Cómo la temperatura puede influir en cómo hablamos

Un nuevo estudio analizó la relación entre la temperatura de la zona donde se habla un idioma y la sonoridad de palabras básicas. La ambiciosa investigación trabajó con muestras de tres cuartas partes de las lenguas del planeta.

Un grupo de lingüistas de instituciones científicas alemanas y chinas demostró que la temperatura del aire que respiramos puede influir en nuestra hablainformó el pasado martes la Universidad de Kiel (Alemania).

Los idiomas cumplen un papel esencial en las sociedades humanas, ya que permiten al individuo relacionarse con los demás y transmitir conocimientos e ideas. Además, proporcionan información sobre el grupo social que las habla.

Durante años se creyó que las estructuras lingüísticas no se veían afectadas por el entorno social y natural. Sin embargo, recientemente muchos estudios ponen esto en tela de juicio e intentan entender hasta qué punto estos factores son determinantes en la evolución de un idioma. En el nuevo estudio, los científicos se plantean si las propiedades físicas del aire que nos rodea pueden influir en la dificultad (o facilidad) de producir y percibir los sonidos y, en definitiva, modelar con el tiempo los patrones fonéticos de un idioma concreto.

La investigación, recientemente publicada en la revista PNAS Nexus, revela que la temperatura ambiente promedio repercute en el volumen de ciertos sonidos del habla, un concepto conocido como ‘sonoridad’. Para llegar a este resultado, se analizó la relación entre la sonoridad promedio de palabras básicas de 5.293 idiomas (casi tres cuartas partes de las lenguas del mundo) y la temperatura media de los lugares donde se hablan esos idiomas, recopilada entre 1982 y 2022.

Los idiomas más ruidosos se hablan en climas cálidos

Las palabras que pronunciamos se transmiten por medio del aire en forma de ondas sonoras, por lo que las propiedades físicas de ese aire, incluida la temperatura, pueden influir en cómo se produce y se percibe una lengua determinada.

El lingüista Soren Wichmann explica que “el aire frío es seco, lo que dificulta la producción de sonidos sonoros, que requieren la vibración de las cuerdas vocales”; “por otro lado, el aire caliente tiende a limitar los sonidos sordos al absorber su energía de alta frecuencia”, añade. “En general, los idiomas de las regiones más cálidas son más ruidosos que los de las regiones más frías”, subraya Wichmann.

Los autores de la investigación descubrieron que los idiomas hablados alrededor del ecuador presentan unos altos índices de sonoridad media, y que los idiomas de Oceanía y África tienen los más altos índices de sonoridad. En cambio, el índice de sonoridad más bajo pertenece a las lenguas salish, habladas en el suroeste de Canadá y el noroeste de EE.UU. No obstante, se encontraron excepciones, ya que algunas lenguas de América Central y el sudeste de Asia muestran un bajo índice de sonoridad pese a hablarse en regiones cálidas.

“Esta investigación proporciona evidencia adicional convincente de que los factores climáticos contribuyen a moldear la lengua y su evolución”, concluyeron los especialistas. Wichmann destaca que estudios como el suyo pueden aportar nuevos conocimientos sobre distintos temas relacionados con las sociedades humanas, como el de las migraciones: “Si las lenguas se adaptan a su entorno en un proceso lento que dura miles de años, es posible que transporten claves sobre el entorno de sus lenguas predecesoras”.

Descubren fósiles de tortuga gigante de 57 millones de años en Colombia

Paleontólogos descubrieron fósiles de tortuga gigante de 57 millones de años de antigüedad en Colombia, informó este martes la universidad que lideró la exploración, cuyos resultados son clave para entender la geografía de Sudamérica en las épocas del Paleoceno y Eoceno.

Los fósiles de los reptiles Puentemys mushaisaensis, que se calcula medían cerca de 1,5 metros de largo, fueron hallados en el montañoso municipio de Socha (noreste), aseguró la Universidad del Rosario en un comunicado.

El descubrimiento es inédito en esta zona andina, pues los ejemplares de esta especie más cercanos están a cientos de kilómetros en El Cerrejón, una mina de carbón cercana al mar Caribe.

“Encontrarlas 500 kilómetros al sur (...) nos permite reconstruir y entender cómo eran los paisajes” del norte de Sudamérica, pues en lugar de las actuales montañas andinas de hasta más de 5.000 msnm allí había “lagos conectados y cordilleras de muy baja altitud”, explicó Edwin Cadena, el paleontólogo a cargo de la investigación.

El estudio “permite conocer mejor la conectividad de los ambientes acuáticos del norte de Sudamérica durante una parte del tiempo geológico conocido como el Paleoceno y Eoceno”, añade el comunicado.

Ambas épocas hacen parte del Paleógeno (66 a 23 millones de años atrás), el primer período geológico después de la extinción de los dinosaurios.

Fuente: AFP

Verse a uno mismo durante videollamadas causa cansancio mental, según estudio

La sensación de agotamiento afecta tanto a hombres como a mujeres de manera similar, lo que contradice los resultados de investigaciones previas.

Verse a uno mismo en la pantalla durante videollamadas en plataformas como Zoom o Teams causa cansancio mental, según en un estudio publicado recientemente en la revista científica Cyberpsychology, Behavior, and Social Networking.

Los investigadores de la Universidad de Galway (Irlanda) evaluaron la actividad cerebral de 32 personas (16 hombres y 16 mujeres) mediante electroencefalogramas mientras estaban en una videollamada en Zoom, y en distintos momentos de la comunicación se mostraban o se ocultaban en su propia pantalla.

Los resultados revelaron que los niveles de cansancio fueron mayores cuando los participantes podían verse a sí mismos, y esto afectaba tanto a hombres como a mujeres de manera similar. Esta conclusión contradice las deducciones de investigaciones previas que afirman que las mujeres experimentan más cansancio que los hombres dado que tendrían “la mayor conciencia de sí mismas generada al verse en una pantalla”, señala el estudio.

“Nuestro estudio demuestra que la sensación de cansancio que surge durante las videollamadas es real y el hecho de ver nuestro propio reflejo lo hace aún más agotador”, indicó Eoin Whelan, quien dirigió la investigación. “Desactivar la imagen en espejo puede ayudar a compensar la sensación de cansancio en las reuniones virtuales”, agregó.

Demasiada comida chatarra podría causar daños duraderos al cerebro

Investigadores consideran que esto puede deberse a que las dietas occidentales alteran un neurotransmisor cerebral clave implicado en la retentiva y otras funciones.

Neurocientíficos de la Universidad del Sur de California (USC) en EE.UU. descubrieron que la ingesta abundante de una dieta occidental, alta en grasas y azúcar, desde la temprana edad, puede provocar problemas duraderos de memoria en animales de laboratorio.

“Lo que vemos […] es que, si estas ratas crecieron con esta dieta de comida chatarra, entonces tienen problemas de memoria que no desaparecen”, explica Scott Kanoski, profesor de la USC. “Si simplemente los sometes a una dieta saludable, estos efectos lamentablemente duran hasta la edad adulta”, agregó.

La concepción de la investigación

Al desarrollar el estudio, Kanoski y su estudiante de postdoctorado, Anna Hayes, tuvieron en cuenta el antecedente de que las personas que padecen la enfermedad de Alzheimer tienden a tener niveles más bajos de acetilcolina en el cerebro. Los investigadores consideran que esto puede deberse a que las dietas occidentales alteran la acetilcolina, un neurotransmisor cerebral clave implicado en la retentiva y funciones como el aprendizaje, la atención, la excitación y el movimiento muscular involuntario.

Los científicos se cuestionaron sobre el impacto que podrían tener estas dietas occidentales para las personas más jóvenes que pueden seguir una dieta similar, particularmente durante la adolescencia, cuando su cerebro está experimentando un desarrollo significativo.

Los experimentos

Los investigadores rastrearon los niveles de acetilcolina de un grupo de ratas con una dieta grasosa y azucarada y en un grupo de control de ratas analizando sus respuestas cerebrales a ciertas tareas diseñadas para probar su memoria.

La prueba implicó dejar que las ratas exploraran nuevos objetos en diferentes lugares. Días después, los investigadores reintrodujeron a las ratas en la escena, que era casi idéntica, excepto por la adición de un objeto nuevo. Las ratas que siguieron la dieta de comida chatarra mostraron signos de que no podían recordar qué objeto habían visto anteriormente ni dónde, mientras que las del grupo de control mostraron familiaridad.

Conclusiones

Según los científicos, su estudio refuerza el importante vínculo entre el intestino y el cerebro. “La señalización de acetilcolina es un mecanismo para ayudarles a codificar y recordar esos eventos, análogo a la ‘memoria episódica’ en los humanos, que nos permite recordar eventos de nuestro pasado”, subrayó Hayes. “Esa señal parece no ocurrir en los animales que crecieron con una dieta grasosa y azucarada”, añadió. La investigación se publicó recientemente en la revista científica revisada por pares Brain, Behavior, and Immunity.

Kanoski enfatizó que la adolescencia es un período muy sensible para el cerebro cuando se están produciendo cambios importantes en el desarrollo. “No sé cómo decir esto sin sonar como Casandra y pesimismo”, apuntó, “pero desafortunadamente, algunas cosas que pueden ser más fácilmente reversibles durante la edad adulta son menos reversibles cuando ocurren durante la niñez”, agregó.

Finalmente, los investigadores lograron revertir la capacidad de memoria en las ratas experimentales con medicamentos que inducen la liberación de acetilcolina, inyectada directamente en el hipocampo cerebral. Sin embargo, Kanoski señala que se necesita una investigación más amplia para saber cómo se pueden revertir los problemas de memoria, causados por una dieta de comida chatarra durante la adolescencia, sin necesidad de una intervención médica tan especial.