Miércoles de ceniza

 

“Tú, cuando ayudes a un necesitado, ni siquiera tu mano izquierda debe saber lo que hace la derecha: tu limosna quedará en secreto. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará” Mt. 6,3-4

Hoy, miércoles de ceniza, iniciamos el camino de preparación para la pascua. Es un tiempo especial de gracia para buscar con ahínco la conversión. Al recibir la ceniza, el sacerdote nos recuerda que somos polvo y al polvo volveremos… nos invita a convertirnos y creer -de verdad- en el evangelio. Aprovechemos este tiempo y pidamos que el Espíritu de Dios nos lleve al desierto personal para encontrarnos con Aquel que nos ama. Que sea un tiempo de penitencia, ayuno y solidaridad para con quienes más necesitan. Hermano, hermana… el tiempo de convertirnos es ahora. Paz y bien.

 

Miércoles de la quinta semana de Pascua

“A las ramas que dan fruto, el Padre las poda para que den más todavía”. Jn 15, 2

Ser podado es siempre una experiencia muy dolorosa. Sin embargo, sabemos que una vid que no es podada va perdiendo su fuerza y va dejando de dar frutos. A veces, nos preguntamos por qué surgen pruebas en nuestra vida si estamos tratando de hacerlo todo bien. Aquí tenemos la respuesta: a quien produce, el Padre poda para que pueda dar aun más frutos. Las pruebas son, por lo tanto, ternura del Viñador que nos cuida y sabe que podemos producir más, que no quiere que nos acomodemos y vayamos perdiendo nuestro vigor. Aunque duela, digamos siempre: gracias, Señor, por las podas. Paz y bien.

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Martes de la quinta semana de Pascua

“Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la del mundo”. Jn 14, 27

La paz que viene de Cristo es una paz que nace de lo profundo del corazón de quien se siente amado y se compromete a amar y servir. No es ciertamente la paz mediocre del mundo, que finge estar bien o la paz del políticamente correcto. Tampoco la paz de lo superficial, la paz del consumismo, la paz de lo desechable, la paz de quien pone moñitos a la basura. La paz de Cristo es una paz inquieta, es la paz cansada de quien se hace disponible, es la paz herida de quien, en el ayudar a los demás, se lastima. Paz y bien.

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Lunes de la quinta semana de Pascua

“El que me ama será fiel a mi palabra”. Jn 14, 23

Amar a Cristo es mucho más que un sentimiento, es una decisión de seguir su palabra, de buscar vivir la propia vida según sus enseñanzas, aun con las limitaciones que se tienen. No basta decir que lo amo, sentir algo en el corazón al pronunciar su nombre o emocionarse al ver una bella imagen. Es necesario decidirse a servir a los necesitados, comprometerse con la Iglesia, participar en los sacramentos, dar testimonio y rechazar la corrupción, la maldad, el egoísmo. Quien vive en Cristo encuentra el verdadero gusto a la vida y se llena de paz. Paz y bien.

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