No pega, no despega, pero corta. ¡Y cómo!
La Vicepresidencia es una garrocha para tratar de saltar a la Presidencia. El que ocupa dicho cargo ya lo considera una licencia habilitante para fijar su mirada hacia el Palacio de López. Es una manera de obligado ascenso. Si fuera jugador de fútbol, sería algo así como de reserva a primera. Prácticamente todos lo intentaron. Ninguno alcanzó su objetivo. Los casos más resaltantes fueron los de Ángel Roberto Seifart (gobierno de Juan Carlos Wasmosy) y Luis Alberto Castiglioni (Nicanor Duarte Frutos).
Fuente: La Nación
Ningún presidente en ejercicio se jugó por su antiguo compañero de fórmula. Wasmosy apostó por el ingeniero Carlos Facetti, en tanto que Duarte Frutos se jugó por su ministra de Educación y Cultura (entonces), doctora Blanca Ovelar. En el 2017, Horacio Cartes, que tenía como vicepresidente a Juan Afara, lanzó la precandidatura de Santiago Peña. No incluimos a Julio César “Yoyito” Franco, del Partido Liberal Radical Auténtico, pues por razones extremas (Marzo Paraguayo) fue vicepresidente de Luis Ángel González Macchi, colorado.
La figura del vicepresidente de la República fue instituida en la Convención Nacional Constituyente que se reunió de diciembre de 1991 a junio de 1992 en el salón auditorio del Banco Central del Paraguay (BCP). Contrariamente al recurrente error de políticos, analistas y comunicadores, no es el segundo del Poder Ejecutivo. El Artículo 226 de nuestra ley fundamental es incontrastablemente explícita: “El Poder Ejecutivo es ejercido por el Presidente de la República”. Y lo ejerce de “manera única y exclusiva” como lo reafirma uno de los integrantes de la Comisión Redactora para salvar cualquier duda al respecto. En el artículo siguiente (el 227) se deja de manifiesto: “Habrá un Vicepresidente de la República quien, en caso de impedimento o ausencia temporal del Presidente o vacancia definitiva de dicho cargo, lo sustituirá de inmediato, con todas sus atribuciones”.
La experiencia relatada en el primer párrafo tenía presagios de repetirse en las internas partidarias simultáneas del 18 de diciembre del 2022. Por eso Hugo Velázquez se apresuró. Tenía que ganar de mano a los proyectos posibles del jefe de Estado, Mario Abdo Benítez. Por ende, primero construyó un discurso y, luego, trató de armar un equipo. Desde el primer día, allá por setiembre del año pasado, sus misiles verbales buscaron impactar con pretensiones demoledoras en el líder del movimiento Honor Colorado, Horacio Cartes, y el precandidato a la Presidencia de la República por dicha agrupación interna de la Asociación Nacional Republicana, Santiago Peña. Fueron necesarios apenas unos meses para que el Vicepresidente y sus marquetineros políticos se percataran de que era una estrategia errada. No había tenido ninguna repercusión ni dentro del partido ni dentro de la sociedad. Salvo algunos que querían posicionarle en los medios de comunicación al servicio del poder acompañaron al Vicepresidente en su campaña de agravio, de injuria y de insulto. Alguien ya escribió en alguna sección de nuestro diario que las agresiones verbales denotan impotencia. Sobre todo, impotencia intelectual para articular un discurso proactivo, atrayente por sus propuestas y originalidad. Y, también, impotencia al no conseguir incorporar recursos electorales preponderantes del coloradismo.
Que el movimiento Fuerza Republicana no crece es evidente. No evaluamos únicamente por el veredicto temporal de las encuestas. Se nota, además, desánimo en sus filas. Hasta el atrabiliario director de Yacyretá, Nicanor Duarte Frutos, reconoció días atrás que la precandidatura de Hugo Velázquez no crece de acuerdo con las expectativas oficialistas. Según el instrumento científico de medición de preferencias, no solo no crece, sino que decrece. Claro que atendiendo a los antecedentes de este expresidente de la República sus opiniones varían de acuerdo con su humor o la importancia que le conceden en el proyecto. Así que si mañana recupera su sitial de privilegio del cual fue apartado puede vociferar, sin ningún empacho, que están 30 puntos arriba.
¿Por qué se apuró Hugo Velázquez para procurar instalar su candidatura a la fuerza? Porque nunca fue el candidato de los integrantes del círculo íntimo del presidente de la República quienes, en algún momento, hasta pensaron en el (ex) ministro de Salud Pública y Bienestar Social Julio Mazzoleni. Acuérdense de que en un acto público, el presidente Mario Abdo Benítez había señalado que tenía (Mazzoleni) 98% de aceptación. Había superado la popularidad del mismísimo único líder de Marito, el dictador Alfredo Stroessner. Luego estaban sus fichas de siempre: Eduardo Petta y Arnoldo Wiens. En marzo del año pasado, Petta fue destituido y reemplazado por Juan Manuel Brunetti. Y volvieron a especular con la fórmula Wiens-Brunetti. Pero, por ahora, se mantiene Velázquez.
La (pre)candidatura de Velázquez no pega, no prende, no despega. Pero corta. Y cómo. Aparte de las parcelas pequeñas, dentro del Gobierno se distribuyeron campos de grandes extensiones. Uno a cargo exclusivamente del presidente de la República y sus familiares políticos: Engineering Saeca, de Juan Andrés Campos Cervera. Y la otra mitad de la torta es para el vicepresidente de la República. Es decir, las empresas dirigidas por su amigo y financista Alberto Raúl Palumbo, quien se embolsó en contrataciones con el Estado –de acuerdo a las investigaciones de La Nación– una suma que hace saltar las calculadoras: 614.000 millones de guaraníes. La campaña de Hugo Velázquez no pega, no despega, pero corta como cuchillo corso: al entrar y al salir.
Avizoran un cambio radical para América Latina como aliada de EE.UU.
Esta segunda administración de Donald Trump puede representar uno de los cambios más radicales para Latinoamérica como aliada de los Estados Unidos, a criterio del mandatario Santiago Peña.
Con los antecedentes que de que históricamente los gobiernos republicanos siempre tuvieron mayor proximidad con América Latina, además de que muchos de los funcionarios elegidos por Trump tienen un ´profuindo conocimiento sobre el potencial de nuestro continente, Santiago Peña cree que este nuevo periodo de Donald Trump podría traer cambios radicales para la región.
Sus declaraciones fueron durante una entrevista con el medio Infobae desde Washington, donde, en la víspera mantuvo reuniones con el jefe diplomático, Marcu Rubio y dos senadores.
Durante el encuentro con el próximo jefe de diplomacia de Estados Unidos, ambos acordaron una próxima visita de Rubio a Paraguay, esta vez, con su nuevo cargo. El año pasado había venido como senador.
Antes de esta reunión, Peña fue recibido por el senador Rick Scott, con quien abordó temas clave sobre los vínculos entre ambos países.
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En cuanto a la política exterior de Estados Unidos en general, Peña cree que Trump tiene posiciones muy firmes y que esto le permitirá contribuir en la resolución de conflictos.
“No tengo duda de que él (Donald Trump) va a ser un factor fundamental en resolver el problema entre Rusia y Ucrania. Y yo tengo mucha certeza, mucha seguridad, de que él va a resolver también el problema de Venezuela”, opinó.
En cuanto a uno de los factores que convierte a Paraguay en aliado estratégico, mencionó que nuestro país tiene los más altos estándares en aspectos laborales y de protección ambiental, con lo cual, está decidido a ingresar a la OCDE.
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Compromiso de fortalecer lazos entre Estados Unidos y Paraguay
El presidente Santiago Peña se reunió con el próximo jefe diplomático de Estados Unidos, Marco Rubio, con quien acordó fortalecer las relaciones bilaterales. El secretario de estado de Trump vendrá a Paraguay.
“Me reuní con Marco Rubio, el nuevo Secretario de Estado designado de los Estados Unidos. Juntos nos comprometimos a fortalecer las relaciones bilaterales entre Paraguay y Estados Unidos”, informó el mandatario Santiago Peña en sus redes sociales.
Durante el encuentro con el próximo jefe de diplomacia de Estados Unidos, ambos acordaron una próxima visita de Rubio a Paraguay, esta vez, con su nuevo cargo. El año pasado había venido como senador.
Antes de esta reunión, Peña fue recibido por el senador Rick Scott, con quien abordó temas clave sobre los vínculos entre ambos países.
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“¡El diálogo y la cooperación son el camino hacia un futuro más próspero para todos!”, expresó.
Además, con el senador Bill Cassidy conversó acerca del potencial que tiene el intercambio comercial, las inversiones y la integración de recursos humanos y tecnológicos para fortalecer la región.
Santiago Peña está en Washington para la asunción del presidente electo, Donald Trump, quien será el sucesor de un debilitado Joe Biden, obligado a desistir de su candidatura a la reelección por visibles problemas de salud.
Relación con Taiwán: Rubio reconoce a Paraguay como un aliado
El próximo jefe diplomático de Estados Unidos, Marco Rubio, anunció que durante la administración de Donald Trump, uno de los focos estará en el hemisferio occidental por las relaciones con Taiwán. También destacó a Paraguay como un aliado.
“Apuntamos al hemisferio occidental eso suena como si estuviéramos a medio mundo de distancia, pero ustedes entienden este asunto. La mayoría de las naciones en la Tierra que siguen reconociendo y manteniendo relaciones con Taiwán están en el hemisferio occidental”, dijo Marco Rubio, quien el lunes asumirá como jefe de diplomacia de Estados Unidos.
Respecto a China Popular, el futuro secretario de Estado señaló que, en los últimos ocho años, emprendieron acciones muy agresivas para que varios países se den la vuelta, entre ellos, citó a Panamá, país al que, además, convencieron de lograr que también República Dominicana volteara su postura.
China apuntó a múltiples naciones para obtener o recuperar el apoyo, más recientemente, Nicaragua.
“Creo que también es importante reconocer a los aliados en la región como Paraguay, que se ha mantenido fuerte (en su posición a favor de Taiwán)”, destacó.
En su condición de senador, pero ya confirmado en el cargo de secretario de Estado por el presidente electo, Donald Trump, Marco Rubio había concedido una entrevista en la que habló de varios temas, entre ellos, la política exterior de su país.
Al respecto, indicó que los funcionarios al frente de los altos mandos en Estados Unidos, a veces no prestan suficiente atención al hemisferio occidental, lo cual, desde su óptica, representa un problema.
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“Esta tendencia de no prestar atención al hemisferio occidental empodera a personas de nivel inferior en el Departamento del Estado, y a veces en las propias embajadas, para intimidar a estos países y decir: ‘Bueno, no nos importa si quieren acercarse (relacionarse) a los Estados Unidos, no nos gusta que hagan esto o aquello’. En algunos casos, son países socialmente conservadores como Paraguay o Guatemala, y nuestra embajada se molesta porque esos gobiernos no celebran el Mes del Orgullo Gay o algo similar, y esos líderes justifican su postura afirmando que son países socialmente conservadores. Y aunque quieren acercarse a Estados Unidos geopolíticamente, terminamos condenándolos por esos tipos de factores”, opinó.
Rubio recordó que la política exterior de Estados Unidos no es dirigida por la embajada, sino por el Departamento de Estado, pero que, en los países en los que EE.UU. delega demasiada autoridad se presentan dificultades y malentendidos.
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