Viernes de la séptima semana del tiempo durante el año

“Ya no son dos, sino una carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”. Mc 10, 8-9


El ideal de la vida matrimonial es la unión entre un hombre y una mujer para toda la vida. Por el bien de la pareja y también de los hijos, el matrimonio debe ser conservado, aun pasando por tantas pruebas. El divorcio o la separación nunca deberían ser la primera alternativa en una crisis matrimonial. Ambos esposos deben estar predispuestos a buscar la unidad para conservar la obra de Dios, perdonándose y ayudándose a mejorar cada día. Quizás uno de los secretos más eficaces para conservar la unidad es la oración conjunta y diaria de los esposos. Paz y bien.

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XI Domingo del Tiempo Ordinario (B)

“El reino de Dios se parece a un hombre que echa semiente en la tierra. Él duerme de noche, y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo” Mc 4, 26-27

En el evangelio que la Iglesia nos regala este domingo, descubrimos a Jesús que quiere explicarnos, en un modo muy sencillo que es el Reino de Dios. Aun hablando de cosas tan profundas, Jesús que es un perfecto comunicador, consigue explicar con un lenguaje del cotidiano el misterio de su reino.

Hoy a través de la ciencia algunas personas ya conocen todos los mecanismos que hacen crecer una semilla. Al contrario, la mayor parte de los campesinos no saben explicar este proceso, pero saben exactamente lo que tienen que hacer para que ello suceda.

Lo más importante para el Reino de Dios no es saber todas las cosas, conocer todos los mecanismos, ser un gran científico. Lo más importante es confiar que poniendo una semilla en la tierra y dándole agua, ella va a crecer y producir frutos.

Cuando hacemos un bien, cuando realizamos una obra de caridad, cuando oramos, cuando perdonamos a alguien, cuando acogemos y respetamos a los demás como personas, entonces somos como el agricultor que está colocando la semilla en la tierra, y en esto misteriosamente va haciendo crecer el reino de Dios.

Es inútil conocer toda la fisiología del brazo, ser un especialista de los músculos, saber explicar en detalles todos sus movimientos y no ser capaz de dar un abrazo.

Es inútil tener lindos discursos pacifistas, colocar la bandera de la paz en la ventana, participar en marchas contra las guerras y no ser capaz de perdonar a quien te hizo una ofensa.

Es inútil saber hablar de solidaridad internacional, hacer lindos proyectos para ayudar a los niños carentes, y no ser capaz de renunciar a una cosa tuya para darle a quien la necesita más que tú.

El Reino de Dios no crece con teorías. El Reino de Dios crece con la semilla echada en la tierra. Crece en la noche.

A veces ante un problema, nos desesperamos, queremos entender todo, queremos resolver primero en nuestras mentes y acabamos no haciendo nada. Parece que la sugerencia de Jesús es otra: antes que nada, buscar hacer el bien, una oración, una buena palabra, un abrazo y mucha confianza, pues sin que sepamos Dios hará germinar la solución. Es inútil angustiarnos con lo que nos supera. Debemos hacer lo que podemos: “colocar la semilla”, el resto Dios lo hará.

El Señor te bendiga y te guarde,

El Señor te haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti.

El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la PAZ.

Hno. Mariosvaldo Florentino, capuchino.

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Sábado de la décima semana del tiempo durante el año

“Que la palabra de ustedes sea sí, sí; y no, no”. Mt 5, 37


En nuestros días, parece que la palabra ya está muy gastada. Casi no tiene fuerza. Decimos algo ahora y en seguida creemos que ya podemos decir completamente lo contrario, como si nada. Sin embargo, esta no es la propuesta de Jesús. Para él, nuestra palabra debe ser verdadera y debemos honrarla, aunque nos cueste. Debo pensar y calcular antes de hablar, pero una vez que hablé, debo ser consecuente con lo dicho.Esta es la base de una verdadera relación: respetar la palabra dada. Hay que empezar. Al inicio será más difícil, pero de a poco nos habituaremos a la sinceridad. Paz y bien.

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Viernes de la décima semana del tiempo durante el año

“Si tu ojo derecho te lleva a pecar, sácatelo y tíralo lejos de ti”. Mt 5, 29

¿Qué quiere decir el Señor con este consejo? Los pecados que hago con el ojo derecho, muy bien puedo hacerlo también con el izquierdo. Ciertamente Él no está queriendo que nos mutilemos. Se refiere a que, cuando identificamos la situación que nos lleva a caer, debemos hacer lo máximo posible para evitarla. Debo escapar de las ocasiones de pecado, aunque sea algo tan doloroso como arrancarme un ojo o cortarme una mano. Si consigo hacer esto, es decir, consigo tener las riendas de mi vida en mis manos, no seré víctima de mis debilidades. Paz y bien.

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