“Macho” y “Rotela”: el debilitamiento de dos clanes que lideraron la criminalidad por años
Con apenas horas de diferencia, dos poderosos clanes criminales se vieron duramente golpeados en esta última semana. Uno es el de Armando Javier Rotela, considerado como el preso más poderoso del país, tanto así que tuvo que ser recapturado en la propia cárcel de Tacumbú para que las autoridades tengan nuevamente control sobre él. El otro, Felipe Santiago Acosta Riveros, alias Macho, cuya estructura criminal sucumbió ante el poder de las fuerzas públicas durante un operativo en Ñeembucú.
Fuente: Por Juan Riveros
El pasado lunes 18 de diciembre, las noticias madrugaron. Los reportes iniciales referían de un intenso movimiento policial y militar en la zona de la Penitenciaría de Tacumbú. Con el correr de las horas se supo oficialmente que se trataba del Operativo Veneratio, que pretendía lograr el traslado de casi 1.000 internos a otras cárceles del país. Entre los objetivos estaba Armando Javier Rotela, líder del Clan Rotela.
Para conocer la historia de Armando Javier Rotela hay que remontarse a antes de los años 2000, cuando inició sus primeros pasos en el mundo delictivo. Inicialmente se desenvolvió en su ciudad natal de Tobatí, en el departamento de Cordillera, donde logró perpetrar varios hechos de asaltos que también rápidamente hicieron que tuviera sus primeras detenciones y antecedentes ante la Justicia.
Con el correr de los años, a su prontuario le fue sumando hechos de robo agravado, lesiones graves y su incursión al microtráfico de drogas, cuando de Tobatí se trasladó hasta la zona del Bañado Tacumbú, donde logró reclutar a sus “primeros soldados”.
Su astucia para enrolar jóvenes y tenerlos a su servicio para el tráfico de drogas, le llevó a colocarse el mote del “zar del crack”, debido a que era el producto “estrella” que se encargaba (o se encarga) de comercializar.
Su captura en el 2016 marcó un antes y un después. Lejos de terminar con sus actividades ilícitas, la situación de privación de libertad potenció su red de microtráfico, hasta convertirlo en lo que hoy es conocido como el “Clan Rotela”, siendo su mayor potencial el manejo criminal desde las penitenciarías del país, especialmente desde Tacumbú, donde, hasta hace apenas unos días estuvo recluido.
El portal especializado en crimen organizado y narcotráfico InSight Crime señala que, esta organización podría tener hoy entre 1.000 y 4.000 integrantes, siendo la mayor banda criminal del país.
Sin embargo, cuando el Clan Rotela parecía intocable, porque así lo permitieron autoridades anteriores, el lunes pasado se vio sucumbido ante el despliegue militar y policial en Tacumbú. Las imágenes que empezaron a recorrer mostraban que los uniformados lograron llegar hasta la zona denominada como “La Jungla”, feudo de Armando Javier Rotela y hasta donde ninguna autoridad podía acercarse. Minutos después, una imagen que quedará la historia: el líder del microtráfico en el país, siendo sacado en calzoncillos de la penitenciaría para su traslado hasta un centro de mayor seguridad.
Un día después, prácticamente a la misma hora del operativo Veneratio, las autoridades informaban sobre la Operación IGNIS en el departamento de Ñeembucú, donde se logró abatir a 10 temidos delincuentes, pertenecientes a la banda criminal de Felipe Santiago Acosta Riveros, alias Macho.
El operativo permitió desbaratar el brazo armado del grupo, atendiendo a la importante cantidad de armas, herramientas y dispositivos incautados en el poder de los abatidos y también casi una decena de detenidos.
Al igual que Rotela, alias “Macho” tiene sus orígenes en los 2000, cuando fue detenido por el crimen del estanciero japonés, Hiroyuki Arai, en la localidad de Tavapy, departamento de Caazapá. Él mismo confesó dónde había enterrado al ciudadano oriental. Por ese hecho fue condenado a 25 años de cárcel. Su permanencia en la Penitenciaría de Ciudad del Este fue de 6 años, hasta que logró fugarse el 19 de mayo de 2011, cuando burló la seguridad que lo trasladaba hasta un sanatorio para una supuesta revisión privada.
Cuatro años después fue recapturado en la zona de Salto de Guairá, departamento de Canindeyú, pero recluido en la Penitenciaría de San Pedro, donde estuvo apenas unos meses hasta que obtuvo un “permiso especial” para ir a prisión domiciliaria.
El permiso especial era por apenas unos días, hasta que debía volver a prisión. Sin embargo, “Macho”, fiel a su estilo, decidió permanecer en la clandestinidad.
En los últimos meses, “Macho” fue involucrado en varios hechos delictivos, entre ellos, el sonado caso de una emboscada a agentes del Departamento de Investigación de Delitos de Canindeyú. Tras dicho suceso, Acosta Riveros apareció brindando unas declaraciones a Telefuturo, negando su participación. Sin embargo, por el actuar y la cantidad de armas utilizadas, todo apuntaba que se trataba de su estructura criminal que se instaló en la zona en base al sicariato y narcotráfico.
Actualmente “Macho” es el criminal más buscado del país. A pesar del Operativo IGNIS, las autoridades no pudieron confirmar su paradero, sin embargo, al quedar desbaratado su brazo armado, le podría dar una chance a que las fuerzas del orden lo capturen.
La alta cocina paraguaya se reinventa: innovación, técnica y sabor con identidad propia
La gastronomía paraguaya vive un momento de transformación y crecimiento que va mucho más allá de los sabores tradicionales. Con chefs y empresarios que apuestan a la innovación y a técnicas internacionales, la cocina local está alcanzando un nuevo nivel de sofisticación y reconocimiento regional.
En los últimos años, restaurantes y cocineros reconocidos incorporaron métodos como la maduración de carnes, el uso de productos nativos en presentaciones contemporáneas y la exploración de nuevas texturas y combinaciones. Este proceso logró captar la atención de comensales locales y turistas que buscan experiencias gastronómicas auténticas y sofisticadas.
El cambio en el paladar paraguayo también es evidente, ya que los consumidores demandan platos más elaborados, donde se valoran ingredientes autóctonos con un toque innovador. La alta cocina paraguaya supo adaptarse a tendencias globales, como la sostenibilidad y el respeto por el origen de los alimentos, integrándolos en sus propuestas.
Leticia Villalba Pomata, licenciada en Administración, máster en Finanzas y experta en Culinary Management, es una de las impulsoras de esta revolución gastronómica. CEO de Central Market, Alma Cocina con Fuegos y Sello 33, Villalba es pionera en la introducción de técnicas avanzadas como la maduración de carnes, que hoy está cambiando la experiencia del comensal paraguayo.
“En los últimos años, la gastronomía paraguaya ha experimentado un salto cualitativo notable, tanto en técnicas como en propuesta conceptual. Hemos pasado de una cocina tradicional a una escena más audaz, que se anima a reinterpretar ingredientes locales con estándares internacionales”, señala.
Agrega: “La incorporación de técnicas como la maduración, el sous-vide, la cocción a baja temperatura, y la integración de productos de origen controlado marcan una evolución clara. También se ve una mayor conexión entre el productor, el cocinero y el consumidor final, con una búsqueda por calidad real y la oferta gastronómica diferente”.
La maduración es un proceso controlado que mejora la calidad de la carne mediante la descomposición natural de fibras musculares, resultando en cortes más tiernos y con sabores intensificados, sin alterar la esencia original. En palabras de Villlaba, “el objetivo no es cambiar el sabor o aroma, sino potenciarlo para una experiencia sensorial superior”.
Esta técnica, antes reservada a restaurantes de lujo, comienza a popularizarse en el país. “Hoy vemos que cada vez más establecimientos incluyen carne madurada en sus menús de forma estable y con muy buena aceptación del público,” explica Villlaba, quien subraya que el acceso a estos cortes ya no depende del precio original, sino del proceso de maduración.
El consumidor local, cada vez más informado y exigente, está dispuesto a explorar nuevas texturas y combinaciones, siempre que la calidad esté garantizada. “La gente quiere entender qué está comiendo, conocer el origen y la técnica detrás del plato,” señala Villlaba. Esta curiosidad abre las puertas a innovaciones que respetan la tradición, pero rompen moldes.
Los extranjeros que visitan Paraguay también valoran la nobleza de los ingredientes locales. “Quedan sorprendidos por la terneza de nuestras carnes maduradas, incluso de cortes que en otros países serían considerados secundarios,” comenta Villlaba. Su empresa ya está exportando estos productos a mercados exigentes como Madrid, lo que marca un hito para la cocina paraguaya.
Asunción se convirtió en un laboratorio culinario donde conviven cocinas abiertas, restaurantes de autor y fusiones audaces. Sin embargo, Villlaba reconoce que hay desafíos pendientes, como la formación técnica, la mejora en la cadena de frío y el acceso sostenible a insumos de calidad.
“El proceso de maduración requiere paciencia y tecnología avanzada; nosotros hemos trabajado durante casi cinco años para perfeccionar nuestro producto,” destaca, poniendo en valor la dedicación necesaria para lograr estándares internacionales.
El siguiente paso para Paraguay es definir una identidad clara y construir una reputación sólida basada en la autenticidad y la excelencia técnica. “No basta con tener un plato espectacular o una experiencia puntual”, resalta Villalba.
Exportar carne madurada con sello paraguayo es una meta concreta que posicionaría al país en el mapa regional como referente en carnes de autor, tal como Perú tiene su ceviche o Argentina su parrilla. “Este es el gran desafío y objetivo que perseguimos desde Sello 33,” remarcó.
Adolescentes suman a las estadísticas del VIH, el desafío más grande de la salud pública
En Paraguay y en todo el mundo, los casos de VIH siguen preocupando. En el 2024, nuestro país cerró con 1.488 nuevos contagiados. A esta cifra se suma otra realidad mucho más preocupante, jóvenes de entre 15 y 19 años que ya forman parte de las estadísticas de esta enfermedad.
El Programa Nacional de Control de VIH/Sida/ITS (PRONASIDA) presentó su informe epidemiológico sobre los casos de VIH en nuestro país y muestra que, desde 2022 al 2024, existe un sostenido aumento.
Las pruebas realizadas aumentaron un 92% en dos años, pasando de 145.711 en 2022 a 282.752 en 2024.
En Paraguay, el año pasado se notificaron 1.488 nuevos diagnósticos de infección por VIH en Paraguay, de los cuales, un 43% presentaron enfermedad avanzada al momento del diagnóstico.
Estas cifras alarmantes incluyen cada vez más a adolescentes que adquieren el virus y cuyas edades comprenden entre 15 y 19 años. Este grupo etario comprende el 5,7% del total.
La Dra. Elena Candia, directora del Pronasida, durante su visita en el programa Aire de Todos, indicó que esta realidad debe ser un llamado de atención para establecer políticas de prevención en los adolescentes, con una educación sexual correctamente enfocada.
La mayor proporción de casos confirmados de VIH se concentró en el grupo etario de 20 a 39 años, representando el 65% del total de diagnósticos.
De acuerdo a las estadísticas, los casos confirmados de VIH en Paraguay en el 2024, en su mayoría corresponde a hombres, con 1.105 casos, mientras que las mujeres, 383 casos.
La doctora Candia explicó que el VIH es una enfermedad crónica, comparable con la hipertensión y la diabetes, es decir, no existe una cura, pero se puede llevar una vida normal si se detecta a tiempo y se hace un buen tratamiento.
Con respecto a la vacuna recientemente anunciada en Estados Unidos, la profesional indicó que representa un avance importante en prevención y una muestra de que cada vez la medicina está más cerca de encontrar, quizás, una cura a la enfermedad.
“Se utilizó el término vacuna porque estamos relacionados con eso, esta medicación es un inyectable que contiene un antiviral que previene un 100% de la enfermedad”, agregó.
Energía, máquinas y un buen plan: cómo Paraguay puede tener su propia reserva de bitcoins
La minería de bitcoins fue convirtiéndose con el paso de los años en una actividad rentable y, sobre todo, en una oportunidad de inversión para quien desee aventurarse en un campo innovador, lejos de los tradicionales modelos de negocios. Es allí donde Paraguay podría convertirse en un “nuevo jugador” y capitalizar sus posibilidades para incursionar en la criptominería.
Por Robert Bourgoing (@robertb_py)
La historia del bitcoin puede compararse a la de las empresas tecnológicas o startups: en los primeros tiempos, había cierto recelo, dudas o temor por invertir en ellas, en gran medida por el desconocimiento sobre su naturaleza y posible impacto, pero en la actualidad, son una “mina de oro”.
Esta criptomoneda es, probablemente, la más conocida en todo el mundo, y también la de mayor valor en el mercado. A la fecha, el bitcoin se cotiza en cerca de USD 107.000, y se cree que podría llegar incluso a los USD 135.000 en los próximos meses, según proyecciones del prestigioso banco británico Standard Chartered.
Quien hoy sea poseedor de estos activos (aunque sea en una pequeña proporción) se asegura tener en sus manos una fortuna digital, muy por el contrario a lo que sucedía en el ya distante 2011, cuando un bitcoin valía apenas un dólar.
Analizar la posibilidad de incursionar en la minería de criptomonedas, y específicamente de bitcoins, hoy ya no suena tan descabellado, siendo hasta una gran oportunidad de inversión, pero ¿qué sucedería si es el mismo Estado el que participa?
Este es el planteamiento que se hace Bruno Vacotti, especialista en bitcoin y socio fundador de la Cámara Paraguaya de Minería de Activos Digitales, quien evalúa la gran alternativa que representa para un país como el nuestro, donde existe energía limpia, disponible y renovable, producto de dos grandes hidroeléctricas.
Su idea es simple, pero ingeniosa: que Paraguay puede convertirse en protagonista al apostar por la minería de bitcoins, a fin de generar su propia reserva, utilizando para ello la energía sobrante. Es allí donde entran a jugar un rol clave las máquinas mineradoras incautadas de la criptominería ilegal.
“Se incautan un montón de máquinas que están fuera del sistema legal y todo eso representa una gran potencia de cómputo”, explicó en entrevista con HOY. Al respecto, señala que estos equipos podrían “generar dinero para alguien”, y es ahí donde el Estado paraguayo posee chances de ser partícipe.
Países como Bután vienen haciendo esto desde hace varios años, llegando a acumular el 40% de su Producto Interno Bruto (PBI) con este activo. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ya había anticipado durante su campaña electoral antes de llegar a la Casa Blanca su intención de crear una “reserva estratégica de bitcoin”. Para no ir muy lejos, en Argentina ya analizan la posibilidad de que también se pueda tener una reserva nacional.
Vacotti señala que esta ida surgió de varias conversaciones con autoridades del Ministerio de Industria y Comercio (MIC), el Viceministerio de Minas y Energía y la ANDE, siendo este último un actor crucial para hacer realidad el sueño, debido a la gran demanda energética que representa la criptominería.
La construcción de un data center para minar bitcoins, y que sea administrado por el mismo Estado, representa una gran oportunidad de inversión, sostiene. Los activos que pudieran generarse quedarán luego como una reserva de valor o, como en el caso de Bután, serán utilizados para financiar proyectos en favor de su población.
Puso como ejemplo el caso de la Secretaría Nacional de Bienes Incautados y Comisados (Senabico), que dispone el uso de los bienes hallados en manos del crimen organizado y les da otros fines, con el propósito de evitar que pierdan valor o se deprecien. “Eso se podría hacer con las máquinas, para que generen un valor para el país y luego se rematen, si así lo quieren”, agregó.
“Si tenemos energía disponible y máquinas incautadas que están acumulando polvo, es un despropósito no utilizarlas para generar valor, y que ese valor sea para todos los paraguayos”, afirmó Vacotti.
Países de Europa y Asia, sin olvidar a Estados Unidos, han mostrado su respaldo a los criptoactivos como una reserva de valor y, sobre todo, al bitcoin, que hoy se ha posicionado como el principal en su segmento, con una mayor cotización y credibilidad.
Según sus estimaciones, Paraguay podría generar cerca de 450 bitcoins al año con la capacidad actual, lo cual representa más de G. 850 millones, recursos que serían única y exclusivamente del Estado, de darse el caso.
Con todos los recursos disponibles, una fuente de energía casi inagotable y una buena planificación, lo que hoy suena como una simple idea de un entusiasta, de aquí a unos años podría ser una gran apuesta por la innovación y la generación de recursos estatales.