“Desastre ko Mario”

La gestión de Mario Ferreiro, al frente de la Municipalidad de Asunción, viene siendo objeto de todo tipo de objeciones desde hace ya cierto tiempo. Desde las calles en pésimo estado, hasta la deficiente recolección de basura, pasando por la situación de abandono en el que se encuentran muchos espacios públicos. Pero a todo esto, que puede atribuírsele a ese mal que afecta a tantos administradores de la cosa pública, llamada ineptitud, se sumaron últimamente otras aún más graves: el manejo presuntamente doloso de 30.000 millones de guaraníes previstos para el desagüe pluvial de la ciudad, correspondientes al presupuesto 2018, de los cuales no se aplicaron ni un solo centavo.

Cuando el tema saltó a la luz pública, las críticas apuntaron a la increíble incapacidad del intendente y su equipo, pero luego tomaron un giro muy distinto, que arrancaron por preguntas elementales: ¿Si no se gastó en el rubro para el cual estaba proyectado, dónde fue a parar tanto dinero?.

El presidente de la Junta Municipal, concejal Oscar Rodríguez, afín a Ferreiro, declaró a la 970 am que las obras del desagüe no se iniciaron dado que la Dirección de Contrataciones Públicas no autorizó el endeudamiento de la comuna por US$ 90 millones, costo total del proyecto. Y agregó que la plata se utilizó para la adquisición de retroexcavadoras y otras maquinarias necesarias para el mantenimiento de los canales y tuberías que desagotan parte del exceso de agua en Asunción, previa reprogramación presupuestaria. Pero mintió, con total descaro.

El titular de la DNCP, Pablo Seitz manifestó a la misma emisora que la institución no tiene facultad para autorizar o no el monto de las deudas que contraiga el municipio, ni cualquier otra institución. “No es nuestra función”, afirmó tajante, derrumbando así uno de los principales argumentos de Rodríguez. Lo mismo sucedió al consultarles a otros concejales sobre la alegada reprogramación. Álvaro Grau, del Partido Patria Querida, fue rotundo al afirmar que la Junta no trató ningún proyecto de ese tipo, y en el mismo sentido se pronunció el colorado Orlando Fiorotto.

Llegado a este punto, comienzan las conjeturas. La primera que salta a la vista es que si Mario utilizó el monto en cuestión en la compra de maquinarias, sin previa reprogramación, habrá incurrido en el delito de lesión de confianza, pues la legislación no le permite realizar ningún gasto fuera de lo que figura en el presupuestado. La segunda, sin dudas más grave, es que depositó en uno o varios bancos de plaza, en donde la suma genera millonarios intereses que no son ingresados a la administración municipal.

La versión oficial de la Municipalidad es que una parte de los 30.000 millones se gastó para ciertas obras comprendidas en el proyecto y otra se reserva para la “contraprestación de servicio”, lo cual resulta por demás llamativo, teniendo en cuenta que no hubo “servicio”, aunque a pesar de eso, a los asuncenos se les descuenta por algo que no se les brinda.

El intendente Ferreiro debe aclarar los cuestionamientos y disipar las dudas, informando detalladamente en qué se gastaron los 30.000 millones, si hubo alguna reprogramación (como dijo el titular de la Junta) y si todo o parte de dicho capital está en algún banco de plaza, a qué tasa de interés y cuándo y cuánto ingreso a la administración en ese concepto.

Mientras, la mezcla de impericia y posibles manejos fraudulentos hacen que Ferreiro le dispute el mismo título a su “tocayo”, como ya se escucha en distintos ámbitos: “Desastre ko Mario”.

¿Qué clase de médicos estamos lanzando al mercado?

El reciente escandaloso caso que involucra a la Universidad María Serrana, donde un grupo de estudiantes logró culminar sus carreras de Medicina de manera meteórica mediante certificados truchos, nos hace cuestionar el nivel de enseñanza de los futuros profesionales de un ámbito sumamente sensible como lo es la salud.  

Una noticia que no pasa desapercibida en estos días es la clausura de las dos carreras de Medicina de la Universidad Privada María Serrana, luego de que el Consejo Nacional de Educación Superior (CONES) haya constatado irregularidades en la expedición de títulos. Esta situación se dio luego de pillarse que unos 11 alumnos de esa casa de estudios supuestamente falsificaron sus certificados de estudios para recibirse más rápido.

El proceso de intervención comenzó en junio de 2021 a partir de comunicaciones recibidas desde el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) sobre presuntas irregularidades en la emisión de títulos. Durante la intervención, el ente rector descubrió casos de estudiantes que habían falsificado firmas de certificados de estudios para poder recibirse de médicos y así recibir sus respectivos títulos universitarios. En este caso, acudían hasta la Universidad María Serrana con los certificados de estudios donde figuraba que habían seguido parte de la carrera en otro lugar, a fin de convalidar las materias, entonces se libraban de cursarlas en la institución.

Esto sin dudas ocasionará necesariamente a futuro una baja calidad a la hora de brindar atención a los pacientes. Es sumamente peligroso que estudiantes universitarios de la carrera de Medicina estén burlando los delineamientos de enseñanza con el simple fin de recibirse más rápido y es el doble de perjudicial que las instituciones educativas se presten, ya sea por falta de mecanismos de control o por complicidad, a este tipo de artimañas.

Todos somos conscientes del actual pésimo sistema sanitario paraguayo, con precarias infraestructuras, escaso plantel y con la falta de insumos y medicamentos. Si a todo lo anterior le sumamos malos profesionales, nos estamos yendo a pique.

Es urgente una depuración de las carreras de Medicina, las cuales abundan a tutiplén y escapan del control de los organismos correspondientes. Es imperioso poner mano dura a la cuestión para garantizar buenos profesionales de la medicina para el futuro, porque CON LA SALUD NO SE JUEGA.

 

Casi, casi, venden “La Patria”

No hay margen para la menor distracción. De no ser por alguien que alertó en las redes sociales lo que el Fondo Ganadero y no sabemos quiénes más estaban tramando, a las 11:00 horas de hoy, viernes, la “Estancia La Patria”, fundad por el coronel Rafael Franco a poco de finalizar la guerra del Chaco, hubiera dejado de ser de… la Patria, perdiéndose con ello todo el valor histórico y cultural que representa para el Paraguay y los paraguayos.

La información se propagó rápidamente, acompañada del aviso comercial que por ley está obligado a realizar el rematador, en este caso, Carlos Roberto Trabuco: “Superficie, 15.000 hectáreas. Sus linderos son la Estancia Toro Blanco, separada por la picada 108, del señor Tranquilo Favero y la Estancia La Patria, separada por la ruta Py09. Superficie explotada, 1.710 hectáreas. Monte, 13.290 hectáreas… en la zona existe un acuífero”, señala parte del anuncio.

En ninguna parte se señala que la propiedad es una fracción de “La Patria”; algo que la institución lo mantuvo en absoluto sigilo, muy en el “Fondo”, hasta las 22:30 horas de la víspera del remate, cuando informó que la operación quedaba “temporalmente suspendida”, al que siguió esta maña otro comunicado, aclarando que la suspensión es definitiva, “pese a la total transparencia y legalidad del proceso”, según su presidente Fredis Estigarribia Cardozo.

Una perfecta tomadura de pelo, o dos, porque nadie puede invocar transparencia cuando pretendió llevar a cabo un negocio (¿negociado?) de un bien público, en secreto, y porque si hubiera sido tan “transparente y legal” como afirma Estigarribia, no habría motivo alguno para dejarlo sin efecto.

No haremos conjeturas de lo que tenían entre manos. Los responsables del ente dicen que la enajenación de las 15.000 hectáreas fue dispuesta en el mes marzo, no nos consta, y si buscamos noticias de la época, lo único que encontraremos es que una comitiva oficial, encabezada por el presidente Mario Abdo Benítez, visitó el lugar en abril para evaluar su eventual uso como albergue, de acuerdo a la versión oficial.

Probablemente escucharemos que en el “caso La Patria”, como en otros, “todo se hizo de manera legal”, que “no puede haber ilícito porque el remate no se llevó a cabo” y otras cuestiones por el estilo, pero el intento de despojarle al Estado de un patrimonio histórico existió y debe ser investigado.

No hay derecho a tener que dormir con un ojo abierto, ni estar a expensas de que alguien renuncie o “filtre” datos para recién entonces enterarnos de cuestiones que son de carácter público y de sumo interés nacional.

¡Sanos y salvos!

Vivimos días oscuros, a nadie ya le cabe la menor duda. Una epidemia que se expande sin cesar, al igual que el desempleo y la pobreza, más escándalos de corrupción no resueltos, ya eran detonantes suficientes para desencadenar una crisis aguda, a los que ahora se incorporó otro factor que nunca nos abandonó pero que se hallaba en estado latente: La violencia.

Su reaparición se dio primero en el confuso episodio que protagonizaron efectivos de la Fuerza de Tarea Conjunta(FTC) y del autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), en Yby Yaú, que arrojó como saldo la muerte de dos niñas de 11 años. Y este miércoles, apenas 7 días después, se hizo nuevamente presente con el secuestro del exvicepresidente de la República, Óscar Denis, y de un empleado a su cargo, Adelio Mendoza, ocurrido en la zona de Bella Vista norte (Amambay), que se le atribuye a la misma banda criminal.

Cualquier secuestro conmociona, como lo demostraron todos los casos anteriores, pero cuando se trata de una persona pública de vasta trayectoria política, como Denis, en un contexto de por sí “volátil”, como el actual, las cosas se tornan aún más complicadas y sus consecuencias difíciles de prever.

El gobierno reaccionó esta vez con más cautela, al menos hasta ahora. Su porta voz, el ministro del Interior Euclides Acevedo, anunció el “despliegue de fuerzas en la zona” con el fin de rescatar a los secuestrados. Pero algo más, también deslizó una caracterización de lo acontecido al señalar la connotación política que reviste el hecho, lo que genera mayor incertidumbre respecto al posible curso de los acontecimientos.

¿Por qué lo de la incertidumbre? Porque si bien esta se halla presente en actos similares que persiguen objetivos extorsivos, en estos casos se presume que al aceptar las demandas de los captores o acordar lo que fuere en esta materia, se pondría fin al cautiverio, pero si el móvil fuera político, como dice Euclides, el escenario que se abre es más incierto.

Siguiendo el hilo que dejó abierto el ministro, en gran medida compartido por periodistas, analistas y otros actores, las preguntas serían si la banda criminal quiere negociar algo, que desconocemos, o si es un acto de venganza, una “réplica” a lo sucedido en Yby Yaú, lo que disminuiría sensiblemente las posibilidades de que todo esto termine de manera favorable.

Nosotros, demás está decirlo, no lo sabemos y sería irresponsable avanzar en este terreno, hasta tanto surjan más informaciones al respecto, sea porque se pronuncien los secuestradores o por los datos que divulguen el Gobierno y los organismos de seguridad, que claramente fueron sorprendidos por este desgraciado acontecimiento, lo cual deberá ser motivo de análisis y necesarias rectificaciones posteriormente.

La prioridad ahora es bregar por la recuperación de Denis y Mendoza sanos y salvos. Ese es nuestro mayor deseo, por ellos, por sus seres queridos, que están pasando por una de las peores angustias que pueda sufrir cualquier ser humano, y también por el país, que de otro modo se hundiría en un remolino de disputas y confrontaciones del cual sería más difícil salir.