Padre de boxeadora argelina: “Mi hija es una niña”

En su pequeña aldea argelina, la boxeadora Imane Khelif es un “modelo” de valentía para jóvenes deportistas y “una heroína” para su padre, que la defiende de quienes piden su exclusión de los Juegos Olímpicos por sospechas sobre su género.

Khelif, que este sábado aseguró la primera medalla de Argelia en París-2024 al vencer en cuartos de final a la húngara Anna Luca Hamori, es una de las dos boxeadoras en competencia que el año pasado no superaron un test de elegibilidad de género para el Mundial femenino de boxeo.

Las imágenes de su victorioso debut del jueves frente a la italiana Angela Carini, que se retiró a los 46 segundos tras recibir varios potentes golpes, provocaron un incendio en las redes sociales con varios referentes del deporte y figuras políticas conservadoras demandando su salida de los Juegos, mientras el COI defiende sin fisuras su presencia en París.

“Mi hija es una niña. La criamos como a una niña. Es una niña fuerte. La eduqué para que trabajara y fuera valiente”, afirma rotundo Omar Khelif, padre de la púgil, desde su salón familiar en una humilde aldea rural situada a 10 kilómetros de la ciudad de Tiaret.

Con una gorra en la cabeza y rodeado de sus hijos menores, Khelif exhibe orgulloso una foto de su hija, a los siete u ocho años, sonriente con el pelo trenzado, y muestra toda una serie de documentos de identidad y partidas de nacimiento.

Para este obrero soldador, la contundente victoria contra Carini se produjo “porque mi hija era más fuerte y la otra más débil”.

Imane “tiene una fuerte voluntad para el trabajo y el entrenamiento”, subraya Khelif. “Su pasión fue el deporte desde pequeña. En todos los demás deportes, siempre iba en cabeza, en el atletismo y en el fútbol”.

Khelif sigue con entusiasmo la carrera de su hija aunque en un principio le costó aceptar que se subiera a los rings. La propia púgil lo relató en un vídeo grabado para UNICEF, de la que es embajadora.

“Vengo de una familia conservadora. El boxeo no era un deporte muy popular entre las mujeres, especialmente en Argelia. Fue difícil”, explicó a la cadena local Canal Algérie un mes antes de los Juegos Olímpicos.

- Olvidar las críticas -

Además de los prejuicios en su contra, Imane también luchó para financiarse sus desplazamientos desde su pequeño pueblo a la ciudad de Tiaret y después los casi 300 kilómetros que la separan de la capital, Argel.

De adolescente, la boxeadora comerció con chatarra y su madre vendió cuscús que preparaba en casa.

A horas de que Imane enfrente a la húngara Anna Luca Hamori por un puesto en las semifinales de los 66 kilos, Omar Khelif posa feliz ante la cámara, con los puños cerrados y levantando sus musculosos brazos en señal de victoria y de ánimo para su hija, de quien ahora es su máximo admirador.

“Imane es un ejemplo de mujer argelina. Es una de las heroínas de Argelia. Si Dios quiere, nos honrará con una medalla de oro e izará la bandera nacional en París”, augura. “Ése ha sido nuestro único objetivo desde el principio”.

La misma emoción se vive estos días en el club deportivo de la Protección Civil local, donde Imane se inició en su deporte.

Un grupo de chicas de todas las edades calientan y saltan a la comba antes de su sesión de entrenamiento bajo la dirección del preparador Abdelkader Bezaïz.

“Le deseamos todo lo mejor. Es realmente la deportista que nos ha hecho sentir orgullo. Ha honrado la bandera nacional. Es nuestro modelo a seguir”, reconoce Zohra Chourouk, de 17 años, antes de que todo el grupo se una para entonar un “¡Buena suerte!” en su honor.

El entrenador también quiso enviarle un mensaje desde el club en el que Imane debutó. “Le digo que no se moleste por las críticas que circulan por las redes sociales. Su objetivo es claro: confundirla y hacerle olvidar por qué vino a los Juegos Olímpicos”.

Fuente: AFP


Redes sociales agudizan problemas de salud mental en adolescentes, según informe

La crisis de salud mental en niños y adolescentes en todo el mundo ha alcanzado un punto crítico a causa de la “expansión descontrolada” de las redes sociales, según un informe del grupo defensor de los derechos de los niños KidsRight, publicado este miércoles.

Las investigaciones de esta organización con sede en Ámsterdam y de la universidad Erasmus de Rotterdam arrojan que uno de cada siete en la franja comprendida entre los 10 y los 19 años padece algún tipo de problema de salud mental.

“El informe de este año es una señal de alarma que no podemos ignorar más”, declaró en un comunicado Marc Dullaert, fundador y presidente de KidsRights.

“La crisis de salud mental entre nuestros niños ha alcanzado un momento crítico, exacerbado por la expansión descontrolada de las redes sociales, que favorecen el uso por encima de la seguridad”, expuso.

El KidsRight Index es un informe anual efectuado por esta fundación, que evalúa el nivel de adhesión de 194 países a los derechos de los niños y en qué medida se esfuerzan en mejorarlos.

En su informe 2025, KidsRights identifica una “correlación inquietante” entre el deterioro de la salud mental de los menores y lo que califica de uso “problemático” de las redes sociales, es decir un consumo adictivo de las mismas que llega a perturbar el día a día del usuario.

Igualmente observó una correlación entre un consumo excesivo de contenidos en internet y tentativas de suicidio.

La tasa global de suicidio se sitúa en 6 por cada 100.000 entre los adolescentes de 15 a 19 años, recuerda el documento, citando cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Sin embargo, observó el informe, las restricciones tajantes -como la decisión de Australia de prohibir a los menores de 16 años el acceso a redes sociales- tampoco son la mejor solución.

“Ese tipo de prohibiciones estrictas pueden infringir los derechos civiles y políticos de los niños”, entre ellos el acceso a la información, indicó el KidsRight Index.

El texto urgió por ello a un enfoque más global y sutil, que tenga en cuenta el acceso de los menores a contenidos educativos y evite por otro lado su aislamiento.

El informe señala que “los avances tecnológicos de los últimos años han abierto una caja de pandora de desafíos y oportunidades”.

Entre las últimas, destacó el acceso a la información, pero en la lista de desafíos enumeró la exposición de los niños al acoso, la violencia psicológica, la explotación sexual, la violencia de género y la desinformación.

Fuente: AFP

El largo y tortuoso camino frente a los trastornos alimentarios

La anorexia le hizo “perder su forma humana” y la obligó a crear una “sonrisa de fachada” que desde hace años oculta sus batallas, explica Lucie en el hospital de Nantes, en el oeste de Francia, donde recibe tratamiento por sus trastornos alimentarios.

Durante ocho años, intentó controlar su peso y su cuerpo, adelgazando hasta “perder el control”.

Es la pérdida de una forma humana, de la energía, de la vida. En un momento, se pierde la vida. Eso es lo que trae esta enfermedad”, cuenta la joven de 31 años, con blusa sin mangas y cabello castaño claro.

Hospitalizada en 2020, ahora recibe tratamiento en un centro ambulatorio de atención en adicciones del hospital universitario de Nantes (CHU), llamado “espacio Barbara”, que ofrece consultas psiquiátricas, terapias familiares, comidas terapéuticas y talleres creativos.

Sentada en una silla turquesa, Cléo, de 18 años, explica que la enfermedad “le arrebató todo”.

“Dicta nuestros actos y gestos, se convierte en nuestra identidad”, describe.

Hasta ser hospitalizada a los 14 años, la adolescente no era “consciente” de su enfermedad. “Cuando mi médico me decía que estaba enferma, no le creía. Me iba diciéndole lo que él quería oír, convencida de que yo controlaba la situación”, cuenta.

Las jóvenes pacientes comparten experiencias de negación y desprecio hacia su cuerpo y hacia sí mismas, elementos comunes en los trastornos de la conducta alimentaria (TCA).

- Cultura de la delgadez -

Actualmente, unas 80 pacientes están en tratamiento en el espacio Barbara, con procesos de atención que duran varios meses. La espera para una primera consulta es de unos cuatro meses.

La demanda en Nantes aumentó más del 30% en tres años, según el CHU, tendencia que se observa en todo Francia.

Según la Federación Francesa Anorexia Bulimia, cerca de un millón de personas padecen TCA en el país, en su mayoría mujeres jóvenes.

“Quizá haya cinco centros como este en todo el país, sin contar los hospitales de internación completa. En lugares donde no hay nada, los pacientes quedan aún más abandonados”, explica Bruno Rocher, psiquiatra y responsable del espacio Bárbara.

Entre las posibles razones del aumento de las solicitudes de consulta, menciona los efectos del confinamiento por el covid-19 y la influencia de las redes sociales en la vida de los adolescentes.

En TikTok abundan los mensajes que incitan a controlar o reducir la alimentación bajo la etiqueta #skinnytok. “No eres fea, solo estás gorda”, “Tu estómago no gruñe, te está aplaudiendo”, repiten algunas usuarias.

Francia y Bélgica alertaron recientemente a la Unión Europea sobre el peligro de estos contenidos.

En su teléfono, Cléo vio aparecer cada vez más videos que promueven la “cultura del régimen”, protagonizados por “la ‘clean girl’: vida perfecta, cuerpo bonito, ejercicio, alimentación saludable...”, cuenta.

“Una se dice ‘yo también puedo hacerlo’, y luego se va demasiado lejos”, relata.

- Dejarse llevar -

“No es solo en las redes sociales, es algo más general en la sociedad. Queremos ser delgadas, nos volvemos flacas, extremadamente flacas. Creemos que eso nos dará una vida perfecta. Pero detrás hay una enfermedad y, en algún momento, una caída”, añade Julia, de 19 años.

Al mediodía, las pacientes comparten una “comida terapéutica”, tras la cual deben descansar. Siempre se sienta un miembro del personal a la mesa con ellas.

“No es solo vigilancia, también es para fomentar el diálogo durante las comidas, para que levanten la mirada del plato. Para ellas es un desafío comer cosas que no prepararon ellas mismas, sin controlar por ejemplo el uso de grasas”, apunta Katia Drouet, enfermera.

“Aquí se enfrentan a lo que les da miedo: la comida, las emociones, el hecho de dejarse llevar”, agrega.

La trayectoria es a veces tortuosa: hospitalización, acompañamiento, recaída y un nuevo tratamiento...

Tras haberse visto confrontada “a la fuerza” con el sistema médico hace siete años, Camille, de 24 años, recuperó peso y encontró “cierta estabilidad”. Pero su trastorno reapareció, bajo “otro cariz”.

En el espacio Barbara, las pacientes deben fijarse tres objetivos a cumplir cada tres meses, de los cuales al menos uno debe estar relacionado con la alimentación.

“Luego están los otros aspectos: por ejemplo me sugirieron trabajar sobre la sonrisa de fachada... Lograr no sonreír si no me siento bien”, dice Lucie, con una sonrisa fugaz.

Para ella, “el miedo a la comida es solo la punta del iceberg”.

Fuente: AFP

Muere a los 116 años la persona más anciana del mundo

La persona más anciana del mundo, la monja brasileña Inah Canabarro Lucas, falleció este miércoles a los 116 años, anunció la Congregación de las Hermanas Teresianas con quienes residía en la ciudad de Porto Alegre (sur).

Nacida el 8 de junio de 1908, Canabarro fue reconocida como la decana de la humanidad luego de la muerte en enero de la japonesa Tomiko Itooka, también a los 116 años. El título recae ahora en Ethel Caterham, una residente de la ciudad inglesa de Surrey, de 115 años y 252 días, según el grupo de investigación gerontológica de Estados Unidos (GRG) y LongeviQuest.

“En el día de hoy, que la resurrección abrace a la Hermana Inah Canabarro, damos gracias por la entrega y dedicación, pedimos que el Señor, Padre de bondad, la reciba y la acoja en su infinito amor”, dijo en una nota la Congregación de las Hermanas Teresianas de Brasil.

Aunque su obituario citaba su nacimiento el 27 de mayo de 1908, “su fecha de nacimiento documentada según los registros es 8 de junio de 1908”, dijo en enero a la AFP el director de GRG, Robert Young.

Nacida en la ciudad de San Francisco de Asís, en el estado de Rio Grande do Sul (sur), su salud fue frágil durante la infancia, según su biografía en el sitio LongeviQuest.

A los 16 años la monja brasileña tuvo su iniciación religiosa en una escuela de las teresianas en Santana do Livramento, en la frontera con Uruguay, antes de vivir brevemente en Montevideo.

Fue ordenada monja a los 26 años y tuvo una larga carrera de servicio religioso como profesora y secretaria.

Consultada sobre las razones de su longevidad, lo atribuyó a Dios. “Él es el secreto de la vida. Es el secreto de todo”, dijo.

En 2018, con cerca de 110 años, recibió la bendición apostólica del papa Francisco, fallecido el 21 de abril a los 88 años.

Inah Canabarro Lucas es la segunda monja más longeva de la historia, después de la francesa Lucile Randon, que vivió hasta los 118 años.

Fuente: AFP