 a 34 años, esto representa el 57.07% de las personas diagnosticadas. La mayoría reside en el departamento Central y Capital, seguidos por las zonas fronterizas como Alto Paraná e Itapúa.

TRANSMISIÓN

Existen tres vías de transmisión del VIH: la vía sexual sin protección (que es la más frecuente), el contacto sanguíneo directo o parenteral, y la vía vertical de la madre al niño durante el embarazo, el parto y la lactancia sin intervención.

Respecto a la primera vía de transmisión, hoy en día se cuenta con varias apps de citas que permiten concretar encuentros casuales. Dentro de estos encuentros se deben usar preservativos, atendiendo a que, desconocer los riesgos de tener relaciones casuales sin condón es exponerse al VIH y otras enfermedades de transmisión sexual.

El Observatorio de VIH Paraguay insta al uso de preservativos masculinos o femeninos durante las relaciones sexuales, la realización de pruebas de VIH y de otras infecciones de transmisión sexual, la circuncisión quirúrgica masculina voluntaria, el uso de los servicios de reducción de daños para los consumidores de drogas inyectables, lo antirretrovíricos (ARV), como profilaxis anterior a la exposición por vía oral y productos de acción prolongada; los anillos vaginales de dapivirina y el cabotegravir inyectable de acción prolongada.

ATENCIÓN EN SALUD

Actualmente el Ministerio de Salud Pública cuenta con ocho servicios que brindan Atención Integral (SAI) a personas que viven con VIH en los cuales se realiza diagnóstico, atención médica, psicológica, seguimiento clínico y laboratorial, entrega de antirretrovirales, antibióticos e insumos. Los mismos se encuentran distribuidos en ocho regiones sanitarias:

Capital: Instituto de Medicina Tropical

Itapúa: Hospital Regional de Encarnación

Alto Paraná: Hospital Regional de Ciudad del Este

Central: Hospital Nacional de Itauguá

Caaguazú: Hospital Regional de Coronel Oviedo

Amambay: Hospital Regional de Pedro Juan Caballero

Guaira: Hospital Regional de Villarrica

Concepción: Hospital Regional de Concepción

En cuanto a la transmisión maternoinfantil, además de los SAI existen otros 56 centros como los Hospitales distritales, maternoinfantiles, donde se aplica el flujograma de atención a las mujeres embarazadas, ARV para la prevención de la transmisión maternoinfantil, tratamiento de otras infecciones de transmisión sexual, seguimiento del recién nacido y suministro de leche de fórmula hasta los 6 meses

El PRONASIDA, desde su departamento de logística se encarga de la distribución de ARV, antibióticos, reactivos e insumos, tanto para el diagnóstico, tratamiento del VIH y otras ITS y profilaxis de las Infecciones Oportunistas en todo el territorio Nacional, que son solicitados en base al requerimiento anual a la Dirección de Insumos Estratégicos, Dirección dependiente del MSP Y BS.

ESTIGMA

A pesar de los avances científicos y médicos en el tratamiento del VIH, el estigma y la discriminación hacia las personas que viven con el virus siguen siendo una de las mayores barreras que limitan el acceso a la atención médica y a la inclusión social. Estas actitudes negativas no solo afectan emocional y psicológicamente a quienes viven con VIH, sino que también limitan su acceso a servicios de salud, educación, empleo y apoyo social.

Aunque hoy se sabe que el VIH no discrimina por género, orientación sexual, edad o estatus socioeconómico, estos estigmas persisten, reforzados por la falta de educación y sensibilidad en torno al tema.

El impacto de la discriminación puede ser devastador. Muchas personas que viven con VIH enfrentan rechazo social, aislamiento y problemas de salud mental como ansiedad y depresión.

El miedo al juicio social también lleva a que muchas personas eviten realizarse la prueba del VIH, lo que retrasa el diagnóstico y el inicio del tratamiento. Esto no solo afecta su calidad de vida, sino que también contribuye a la propagación del virus. Las personas que vive con VIH, si reciben un tratamiento adecuado, pueden llevar vidas plenas y saludables.




El dinosaurio con “potencial evolutivo” humanoide

Hace unos 66 millones de años tuvo lugar el evento de extinción que marcó el fin del periodo Cretácico y el inicio del Paleógeno, y que desembocó, entre otras, en la desaparición de aproximadamente el 75 % de las especies de la Tierra, incluidos casi todos los dinosaurios no voladores.

Por Gonzalo Cáceres - periodista

La ciencia moderna atribuye el cataclismo a un colosal asteroide que impactó de lleno en la actual península de Yucatán. A pesar del tamaño relativamente modesto en comparación con la Tierra, la colisión formó un cráter de 180 kilómetros de diámetro y 20 kilómetros de profundidad y fue tan poderosa que liberó energía equivalente a 10.000 millones de bombas atómicas como la de Hiroshima.

La explosión produjo una onda expansiva que desencadenó incendios masivos, tsunamis gigantescos y lanzó grandes cantidades de polvo y otros materiales a la atmósfera, bloqueando la luz solar por años, dando lugar a una suerte de invierno nuclear, lo que redujo drásticamente las temperaturas y cambió la fotosíntesis en plantas y fitoplancton (base de la cadena alimentaria).

Esta situación perjudicó directamente a los pequeños mamíferos, principal fuente de alimento de los dinosaurios más grandes. Así, una cosa llevó a la otra y los -alguna vez- dueños del planeta sucumbieron ante su suerte.

En la actualidad, se especula que este evento masivo resultó crucial para la aparición y posterior evolución de los primeros primates (pudieron diversificarse y ocupar los nichos ecológicos que dejaron vacíos los dinosaurios), que, a lo largo de millones de años, fueron dando paso a las especies que formarían parte de la evolución humana. La evidencia fósil indica que el último ancestro común entre humanos y chimpancés vivió hace unos 6 o 7 millones de años. El resto es historia conocida.

Pero, y siempre hay un pero, ¿qué hubiese pasado si aquel asteroide no hubiese llegado? ¿La humanidad podría haber tenido la oportunidad de evolucionar? ¿Qué sería de los dinosaurios?

DINOSAUROIDE

Este último escenario fue objeto de estudio para el paleontólogo canadiense Dale Russell. En 1982, propuso la ‘hipótesis del dinosauroide’, formulada mientras se encontraba al servicio del Museo Nacional de Ciencias Naturales en Ottawa.

Esta línea básicamente indica que, si los dinosaurios no se hubieran extinguido, algunas especies podrían haber dado el salto hacia formas mucho más complejas, incluso de naturaleza humanoide. Específicamente, Russell se centró en la proyección del Troodon; un dinosaurio pequeño, bípedo y carnívoro y con un cociente de encefalización (relación entre el tamaño del cerebro y el cuerpo) más alto que el promedio de otros de su especie.

Es decir, Russell sugirió que, con suficiente tiempo evolutivo (entiéndase un rango de miles de millones de años), el cerebro del Troodon podría haber ganado tamaño, progresivamente, hasta alcanzar niveles de capacidad cognitiva comparables al de los primates, dando pie a una cadena evolutiva similar y/o comparable al de los sapiens.

Los supuestos de Russell también se basan en que el Troodon, gracias a su postura bípeda y extremidades delanteras funcionales, ya hacía gala de un ‘punto de partida’ anatómico que podría haber facilitado una mayor manipulación de herramientas (o desarrollo cultural). En este punto, el científico se apoyó en la selección natural de Darwin, ya que, a su entender, en un mundo dominado por dinosaurios, el azar podría haber favorecido al desarrollo de una especie por sobre otras, haciéndola más inteligente y adaptable.

EL DISEÑO

En colaboración con un artista, Russell imaginó un modelo físico del dinosauroide: un ser de postura erecta, manos tridáctilas con pulgares oponibles, un cráneo grande y ojos orientados hacia adelante (visión binocular avanzada), pareciendo un cruce entre reptil y humano, todo un escándalo para la sociedad científica de su época.

Si bien hubo un sector inclinado a siquiera analizar la posibilidad, el dinosauroide encontró su principal obstáculo en la teleología del progreso; es decir, la idea de que la evolución ostenta un “propósito” o tiende a ir en dirección a la inteligencia humanoide (la evolución no es lineal ni persigue metas). Otros, simplemente, argumentaron que no hay evidencia de que la inteligencia avanzada sea inevitable, incluso en especies con características anatómicas “prometedoras”.

Aunque sirvió para estimular el debate, la teoría moderna asume que la evolución no produce inevitablemente una forma humanoide y/o inteligente. Entonces, la comunidad científica no considera la hipótesis del dinosauroide, ni sus conceptos, como un modelo evolutivo, sino más bien la tachó de pura especulación sin apoyo empírico directo, centrando la cuestión sobre la contingencia en la evolución y las formas en que podrían desarrollarse los organismos inteligentes en otros contextos (por ejemplo, extraterrestres).

En la actualidad, los expertos manifiestan que los dinosaurios -de no haber sucumbido en el ‘evento límite’- simplemente podrían haber seguido caminos evolutivos completamente diferentes, dando lugar a una variedad de formas adaptadas a sus entornos (como serpientes, tortugas, cocodrilos y arañas, entre otros), y no precisamente a una especie inteligente.

¿Es la inteligencia avanzada una anomalía evolutiva o una tendencia repetible bajo ciertas presiones selectivas? Esa es la cuestión.

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Ley afrodescendiente, un hecho histórico para la diversidad cultural en Paraguay

La cultura afrodescendiente forma parte fundamental de la identidad nacional, sin embargo, sigue siendo invisibilizada y excluida de la narración histórica del país. La Ley N° 6940 aparece para transformar esa condición. Una amplia comunidad afroparaguaya espera que la nueva legislación sea el puntapié para el reconocimiento por el que tantos años lucha.

Por Silvia Aguilar - @aguilar_silvii

El Poder Ejecutivo reglamentó la Ley 6.940/22, que establece medidas de prevención y sanción contra toda forma de discriminación hacia las personas afrodescendientes.

La firma de la reglamentación marca un antes y un después en las comunidades afrodescendientes de nuestro país, las cuales han peleado por años para honrar a sus antepasados y educar a la sociedad sobre su historia y cultura.

Una de las comunidades afrodescendientes más emblemáticas es la de Kamba Kua, de Fernando de la Mora, caracterizada por sus tradicionales bailes y sus festivales cada 6 de enero en honor a San Baltazar.

Baile tradicional de Kamba Kua. Foto: GentilezaBaile tradicional de Kamba Kua. Foto: Gentileza

César Steven Chávez, vicepresidente de la Asociación Grupo Tradicional San Baltazar, habló con la redacción de HOY/Nación Media y destacó el valor de la historia afroparaguaya, la cual será reivindicada con la nueva Ley a través de la educación y la conciencia.

-¿Cuáles son las principales reivindicaciones del sector afrodescendiente y cómo la nueva ley va a abordarlas?

Creemos que esta ley conjuga varias reivindicaciones que hace tiempo venimos sosteniendo y principalmente lo que hace es establecer mecanismos y procedimientos para la prevención de actos de racismo y de discriminación hacia las personas afrodescendientes.

Y no solo eso, también tiene como finalidad reconocer, valorar y dignificar a la población afrodescendiente paraguaya y personas afrodescendientes que habitan dentro del territorio nacional. O sea, darle esa visibilización en cuanto al aporte histórico y cultural brindado por parte de la comunidad afro.

Procesión en honor a San Baltazar. Foto: GentilezaProcesión en honor a San Baltazar. Foto: Gentileza

-La identidad afrodescendiente, ¿de qué manera fue discriminada dentro de la sociedad?

Principalmente existe una discriminación con los que niegan nuestra existencia. Existe una invisibilización de nuestra vida, de nuestro aporte y de nuestra identidad misma.

Somos vistos como extranjeros, ajenos a la identidad paraguaya. Y lo que hace esta ley es brindar herramientas para que nuestro sector diga “soy paraguayo, pero tengo raíz afrodescendiente. Soy de identidad afroparaguaya”.

-¿Cómo se podría promover el reconocimiento y valoración de la cultura afrodescendiente, con la ley implementada?

La ley, en su artículo 5°, contempla la elaboración del Plan Nacional de Promoción, Fomento y Protección de los Derechos Humanos y que tendrá como objetivo la participación plena de las personas afrodescendientes en las diversas instancias públicas que involucran sus derechos y con los derechos consagrados constitucionalmente. Como, por ejemplo, establecer e incorporar el legado de los afrodescendientes en la historia del país.

Y en este sentido, aquí se da algo demasiado importante, la historia. Que nuestro legado y aporte sea reivindicado como un relato nacional. Esto ayudará a que se investiguen las raíces afroparaguayas.

Y también en el artículo 6° se plantea que el MEC incorpore en su currículo educativo la cuestión afrodescendiente, en cuanto a su historia, participación y aporte en la conformación de la sociedad paraguaya.

La música forma parte clave de la expresión cultural de la comunidad, la más conocida “pitiki pitiki”.La música forma parte clave de la expresión cultural de la comunidad, la más conocida “pitiki pitiki”.

-¿Cuál es el camino para incorporar la historia y la cultura afrodescendiente en la educación?

Como bien lo plantea el artículo 6°, a través de incorporar los datos que se tengan en el currículo educativo. Esto instruirá a que las instituciones educativas de todos los niveles tengan que formarse sobre la cuestión afroparaguaya y, a la vez, instará a la investigación que es algo que muy poco se realiza en Paraguay, sobre la historia y el aporte del afroparaguayo. Entonces, es eso lo que queremos desarrollar, la formación e investigación sobre la temática afrodescendiente.

-¿Qué viene después de la implementación de esta ley?

Esta Ley es histórica, pero somos conscientes de que tenemos que seguir trabajando en lograr una mejor calidad de vida de nuestras comunidades afro que, en muchos casos, se encuentran en la pobreza y pobreza extrema. A través de esta Ley se podrá obtener un número estimado de personas afrodescendientes que existen en Paraguay, por ejemplo. Y esto dará pie a que podamos generar programas y políticas afirmativas hacia el sector.

Para Chávez y otros miles de afrodescendientes en el país, la ley 6.940 les dará la oportunidad de incluir en la narración de la historia de nuestro país su legado de la esclavitud, que por muchos años tuvo un impacto profundo y duradero en la sociedad.

En Kamba Kua veneran a su rey mago San Baltazar cada 6 de enero. Foto: GentilezaEn Kamba Kua veneran a su rey mago San Baltazar cada 6 de enero. Foto: Gentileza