“Estas obras que yo hago hablan por mí y muestra que el Padre me ha enviado” Jn. 5,36

 En su vida terrena, Jesús obró muchos prodigios: sanaciones, liberaciones, multiplicación de panes, caminó sobre las aguas y tantos más. Todo esto ya estaba dicho en el antiguo testamento y se cumplirían en el Salvador. Muchas de las personas que presenciaron tales actos, los identificaban claramente y reconocían a Jesús como el Cristo anunciado desde antiguo. Lo llamativo era que entre los que no se convencían, estaban los Maestro de la Ley y fariseos, quienes al dedillo manejaban las Escrituras. Al observar esto, notamos que no es la sabiduría de este mundo la que nos hace conocer y ver a Dios sino un corazón predispuesto y abierto a la gracia. Percibamos las señales que hoy nos da el Señor para confirmarnos su presencia, agradezcámoslas. Dejemos que nuestro corazón se impregne de la sabiduría del cielo, que se manifiesta en lo sencillo de la vida cotidiana. Paz y bien. 

Sábado de la séptima semana de Pascua

- “Tú, sígueme”. Jn 21, 22


Muchas veces, nosotros no queremos entender que la llamada del Señor es personal y queremos quedarnos a cuidar de los demás, mirando si hacen o no lo que Jesús les pide. Hoy el Señor nos sorprende en nuestras distracciones o en nuestras excusas y nos dice: “No te importe el comportamiento de los otros, no te quedes mirando o comparándote con ellos, o queriendo saber qué es lo que les pasa: tú, sígueme”. Hay una llamada del Señor para mí, y yo debo seguirlo sin mirar atrás o a los costados. Lo importante es el proyecto que Dios tiene para mí, no puedo dejar que mi entorno me paralice. Paz y bien.

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Viernes de la séptima semana de Pascua

«Y por tercera vez Jesús le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿tú me quieres?”». Jn 21, 17


Todos somos débiles y muchas veces fallamos con el Señor. Al igual que Pedro, tantas veces le fallamos, no porque no le queramos o porque nos gusta pecar y estar alejados de él, sino porque nuestra fragilidad nos traiciona, habla más fuerte en nosotros nuestro barro. Sin embargo, en Jesús, Dios quiere siempre reconciliarnos, darnos una nueva oportunidad. Por eso, él mismo nos pregunta una y otra vez: “¿Me amas?” No tengamos miedo de decir como Pedro: “Señor, tú lo sabes todo, tú conoces mi fragilidad y, aun siendo débil, tú sabes que te amo”. El Señor nos abrazará. Paz y bien.

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Jueves de la séptima semana de Pascua

“Que todos sean uno, para que el mundo crea que Tú me enviaste”. Jn 17, 21

Es muy triste encontrar tantas divisiones entre los cristianos ya que Jesús dio su vida para que todos los que creen en él vivan unidos, y así, sean el mejor testimonio para el mundo. Por eso, aunque haya diferencias, todos los que de verdad aman a Cristo y creen en él tienen que desear la unidad de los cristianos y deben estar orando y trabajando para que esto suceda. Los que promueven divisiones o están siempre buscando separar cada vez más a los cristianos no son movidos por el Espíritu de Cristo, sino que son instrumentos del maligno. Paz y bien.

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