V Domingo de Pascua (C)

"Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros" Jn 13, 34

 

Jesús pronunció estas palabras al final de la última cena, y seguramente los
discípulos no la habían entendido en su profundidad. Ellos aún no sabían nada sobre el
misterio de la cruz. No se imaginaban hasta qué punto Jesús estaba dispuesto a
amarles.
Escuchando aquellas palabras, en aquella noche de fiesta, en el banquete de
pascua, creo que habrán dicho: ¡lo haremos muy bien! ¡amaremos como tú nos has
amado! Habrán recordado los tantos lindos momentos que habían vivido juntos en
aquellos años. Tal vez pensaban, que también ellos debían hacer alguna fiesta para sus
amigos, que debían invitarles a compartir sus alegrías…. Cuando en aquella misma
noche Jesús fue preso por los soldados, los discípulos fueron tomados por el miedo,
por el pánico, y huyeron todos… Y Jesús hasta les ayudó a irse… ¡Si es a mí que
quieren, dejen que ellos que se vayan…!
Allí recién empezaba la gran prueba de amor que Jesús les quería dar…
Jesús estaba dispuesto a dar su vida por sus amigos.
Estaba dispuesto a permitir que le torturen…
Estaba dispuesto a llevar una cruz en sus hombros…
Estaba dispuesto a ser clavado en una cruz…
Estaba dispuesto a perdonar a todos los que le habían hecho el mal…
Estaba dispuesto a dar hasta su espíritu…
Estaba dispuesto dejar que abran su corazón con una lanza…
Estaba dispuesto a entregar hasta su última gota de sangre…
Y todo esto para decir que su amor era así, capaz de no pensar en si mismo, Y
darse completamente… capaz de amar hasta el extremo… hasta anularse
completamente.
Los discípulos, aunque habían huido, supieron todo lo que le había sucedido.
Mas en aquellos días estaban con tanto miedo, tan trastornados que seguramente ni
consiguieron pensar directamente en los hechos de la cruz… Es solo cuando se
encuentran con Cristo resucitado, una, dos, tres y muchas veces… despacito van
perdiendo el miedo, y empiezan a recordar, reflexionar y entender muchas de aquellas
palabras que Jesús les había dicho antes. La resurrección de Cristo, llenaba de luz cada
palabra suya que antes había pronunciado. Ahora ellos podían comprender lo que
parecía un enigma. Ahora ellos podían entender el mandamiento nuevo. El
mandamiento antiguo era: ¡ama a tu próximo como a ti mismo! Este ya era un
mandamiento bastante exigente, pues cada uno cree que tiene más derechos que los
demás. Nuestro egoísmo nos hace muy generosos con nosotros mismos y muy
exigente con los demás. Pero, de igual modo el criterio del amor en este caso, al final
soy siempre yo. Ahora Jesús les había dicho: mis discípulos deben asumir un nuevo
criterio para el amor. Les doy un mandamiento nuevo: que ustedes se amen unos a
otros; como yo les he amado. Ahora el criterio ya no es cuanto yo me amo, debo
también amar a los demás. Ahora el criterio es Jesucristo, debo amar como Él me ha
amado, esto significa, hasta el extremo, dando mi vida por mis amigos.

Quien ama a los demás como se ama a sí mismo, ya hace una gran cosa, pero
no será capaz de dar la vida, de aceptar hasta una injusticia, no será capaz de
sacrificarse por los otros, pues el criterio será siempre el amarse a sí mismo… Pero,
cuando el criterio es Jesucristo – el amor se transforma en algo mucho más exigente.
Que Cristo resucitado nos de la gracia del Espíritu Santo, y que nos enseñe a
amar como Él nos ha amado….

El Señor te bendiga y te guarde,
El Señor te haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti.
El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la PAZ.
Hno. Mariosvaldo Florentino, capuchino.

 

Lo que significa ser elegidos de Dios

“Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él”. Lc 2, 33
José y María de a poquito fueron entendiendo lo que significaba ser los elegidos por Dios para cuidar a Jesús, Dios hecho hombre. Las palabras del profeta Simeón fueron iluminadoras, pero también asustadoras. Todos nosotros, delante de un hijo, tenemos alegrías y temores. La misión de educar a un niño es siempre muy exigente y desafiante. Por eso, debe ser vivida también desde la fe, la oración y la iluminación de la Iglesia. José y María van al Templo y se dejan aconsejar. Ojalá todo padre busque en la Iglesia el soporte necesario para educar cristianamente a sus hijos. Paz y bien.

 

Santos Inocentes

040 – “José tomó al niño y su madre y partió para el Egipto”. Mt 2, 14
La maldad humana llega muchas veces a un tal punto que uno se queda ciego y hace cosas horrendas. Herodes mandó matar a todos los niños con menos de dos años de la región de Belén. Pero el Señor protegió al Niño Jesús. Se escaparon al Egipto. No era este el plan que tenían, pero para defender al hijo se hicieron emigrantes: nuevo país, lengua, costumbres… A veces la vida nos exige tomar nuevas decisiones y lanzarnos a nuevas experiencias, en vez de quedarnos solo lamentando. Hay que confiar en Dios e ir adelante. El esfuerzo siempre es recompensado. Paz y bien.

 

San Juan, apóstol y evangelista

039 – “Entonces entró también el otro discípulo (a quien Jesús amaba) y vio y creyó”. Jn 20, 8
San Juan, llamado el Evangelista, siempre fue identificado con el discípulo amado del cual habla el cuarto evangelio. Lo bello de su persona es que no solo ve los hechos, sino que, a través de lo que ve, da el salto de la fe: él cree. Vio los milagros y creyó que Jesús era el Mesías. Vio los sudarios y creyó en la resurrección. Vio la pesca milagrosa y creyó que era el Señor el que estaba en la orilla. Ojalá, también nosotros podamos ver a Jesús en los sacramentos, en los pesebres, en las iglesias y creamos en él. Paz y bien.