Exaltación de la Santa Cruz

482 - “Es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto para que todos los que creen en él tengan Vida eterna”. Jn 3, 14-15

La cruz de Cristo es para todos nosotros el mejor resumen de la historia de la salvación.
Por amor, nuestro Señor Jesús entregó su vida por nosotros y, colgado en el madero,
derramó su sangre. ¡Oh, cruz bendita, que pusiste en alto al Salvador para que todos
puedan ser atraídos por él! ¡Oh, árbol de la vida, que nos das el fruto santísimo que nos
devuelve la inmortalidad! Danos, Señor, la gracia de contemplar tu cruz y ser así
contagiados con tu amor, que vence nuestros pecados y debilidades. Paz y bien.

Viernes de la séptima semana de Pascua

«Y por tercera vez Jesús le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿tú me quieres?”». Jn 21, 17


Todos somos débiles y muchas veces fallamos con el Señor. Al igual que Pedro, tantas veces le fallamos, no porque no le queramos o porque nos gusta pecar y estar alejados de él, sino porque nuestra fragilidad nos traiciona, habla más fuerte en nosotros nuestro barro. Sin embargo, en Jesús, Dios quiere siempre reconciliarnos, darnos una nueva oportunidad. Por eso, él mismo nos pregunta una y otra vez: “¿Me amas?” No tengamos miedo de decir como Pedro: “Señor, tú lo sabes todo, tú conoces mi fragilidad y, aun siendo débil, tú sabes que te amo”. El Señor nos abrazará. Paz y bien.

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Jueves de la séptima semana de Pascua

“Que todos sean uno, para que el mundo crea que Tú me enviaste”. Jn 17, 21

Es muy triste encontrar tantas divisiones entre los cristianos ya que Jesús dio su vida para que todos los que creen en él vivan unidos, y así, sean el mejor testimonio para el mundo. Por eso, aunque haya diferencias, todos los que de verdad aman a Cristo y creen en él tienen que desear la unidad de los cristianos y deben estar orando y trabajando para que esto suceda. Los que promueven divisiones o están siempre buscando separar cada vez más a los cristianos no son movidos por el Espíritu de Cristo, sino que son instrumentos del maligno. Paz y bien.

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Miércoles de la séptima semana de Pascua

- “No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno”. Jn 17, 15


En su oración sacerdotal, antes de dejarnos, Jesús intercede al Padre por todos sus seguidores, que tienen una misión en este mundo tan lleno de trampas, de peligros, de injusticias, de tentaciones. Aunque sea un gran riesgo estar en este mundo, es aquí donde Jesús quiere que seamos misioneros, y por eso pide al Padre que sostenga a cada uno para que no caiga en las trampas del enemigo. Así que no debemos escondernos del mundo, sino revestirnos de Cristo y lanzarnos a las tantas situaciones de dolor, de miserias, de pecados, de vicios, para que podamos rescatar a estos hermanos para el Señor. Paz y bien.

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