En la esquina del infierno (II parte)

Al llegar al Hospital de Trauma, Jazmín –la hermana de José Emilio– juró ante el cuerpo de su hermano que haría justicia. Fue ella, valiente y decidida, la que encaró una investigación paralela para motivar a la Policía a hacer lo suyo. Más tarde se encontrarían con el asesino y un fallo en el sistema.

Por Oscar Lovera Vera, periodista

El giro abrupto de su auto interrumpió al guardia que dormitaba en la garita principal, el freno aplicado bruscamente latigó su cuello, llegaron al acceso principal del hospital.

—¡¿El comisario Amarilla dónde está? —preguntó Jazmín a una enferma que sostenía una férula inmovilizadora en la mano.

La mujer pensó unos segundos y contestó señalando a sus espaldas: —Debió ingresar al cuarto de urgencias, señorita. Podría aguardarlo frente al mostrador, antes de aquel pasillo.

Jazmín quedó observando la puerta de urgencias, aquella sala dónde ingresaban los heridos que requerían de atención inmediata por diversos cuadros críticos.

Era blanca, con ventanales en su parte superior. Estaban empañadas o –tal vez- añosa que no dejaba ver que ocurría tras ella. También distinguió los golpes en el centro de cada hoja, no comprendía porqué. Siguió mirando hasta que una camilla, empujada por un paramédico, las abrió desde el interior. La puerta, pendulándose, dejó que sus ojos se colaran en esa habitación. Era un hervidero de médicos y asistentes con tapabocas y guantes de látex, órdenes y gritos que no lograba identificar.

Con su mente conversó y rogaba que no sea su hermano al que los doctores rodeaban, no podía distinguir. La puerta se cerró y con ella se disipó su atención. Caminó con su madre hasta el escritorio del policía, esperándolo a que se acerque a notificarles las causas de su perturbadora llamada.

EN LA SALA DE URGENCIAS

¡…27, 28, 29, 30! compresiones torácicas, dos ventilaciones, gritaba el asistente en la sala de cirugía, hacía de todo para revivirlo. El procedimiento de reanimación se repetía por segunda vez. La ausencia de pulso se anclaba en su cuerpo, no respiraba.

El proyectil era de un arma calibre 9 milímetros. Tuvo un orificio de entrada y otro de salida en el cuerpo. Atravesó su tórax, la bala causó severas lesiones en órganos vitales y comenzaba a colapsar por dentro.

Pronto, los médicos, percibieron el ritmo de la muerte, acechaba agresiva. Las ondulaciones en el aparato respirador comenzaban a debilitarse, trazando una línea recta, constante, seguida por un pitido que nadie quería escuchar. José Emilio murió. Su muerte fue diagnosticada como shock hipovolémico a consecuencia de la herida profunda en el pecho.

El comisario Amarilla recibió el aviso de lo que ocurrió, en ese instante estaba en la sala tomando nota de la identidad de otro paciente. La policía debía llevar un informe paralelo de los atendidos en urgencias. Si alguno ameritaba una investigación de oficio debía reportar a la comisaría de esa jurisdicción.

Al escuchar la noticia se estremeció, se puso en el lugar de la madre y la hermana de José. Le avisaron que ellas aguardaban por alguna información, y lo hacían impacientes frente a su mesa de trabajo.

Cuando llegó hasta las dos mujeres, su rostro lo delató. Más de 25 años trabajando como policía y la mitad de ellos en ese lugar no le sirvieron para disimular un par de pasos. Se detuvo frente a ellas y las miró fijamente, sin poder emitir alguna palabra. Pensaba que diría primero: la muerte o trataría de tomar el camino más largo explicando que su familiar ingresó hasta ese hospital con un disparo en el tórax.

Optó por lo primero, no quería mortificarlas más.

El llanto y los gritos desaforados retumbaron en las paredes del antiguo hospital. Quedaron devastadas, no había consuelo ni explicación. El hermano menor, el hijo varón ya no estaba, se lo arrebataron sin sentido.

La voz de Jazmín se escuchó potente en la morgue, con firmeza prometía ante el cuerpo de su hermano

—¡José yo te prometo que voy a hacer justicia, lo que sea voy a hacer!

LUCES ALTAS

Las luces de la baliza se propagaron en el hospital. En poco tiempo los agentes de homicidios llegaron al sitio y observaron lo que llevaba consigo José. En el interior del bolsillo de su pantalón de jeans estaba su teléfono celular.

—¿Puedo doctora? —Consultó un policía a la fiscal que observaba lo que hacían.

—Claro, adelante oficial —respondió la agente mientras sostenía con fuerza una lapicera para tomar apuntes de lo que consideraría importante.

La experiencia del investigador lo llevó directamente a la aplicación de mensajerías, ahí encontró una pista. Algo que le revelaría –tal vez- el trasfondo del asesinato. El texto enviado desde un número desconocido decía:

Te vamos a sacar de hfppppp!!! Ani nos decís que noooooo! Te voooyyy a mataaaa!!!$. Yo y Mario juntos. Ni bollo por tu pendeja!!! Vos salís porque salís carajoooo?!!!!”

—Fiscal, fíjese en esto, aquí podríamos tener algo… mencionó el policía y, a la par, le entregó el teléfono en las manos.

La primera se tejió en torno a una muerte por encargo, uno con contexto pasional. El agente policial siguió hurgando entre las pertenencias de José, y en la billetera encontró otra prueba más, para sustentar su idea. Era un manuscrito, uno que advertía sobre una mala decisión que tomó José Emilio, y debía asumir las consecuencias.

—Doctora, creo que con esto puedo comenzar a investigar. Estos dos indicios me hacen pensar que alguien está detrás y no se trató de un robo. Tiene todas sus cosas y estas amenazas hacen suponer que lo querían muerto por otra cosa. —explicó con determinación el agente de Homicidios.

El policía obtuvo el permiso fiscal y rastreó el número utilizado para enviar los mensajes. En un par de horas las telefónicas identificaron a un joven, uno del entorno cercano de José. Su detención solo fue cuestión de conducir un par de kilómetros dentro de la ciudad.

En la estación de policías lo interrogaron, y con lágrimas explicó que solo se trató de una broma de la cual José estuvo al tanto. Solo duró unas horas, mientras se encontraban en clases de la universidad. Puede corroborarlo con otros amigos, él mismo escribió parte de todo eso…

El comisario de homicidios lo descartó. La fiscal lo comprometió a brindar apoyo en la investigación, en caso de necesitarlo, pero definitivamente con él se disolvió la única hipótesis que tenían.

EL ASESINO TENÍA UN ROSTRO

La teoría del asalto se reavivó. Jazmín tuvo una corazonada. Volvió a la esquina del infierno, vecino por vecino a preguntar si algo vieron, si escucharon algo.

A las pocas horas de ese rastrillaje, un hombre corpulento respondió al llamado de su timbre.

—Buenas tardes señor, soy Jazmín, la hermana del muchacho que mataron en esa esquina. Como usted vive justo enfrente a ella le pregunto si escuchó algo, es que necesitamos alguna respuesta a lo que pasó –dijo la mujer con una voz quebrada.

Tal vez la manera en que lo miró, el timbre sollozo de su voz hizo que el alemán se compadezca y pese al temor que tenía, habló.

—Sí, vi algo. Esa madrugada no podía dormir, es que sufro del corazón y el calor me acuciaba. Entonces abrí la ventana que da a la calle para respirar algo de aire. En eso vi a dos chicos, uno frente a otro, y una mujer parada no muy lejos de ellos. Luego el que estaba en la moto disparó contra el otro, y se sacó el casco. Lo vi bien, recuerdo bien su rostro —relató aquel hombre que promediaba la quinta década.

Con esa información la esperanza en la familia se fortaleció. Ese hombre accedió a relatar todo eso ante la fiscal que investigaba y con ello sus peritos dibujaron un retrato hablado. El asesino tenía un rostro.

UNA FIESTA, UN APODO

Sobre la Avenida Colón, cuadras abajo del lugar donde mataron a José, los vecinos se reunieron para ayudar a un integrante del lugar. Para ello compraron pollo, lo condimentaron y acompañado de una ensalada con papas y zanahoria lo comenzaron a vender. La música ambientaba el barrio, aunque muy dolidos por la muerte que aún lloraban algunos.

En un pequeño circulo de muchachos, de no muy buen oficio, un comentario puso en alerta a Jazmín…

—“piko” la ojapoa pea, ha’e la ojukaa chupe (“pico” fue el que lo hizo, él fue el que lo mató)

Esa voz retumbó en su cabeza, fue corta la oración pero tan incisiva que revolvió sus pensamientos y su estómago.

—¿quién es “piko”? —preguntó desafiante Jazmín.

La conversación entre ese grupo de adolescentes se detuvo abruptamente. No emitieron sonido alguno, se miraron entre ellos como desafiándose a quién respondía.

—¡Contesten, a mi hermano fue el que mataron! ¡Si saben algo ahora quiero escuchar! —Jazmín dobló la intensidad de su voz, no estaba dispuesta a rodeos, quería un nombre en ese instante.

—Nosotros no queremos problemas señorita. Solo nos comentaron que “piko”, un muchacho del bajo, fue el que le disparó a tu hermano aquel sábado. Pero lo conocemos por su apodo, y nada más.

Eso fue suficiente para la mujer, estaba decidida a cumplir con la promesa que le hizo a su hermano en la morgue del hospital. Ella haría justicia.

UN NOMBRE EN CINCO DÍAS

El comisario de Homicidios escuchó todo lo que tenía que decirle Jazmín, ella sola obtuvo a un testigo presencial que se reforzó con la versión de un taxista. El conductor hizo cambio de luces con su automóvil para intentar dispersar el asalto, al no lograrlo la mujer que estaba cerca del tirador lo obligó a retirarse haciendo señas con las manos. Quizás ese apodo lo llevaría junto al asesino, y luego el camino será más corto para identificar a la cómplice.

En cinco días el apodo tuvo un dueño: Leocadio Emanuel Gayoso. Su aspecto era el que describió el extranjero en su testimonio, para la policía esta vez no había dudas que se trataba del tirador. Lo siguiente fue convivir esposado y bajo interrogatorio constante. Leocadio tenía una tupida vida criminal que lo ponía como un peligroso criminal.

EL FINAL

Dos testimonios y sus huellas dactilares en las pertenencias de José lo llevaron ante un tribunal de la Corte el 29 de julio del año 2015. La fiscal Gilvi Quiñónez tomó el micrófono y miró a los jueces, le tocaba argumentar sobre la cantidad de años que solicitaba para aquel acusado.

—Señores jueces, durante la investigación pudimos probar que este hombre estuvo en la escena del crimen. Fue visto por dos personas, y una de ellas elaboró un retrato hablado que coincide plenamente con las facciones del acusado. Las huellas dactilares en las pertenencias del joven, que fueron tomadas pero no sustraídas respaldan aún más su participación en el crimen.

Este hombre es de alta peligrosidad señor juez, y quiero sostener esto con la vida criminal del acusado. Leocadio cumplió una condena por el asesinato de Carlos Federico Gaona Arce. Su condena fue de 20 años por matar de ocho balazos a ese hombre el 2 de julio del año 2003, lo hizo junto a un cómplice. Sin embargo lo beneficiaron con libertad condicional el 2 de mayo de 2012, casi un año antes del crimen que nos compete esclarecer hoy. Es decir, este hombre mata por placer.

Esta frase fue justamente la que pesó en la decisión de aquel trío de jueces, entendieron la actitud violenta sin contención de aquel hombre. El peso de la condena cayó con la misma furia. Treinta y siete años de prisión sin posibilidad de apelar o solicitar nuevamente la condicional. Leocadio recibió la pena más dura para un asaltante callejero.

El 4 de junio del año 2018, poco después de las cinco de la tarde, una patrullera destellaba sus luces y ensordecía con su sirena el barrio capitalino, Tacumbú. El portón de la cárcel de varones se abría para dar paso a los conductores que llevaban prisa. Un recluso malherido con un puñal iba dentro. Con vida no llegó, y nuevamente fue Leocadio el que lo asesinó.

FIN

Muertes en penal de Pedro Juan: internos habrían confundido juicio con traslados

Un juicio oral bastante extenso se desarrolló ayer en la cárcel de Pedro Juan Caballero. Los internos que iniciaron la guerra habrían pensado que todo el movimiento era par aun traslado y allí iniciaron el enfrentamiento. Esta es una hipótesis de la Fiscalía.

Esta madrugada llegaron a Asunción los cadáveres de los reclusos fallecidos ayer en la Penitenciaría Regional de Pedro Juan Caballero, a fin de cumplir con la autopsia para determinar las causas del fallecimiento de cada uno.

La fiscal Sandra Díaz informó que, coincidentemente, también ayer se desarrolló un juicio oral que se prolongó por mucho tiempo. El desarrollo de esta diligencia implicaba a muchos funcionarios y a un importante movimiento en cuanto a seguridad.

“Ahí hubo una confusión porque me imagino que no tenían conocimiento de qué estaba pasando y pensaron que había algún tipo de traslado. Es una información preliminar que voy a corroborar”, explicó Díaz.

Tanto los miembros del PCC como los del clan Rotela serán trasladados a diferentes cárceles, aproximadamente 15 de cada grupo, como medida de seguridad.

La investigación se centra en determinar quién tenía las armas en su poder, a partir del análisis de algunos videos que ya se tienen.

Ambiente cálido y húmedo para este jueves

La Dirección de Meteorología anuncia una jornada cálida a calurosa y, todavía, con probabilidad de lluvias dispersas. Desde mañana ya no se esperan precipitaciones.

Hoy, el cielo estará mayormente nublado, soplarán vientos variables, luego del noreste. La temperatura llegará a 32ºC.

Para mañana viernes se espera un día caluroso, vientos moderados del norte y cielo parcialmente nublado. Las extremas oscilarán entre 23ºC y 34ºC.

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El sábado sorprende un nuevo pico con ribetes de verano. La mínima será de 24ºC y la máxima de 36ºC.

El domingo persistirá el tiempo caluroso, con cielo parcialmente nublado a nublado, vientos del norte, luego variables. La variación térmica irá de 25ºC a 34ºC.

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En Luque crean un Comité de Emergencia tras caos por el intenso temporal

La Junta Municipal de Luque se declaró en emergencia y aprobó la creación de un Comité para plantear acciones y asistir a los pobladores afectados por las intensas lluvias que cayeron desde la madrugada de este miércoles.

Las fuertes precipitaciones provocaron grandes raudales en varios puntos de la ciudad, especialmente, en la zona del arroyo San Juan donde hoy murieron dos mujeres arrastradas por el agua.

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Esta situación motivó a los ediles luqueños a declarar la ciudad en emergencia y determinar qué acciones tomar para ayudar a los pobladores afectados y prever que otra situación similar, no vuelva a ocurrir.

Para buscar una salida a los inconvenientes ocasionados por las intensas lluvias, la concejala Belén Maldonado planteó como primera medida, crear un Comité de Emergencia, lo cual fue aprobado por los demás miembros de la Junta.

Este comité estará conformado por dos representantes liberales y dos representantes colorados, quienes serán los encargados de determinar qué acciones tomar ante una crisis.

Luque fue golpeada este miércoles luego de que Sara Benítez (48) y su hija Nilda Lujan Barrios Benítez (19) murieron tras ser arrastradas por un raudal hasta un arroyo ubicado detrás del Club Valderrama.