“El 70% de los últimos brotes epidémicos han comenzado con la deforestación”

María Neira, directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS, explica cómo los virus del ébola, el SARS o el VIH han saltado de los animales a los humanos después de la destrucción masiva de selvas y bosques tropicales.

La médica española María Neira, directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), afirma que la pandemia del coronavirus es una prueba más de la peligrosa relación entre los virus y las presiones del ser humano al medio ambiente. Desde su oficina en Ginebra, Suiza, Neira explica cómo los virus del ébola, el SARS o el VIH/sida han saltado de los animales a los humanos después de la destrucción de selvas y bosques tropicales.

Neira (La Felguera, 59 años) insiste en la necesidad de que los Gobiernos y las personas entiendan que el cambio climático es un problema de salud pública, no una cuestión de ecología o activismo. La científica, magíster en salud pública y en nutrición, propone una revolución saludable, positiva y verde, que tenga como pilar fundamental la rápida transición hacía energías limpias. Neira asegura que los países que decidan cambiar el petróleo y el carbón por la energía solar y eólica acelerarán su crecimiento y disminuirán la pobreza y la desigualdad.

Pregunta. En el prólogo del libro Viral, de Juan Fueyo, usted advierte de la peligrosa relación entre los virus y las presiones del ser humano al medio ambiente, sobre todo la deforestación. ¿En qué consiste esa relación?, ¿cómo funciona?

Respuesta. Las prácticas de deforestación intensa, que se hacen siempre en nombre de la economía a corto plazo, tienen efectos devastadores para el futuro de la humanidad. Al cortar la selva para remplazarla por agricultura intensiva y contaminante, los animales que viven en esos lugares donde el hombre no ha entrado sufren profundas transformaciones. Aparecen especies con las que no estábamos en contacto y que nos pueden transmitir enfermedades. Pasar de tener una foresta tropical a un cultivo, con abonos y pesticidas que nunca habían entrado a ese ecosistema, altera el tipo de vectores que pueden transmitir los virus. La deforestación es una forma de tumbar esa barrera ambiental entre especies que nos protege de forma natural.

P. ¿Me puede contar un caso específico?

R. Un ejemplo claro de este fenómeno es el virus del ébola, que saltó de los murciélagos frugívoros de las selvas de África occidental a los humanos y desató el contagio. Lo grave es que pasó lo mismo con el sida y con el SARS. El 70% de los últimos brotes epidémicos que hemos sufrido tiene su origen en la deforestación y en esa ruptura violenta con los ecosistemas y sus especies.

P. ¿Qué se puede hacer para prevenir esto?

R. Tenemos que entender que es necesario estar en equilibrio con el medio ambiente, que es el que nos da todos los recursos para sobrevivir. Hay que aprovecharlos, pero no podemos destruir y contaminar todo lo que tocamos, como está pasando en este momento. El océano, por ejemplo, nos está dando de comer. Millones de personas se alimentan con las reservas de pesca, pero estamos llenando el mar de millones de toneladas de plástico. Estamos yendo en contra de nosotros mismos. Es importante que la gente entienda que el cambio climático no es una cuestión de ecología o activismo, sino de salud pública.

P. ¿Quiere decir que el calentamiento global no solo derrite los glaciares, o tiene en peligro a los osos polares, sino que produce muchas muertes de seres humanos?

R. Claro. Nos hemos equivocado en la narrativa alrededor del cambio climático en estos últimos años. Creo que se ha hablado mucho de cómo sube el nivel del mar o cómo se afecta la capa de ozono, pero nos faltó explicar cómo todo eso en el fondo tiene un impacto tremendo en nuestra salud. A veces, de forma arrogante, decimos que hay que salvar el planeta. Y no. Nos tenemos que salvar a nosotros mismos. El planeta lo estamos destruyendo, pero va a encontrar la manera de sobrevivir; los humanos no.

P. En una conferencia reciente, usted decía que en la lucha contra el medio ambiente siempre perdemos los seres humanos, ¿por qué?

R. Si destruimos la fuente de la que vivimos, los damnificados vamos a ser nosotros mismos. Cada vez vemos con más frecuencia cómo el ser humano es muy vulnerable frente a los fenómenos metereológicos que está desatando el cambio climático, como tsunamis o huracanes. Hace unos días hubo una nevada muy dura en España y nos paralizó inmediatamente. Al final, quienes saldremos perdiendo somos nosotros.

P. ¿Cuáles son las medidas más urgentes para evitar el deterioro del medio ambiente y de la salud pública que recomienda la OMS?

R. Una muy importante es el conocimiento. Tenemos que ganar más adeptos a la causa. El objetivo es que mucha gente entienda la relación entre cambio climático y salud; que entienda, por ejemplo, que sus pulmones, su sistema cardiovascular y su cerebro están en riesgo por la contaminación. Segundo, tenemos que hacer la transición hacia energías limpias y renovables lo más rápido posible. Los combustibles fósiles nos están matando. Hay siete millones de muertes prematuras causadas por la contaminación del aire que se podrían reducir dejando de generar electricidad con carbón y petróleo. Acelerar esa transición a energías limpias va a generar una economía que nos ayude a salir de esta crisis que desató el coronavirus.

P. ¿Cómo es la relación entre energías limpias y desarrollo económico?

R. Un dólar invertido en energías renovables va a generar cuatro veces más trabajo que un dólar invertido en energías fósiles. Confío en que si los países más pobres empiezan a invertir en energía solar y eólica pueden acelerar su crecimiento. Esta puede ser una estrategia contra la desigualdad que ha agudizado la pandemia. Otra recomendación importante es la planificación de las ciudades pensando en la salud del ser humano. Hay que sacar los coches de los centros urbanos, tener un sistema de transporte público sostenible y limpio, y sobre todo no tener ciudades superpobladas como las de ahora, que son invivibles.

P. ¿Cómo afecta la densidad poblacional de las ciudades a la transmisión de los virus?

R. En 20 años, el 70% de la población estará viviendo en centros urbanos. Hay que hacer que ese planteamiento sea saludable y equitativo. Podemos tener ciudades que nos ofrezcan muchos beneficios, pero que no atenten contra nuestra salud. Hoy las capitales de varios países tienen mucha densidad poblacional. Eso ayuda a que cualquier virus o bacteria se trasmita más rápido y mejor. La mala planificación de las ciudades también hace que tengamos una vida sedentaria, que la polución termine en nuestros pulmones e incluso que haya un problema grave de salud mental porque no se facilita la interacción social.

P. ¿Qué hacer entonces?

R. Hay que crear ciudades de cero emisiones de carbón, ciudades verdes y con economía circular. El CO2 que se produzca se tiene que eliminar. Esas ciudades ya son posibles, la tecnología lo permite y la economía va en ese sentido. Creo que este cambio es irreversible.

P. En el prólogo del libro de Fueyo, usted propone una “revolución saludable, positiva, verde y económicamente sostenible”. ¿En qué consiste?

R. En que las decisiones estratégicas que definen hacia dónde debe avanzar un país tienen que poner a la salud y al medio ambiente por delante. Hay que invertir en energías limpias. Esa decisión combate, al tiempo, al cambio climático y las enfermedades que genera. Además, hay que reducir la deforestación y tener prácticas agrícolas más sostenibles.

“Escenario de guerra”: el sur de Brasil a contrarreloj para contener la tragedia climática

El sur de Brasil “es un escenario de guerra”, con ciudades enteras bajo agua y miles de personas incomunicadas, en la mayor catástrofe climática de la región, que deja hasta el momento 78 muertos y más de 115.000 desalojados, dijeron el domingo las autoridades.

AFP

Desde las calles anegadas o desde el aire, las imágenes son desoladoras: casas a las que apenas se les ven los techos, gente que lo perdió todo, y el centro de la moderna Porto Alegre, la capital del estado de Rio Grande do Sul, completamente inundado.

Más de 3.000 personas, entre militares, bomberos y brigadistas, trabajan en el rescate de pobladores que quedaron aislados, en muchos casos sin suministros básicos como agua o energía eléctrica.

También en la búsqueda de desaparecidos, que ya suman 105, según la Defensa Civil.

El domingo “será un día clave para los rescates”, subrayó el ministro de Comunicación, Paulo Pimenta.

Es un escenario de guerra y tendrá que tener un tratamiento también de posguerra”, expresó el gobernador del estado, Eduardo Leite, junto al presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.

El mandatario viajó el domingo al estado sureño por segunda vez esta semana para coordinar acciones para mitigar una tragedia que no para de crecer.

El gobierno federal “agilizará la entrega de todos los recursos necesarios” para la reconstrucción, prometió Lula, al día siguiente de que Leite pidiera un “plan Marshall” para el estado de 11 millones de habitantes.

DONACIONES Y HOSPITALES DE CAMPAÑA

Los llamados a donaciones en las 341 ciudades afectadas se multiplican, así como las acciones de solidaridad.

Eduardo Bittencourt, un comerciante de 36 años, explicó en Porto Alegre cómo se organizó con un grupo de voluntarios para rescatar a personas atrapadas en sus casas con vehículos tipo ‘pick-ups’.

“Las cosas están muy complicadas, estamos ayudando a quienes podemos ayudar, pero es la ley de la naturaleza”, contó a la AFP.

Efectivos del ejército se afanan en instalar hospitales de campaña, porque cientos de pacientes debieron ser evacuados de centros de atención médica.

Desde escuelas hasta cárceles, todo tipo de infraestructuras se vieron afectadas.

El suministro de agua está interrumpido en 70% de Porto Alegre -de casi 1,4 millones de habitantes- y su región metropolitana, que tiene localidades enteras sumergidas, como Canoas, Guaíba y Eldorado.

En las calles de Guaíba, hoy convertidas en ríos, cientos de lanchas, botes inflables y motos acuáticas van y vienen sin pausa rescatando pobladores encerrados, mojados, sin energía eléctrica.

Y las aguas avanzan incontenibles hacia la metrópoli.

Según la alcaldía, el nivel del río Guaíba enclavado en la ciudad marcaba 5,30 metros, por encima del récord de 4,76 metros registrado durante unas históricas inundaciones en 1941.

EN KAYAK Y A NADO

Rosana Custodio, una enfermera de 37 años, logró el jueves dejar su casa de Porto Alegre y llegar con su familia a la de su suegra.

“Mi esposo puso a mis dos pequeñas en un kayak y remó con una (caña) tacuara. Yo y mi hijo nadamos hasta el final de la calle y comenzamos a caminar con el agua al cuello”, relató a la AFP en un mensaje de WhatsApp.

Pero el viernes la historia volvió a repetirse. “Fuimos rescatados por una lancha de amigos”. Desde entonces se encuentra con su familia en un refugio. “Perdimos todo lo que teníamos”.

Como ella, más de 18.000 personas fueron alojadas en refugios.

La excepcional situación tiene a Porto Alegre prácticamente sitiada.

La Policía Rodoviaria (de Carreteras) señaló a la AFP que la llegada desde el sur está cortada a unos 15 km de distancia, mientras que por el norte aún se logra acceder a la urbe.

El aeropuerto internacional de Porto Alegre, cuya pista está bajo agua, está cerrado por tiempo indeterminado.

MENSAJE DEL PAPA

Desde el Vaticano, el papa Francisco envió un mensaje de aliento a la población de Rio Grande do Sul.

El Señor tiene en su corazón a los difuntos, conforta a los familiares y a quienes debieron dejar sus casas”, dijo frente a la plaza San Pedro.

Es el “cóctel desastroso” del cambio climático y el fenómeno meteorológico de El Niño que favoreció las lluvias devastadoras que golpean el sur de Brasil y otros eventos extremos, aseguró a la AFP el climatólogo brasileño Francisco Eliseu Aquino.

Porto Alegre, una ciudad fundada por inmigrantes portugueses en 1772 y ubicada en medio de una enorme cuenca hidrográfica, se desarrolló al influjo de su puerto, que fue clave para el crecimiento de Brasil, reseña en su web la Corporación Andina de Fomento (CAF). Hoy esa bendición se convirtió en desgracia.

La gobernación de Rio Grande do Sul alertó sobre el peligro de más deslizamientos o desmoronamientos de carreteras, que ya han dejado innumerables rutas cortadas en todo el estado y también en el vecino Santa Catarina.

Un conductor muere tras estrellar su auto contra una reja de la Casa Blanca

Un conductor murió después de estrellar su automóvil contra una puerta exterior de la Casa Blanca, en Washington, el sábado por la noche, dijo el Servicio Secreto de Estados Unidos.

Fuente: AFP

“Poco antes de las 22:30 horas, un vehículo que circulaba a gran velocidad chocó con una puerta perimetral exterior del complejo de la Casa Blanca”, informó el servicio en un comunicado en la plataforma de redes sociales X, añadiendo que “no había ninguna amenaza” para la propia Casa Blanca.

Los agentes que llegaron al lugar “intentaron prestar ayuda al conductor que fue descubierto fallecido”, señala el comunicado.

El Servicio Secreto, junto con la policía y los bomberos del Distrito de Columbia, iniciaron una investigación sobre el fatal accidente, dijo Anthony Guglielmi, portavoz del Servicio Secreto, encargado de la seguridad de la Casa Blanca.

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Guglielmi añadió que “no había ninguna amenaza ni implicaciones para la seguridad pública”.

En enero, las autoridades detuvieron a otra persona que también chocó un vehículo contra la puerta exterior del complejo.

La Casa Blanca ha sido testigo de una serie de incidentes de intrusión de alto perfil en los últimos años, lo que provocó la construcción en 2020 de una valla metálica más alta y resistente alrededor del perímetro de la icónica mansión.

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Las autoridades han logrado ayudar a aquellos que se vieron obligados a refugiarse del agua subiendo a los tejados de casas prácticamente sumergidas.

Socorristas brasileños han llevado a cabo varios complicados e impresionantes rescates en medio de las torrenciales lluvias que afectan al estado de Rio Grande do Sul que, de acuerdo con la Defensa Civil, ya han dejado 39 muertos y casi 70 desaparecidos.

La Brigada Militar local viene compartiendo imágenes de algunas de estas operaciones de salvamento, realizadas en helicópteros y con la colaboración del Batallón de Aviación debido al difícil acceso a muchas zonas.

De este modo, las autoridades han podido ayudar con éxito a aquellos damnificados que se vieron obligados a refugiarse del agua subiendo a los tejados de casas sumergidas casi por completo.

En la localidad de Bom Retiro do Sul, una mujer con problemas de movilidad, su esposo y su perro habían quedado presos del agua sobre un vehículo que se había encallado en una pila de desechos. Por fortuna, los rescatistas lograron llegar hasta ellos y socorrer a la mujer, que fue encontrada con hipotermia, al marido y a la mascota.

Brigadas aéreas de otros estados del país han acudido a Rio Grande do Sul para unirse a las labores. Recientemente, un equipo procedente de Paraná realizó el increíble rescate de varias personas sobre un tejado en medio de la crecida de un río.