¿Arriero tolãi, tolái o tolay?: lo que dice la RAE sobre esta palabra
Utilizada mayormente en el lenguaje coloquial, la palabra empleada para referirse a una persona tonta o de escasas aptitudes, genera discusiones en torno a su existencia, aceptación y escritura. Veamos qué dice la Real Academia.
El diccionario de la lengua española (el oficial de la RAE) no incluye en su contenido la palabra tolay en ninguna de las formas que aparecen en el título de esta nota, es decir, para el diccionario, no existe.
Sin embargo, la Real Academia Española se pronunció sobre este adjetivo y lo describió como una palabra de uso coloquial que, si bien no se ha incorporado a los repertorios académicos, debe escribirse con y final: tolay.
Esta escritura responde a las normas ortográficas, teniendo en cuenta que, el uso de la “y” dentro de una palabra, se limita a los casos en que la “i” final es antecedida por una vocal, como en este caso y en ejemplos como: Paraguay, Uruguay, Amambay.
Por este mismo motivo es incorrecto el uso de la “y” en los hipocorísticos (apodos) como Gabi, Mari, Andi, entre otros, ya que, en estos vocablos, la “i” final aparece antecedida por una consonante.
Volviendo a la palabra que nos convocó a este debate, algunos diccionarios no oficiales, como el Diccionario del Español Actual de la Fundación BBVA, definen a tolay como una voz coloquial que significa tonto. Otros agregan la descripción de: persona con escasas capacidades y aptitudes, tonto, bobo.
La pronunciación correcta es “tolái” y la escritura tolay. Sin embargo, a menudo en nuestro país se escucha una pronunciación nasal sobre la vocal a. Por cierto, este término coloquial no se limita al Paraguay, sino también a países europeos.
La sección RAE del diario HOY tiene como fin promover el buen uso del idioma español, con el sustento de lo que dicta la RAE, máxima autoridad de la lengua que, con el correr de los años, va cambiando algunas reglas y proponiendo adaptaciones, según la necesidad.
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Los alumnos y las alumnas: el argumento que refuta la doble mención
En un mundo donde los discursos de género e inclusión de pronto adquieren ribetes hostiles que rozan lo bélico, la Real Academia Española ratifica la vigencia del plural masculino para incluir al varón y la mujer. Vea los argumentos.
Si bien con el paso de los años, algunas reglas gramaticales cambiaron, además de que el diccionario admitió e incorporó muchas palabras, algo que nunca se modificó es la regla del poderoso y práctico plural masculino que simplifica la expresión e incluye a ambos géneros.
Ejemplo: Los ciudadanos de 18 años serán inscriptos al padrón de forma automática
¿De qué manera podría alguien pensar que esta oración se refiere únicamente a los hombres? Decir que para la comprensión correcta se necesitaría incluir a la par, las palabras “y las ciudadanas”, sería como negar la existencia del sentido común.
Desde el punto de vista lingüístico, los desdoblamientos como: “niños y niñas”, “ciudadanos y ciudadanas”, son totalmente artificiosos e innecesarios, pues, el plural masculino actúa en este caso en su condición de genérico.
Según la Real Academia Española, la actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas.
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Se olvida que en la lengua está prevista la posibilidad de referirse a colectivos mixtos a través del género gramatical masculino, posibilidad en la que no debe verse intención discriminatoria alguna, sino la aplicación de la ley lingüística de la economía expresiva, explica el diccionario panhispánico de dudas.
La recomendación de la máxima autoridad de la lengua española es evitar estas repeticiones que no hacen más que causar dificultades sintácticas y de concordancia, además de complicar la redacción y lectura de textos.
A esto se suma el singular masculino. En los sustantivos que designan seres animados, el masculino gramatical no solo se emplea para referirse a los individuos de sexo masculino, sino también para designar la clase, esto es, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos: El hombre es el único animal racional; El gato es un buen animal de compañía.
La sección RAE del diario HOY tiene como fin promover el buen uso del idioma español, con el sustento de lo que dicta la RAE, máxima autoridad de la lengua que, con el correr de los años, va cambiando algunas reglas y proponiendo adaptaciones, según la necesidad.
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Me fui “en” lo de mi mamá y otros errores locales muy frecuentes
El uso correcto de preposiciones como: a, en, para, entre otras, es algo que se enseña en la escuela, pese a lo cual, genera confusión en muchos hablantes. El típico ejemplo de “me fui en lo de mi mamá”, en lugar de “a”, fue lo que motivó a una lectora a solicitar que abordemos esta dificultad. Decidimos cumplir su pedido con esta nota.
Al igual que ayer, hoy nos tomamos el tiempo de seguir las sugerencias de los seguidores de nuestra sección RAE. Esta vez fue el turno de Pilar Decoud, quien en nuestra publicación titulada “‘Se compró para su auto”, un error común con influencia del guaraní', pidió desarrollar la explicación de este ejemplo.
Frases como: me fui en lo de mi mamá, vamos en el parque, me voy en la peluquería, se fue en su trabajo, son casos en los que se utiliza incorrectamente la preposición en.
Lo correcto en todos esos ejemplos es el uso de la preposición a: me fui a lo de mi mamá, vamos al parte, me voy a la peluquería, se fue a su trabajo.
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Como todo tiene un porqué (se escribe en una sola palabra al actuar de sustantivo), veamos las razones que justifican la a y excluyen a en de esas situaciones:
El diccionario de la lengua española explica que:
En: es una preposición que denota en qué lugar, tiempo o modo se realiza lo expresado por el verbo a que se refiere. Ejemplo: estoy almorzando en mi casa.
A: indica la dirección que lleva o el término a que se encamina alguien o algo. Voy al súper, vamos a casa.
Ambas preposiciones son amplísimas y tienen muchos otros usos, sin embargo, los que atañen al ejemplo abordado son estos.
En esa misma línea y aprovechando el oportuno pedido de nuestra querida lectora, mostramos otros ejemplos similares, pues, no solamente se dan casos de usos inapropiados de una preposición, sino la omisión de ellas, lo cual, también conduce a errores.
¿Dónde vas?: aquí se omitió la preposición a y lo correcto es: ¿a dónde vas?
¿Qué hora tenemos que irnos?: otra omisión de la a, donde lo que corresponde es: ¿a qué hora tenemos que irnos?
Las omisiones no se limitan a las preposiciones, sino también a los verbos. Ejemplo:
Visto que te fuiste de vacaciones. Aquí, el participio visto omite el verbo haber.
Lo correcto es: he visto que te fuiste de vacaciones
Un caso en el que visto es válido sin el verbo haber es el de los documentos jurídicos en los que se utiliza mucho el “visto y considerando que”. Otro ejemplo válido es el visto de Whatsapp y el típico reclamo de “me dejó en visto”.
Esperamos que este artículo llegue a nuestra seguidora Pilar Decoud y que sea de utilidad de todos nuestros lectores, cuyas sugerencias seguiremos tomando en cuenta.
La sección RAE del diario HOY tiene como fin promover el buen uso del idioma español, con el sustento de lo que dicta la RAE, máxima autoridad de la lengua que, con el correr de los años, va cambiando algunas reglas y proponiendo adaptaciones, según la necesidad.
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Narcisista y egocéntrico: ¿son sinónimos?
Para describir a personas que se dan demasiada importancia a sí mismas, muchas veces utilizamos las palabras narcisista y egocéntrica. Sin duda hay similitud entre ambas, sin embargo, ¿existen diferencias o son aplicables indistintamente?
Como a nuestros lectores nos debemos, esta nota nace en respuesta al pedido de un seguidor de la sección RAE, quien en nuestra publicación titulada: “Ironía y sarcasmo: dos burlas parecidas, pero diferentes”, dejó un comentario en el que pidió hablar del narcisismo y el egocentrismo.
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Estimado Pablo Pico, esperamos que esta publicación llegue a sus manos. Recurrimos al libro madre, el diccionario de la lengua española, a fin de contestar con exactitud:
Narcisista:
m. y f. Persona que cuida en exceso de su aspecto físico o que tiene un alto concepto de sí misma.
Egocentrismo:
m. Exagerada exaltación de la propia personalidad, hasta considerarla como centro de la atención y actividad generales.
Egolatría:
f. Culto, adoración o amor excesivo de sí mismo.
Es decir, un narcisista no solamente tiene un alto concepto de sí mismo, sino que también le dedica un cuidado excesivo a su persona.
En tanto, el egocéntrico directamente se considera el centro de atención, sin que ello implique el cuidado de sí mismo.
Efectivamente, ambas palabras tienen un factor en común, que es el alto concepto propio, pero difieren en la dedicación que una persona se da a sí misma.
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