Viernes de la cuarta semana de Cuaresma

095 - “Intentaron detener a Jesús, pero nadie puso las manos sobre él, porque no había llegado su hora”. Jn 7, 30

Las pruebas en nuestra vida llegan en su momento. Ciertamente no hay vida humana sin
pruebas, pero el Dios todopoderoso, que tiene la historia en sus manos, sabe el
momento justo en que las pruebas podrán ser soportadas y nos ayudarán a crecer.
Debemos confiar en Él, pues, mientras no sea la hora para ser probado, el Señor no las
permitirá. Y cuando las permita, es porque sabe que algo bueno puede nacer de ellas.
Dios permite las pruebas, pero no nos abandona. En la vida todo tiene su hora. Paz y
bien.

Sábado de la séptima semana de Pascua

- “Tú, sígueme”. Jn 21, 22


Muchas veces, nosotros no queremos entender que la llamada del Señor es personal y queremos quedarnos a cuidar de los demás, mirando si hacen o no lo que Jesús les pide. Hoy el Señor nos sorprende en nuestras distracciones o en nuestras excusas y nos dice: “No te importe el comportamiento de los otros, no te quedes mirando o comparándote con ellos, o queriendo saber qué es lo que les pasa: tú, sígueme”. Hay una llamada del Señor para mí, y yo debo seguirlo sin mirar atrás o a los costados. Lo importante es el proyecto que Dios tiene para mí, no puedo dejar que mi entorno me paralice. Paz y bien.

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Viernes de la séptima semana de Pascua

«Y por tercera vez Jesús le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿tú me quieres?”». Jn 21, 17


Todos somos débiles y muchas veces fallamos con el Señor. Al igual que Pedro, tantas veces le fallamos, no porque no le queramos o porque nos gusta pecar y estar alejados de él, sino porque nuestra fragilidad nos traiciona, habla más fuerte en nosotros nuestro barro. Sin embargo, en Jesús, Dios quiere siempre reconciliarnos, darnos una nueva oportunidad. Por eso, él mismo nos pregunta una y otra vez: “¿Me amas?” No tengamos miedo de decir como Pedro: “Señor, tú lo sabes todo, tú conoces mi fragilidad y, aun siendo débil, tú sabes que te amo”. El Señor nos abrazará. Paz y bien.

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Jueves de la séptima semana de Pascua

“Que todos sean uno, para que el mundo crea que Tú me enviaste”. Jn 17, 21

Es muy triste encontrar tantas divisiones entre los cristianos ya que Jesús dio su vida para que todos los que creen en él vivan unidos, y así, sean el mejor testimonio para el mundo. Por eso, aunque haya diferencias, todos los que de verdad aman a Cristo y creen en él tienen que desear la unidad de los cristianos y deben estar orando y trabajando para que esto suceda. Los que promueven divisiones o están siempre buscando separar cada vez más a los cristianos no son movidos por el Espíritu de Cristo, sino que son instrumentos del maligno. Paz y bien.

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