Cambiar vidas a pesar del “freno” en educación, el desafío de AI en Paraguay
La organización global Amnistía Internacional (AI) trabaja para la promoción y defensa de los derechos humanos en 50 países en el mundo, incluyendo Paraguay donde lleva casi 30 años de permanencia. En esta nota compartimos un poco más sobre la entidad, sus desafíos y metas.
Cincuenta y ocho años pasaron desde que en 1961 el abogado inglés Peter Benenson, lograra mediante la recolección de gran cantidad de firmas la liberación de dos estudiantes que fueron presos tras brindar por la libertad. Aquel acontecimiento marcó el inicio de Amnistía Internacional, actualmente con 7 millones de miembros en todo el mundo.
Con la investigación, al incidencia, la educación y la movilización de derechos humanos, AI activa en nuestro país desde tiempos de la dictadura, de la mano de cinco personas de manera confidencial.
“Documentaban casos y remitían en la sede central en Londres y a partir de ahí se llevaba adelante la defensa de las personas violentadas. Fueron más de 500 casos en durante el régimen”, expresa Rosalía Vega, Directora Ejecutiva de AI en Paraguay.
A lo largo de los años y ya en la era democrática, la organización sigue enfrentando diversas dificultades para impulsar la defensa de los derechos humanos, como los grupos conservadores o fundamentalistas que, a palabras de la directora, actúan con aquiescencia del Estado, fomentando discursos del odio.
“La labor de Amnistía Internacional se centra en exigir a los Estados que cumplan en su rol de garante de los derechos humanos, el trabajo va relacionado a crear políticas públicas, en ese ámbito realizamos varias acciones, en la que entran movilizaciones, sentatas y marchas, en las plazas y oficinas de autoridades”, comenta María José Garcete, Gerente de Acción de AI.
Los derechos de las niñas y niños, de las mujeres, el de los pueblos indígenas y la comunidad LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros/ transexuales e intersexuales), son algunas de las principales preocupaciones de la organización. “La meta de Amnistía es el cambio en la vida de las personas que están siendo violentadas en sus derechos”.
Ambas destacan la solidaridad internacional: “Cuando en Paraguay pasa algo, miles de activistas se movilizan en el mundo”. En ese sentido AI también se ocupa de formar defensores y defensoras de derechos humanos, para ello imparten educación en derechos humanos, talleres, charlas y en colegios y universidades.
Así también, recurren al arte como herramienta fundamental para extender su mensaje y hacer activismo, a través del teatro y sus exponentes principalmente. “Nos ayuda a amplificar las voces de las víctimas”, dice Rosalía.
Vega y Garcete cuentan que cada caso en los distintos países requiere de un proceso de investigación y en lo que hechos respecta, recientemente se dio uno al que consideran paradigmático. Se trata de la presentación de la Acción de Incostitucionalidad con relación de la resolución de la Junta Municipal y el Intendente de Hernandarias, Rubén Rojas, de prohibir la manifestación de la comunidad LGBTI en la ciudad.
Esta acción representa el primer litigio de Amnistía Internacional en Paraguay.
“Nos quieren echar del país, pero AI va a estar siempre al lado de las personas que necesitan, no distingue orientación religión, edad y raza. Paraguay no puede seguir negando derechos a las personas”, remarca María José.
Rosalía resalta la importancia de las personas conozcan los mecanismos para recurrir ya sea a nivel nacional e internacional en caso de no encontrar justicia. “En Paraguay tenemos un freno en la educación. Es una obligación del Estado garantizar la educación sobre derechos con un enfoque de igualdad y sin discriminación, basada en la ciencia y no en la cuestión religiosa”.
Uno de los grandes desafíos de AI nuestro país es la restitución de los derechos para los pueblos indígenas, la cual se da por la falta de prioridad por parte de los sucesivos gobiernos, además de los derechos de las niñas y los niños. “El Estado paraguayo no está pudiendo prevenir casos de abusos sexuales en menores”.
La ciudadanía puede ser parte de Amnistía Internacional y sumarse al activismo. Están disponibles distintas plataformas como las redes sociales y el sitio web.
“Los estados tienen que tomar decisiones difíciles pero lo tienen que hacer porque tienen que comprender que su acción u omisión tienen efectos de manera de directa en la vida de la gente”, finaliza Rosalía Vega.
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