Lunes de la octava de Pascua
114 - “Jesús salió a su encuentro y les saludó, diciendo ¡Alégrense!”. Mt 28, 9
La tristeza es señal de insatisfacción, de dolor, de nostalgia, de duelo, de frustración…
Aquellas mujeres que antes estaban llorando, tan tristes por la muerte de Jesús, después
del encuentro con el ángel, se alegraron, pues llevaban la buena noticia de su
resurrección.
Además, el encuentro personal con el resucitado llevó a la plenitud la alegría que
sentían. Ahora ya no era solo una noticia, sino que ellas le estaban viendo, escuchando y
tocando. Y de la boca de Jesús justamente escuchan esto: “¡Alégrense!”. Hoy el Señor
sale a nuestro encuentro para transformar nuestras tristezas en alegría. Ojalá nos
encuentre. Ojalá lo escuchemos. Paz y bien.
San Andrés, apóstol: 30 de noviembre
«Jesús dijo a Pedro y Andrés: “Síganme y los haré pescadores de hombres”». Mt 4, 19
Es interesante notar cómo Dios, aun siendo el dueño de todo, para realizar su obra salvadora, quiere contar con la ayuda de los hombres. Él pasa por nuestra vida y nos llama a colaborar en la construcción de su Reino. Dios necesita de nuestra voz, de nuestros pasos y abrazos para tocar los corazones. Él está dispuesto a transformarnos de simples trabajadores a apóstoles y evangelizadores como lo hizo con aquellos pescadores sencillos de los mares de Galilea. Lo importante es dejar todo e inmediatamente ponerse a disposición del único que tiene Palabras de vida eterna. Paz y bien.
Viernes de la trigésima cuarta semana del tiempo durante el año
“Yo les aseguro que no pasará esta generación hasta que todo eso suceda”. Lc 21, 32
¿Cuántas generaciones ya pasaron desde que Jesús pronunció estas palabras? ¿Será que Jesús se equivocó? No creo. Más bien su palabra se cumple en cada generación. Su deseo es que cada generación no se acomode pensando: “Yo no veré estas cosas”, o “yo no tengo por qué preocuparme”. Lo que Jesús pide es que estemos atentos y vigilantes y sirve para cada generación. Hoy tú y yo debemos preocuparnos por poner en práctica su palabra, por reconocer las señales de los tiempos, sabiendo que en cualquier momento debemos presentarnos ante él. Paz y bien.
Jueves de la trigésima cuarta semana del tiempo durante el año
“Verán al Hijo del hombre venir en la nube, con gran poder e infinita gloria”. Lc 21, 27
Desde que el Señor subió al cielo, la Iglesia, su esposa, clama todos los días: “Ven, Señor Jesús”, y está esperando que él venga con su gloria. Sin embargo, a veces nos quedamos tan inmersos en las cosas del mundo que nos olvidamos de estar vigilantes esperando que Jesús vuelva. Es por eso que, cada adviento, antes de empezar propiamente a recordar el nacimiento histórico de Cristo, la Iglesia nos propone reavivar en nosotros esta espera activa y el deseo vivo del retorno glorioso de Jesús. La pregunta es si hoy el Señor volviera, ¿cómo nos encontraría? Paz y bien.