Tras las huellas de James Manlove: El corsario que soñó con cambiar la suerte del Paraguay en la Guerra Grande

Los sudistas solicitaron, para el efecto, que el Gobierno paraguayo expida la patente de corso y les facilite la bandera y las documentaciones. Foto: Ilustración.

Corría mayo de 1866 cuando un grupo de veteranos del desaparecido Ejército de los Estados Confederados de América se presentó en la legación paraguaya en París. El ministro Cándido Bareiro supo de un temerario plan orquestado por el misterioso Mayor James Manlove. Era una locura, pero con la capacidad de influir en el curso de la Guerra, y cambiar la suerte del Paraguay, contra la Triple Alianza.

Por Gonzalo Cáceres – Periodista (@gonzatepes)

Manlove es de esos personajes que genera pasiones en quien lo descubra, a tal nivel de protagonizar “Diagonal de Sangre” de Juan Bautista Rivarola Matto, quizá la más brillante de las novelas históricas paraguayas.

Un espeso manto de teorías envuelve la figura de este oficial sudista que -a juzgar por las fuentes que sobrevivieron- intentó a como dé lugar recuperar la honra que le fue arrebatada en los campos de batalla.

Quizá por dinero, o posiblemente solo por la sed de aventuras, hasta puede que planeó hacerse rico a costa de pillaje; pero, sin duda, el intrépido Mayor Manlove abrazó la causa paraguaya tanto como para burlar a los tiradores del frente, hacerse atrapar por una patrulla paraguaya y aceptar una muerte segura, en el afán de comparecer ante el mismísimo Mariscal Francisco Solano López.

Esta es su historia…

EL CONFEDERADO

Los testimonios sobre la vida y andanzas de James Manlove, así como su estadía en Sudamérica, son turbios y tan escasos que no pasaría de leyenda urbana de no ser por las memorias de Charles A. Washburn (representante de los Estados Unidos en Paraguay, 1861-1868) con quien coincidió en 1865 en Río de Janeiro y se lo volvió a cruzar en Buenos Aires y Asunción.

Dice la historia, o la leyenda, que Manlove habría nacido en Maryland a principios de 1830, aunque otras versiones indican que en mayo de 1833 en el Condado de Schuyler, Illinois. Según Washburn, Manlove se formó en las más prestigiosas academias militares y -estima- provenía de una adinerada familia sureña, muy probablemente dueña de plantaciones y esclavos.

Manlove hablaba con orgullo de su servicio en el Ejército de la Confederación en la Guerra de Secesión (1861-1865), una larga y sangrienta contienda que comenzó cuando los Estados del Sur declararon su independencia y marcharon contra el Norte en pro de sostener el sistema esclavista (el fuerte de la economía del Sur estaba en los campos y la mano de obra esclava).

OSCURO PASADO

El presunto mentor de Manlove, el general Nathan Bedford Forrest, hizo historia como un destacado estratega y por ser miembro fundador del tristemente célebre Ku Klux Klan, una organización supremacista blanca que aterrorizó a la población afroamericana del Sur de los Estados Unidos en las décadas siguientes al conflicto.

Como funcionario del Gobierno de la Unión, Washburn analiza detenidamente este aspecto de la historia personal de Manlove ya que -si en verdad sirvió a Bedford Forrest, es altamente probable que se vea involucrado en la masacre de Fort Pillow, un controversial episodio donde las fuerzas al mando de Forrest pasaron por las armas (inclusive se menciona que fueron quemados vivos) a los soldados afroamericanos de la Unión que se habían rendido. Este incidente fue lo suficientemente cuestionable como para manchar la carrera militar de Forrest, que terminó la guerra con rango de teniente general.

El ministro estadounidense describió a Manlove como “un fortachón de un metro noventa, lleno de cicatrices de batalla, con todas las características de un veterano”. La documentación existente en el Washburn-Norlands Library habla de un soldado profesional “supremamente confiado en sí mismo y leal a la causa sureña, incluso en la derrota”.

Washburn menciona en sus notas que Manlove negaba lo de Fort Pillow. Su papel en el caso y su relación con Forrest quedó en la nebulosa, aunque Washburn avaló su participación en la Guerra Civil.

INTENCIONES

Manlove se presentó en un principio ante Washburn como turista. Anduvo de paso por Uruguay y Brasil (donde tuvo su primer encuentro con Washburn) y se mostraba ansioso por continuar “descubriendo la región”. En Montevideo corrió el rumor de que Manlove le habría ofrecido al ministro chileno un “plan” para aumentar el potencial bélico de la flota de su país, sin más repercusión.

EL PROYECTO CORSARIO

Al parecer, las ideas de Manlove y sus socios no quedaron en Sudamérica. A medida que crecía el drama entre Paraguay y las fuerzas combinadas de Argentina, Brasil y Uruguay, los sudistas buscaron contactar con el Gobierno de López.

El secretario de la legación paraguaya en París, Gregorio Benites (1834-1910), registró que el 7 de mayo de 1866 el encargado de negocios Cándido Bareiro (1833-1880) recibió la visita de una comitiva de militares estadounidenses, todos del derrotado bando de la Confederación, quienes le comentaron acerca de un “plan” (sí, ese mismo) para ofrecer al Mariscal López, que por entonces hacía correr ríos de tinta a propios y extraños en los principales periódicos de Europa en defensa de la causa nacional.

A ciencia cierta, por aquellos años un importante número de veteranos sudistas se habían refugiado en Europa, con material bélico sobrante de la contienda estadounidense a su disposición.

Sobre el encuentro, Benítes reportó: “Se comprometían por un contrato que firmasen con el representante oficial del Paraguay, a organizar por cuenta de ellos una flotilla de seis vapores de los más ligeros y fuertemente armados, que les habían servido en la larga Guerra de Secesión (…)”.

Benítes explica que los hombres afirmaron que esta flota “sería dotada de la tripulación y armamentos necesarios para hacer, con seguro éxito, la guerra marítima (…)” y sin tantear “un centavo, un solo hombre, ni nada”.

Los sudistas solicitaron, para el efecto, que el Gobierno paraguayo expida la patente de corso y les facilite la bandera y las documentaciones correspondientes “que acrediten oficialmente el carácter de la expedición naval proyectada”.

Básicamente, un corsario era un pirata al servicio de una nación (práctica muy utilizada por los británicos para combatir el expansionismo español en altamar), con la diferencia de que las acciones de los piratas carecían de legalidad y las del corsario estaban avaladas por el contratante. Por eso no es de extrañar que los sudistas no hayan pedido dinero, ya que sus incursiones podrían proporcionales grandes ganancias del asalto, saqueo y secuestro de poblaciones enteras.

Si bien Benítes no individualiza la identidad de los hombres, las memorias de Washburn hacen alusión a este encuentro en París y su intercambio de opiniones con Manlove en Río de Janeiro. “Dijo (Manlove) que tenía acuerdos con varios dueños de buques forzadores de bloqueos y tenía cartas de algunos de ellos (…) aunque por razones de prudencia no contenían nada del negocio en cuestión. Su plan era pasar al Paraguay para obtener patente de corso del presidente López (…) para retornar a Estados Unidos y utilizar varios forzadores de bloqueo ociosos para cazar transportes y buques mercantes brasileños”.

SIN RESPUESTA EN PARÍS

Los corsarios norteamericanos merodearon la legación paraguaya por unos “10 o 12 días”, sin encontrar una respuesta favorable de parte del ministro Bareiro, que no se animó (algunas versiones indican que Bareiro habría hecho la vista gorda a propósito, pero esa es otra historia) a expedir las patentes sin antes consultar al Mariscal López, si bien el Paraguay no firmó la Declaración de París (1856) y, a todas las de la ley, podía contratar corsarios.

LA CUESTIÓN

Se corrió la voz y el asunto de los corsarios ya no era un secreto de Benítes y Bareiro. El diario argentino ‘La Tribuna’ (del 10 de mayo de 1867) se hizo eco: “Nuestro poder de guerra fluvial, materialmente considerado, es nulo, y si por acaso cayera un corsario paraguayo en nuestras aguas, impunemente ofendería nuestros pueblos y costas”.

Washburn sabía que el plan de Manlove solo le traería problemas y podía comprometer al Gobierno estadounidense ante Francia, España y Gran Bretaña, si López aceptaba esta propuesta. Entonces, el ministro hizo lo que un político haría en tal situación: trató de disuadir a Manlove, que a esas alturas ya se encontraba en Buenos Aires.

LLEGADA AL PARAGUAY

Sin embargo, en agosto de 1866, y tras meses sin saber de Washburn, el buen Mayor Manlove, habiéndose congraciado previamente con Bartolomé Mitre y los oficiales argentinos en Tuyutí, marchó una mañana solo a cazar patos. Se escondió en los pastizales al norte del campamento de la Triple Alianza y se escabulló a través de la línea, siendo capturado por una patrulla del Ejército paraguayo.

El estadounidense fue encarcelado en Paso Pucú. Trató de explicarse y pidió hablar con el Mariscal. Los soldados examinaron sus pertenencias y, “como no había nada en ellos que mostrara estar apoyado por una parte responsable, López, como era habitual, llegó a la conclusión de que era un espía o asesino, y su primer impulso fue fusilarlo” (un periódico de Buenos Aires hizo correr la voz de que era un “experto tirador al servicio de los argentinos, con la misión de matar oficiales paraguayos”).

Pero, y para fortuna de Manlove, Solano López desistió y, en cambio, lo puso bajo custodia del temido coronel de Estado Mayor Luis Caminos, a quien Washburn consideraba un “inquisidor”.

Manlove insistió e insistió en la veracidad de su propuesta (sus reiteradas notas a López y al ministro de Guerra sobreviven hasta hoy día en el Archivo Nacional de Asunción). Bajo custodia del Ejército paraguayo, continuó negando los cargos de espionaje en su contra.

REENCUENTRO CON WASHBURN

La situación de Manlove mejoró en algo con su salida de los calabozos de Paso Pucú y traslado a Asunción, pero su proyecto de corsarios llevaba meses varado.

El sudista se reunió con Washburn en la capital paraguaya y, si bien era técnicamente un prisionero, el diplomático solicitó al Mariscal López un subsidio ya que Manlove era prácticamente un indigente.

Y la cosa se complicó. En 1868, Washburn asiló en su legación a personas acusadas de conspirar contra López y el gobierno paraguayo lo acusó de ser cabecilla. Tras su renuncia, Washburn solicitó que el Congreso de los Estados Unidos investigara su gestión en Paraguay y su relación con López quedó irremediablemente rota, llegando a congraciarse con los diplomáticos de la Triple Alianza.

Pasó el tiempo y Manlove no consiguió más atención del Estado Mayor. A esas alturas Solano López se enfocó en la guerra total contra las fuerzas invasoras.

¿QUÉ FUE DE ÉL?

Es en este punto en el que el rastro de Manlove se diluye… y se pierde.

Algunas versiones indican que el desilusionado hombre fue puesto en libertad por las fuerzas brasileñas que llegaron a ocupar y saquear Asunción. Se dice que posteriormente lo habrían enviado ante la Corte de Pedro II en Río, que se lo vio luego por Buenos Aires y Montevideo y que un tiempo después volvió a los Estados Unidos, donde no se conocen más datos de su vida, ni de su muerte (habría fallecido en Golden, Illinois, en 1888).

Otras versiones indican que Manlove pudo haber sido devuelto al campamento del Ejército paraguayo por orden del Mariscal López (sobre esto no hay nada escrito), sometido a los procesos militares que comenzaron en octubre de 1868 en San Fernando y ajusticiado por orden de los Tribunales de Sangre.

La verdad queda en deuda.

¿Y SI LO IMAGINAMOS?

Sin embargo, y si usted, querido lector, permite una ‘salvedad’, en “Diagonal de Sangre” el grandioso Juan Bautista Rivarola Matto fantasea con una idea romántica, quizá buscando un digno final para tan seductor personaje.

Rivarola Matto se imagina el final de Manlove en palabras del coronel Juan Crisóstomo Centurión, así lo cuenta: “Al momento en que (Bernardino) Caballero se lanzaba a la última carga de la batalla de Ytá Ybaté, apareció de súbito un gigante semidesnudo, montado en un moro con rabincha, riograndense, blandiendo un enorme sable. Se abalanzó al entrevero, hizo un estrago terrible, y cuando el enemigo hubo sido puesto en fuga, se alejó un trecho, encabritó su caballo, saludó triunfalmente a los asombrados jinetes paraguayos, y partió al galope perdiéndose en la distancia en dirección a los esteros del Ypecuá. Y eso es todo lo que se pudo averiguar de James Manlove”.

¿HUBIESE FUNCIONADO?

Aunque el Estado Mayor de Francisco Solano López siempre desconfió de Manlove, su excéntrico proyecto sí podría haber funcionado.

Los forzadores de bloqueos, de los que constantemente hablaba en sus cartas, habían destruido millones de dólares en tráfico comercial de los Estados del Norte durante la Guerra Civil.

Si el mariscal López hubiese otorgado a Manlove la patente de corso, el conflicto con la Triple Alianza podría haberse tornado más complejo (considerando, también, que hubiese llegado a tiempo a los Estados Unidos) y, tal vez, con un carácter internacional más favorable.

Las cartas evidencian que Manlove planeaba azotar las costas de Brasil, en su paso hasta Río de Janeiro y propinar allí una destrucción a cañonazo limpio, con desembarco y saqueo, así la Flota imperial se vería obligada a desbaratar el bloqueo impuesto en los ríos paraguayos en auxilio de su propia capital.

Indudablemente, una flota corsaria con bandera paraguaya al ataque sorpresivo de las costas brasileñas hubiese llamado la atención de la prensa mundial e instado la intervención de las potencias (movidos por el interés de los bancos).

Pero López, al parecer, nunca llegó a considerar seriamente esta opción. No se conoce de documentos que demuestren que al menos lo llegó a debatir con su Estado Mayor. Lo cierto es que no pasó, no fue así.

Del rumbo de la Guerra Grande se sabe el final y sus consecuencias.

FUENTES

Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (el Triunfo de la Violencia; el Fracaso de la Paz)” (2011).

Charles A. Washburn. “The History of Paraguay with Notes of Personal Observations and Reminiscences of Diplomacy under Difficulties” (1871).

George Frederick Masterman. “Seven Eventful Years in Paraguay” (1869).

Claudio Velázquez Llano. “La Guerra Total. El salto tecnológico y la evolución de la guerra en el Siglo XIX” (2020).

Manuel Peña Villamil, “Los corsarios sudistas en la guerra de la Triple Alianza” (1966).

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¿Una civilización desaparecida en lo profundo del Amambay? 

Supuesta entrada del túmulo descrito por De Mahieu.

Entre 1975 y 1979 un grupo de militares y exmilitares paraguayos, y académicos venidos de la Argentina, incursionó en lo profundo del Amambay en busca de lo que, según la versión de un aventurero alemán, serían los vestigios de una antiquísima fortaleza vikinga. Esta es la historia de aquella desconocida serie de expediciones y de su peculiar líder, el controversial antropólogo francés, Jacques De Mahieu.

Gonzalo Cáceres – periodista 

La saga vikinga inspiró auténticos ríos de tinta. Desde Escandinavia a Bizancio, pasando por el Mar del Norte, el Mediterráneo, las islas británicas, Sicilia; Sur, Centro, Este y Oeste de Europa y la Rus de Kiev, entre otras tantas locaciones, aquel intrépido pueblo de guerreros y comerciantes se echó al mar con una determinación tal, que expandió su influencia de la mano de sus veloces drakkars. 

Pero no todo fue sangre, fuego y conquista, también descubrimiento y colonización. Los más antiguos registros hablan de nombres que llegaron a los puntos más recónditos del entonces mundo conocido… y a tierras nunca antes vistas. 

Gracias al sitio de L’Anse aux Meadows, en la isla de Terranova, (provincia canadiense de Terranova y Labrador), se sabe que los vikingos llegaron a América al menos 500 años antes que Cristóbal Colón y se especula que sería ‘Vinland’ (la tierra descrita en las fascinantes sagas de Eric el Rojo y la de los groenlandeses).   

Reconstrucción del sitio de L’Anse aux Meadows, en la isla de Terranova. Foto: Getty.

Resulta imposible saber si estos hábiles navegantes consideraron -o pudieron- seguir más al sur del continente americano, quizás recorrer las costas y buscar un lugar seguro donde pasar el invierno, o quizás instalarse, interactuar y mezclarse con la población local, ¿quién sabe?

Se cree que la ‘interacción’ entre los vikingos de L’Anse aux Meadows y los nativos de la zona no fue del todo amistosa (y por ello se abandonó el asentamiento).

En este sentido, hay catedráticos que se aventuran a trabajar esta última posibilidad y esbozar osadas teorías, tanto que rayan lo difícilmente probable, o lo ridículo. Uno de estos fue el cuestionado Jacques de Mahieu, férreo defensor de la presencia vikinga en la América precolombina.

JACQUES DE MAHIEU

Jacques De Mahieu nació a finales de octubre de 1915 en Marsella, Francia. Se sabe que, durante su juventud se relacionó con movimientos de extrema derecha y habría actuado como informante del Régimen de Vichy. Además, peleó contra los soviéticos al servicio de la Alemania nazi en la 33.ª División de Granaderos SS Voluntarios Charlemagne en las Waffen-SS. 

Jacques De Mahieu.

Como -presunto- colaborador de los nazis durante la ocupación, De Mahieu sabía de los riesgos de permanecer en Francia y huyó a la Argentina a poco de concretarse la derrota del Eje en la II Guerra Mundial. El francés echó raíces en suelo sudamericano. Ganó prestigio y se hizo de un lugar en los círculos de estudios antropológicos de Buenos Aires, escalando posiciones hasta llegar a los grandes salones universitarios, gozando de una importante reputación como graduado en filosofía y doctor en ciencias políticas y ciencias económicas.

Nuestro protagonista escribió al menos media docena de libros sobre las, repito una vez más, ¡presuntas! aventuras vikingas desde lo que hoy en día son los helados páramos del norte de Canadá hasta la actual frontera entre Brasil y Paraguay.

Para entender a De Mahieu y las razones que le alentaron a arriesgar su vida en la calurosa selva paraguaya, y enfrentarse a toda la comunidad convencional de científicos, primero, se debe de comprender la creencia que profesó.

IMPORTANCIA DE LA RAZA EN LA HISTORIA

De Mahieu mezcló ideas aristocráticas y nacionalistas y centró sus estudios antropológicos y sociológicos en la importancia de la raza en la historia y la cultura. Se vio influenciado por el racismo científico y concibió teorías ‘reforzadas’ con el esoterismo, al abrazar lo referente a la “raza aria”, la piedra angular de la mitología nazi.

Así también, siguió la teoría del “nordicismo”, que se relaciona con la de la “raza aria” porque los nazis consideraban que la “raza nórdica (vikingos y sus parientes)” era la rama más superior de la “raza aria” (Herrenvolk).

Convencido de las grandes aventuras que solo los miembros de la “raza aria” podían emprender, se empapó de la capacidad de los vikingos para alcanzar, explorar y conquistar tierras lejanas y buscó cualquier indicio por estos lares que le sirviera para destacar la “grandeza” de los “arios”. 

Trató de demostrarlo; en ello centró su tiempo, recursos y energías…

FRITZ BERGER

Poco se sabe del ingeniero alemán Fritz Berger. Cincuentón, obeso y dado al whisky, Berger recorrió Sudamérica sin establecerse en ninguna parte. Estuvo en Asunción durante la Guerra del Chaco y prestó “muy buenos y leales servicios” al Ejército Paraguayo, al mando de uno de los talleres donde se reacondicionaban las armas capturadas al Ejército boliviano. Tras la contienda emprendió la búsqueda de yacimientos petrolíferos en el Estado de Paraná, Brasil, sin mucho éxito.

Su exploración lo llevó hacia la frontera con el Paraguay, donde “hizo descubrimientos de otra naturaleza” como ser “el mayor complejo rúnico del mundo”, o de lo que creyó eran runas vikingas.

Berger pasó tiempo con los nativos, los más antiguos habitantes de la zona, y se obsesionó con las “runas” al verse seducido por las historias de inimaginables tesoros y vestigios de un pueblo desaparecido, olvidado, entre versiones que recogió de sus charlas con los ancianos aborígenes. 

Parque Nacional Cerro Corá. Foto: SENATUR.

“‘En aquel tiempo reinaba en la región un rey poderoso y sabio que se llamaba Ipir. Era blanco y llevaba una larga barba rubia. Con hombres de su raza y con guerreros nativos que le eran leales, vivían en una gran aldea situada en la cima de un cerro. Disponía de armas temibles y grandes riquezas en oro y plata. Un día, sin embargo, fue atacado por tribus salvajes y desapareció para siempre. Así me lo contó mi padre, quien lo había oído del suyo’”, con cuentos similares -anotó De Mahieu- Berger captó a un tal “mayor Samaniego”, quien de inmediato se interesó en las tradiciones orales.

El “mayor Samaniego” era por esos días el jefe del destacamento de la frontera. Como entusiasta de la etnografía se mostró “muy interesado” en las supuestas marcas de origen nórdico que el alemán le describió. Así, Berger, en 1941 “obtuvo del Ejército la creación de la Agrupación Geológica y Arqueológica (AGA), que le contrató y donde trabajó dura y eficazmente”.

El ingeniero y el “mayor Samaniego” recorrieron la región y constataron “inscripciones y dibujos” en las rocas “que no era posible atribuir a los indios” y otros “numerosos vestigios de una civilización desaparecida”.

Supuesta “rosa de los vientos” vikinga.

“Sus zapadores (del Ejército, al mando de Samaniego) desmontaron casi totalmente un cerro en cuya cima se hallaba una imponente muralla. Nadie, sin embargo, en el Paraguay dio mayor importancia a los resultados obtenidos”, escribió De Mahieu.

La AGA acabó disuelta en 1945 y Fritz Berger “desalentado y enfermo” se quedó en el Amambay hasta la guerra civil de 1947, cuando abandonó el Paraguay, para morir al año siguiente en Dourados, Brasil.

A decir de De Mahieu, Berger no paró de hablar del “tesoro del Rey Blanco” del Amambay, hasta el último de sus días, no sin sospechar que “los jesuitas ya lo habían encontrado antes”.

Por su lado, el “mayor Samaniego” utilizó el trabajo de Berger para continuar explorando, información que luego compartió con Jacques de Mahieu.

PRIMERA EXPEDICIÓN

Jacques De Mahieu había contactado a principios de 1975 con el “ex mayor Samaniego, ya entonces General de División y Ministro de Defensa Nacional del Paraguay” quien “no dudó en unirse al proyecto”.

Samaniego recibió a la comitiva encabezada por el francés en su despacho y “se dignó, en el curso de una larga audiencia a darnos indicaciones tan precisas como prudentes sobre los sitios arqueológicos descubiertos 30 y pico de años antes, e insistió en el papel desempeñado, en ese entonces, por Fritz Berger”.

De Mahieu aseguró el apoyo del ministro con un primer recabamiento de datos, hecho dos años antes, en 1973, por colaboradores suyos que “constataron en el Cerro Guazú un conjunto rúnico de 61 caracteres ya traducidos”.

Samaniego le reveló a De Mahieu los relatos que guardó de Fritz Berger y consideró desde el primer momento que, “Ipir no era nombre guaraní”, pues se esforzó en vincularlo con el futhark, la lengua nórdica. 

De Mahieu explica que, la primera expedición tuvo como principal objetivo “estudiar la zona y los accesos” y entender “la finalidad de la siguiente expedición estipulada”. El equipo ingresó a Cerro Corá de la mano del “teniente coronel Escobar”, que ya conocía de antemano los trabajos realizados por la extinta AGA, 30 años antes, y del “casi ciego sargento López”.

Futhark, la lengua nórdica.

“Gracias a ellos pudimos localizar el cerro del Murallón y el muro del Aquidabán-Nigui, que se hallaba en el interior del Parque Nacional”.

SEGUNDA EXPEDICIÓN

La segunda incursión a Cerro Corá se realizó entre junio y julio de 1976. En esta ocasión, el equipo se nutrió con la participación del profesor Herman Munk, “runólogo del Instituto de Ciencias del Hombre”, que De Mahieu dirigía en Buenos Aires. También se les sumó el ingeniero Hansgeorg Bottcher, de la misma casa de estudios.

El grupo identificó un presunto “muro” en uno de los cerros, a razón de tener “una base natural”, pero sus laderas eran de “características diversas que permiten diferenciarla en tres grupos”. Según De Mahieu, un geólogo “nos confirmó que un fenómeno de este género solo puede ser obra de la naturaleza si se trata de una roca dura sometida a la acción de glaciares”, lo que avivó la llama de la curiosidad.

“Ningún movimiento geológico podría haber quebrado la roca con rigor de geómetra, ni tallado aristas vivas, ni respetado el alineamiento de los bloques que hubiera producido”, concluyó.

Localizado el “muro”, De Mahieu marcó la zona. Estaba convencido, esa formación habría de ser parte de la antigua fortaleza de “Ipir, el Rey Blanco”, del que tanto Fritz Berger le habló al ministro Samaniego.

Sin más provisiones, pero con el entusiasmo de los primeros indicios, se levantó la segunda excepción, con la firme esperanza de volver y excavar el presunto sitio arqueológico. 

TERCERA EXPEDICIÓN

Para la tercera expedición De Mahieu invitó al profesor paraguayo Vicente Pistilli, matemático e ingeniero, y “director del Instituto Paraguayo de Ciencias del Hombre”, quien no ocultaba su fascinación por echar algo de luz sobre la historia precolombina del Paraguay. Juntos, y con la anuencia de sus acompañantes, lanzaron la siguiente hipótesis: “El ‘murallón’ constituía parte de un recinto fortificado cuyos tres otros flancos estaban construidos con estacas, procedimiento que no ignoraban los vikingos”. 

El grupo continuó la revisión a lo largo y ancho del cerro en cuestión, dando con cavernas, paredes y galerías repletas de dibujos y marcas que De Mahieu interpretó “inequívocamente” como de “autoría aria” a razón de supuestas representaciones del dios nórdico (Odín), y de una amalgama de personajes mitológicos. 

Vicente Pistilli. Foto: Portal Guaraní.

Los zapadores del Ejército Paraguayo, enviados por el ministro Samaniego, trabajaron incansablemente, revelando “indicios de un túmulo que contenía un verdadero palacio subterráneo” en el “Yvyty Perõ”, otro de los sitios que despertó gran curiosidad en la misión ya que se trataría de la tumba de “Ipir el Rey Blanco”, como Fritz Berger describió.

Supuesta entrada del túmulo descrito por De Mahieu.

Al término de la temporada, el equipo anotó “grandes descubrimientos” como, “un túnel” en la base del “cerro del Murallón”, mismo que Fritz Berger, más de 30 años antes, ya dijo haber localizado, y por el cual, De Mahieu mantuvo a los zapadores “trabajando el mayor tiempo posible”.

EL ‘TUPAO CUE’ DE TACUATÍ

La expedición dejó el bosque y llegó por último al pueblo de Tacuatí. Allí, tras una serie de movidas, De Mahieu y Pistilli obtuvieron la autorización para excavar la base de la iglesia, que habría sido levantada sobre, o con, las piedras y partes de un templo mucho más antiguo, de supuesta inspiración vikinga, al cual los locales se referían como el “Tupao Cue”.

Jacques De Mahieu inspecciona la excavación del muro en Tacuatí.

“Los cimientos se constituyen de piedra labrada, pues, se dejan notar los restos de gruesos pilares de madera, casi petrificada, algunos que llevamos de vuelta a Buenos Aires para estudiarlos. Los bloques, ajustados sin argamasa, están tallados con una precisión que supone el uso de herramientas de metal. Se ven pues, alineamientos de gruesos cantos rodados, uno de los cuales llevaba el signo que corresponde al gebo (g) rúnico. Según testimonios varios, la base hubiese sido mayor, de no ser por obra de los lugareños, que con el paso de los años han quitado las piedras para construir hornos para pan”.

De Mahieu escribió que estos indicios serían difícilmente refutables ya que “los jesuitas jamás se instalaron en Tacuatí” y los restos del “Tupao Cué” tampoco son atribuibles a los nativos “que no sabían trabajar la piedra”.

“El muro que desenterramos soportaba paredes hechas de troncos escuadrados, al estilo vikingo, lo que viene a explicar los gruesos pilares de madera que excavamos en el lado sur. Esta es una indicación sobre el origen ario del ‘Tupao Cue’”, indicó De Mahieu.

De Mahieu cerró su estadía en Paraguay con una última visita al ministro Samaniego, con el informe correspondiente, y volvió a la Argentina junto con todo su equipo. En los años siguientes, se dedicó a clasificar sus descubrimientos, divulgándolos a través del Instituto de Ciencias del Hombre de Buenos Aires. Algunas de las fotografías que se tomaron durante aquellos días fueron incluidas en el libro ‘El Rey Vikingo del Paraguay’ (editorial Hachette, 1979). 

El profesor Pistilli con las inscripciones de Cerro Corá. Foto: Portal Guaraní.

Y Pistilli continuó con los estudios de las supuestas runas. A través de las décadas siguientes viajó reiteradas veces a Cerro Corá, visitando los diferentes sitios una vez marcados, solo y/o en compañía de sus alumnos de la Universidad Nacional de Asunción. Llegó incluso a teorizar con que, los vikingos de Ipir se mezclaron con los nativos guayaquíes (achés), quienes en su “pasado reciente” habrían presentado características físicas distintas a las de otros grupos y etnias guaraníes y/o guaranizados (supuestamente, supo de achés silvícolas con mayor altura, barba y, alguno que otro, de piel blanca y/o pelo rizado, rubio); también dijo que la disposición de la aldea guaraní es calcada a los puestos de avanzada de los vikingos, además de indicar similitudes entre palabras del lenguaje nórdico y el guaraní rústicos y misteriosas concordancias entre las mitologías de una y otra cultura; pero ese es material para otra entrega.

 

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Dueños del grupo 5 Días llevan meses de mora en pagos al IPS

“Beto” Koube y Fernando Rodríguez tienen una relación desde hace muchos años, y el hoy detenido frecuentaba bastante la redacción de 5Días.

Tras los operativos antidrogas Turf y A Ultranza Py los hermanos Fernando y Enrique Rodríguez, cabezas de Editorial de Negocios SA, fueron noticia por la cercanía con Alberto “Beto” Koube, preso por estar sindicado como brazo logístico del narcotráfico. Ahora, estos empresarios de medios son cuestionados por varios despidos en la redacción, e incluso desde abril que no abonan a la previsional el aporte obrero patronal de sus empleados, adeudando ya G. 1.350 millones.

  • Unidad de Investigación Nación Media

La situación en el medio de comuni­cación que funciona en la Torre 1 del Paseo La Galería no está del todo bien desde hace ya varios meses, de nuevo estas sema­nas corrieron denuncias en redes sociales de despidos de trabajadores de prensa, y a esto se suma la inmensa deuda que tiene con el Ins­tituto de Previsión Social (IPS) por la falta de aporte obrero patronal.

Editorial de Negocios SA, razón social para los dia­rios 5Días y El Indepen­diente, tiene como cabe­zas del medio a Fernando y Enrique Rodríguez, quienes ya en febrero pasado fue­ron noticia tras los opera­tivos porque ambos tienen varios años de vínculo con Alberto Koube Ayala, alias Beto, un hombre sindicado de operar para las organi­zaciones de tráfico interna­cional de cocaína que lidera­ban el brasileño Lindomar Reges Furtado y el uruguayo Sebastián Marset.

Enrique Rodríguez.

Un equipo de agentes espe­ciales de la Secretaría Nacio­nal Antidrogas (Senad), encabezado por el fiscal Denny Park, capturó al amigo de los dueños de 5Días el 24 de febrero del 2022.

Según los registros del portal de consulta del asegurado del IPS, el último período abo­nado por los hermanos Rodrí­guez fue marzo del 2022. Lla­mativamente, desde el mes de abril Editorial de Negocios SA no abona el aporte obrero patronal para la jubilación y la cobertura médica de sus empleados.

A la fecha, la deuda de 5Días con el IPS ya alcanza los G. 1.350 millones, confirma­ron fuentes consultadas por esta redacción. Mien­tras, las cabezas Fernando y Enrique Rodríguez tam­bién son cuestionadas en redes sociales porque, ade­más de esta situación de descuido hacia sus emplea­dos, se suman los constan­tes despidos, que al parecer coincidieron con que 5Días no cierre uno de los dos pisos que usufructúa en la Torre 1 del Paseo La Galería.

Fernando Rodríguez.

DOBLE DISCURSO

Mientras Benjamín Fernán­dez Bogado, director asociado de los dos diarios de Edito­rial de Negocios, cuestiona en sus columnas de opinión de Última Hora que “Paraguay es un país que genera muy escasos puestos de trabajo bien remunerados”, obvia que al interior del medio donde es director la mayoría de los tra­badores de prensa perciben solamente el salario mínimo legal vigente, tampoco están adheridos al contrato colec­tivo de trabajo como otros medios escritos, por lo que no se benefician del salario piso para periodistas de medios escritos. A Fernández Bogado también se lo cuestiona por­que no emite opinión pública en defensa de los periodis­tas que son despedidos de su medio, pero critica a diestra y siniestra lo que ocurre en otros lugares.

El amigo de los dueños de 5Días fue detenido en febrero pasado en el marco del operativo A Ultranza Py.

RELACIÓN ANTIGUA

El relacionamiento entre Koube, sospechoso de ser un elemento del crimen organi­zado, y los hermanos dueños del grupo 5Días, data de hace varios años. Fuentes cerca­nas a las cabezas señalaron que la amistad es de apro­ximadamente 15 años, es decir, antes de que Fernando Rodríguez haya estado en el ojo de la tormenta como gerente de Riesgos del BBVA, y que fuese sancionado por el Banco Central del Paraguay con una inhabilitación de cuatro años para operar en el sistema financiero.

Una de las fotografías que se hicieron virales tras los ope­rativos Turf y A Ultranza Py fue justamente donde se lo observa a “Beto” Koube y Fernando Rodríguez con varios años menos que ahora.

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Rebaja de precio de gasoil a Bolivia es el quinto acto entreguista de Abdo

Los actos entreguistas del Gobierno de Marito. LN

Los bienes de todos los paraguayos fueron puestos en riesgo por las decisiones de la administración de Mario Abdo Benítez, siendo Itaipú y Petropar los centros estatales desde donde las autoridades terminaron actuando en beneficio de intereses extranjeros. En el último acto entreguista, el mandatario vendió gasoil a YPFB y le redujo el precio en quince días, mientras acá el fisco deja de percibir US$ 2 millones al mes por la modificación del impuesto selectivo al consumo del diésel, con mismas especificaciones del producto enviado a Bolivia.

  • Unidad de Investigación Nación Media

A principios del mes Petróleos Paragua­yos SA (Petropar) vendió combustible a Yacimien­tos Petrolíferos Fiscales Boli­vianos (YPFB). La entrega de 12,5 millones de litros de com­bustible se realizó en tandas cuyos precios de venta fueron bajando de manera acelerada que, en dos semanas, se reduje­ron 6% el valor por m3 del diésel exportado desde nuestro país, según facturas reveladas por La Nación Investiga. Es decir, el gobierno de Mario Abdo Bení­tez realizó una rebaja del precio del gasoil para beneficio de los bolivianos, mientras que para los paraguayos continuaba con la férrea negativa de no dismi­nuir los costos.

El precio inicial de venta fue de US$ 1.473,36 por metro cúbico, en la primera semana disminuyó a US$ 1.421,86, pero en la segunda semana cayó a US$ 1.389,65, según las fac­turas emitidas entre el 4 y 18 de setiembre del 2022. Pero el Gobierno intenta justificar y argumenta que supuestamente vendió diésel tipo III cuando en las especificaciones técnicas requeridas por YPFB el com­bustible despachado está den­tro de los estándares de diésel tipo I, que Petropar comercia­liza a G. 9.990.

No se puede obviar mencio­nar el decreto de reducción de impuesto selectivo al consumo (ISC) para la importación y comercialización del diésel tipo I, con una base imponible de G. 5.546 por litro, por lo que el fisco deja de percibir cerca de US$ 2 millones.

OTRAS ENTREGAS

Abdo Benítez tiene varios antecedentes entreguis­tas, donde la defensa de los supremos intereses nacio­nales quedó por debajo de los intereses extranjeros. El llamado acuerdo secreto de Itaipú firmado el 24 de mayo del 2019 contemplaba que Paraguay debía comprar más energía segura, a mayor costo, comprometiendo la adquisición de excedentes a menor costo.

En diciembre del 2020 tam­bién saltó a la luz el acuerdo extrajudicial que firmó Petro­par para pagar US$ 7 millones a la empresa de maletín Texos Oil. Esto le costó el cargo al ex procurador Sergio Cos­cia, quien había dicho que el acuerdo le pareció correcto ante una eventual derrota en los estrados judiciales por una demanda de US$ 30 millo­nes. Sin embargo, Denis Lichi zafó y continúa al frente de la petrolera estatal pese a ser uno de los firmantes.

Otro caso es el frustrado intento de saldar la deuda con PDVSA, negociando con el pre­sidente interino de Venezuela, Juan Guaidó. En este desarro­llo de hechos apareció un abo­gado vinculado a familiares de Abdo, hizo de nexo entre Paraguay y la oposición vene­zolana, requiriendo comisión de US$ 26 millones. El enviado especial venezolano, Javier Troconis, comentó que este “enlace” tenía mucha fami­liaridad con las autoridades que le recibieron en el Palacio de López.

Y el último acto entreguista anterior a la rebaja del pre­cio del gasoil a los bolivianos es la reducción del 8,2% de la tarifa de Itaipú que Abdo cedió a pedido del Brasil, y que pasó de US$ 22,60 kW/m a US$ 20,75 kW/m.

Esta medida claramente bene­ficia al vecino país porque com­pra el 85% de la energía que produce la hidroeléctrica, y Paraguay el 15%.

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