Lunes de la decimocuarta semana del tiempo durante el año

289 – “La mujer se decía: Con solo tocar su manto, quedaré sana”. Mt 9, 21
La fe es esta certeza que nace en nuestro corazón diciéndonos que Dios está presente y
puede todo, aunque la realidad presione con su crueldad. Esta mujer creyó en el poder
de Jesús y, aunque la timidez le impedía acercarse públicamente, su fe le hizo encontrar
una alternativa. No nos desanimemos delante de las dificultades que la vida nos impone.
Si tenemos fe, encontraremos el modo de hacer que Dios realice sus milagros. Debemos
ser creativos, perseverantes y decididos. Dios nos atenderá aun cuando aparentemente
está ocupado en otras cosas. También nosotros podemos sorprender a Dios. Paz y bien.

Exaltación de la Santa Cruz

“Es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto para que todos los que creen en él tengan Vida eterna”. Jn 3, 14-15


La cruz de Cristo es para todos nosotros el mejor resumen de la historia de la salvación. Por amor, nuestro Señor Jesús entregó su vida por nosotros y, colgado en el madero, derramó su sangre. ¡Oh, cruz bendita, que pusiste en alto al Salvador para que todos puedan ser atraídos por él! ¡Oh, árbol de la vida, que nos das el fruto santísimo que nos devuelve la inmortalidad! Danos, Señor, la gracia de contemplar tu cruz y ser así contagiados con tu amor, que vence nuestros pecados y debilidades. Paz y bien.

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Jueves de la quinta semana de Pascua

- “Permanezcan en mi amor”. Jn 15, 9


Jesús trajo al mundo el amor de Dios y nos amó hasta el extremo, entregando su vida por nosotros. Él nos pide que permanezcamos en su amor; esto es, que no nos alejemos de él, que no cerremos nuestro corazón y que no despreciemos su palabra. Debo, por lo tanto, estar en alerta al amor de Dios en mi vida, cuidarlo para que esta llama de amor que él incendió en mi corazón no se apague por la maldad o por el egoísmo. Permanecer en el amor de Cristo significa ser canal del bien, instrumento de paz y promotor de la verdad y de la justicia. Paz y bien.

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Miércoles de la quinta semana de Pascua

“A las ramas que dan fruto, el Padre las poda para que den más todavía”. Jn 15, 2

Ser podado es siempre una experiencia muy dolorosa. Sin embargo, sabemos que una vid que no es podada va perdiendo su fuerza y va dejando de dar frutos. A veces, nos preguntamos por qué surgen pruebas en nuestra vida si estamos tratando de hacerlo todo bien. Aquí tenemos la respuesta: a quien produce, el Padre poda para que pueda dar aun más frutos. Las pruebas son, por lo tanto, ternura del Viñador que nos cuida y sabe que podemos producir más, que no quiere que nos acomodemos y vayamos perdiendo nuestro vigor. Aunque duela, digamos siempre: gracias, Señor, por las podas. Paz y bien.

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