Qué cambios produce el coronavirus en el cerebro y cómo se vinculan con el COVID prolongado

Incluso, los jóvenes con enfermedad inicial leve pueden desarrollar síndromes neuropsiquiátricos agudos y COVID persistente.

Los jóvenes, aunque hayan transitado una enfermedad leve, pueden desarrollar síndromes neuropsiquiátricos agudos. Qué rol desempeña el sistema inmunitario en esta condición

Aunque el coronavirus se considera un patógeno respiratorio, los científicos detectan un abanico cada vez más numeroso de complicaciones neurológicas luego del alta por la infección, que incluyen confusión, accidente cerebrovascular y trastornos neuromusculares, según publica Infobae.

También se observan otros trastornos, como problemas de concentración, dolor de cabeza u otros trastornos sensoriales pueden persistir durante meses después de la infección, como parte de una constelación de síntomas que ahora se considerados COVID prolongado o persistente.

Incluso, los jóvenes con enfermedad inicial leve pueden desarrollar síndromes neuropsiquiátricos agudos y COVID persistente. Los mecanismos fisiopatológicos aún no se comprenden bien, aunque la evidencia implica principalmente una disfunción inmunitaria, incluida la neuroinflamación inespecífica y la desregulación autoinmune antineural.

Por ello, los especialistas han considerado estudiar los mecanismos detrás de cómo surgen estas complicaciones. Eso es lo que ha hecho un equipo de trabajo liderado por Serena Spudich, profesora de neurología Gilbert H. Glaser en la Universidad de Yale, en un artículo recientemente publicado en Science.

La especialista ha estudiado durante las últimas dos décadas los efectos del VIH en el cerebro. Luego, en 2020 irrumpió un nuevo virus, seguido poco después por un número creciente de informes clínicos de pacientes infectados que también desarrollaron problemas relacionados con el cerebro.

En colaboración con colegas de Yale, desde entonces ha centrado gran parte de su enfoque en aprender más sobre los impactos neurológicos del SARS-CoV-2.

Una de las variables que resultó de particular interés para los científicos fue la heterogeneidad de los síntomas que provoca. Incluso en casos leves, el COVID-19 puede causar confusión, delirio, somnolencia, función cognitiva deficiente, dolores de cabeza intensos y sensaciones incómodas en la piel.

En los casos más graves, los pacientes han sufrido complicaciones tan graves como accidentes cerebrovasculares.

Inicialmente los profesionales de la salud se centraron en las complicaciones durante la etapa aguda de la enfermedad, a medida que avanzaba la pandemia pronto se dieron cuenta de que muchas de estas complicaciones podrían ser duraderas.

“Hay muchos informes de personas que tienen síntomas persistentes durante meses -contó Spudich-. A menudo, han tenido una resolución completa de la fiebre y las dificultades respiratorias, pero continúan teniendo problemas con la concentración, la memoria o dolores de cabeza”.

Algo más que el comienzo

Cuando todo comenzaba, allá por los inicios del 2020, a los investigadores les preocupaba que los síntomas neurológicos pudieran deberse a que el COVID podría invadir y replicarse en las células cerebrales y dañar directamente ese órgano. Sin embargo, la gran mayoría de la evidencia actual revela que no es lo que pasó.

“En nuestro trabajo acumulamos evidencia de lo que se ha investigado sistemáticamente y resumimos cómo se ve afectado el cerebro durante la fase aguda de la COVID-19, indicó Spudich. Descubrimos que la mayoría de las investigaciones apuntan a una lesión mediada por el sistema inmunitario en lugar de que el virus realmente ingrese al cerebro y mate las células allí”.

Los científicos han podido buscar evidencias en el líquido cefalorraquídeo (LCR), que rodea el cerebro y la columna vertebral. De los muchos estudios que se han realizado en todo el mundo, muy pocos han detectado restos de SARS-CoV-2 en el LCR.

Además, las autopsias en pacientes afectados por coronavirus, que a veces pueden detectar fragmentos virales en el cerebro, tampoco han logrado encontrar partículas restantes.

Sin embargo, incluso en ausencia de un virus que se replique, el COVID-19 aún puede contribuir a los cambios inmunológicos. De hecho, los estudios han señalado una elevación en los marcadores de activación inmunológica e inflamación en el líquido cefalorraquídeo y el cerebro que pueden ser la base de los síntomas.

Por ejemplo, las células inmunitarias liberan ciertas proteínas para combatir infecciones, pero también pueden tener efectos no deseados que interfieren con la función neurológica.

“Creemos que en algunas personas que contraen COVID y sufren síntomas neurológicos, el sistema inmunitario está provocando cambios en el sistema nervioso que terminan por volverlos sintomáticos”, destacó Spudich.

Una de las variables que se comenzaron a analizar es que algunos síntomas pueden ser causados por la autoinmunidad en la que el sistema inmunitario se activa para combatir un patógeno entrante, pero reconoce erróneamente las propias células del cuerpo como objetivos.

“En estos casos, el sistema inmunitario falla y ataca sus propias células cerebrales o las nerviosas periféricas, lo que provoca consecuencias neurológicas o psiquiátricas”, completó la especialista.

La persistencia de problemas después de que desaparece la infección aguda en los pacientes es un fenómeno aún más desconcertante. A pesar de sus sensaciones, las pruebas clínicas a las que se someten los pacientes a menudo resultan normales, lo que la convierte en una condición especialmente difícil de estudiar.

“La mayoría de estos pacientes escuchan de sus médicos que no les pasa nada”, explicó Spudich. Utilizando herramientas con las que su equipo de trabajo había analizado cómo el VIH afecta el cerebro, ahora se concentró en desentrañar los misterios del COVID.

Al observar las diferentes células y proteínas que rodean el cerebro y que se pueden medir en el LCR, están estudiando cómo se comportan de manera diferente en las personas que tienen COVID durante mucho tiempo en comparación con aquellas que no desarrollaron más complicaciones.

También están utilizando imágenes de resonancia magnética para analizar las diferencias cerebrales estructurales y funcionales entre estos grupos.

Spudich espera que su trabajo no solo brinde respuestas a quienes luchan contra los efectos del COVID-19, sino que también arroje luz sobre otras infecciones virales poco conocidas, como la enfermedad de Lyme.

“Ahora tenemos a nuestra disposición herramientas de investigación asombrosas que nos permiten estudiar inmunología, buscar pequeños fragmentos del virus y observar cambios en la estructura del cerebro o la forma en que funciona. Tomará tiempo, esfuerzo e inversión, pero confío en que obtendremos respuestas”, cuenta.

Aunque sus miras están destinadas a encontrar respuestas a futuro, su preocupación también tiene un enfoque presente. “Tenemos que interrumpir lo que sea que pueda ser este proceso en curso para que no haya más consecuencias a largo plazo en el sistema nervioso”, concluye.

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La NASA lanza una misión al asteroide ‘Dios del Caos’, que se aproxima a la Tierra

Imagen ilustrativa.

El Apophis pasará excepcionalmente cerca en el 2029.

La sonda espacial OSIRIS-REx de la NASA pasó por la Tierra a finales de septiembreentregó unas muestras de rocas y polvo recogidas del asteroide Bennu. De inmediato, y sin apagar sus motores, se embarcó en una misión adicional: estudiar el Apophis, un asteroide que se espera pase muy cerca de nuestro planeta en el 2029.

En este contexto, la NASA anunció el pasado viernes que la sonda ha sido rebautizada oficialmente como ‘OSIRIS-APEX’, acrónimo en inglés de Orígenes, Interpretación Espectral, Identificación de Recursos y Seguridad – Explorador Apophis. Además, Dani Mendoza DellaGiustina, quien fuera investigadora principal adjunta de la OSIRIS-REx, también estará al mando de esta nueva misión extendida.

El asteroide 99942 o Apophis, que debe su nombre al dios egipcio considerado la encarnación del caos, no chocará contra la Tierra, pero sí estará excepcionalmente cerca, a unos 32.000 kilómetros, el 13 de abril de 2029.

Esta distancia lo pone más cerca a nuestro planeta que algunos satélites y se prevé que eso no solo provoque cambios en su órbita, sino terremotos y deslizamientos en su superficie. “OSIRIS-APEX estudiará Apophis inmediatamente después de tal paso, permitiéndonos ver cómo cambia su superficie al interactuar con la gravedad de la Tierra”, dijo Amy Simon, científica del proyecto.

Asimismo, está dentro de los planes que, para el 2 de abril de 2029, las cámaras de la sonda comiencen a tomar imágenes del asteroide a medida que se acerque. Luego del encuentro cercano con la Tierra, operará en sus proximidades durante los 18 meses siguientes. En ese lapso llevará a cabo muchas de las mismas investigaciones que OSIRIS-REx realizó en Bennu, con el uso de instrumentos generadores de imágenes, espectrómetros, y un altímetro láser para mapear su superficie y analizar la composición química.

Si bien la entonces OSIRIS-REx recolectó agua y altas cantidades de carbono de Bennu, se estima que las muestras recogidas de Apophis sean bastante diferentes, ricas en silicato y níquel-hierro, materiales de los que están principalmente compuestos estos asteroides rocosos, denominados ‘tipo S’.

De acuerdo con la NASA, da la casualidad de que la mayoría de los asteroides potencialmente peligrosos conocidos también son de ese tipo. “Lo que el equipo aprenda sobre Apophis puede ofrecer información a la investigación de defensa planetaria, una de las principales prioridades de la NASA”, asegura la agencia.

Por otro lado, según explica Mendoza DellaGiustina, Apophis ayudará a los científicos a aprender más sobre cómo se forman los sistemas solares y los planetas. “Sabemos que las fuerzas de marea y la acumulación de escombros son procesos fundamentales que podrían desempeñar un papel en la formación de planetas. Podrían informar cómo pasamos de los escombros del sistema solar primitivo a planetas en toda regla”, explicó.

Se estima que asteroides del tamaño de este ‘Dios del Caos’, de unos 340 metros de diámetro, solo se acercan tanto a la Tierra una vez cada 7.500 años. “Aprendimos mucho en Bennu, pero ahora tenemos aún más preguntas para nuestro próximo objetivo”, dijo Simon.

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Fotos| Revelan terrible descubrimiento de una momia que murió en el parto

Momia egipcia de una adolescente que murió durante el parto.

Los restos de la fallecida pertenecen al período tardío de Egipto.

Los autores de un estudio revisaron a una momia egipcia, de una adolescente que murió durante el parto, después de más de un siglo, y le realizaron una tomografía computarizada del cuerpo, que reveló la presencia de un segundo feto en la cavidad torácica de la mujer, lo que indicaba que estaba embarazada de gemelos, según un artículo publicado en International Journal of Osteoarchaeology.

La cabeza del primer bebé quedó atrapada en el canal del parto, lo que provocó la muerte tanto de los bebés como de la madre, informó IFL Science.

El estudio descubrió que, al morir, la joven fue momificada junto con el niño, cuyos restos fueron colocados entre las piernas de la madre, a excepción de la cabeza, cuyos huesos quedaron dentro de la pelvis. Es decir, el niño fue decapitado durante el parto. 

La muerte del bebé y su madre probablemente ocurrieron debido al llamado parto de nalgas, donde el bebé sale con los pies primero, lo que hace el proceso mucho más complicado y peligroso.

Los investigadores suponen que con el tiempo el cuerpo de la fallecida se descompuso y el feto se desplazó desde el útero hasta la cavidad torácica.

La momia examinada pertenecía a una mujer de entre 14 y 17 años. Sus restos fueron encontrados en 1908 durante las excavaciones de la necrópolis de El Bagawat.

La joven pesaba entre 45 y 55 kilogramos. Los científicos estiman que la mujer tenía entre 34 y 40 semanas de embarazo cuando comenzó el parto.

Los restos de la fallecida pertenecen al período tardío de Egipto (desde el 664 a.C., hasta 332 a.C.), reza la anotación del estudio.

“Este examen de la madre y sus hijos al nacer reconfirma cuán peligrosos eran el embarazo, el parto y el alumbramiento, especialmente durante este período”, indicó el estudio. “El parto en el antiguo Egipto se consideraba un evento religioso, no médico”, explicaron los científicos.

“La mayor parte de la documentación descubierta describe hechizos y encantamientos recitados para proteger a la madre y al bebé durante y después del nacimiento“, sostuvieron los investigadores, al indicar que un hechizo alude a que el nacimiento de gemelos se veía de forma negativa.

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Descubren nueva evidencia de que una luna de Saturno podría albergar vida

Foto: NASA.

"Nuestro trabajo aporta más evidencia de que Encélado alberga algunas de las moléculas más importantes tanto para crear los componentes básicos de la vida como para mantener esa vida mediante reacciones metabólicas", señalan los científicos.

El Laboratorio de Propulsión a Chorro (JLP, por sus siglas en inglés) de la NASA informó este jueves que un grupo de investigadores había confirmado la presencia de nuevas moléculas orgánicas en una columna gigante de hielo y vapor que brota de la superficie de Encélado, una de las 146 lunas de Saturno, lo que indica que este cuerpo celeste podría albergar vida.

Las imágenes obtenidas en la década de 1980 por la sonda espacial Voyager demostraron que Encélado, que tiene alrededor de 500 kilómetros de ancho, cuenta con una superficie blanca y brillante, por lo que se le considera el cuerpo celeste más reflectante del sistema solar. De acuerdo con la NASA, debido a que este pequeño satélite natural refleja mucha luz solar, la temperatura de su superficie es extremadamente fría, alcanzando los -201 °C.

En 2005, el orbitador Cassini identificó partículas de agua helada y gas que brotaban desde la superficie de la luna a una velocidad de 400 metros por segundo. Los científicos explicaron que las continuas erupciones de agua terminaron por generar un enorme halo de fino polvo de hielo alrededor de Encélado, donde una parte de este material formó uno de los anillos de Saturno.

Asimismo, detallaron que estos estallidos provenían de grietas en la corteza de la luna, que son relativamente cálidas. A partir de los datos obtenidos del Cassini, se pudo conocer que debajo de la superficie helada de Encélado hay un océano líquido que alimenta los brotes de agua.

Detectando fuentes químicas adicionales

En 2017 se identificaron moléculas orgánicas en una de las columnas de hielo y vapor. Al respecto, los especialistas sugirieron que la combinación de dióxido de carbono, metano, amoníaco, hidrógeno y agua podrían conducir a la metanogénesis, un proceso metabólico que conlleva la producción de metano y que fue fundamental para la formación de vida en la Tierra.

En un nuevo estudio recientemente publicado en la revista Nature Astronomy, se reportó la existencia de “fuentes químicas de energía adicionales, mucho más potentes y diversas que la producción de metano”.

Los especialistas indicaron que los nuevos compuestos orgánicos detectados son cianuro de hidrógeno, acetileno, propileno y etano. Con su presencia se demuestra que “existen muchas vías químicas para sustentar potencialmente vida en el océano subterráneo de Encélado”, describieron en la publicación.

“Nuestro trabajo aporta más evidencia de que Encélado alberga algunas de las moléculas más importantes tanto para crear los componentes básicos de la vida como para mantener esa vida mediante reacciones metabólicas”, sostuvo el científico de la universidad de Harvard que trabajó en el proyecto Jonah Peter.

Encélado no solo parece cumplir los requisitos básicos para ser habitable, sino que ahora también tenemos una idea de cómo podrían formarse allí las biomoléculas complejas y qué reacciones químicas podrían estar involucradas”, concluyó.

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