Cónclave con tilde, papa en minúsculas y otros datos ortográficos

Ante la triste partida del papa Francisco, desde la Real Academia Española recuerdan las mayúsculas y minúsculas, las tildes, palabras compuestas y otras reglas ortográficas relacionadas al hecho.

El mundo habla de un solo tema este lunes: la muerte de Jorge Bergoglio, el papa Francisco. Como una guía para el uso de las expresiones correctas, la Fundación Español Urgente recoge los términos más utilizados y sus usos apropiados.

Tanto papa como sumo pontífice, romano pontífice o santo padre se escriben en minúscula, tal como indican las normas de la Ortografía de la lengua española sobre «sustantivos que designan títulos nobiliarios, dignidades y cargos o empleos de cualquier rango».

El papa dirige la Iglesia católica, expresión en la que a Iglesia le afecta la mayúscula institucional, por designar una institución eclesiástica, mientras que el adjetivo que especifica de cuál se trata se mantiene en minúscula.

En la expresión su santidad el papa Francisco, la fórmula honorífica su santidad se escribe con minúscula, reservándose la mayúscula solo para Francisco. Si aquella aparece aislada, la mayúscula es admisible, pero no necesaria: «Fallece su santidad», «Fallece Su Santidad».

La junta en la que se elige al nuevo papa se denomina cónclave, no conclave, y se escribe en minúscula. Aunque en el pasado se recomendaba su pronunciación como palabra llana (está formada por la preposición con y el sustantivo clave, esto es, con llave, en alusión a que la junta se celebra a puerta cerrada), el Diccionario panhispánico de dudas recomienda en la actualidad evitar la variante etimológica por haber caído en desuso.

Su última aparición pública fue el Domingo de Resurrección en la bendición urbi et orbi, no urbi et orbe, en cursiva y en minúscula, tal como señala la Ortografía de la lengua española. La expresión se traduce como a la ciudad de Roma y al mundo.

Santa Sede se escribe con mayúsculas por ser esta la denominación oficial, con personalidad jurídica propia, de la institución que dirige la Iglesia.

La grafía papamóvil, en minúscula y en una sola palabra, es la adecuada para referirse al vehículo que utiliza el papa para recorrer las ciudades que visita.

Los sustantivos obispo, arzobispo y cardenal (o purpurado), por un lado, así como obispado, arzobispado y pontificado, papado o ministerio petrino, por otro, se escriben asimismo en minúscula,

Para hacer referencia al periodo que transcurre entre el momento en que se produce la vacante en la sede romana y la elección del sucesor, se emplea sede vacante, en minúsculas. El cardenal protodiácono, en minúsculas, se encarga de anunciar el nombre del nuevo papa tras haber aceptado este su elección como tal.

Habemus papam (‘tenemos papa’), y no habemus papa, se escribe en cursiva y con papam terminado en eme.

El cardenal camarlengo, en minúsculas, es el encargado de administrar los bienes de la curia romana mientras la Santa Sede permanece vacante.

El anillo que recibe el nuevo papa se llama anillo del Pescador, con anillo en minúscula y Pescador en mayúscula, dado que es una antonomasia. También se le llama anillo piscatorio, no pescatorio.

Ciudad del Vaticano o el Vaticano: el topónimo oficial de esta ciudad-Estado es Ciudad del Vaticano. Si se opta por el nombre abreviado, lo adecuado es escribir el artículo con minúscula: el Vaticano, no El Vaticano.

El adjetivo papable, que sigue el modelo de alcaldable y presidenciable, es un término bien formado recogido en el diccionario académico, que señala que, dicho de un cardenal, significa ‘considerado merecedor de la tiara’, es decir, de la dignidad del sumo pontífice.

Según la ortografía académica, la numeración romana que sigue al nombre de los papas solo se lee como ordinal hasta el X (décimo), aunque este último también puede leerse como cardinal. A partir de ahí se leen como cardinales, como en Juan XXIII (Juan veintitrés), Benedicto XVI (Benedicto dieciséis).

En el caso del papa Francisco, no se le añadió el ordinal primero, debido a que este nombre no fue utilizado por ninguno de sus predecesores, en cuyo caso, no se agrega el número, según la tradición vaticana.






El delantero hizo un amago, ¿o un amague?

Utilizada muchas veces en el ámbito futbolístico, pero aplicable a cualquier circunstancia, la palabra amagar despierta una duda en torno al sustantivo que le corresponde: ¿amago o amague?

El diccionario de la lengua española (el oficial de la RAE) define amago como: m. Acción y efecto de amagar. Entre sus sinónimos aparecen: intento, ademán, finta2 (segunda acepción), conato.

Sin embargo, a nivel latinoamericano es muy común escuchar la variante amague, en alusión al sustantivo correspondiente al verbo en su modo infinitivo amagar.

De hecho, amague se encuentra en el diccionario de americanismos, administrado por la Asociación de Academias de Lenguas Españolas, integrada a su vez por las academias de lenguas españolas de cada país de América.

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Por su parte, el diccionario de la RAE también incluye esta variante en sus registros, aunque con la acotación de que esta forma es utilizada en Bolivia, México, Paraguay y Uruguay, en su primera acepción: Indicio o señal de algo que finalmente no llega a suceder.

En tanto, en Ecuador, Guatemala, Nicaragua y Puerto Rico en su segunda acepción: gesto que indica la intención de hacer algo.

En síntesis, la palabra más apropiada y culta del español puro es amago, según la recomendación de la Real Academia Española y la Fundación para el Desarrollo de la Lengua Española (Fundéu), mientras que, amague es una variante que, se admite, pero el término correcto y original es amago.

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La sección RAE del diario HOY tiene como fin promover el buen uso del idioma español, con el sustento de lo que dicta la RAE, máxima autoridad de la lengua que, con el correr de los años, va cambiando algunas reglas y proponiendo adaptaciones, según la necesidad.

Proteger las cuerdas ¿vocales o bucales?

Para referirse a las cuerdas que utilizamos para hablar, algunos mencionan a las cuerdas bucales y otros a las vocales, en una especie de confusión por la semejanza entre las palabras. Recordamos cuál es la apropiada y por qué.

Los pliegues de la laringe que nos permiten emitir la voz se denominan cuerdas vocales, no bucales.

De hecho, el diccionario define cuerda vocal como cada uno de los pliegues de la mucosa laríngea que abren o cierran la glotis y vibran para producir la voz. Como no se ubican en la boca, sino al inicio de la tráquea, no corresponde el uso de la palabra bucal.

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Todos los elementos involucrados con las cuerdas vocales están vinculados al habla, por esta razón, el adjetivo adecuado es vocal, que significa relativo a la voz.

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Tener la palabra en la punta de la lengua: ¿hay un nombre para este olvido?

Hablar sobre cualquier tema y tener la palabra en la punta de la lengua, pero no poder recordarla. Una situación que a muchos nos sucedió. ¿Existe un término que describa esta dificultad?

En foros de idiomas se menciona que el vocablo “letológica” es la incapacidad de recordar la palabra correcta. Proviene del griego Lethe que significa olvido y de lógos, que se traduce como razón o lenguaje.

Sin embargo, “letológica” no aparece en el Diccionario de la Lengua Española (DLE) y no tiene el reconocimiento de la RAE.

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Consultada al respecto, la máxima autoridad de la lengua respondió que, el motivo para no incluir a “letológica” en el diccionario, obedece a que, “apenas tiene uso en español, de ahí que no figure en el DLE ni en otros diccionarios generales”.

No obstante, admite que “letológica” aparece en unos escasos textos de internet y que está documentada como la incapacidad para recordar una palabra.

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