Nueva York exhibió a las estrellas mundiales en la extravagante Met Gala 2022

Nueva York, Estados Unidos. Tras subir por las escalinatas más exclusivas del planeta, estrellas y celebridades internacionales se congregaron la noche del lunes en la gala del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, una extravagante velada filantrópica, tras dos ediciones trastocadas por la pandemia de covid-19.


Fuente: AFP/Andréa Bambino

En el corazón de Manhattan, la icónica fiesta anual volvió a reunir a cientos de famosos vestidos por grandes marcas, con atuendos chic, glamurosos, inverosímiles o portadores de mensajes políticos.

¿La consigna para 2022? “Gilded Glamour”, en alusión a la denominada “Gilded Age”, la época dorada estadounidense de finales del siglo XIX.

La copresentadora Blake Lively fue una de las primeras estrellas en deslumbrar con un vestido de cuentas de Versace con un enorme lazo de satén que se desplegaba para revelar una cola azul claro.

La actriz estadounidense, Blake Lively. Foto: Angela Weiss/ AFP

La actriz, cuyo esposo, el actor Ryan Reynolds, llevaba un esmoquin de terciopelo marrón, describió el vestido como un “homenaje” a la arquitectura de la ciudad de Nueva York, incluyendo la Estatua de la Libertad y el Empire State Building.

La lista de 400 estrellas de la moda, la música, el cine, la política y de los negocios, especialmente estadounidenses, fue resguardada hasta el último momento e incluye a personalidades como Beyoncé, Billie Eilish, Justin Bieber, Olivia Rodrigo y Glenn Close.

El hombre más rico del mundo, Elon Musk, prometió en la alfombra hacer de Twitter la red social “más inclusiva posible”, mientras que Hillary Clinton alabó el “espíritu de Estados Unidos” que irradiaba la gala.

LA SACERDOTISA ANNA WINTOUR

La eterna directora general de Vogue, Anna Wintour, brilló en un vestido Chanel. Ella, la alta sacerdotisa del evento, valida las invitaciones a la gala.

El ticket para la prestigiosa gala es costoso: 35.000 dólares por un puesto en la cena, de 200.000 a 300.000 dólares vale la mesa pagada por un mecenas, según cifras no oficiales de 2021. Un total estimado de 16 millones de dólares.

Para la edición de 2021, postergada de mayo a septiembre de ese año debido a la emergencia sanitaria luego de una cancelación total en 2020, el espectáculo estuvo a cargo de Billie Eilish, transformada en Marylin Monroe con cabello rubio platinado y un vestido color melocotón con cola de Oscar de la Renta.

La emblemática editora de Vogue, Anna Wintour. Foto: Angela Weiss / AFP

“FIN A LA VIOLENCIA ARMADA”

La gala también fue ocasión para la política. El alcalde de Nueva York, Eric Adams, arribó con una adornada chaqueta que dejaba ver en su espalda su eslogan de campaña “Fin a la violencia armada”, en una ciudad azotada por la criminalidad.

Siguiendo la más pura tradición filantrópica estadounidense, la velada, iniciada en 1948 y tradicionalmente realizada el primer lunes de mayo, está destinada a financiar el departamento de moda del Met (The Costume Institute), y coincide con su principal exhibición anual.

La muestra fue presentada el lunes a la prensa ante la primera dama estadounidense, Jill Biden, quien la vio como “una celebración de los diseñadores y la moda que han dado forma a la verdadera identidad de Estados Unidos”.

La exposición incluye una “Antología de la moda” estadounidense, una retrospectiva del siglo XIX al XX de un centenar de prendas destacadas y reinterpretadas de forma original por directores y diseñadores como Sofia Coppola, Martin Scorsese o Tom Ford.

El evento tiene lugar en momentos en que periodistas y editores de Vogue y otros del grupo de publicaciones internacionales Condé Nast (como GQ, Vanity Fair y Glamour) lanzaron un movimiento para crear un sindicato, que recordaron en las redes sociales con la frase “Met Gala 2022 la noche más larga de los trabajadores” sobre una portada de Vogue.

La modelo británica, Kate Moss. Foto: Angela Weiss / AFP

KIM KARDASHIAN ESTILO MARILYN

Sobre la alfombra roja, se vieron menos excentricidades en comparación con los años anteriores. En 2019, el cantante y actor Billy Porter apareció como el dios del Sol, desplegando alas doradas y cargado por hombres con torsos musculosos.

Y nadie pudo igualar a Lady Gaga y su striptease iniciado con un gran vestido fucsia y terminado en lencería negra.

No obstante, Kim Kardashian, quien apareció vestida completamente de negro, incluso cubriendo su rostro, en septiembre pasado, cerró el espectáculo con un golpe de brillo: con el cabello platinado y recogido, lució un vestido beige brillante, emulando el que vistió Marilyn Monroe en su célebre canción “Happy Birthday Mr. President”, en vísperas del 60 aniversario de la muerte del ícono mundial.

La socialité Kim Kardashiam junto al comediante Pete Davidson. Foto: Angela Weiss / AFP

Creada en 1948, la gala estuvo durante mucho tiempo reservada a la muy alta sociedad neoyorquina. Pero Anna Wintour, que está a cargo desde 1995, asegura que la transformó en un evento de famosos, adaptado a la era de las redes sociales. Este año, el título de copresidente honorario también se le ofreció al jefe de Instagram, Adam Mosseri, junto a Wintour y a Ford.

La velada en sí tiene como coanfitriones a un cuarteto de estrellas: la pareja de actores Blake Lively y Ryan Reynolds, la actriz ganadora del Óscar Regina King y el comediante y músico Lin-Manuel Miranda, creador del éxito de Broadway “Hamilton” y autor de varias obras musicales en Disney.

No más ropa nueva: una ambientalista coreana se levanta contra el hiperconsumo de la moda

Lee So-yeon pasó de ser una compradora de ropa compulsiva a una activista climática cuando un abrigo de invierno de 1,50 dólares, provocó en ella un nuevo despertar que frenó sus compras, casi a diario, de alguna prenda de vestir.

Fuente: AFP

Hace unos años, Lee se encontró frente a una chaqueta acolchada muy barata en una tienda H&M en Estados Unidos, donde trabajaba en ese momento, y se preguntó cómo una pieza podía venderse a ese precio.

La joven de 30 años se embarcó en una investigación profunda sobre los métodos de producción de moda rápida y se horrorizó por el costo humano, social y ambiental que el hiperconsumismo está teniendo en el planeta y en la salud mental de las mujeres que fabrican y compran ropa barata.

“Solía comprar un traje nuevo cada día (laboral) de la semana”, dijo Lee a la AFP, y agregó que cada artículo de las principales tiendas suele tener un costo de producción menor a un dólar.

Pero la razón por la cual la ropa es tan barata es porque las mujeres que cosen para estas empresas cobran un salario ínfimo, y mientras tanto esa industria causa daños significativos al medio ambiente, aprendió Lee.

Lee asegura que no se ha comprado ni una sola prenda de moda rápida desde su epifanía hace seis años atrás.

Su armario, ahora mucho más compacto, cuenta con prendas de segunda mano que ha recibido de amigos y familia, incluyendo una chaqueta de cuero que alguna vez perteneció a su madre.

A diferencia de los artículos de moda rápida, que a menudo están diseñados para ser desechados después de poco uso, cada pieza es irremplazable porque tiene una historia y una historia única, afirma.

“En última instancia, la ropa más ecológica es la que ya está en tu armario”, dijo Lee.

- Romper el ciclo -

Lee ahora organiza intercambios de ropa con sus amigos y familiares, y ha escrito un libro para promover la idea de valorar las prendas por “la historia que hay detrás”, en lugar de perseguir tendencias efímeras.

Ella es parte de un pequeño pero creciente movimiento global que busca promover la ropa de segunda mano y ayudar a las personas, especialmente a las mujeres, a optar por salir del ciclo de consumo excesivo.

La aplicación Lucky Sweater ofrece una plataforma para que los usuarios intercambien artículos de sus armarios entre sí, centrándose en marcas sostenibles, dijo a la AFP la fundadora Tanya Dastyar.

“Estamos programados para creer que la única forma de expresar mi moda o mostrar que soy hermosa o estoy a la moda... son nuevos atuendos”, dijo Dastyar.

“Sin embargo puedes seguir estando a la moda y sentirte bien y lucir espléndida y no tener que hacer eso”, dice sobre las compras compulsivas.

Aunque admite que el intercambio de prendas usadas no ofrece la misma dosis de dopamina que una compra de moda rápida, asegura que con el tiempo es mucho más gratificante.

La creciente aceptación de la aplicación de Dastyar indica que las personas están hambrientas de cambiar su relación con la ropa y el consumismo, dijo.

La gente se da cuenta que no tiene que seguir las tendencias “puedo vestirme de una manera que me resulte cómoda”, apunta convencida de que ésto puede ser un movimiento incipiente.

Para Lee, romper el ciclo de consumo de ropa barata la ayudó a mejorar su salud mental.

Cuando era adolescente, se preocupaba por qué ponerse en los viajes escolares, cuando no pedían ir en uniforme e iba al menos un mes antes de compras para aliviar sus temores.

“Sentí mucha presión sobre cómo me verían los demás”, dijo a la AFP.

Pero su punto de inflexión llegó cuando se enteró de la tragedia del Rana Plaza en Bangladesh en 2013, uno de los peores desastres industriales del mundo que mató a más de 1.130 trabajadores de fábricas de ropa, la mayoría de ellos eran mujeres jóvenes.

Aquellos trabajadores de la fábrica murieron haciendo ropa para “mujeres como yo”, dijo Lee.

- Ropa usada para todos -

La industria de la moda globlal es una de las más contaminantes y representa hasta el 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero, según estimaciones del Banco Mundial.

La mayoría de la ropa moderna está hecha de materiales sintéticos como el nailon y el poliéster, que son esencialmente plástico y no se biodegradan en los vertederos, según muestran los datos de la industria.

Tratar de que la ropa no llegue a los vertederos puede ayudar pero en Corea del Sur todavía son muchos quienes evitan las prendas usadas, dijo Kim Dong-hyun, que dirige una fábrica de exportación de ropa usada.

“La gente a menudo no ve con buenos ojos a alguien que usa ropa usada porque son vistos como artículos no deseados”, dijo Kim a la AFP, señalando que ha encontrado pañales sucios y desechos de comida en los contenedores de recolección de ropa.

Corea del Sur es el quinto mayor exportador de ropa usada en el mundo, y los activistas dicen que muchas prendas son esencialmente para la basura en países en desarrollo, que no tienen la capacidad para procesarlas.

En la fábrica de ropa de segunda mano de Kim en Paju, en las afueras de Seúl, una garra mecánica clasificaba montones de ropa usada para exportarla al extranjero.

“Mucha gente trata el contenedor de recolección de ropa como un bote de basura”, dijo Kim.

El secreto de los jeans artesanales japoneses que duran décadas

Son como un antídoto a la moda rápida: los jeans japoneses están teñidos a mano con índigo natural y tejidos en telares de época, para ser vendidos luego con un precio elevado a una clientela selecta.

En la pequeña fábrica de Momotaro Jeans, en el sudoeste de Japón, estos pantalones están hechos para ser usados durante décadas, y vienen con una garantía de reparación de por vida.

Yoshiharu Okamoto sumerge lentamente los hilos de algodón en un recipiente de líquido azul que mancha sus manos y uñas al repetir el proceso.

El algodón es importado de Zimbabue pero el índigo natural es cosechado en Japón, con un color más rico que las imitaciones sintéticas, según Okamoto.

Dice que es un método “largo y costoso”, que fue utilizado para teñir quimonos en el período Edo, del siglo XVII al XIX.

Momotaro Jeans fue creada en 2006 por Japan Blue, uno de los pocos productores de pantalones tejanos en la localidad costera de Kojima, conocida por su calidad artesanal.

“Somos muy estrictos con todos los aspectos de la fabricación”, asegura a AFP el presidente de Japan Blue, Masataka Suzuki.

Eso incluye “la calidad de la costura y del tinte”, lo que hace que sea indispensable trabajar con los artesanos locales.

Estas técnicas no son baratas. La gama más básica de Momotaro Jeans se vende en unos 30.000 yenes (200 dólares), y unos mezclados con seda valen el doble.

El producto más caro de la marca, tejido a mano en una máquina de madera, tiene un precio de más de 200.000 yenes (más de 1.270 dólares).

El interés en Japan Blue está creciendo entre los compradores en el exterior, como ocurrió con marcas populares de jeans de lujo, como Evisu, de Osaka, y Sugar Cane, de Tokio.

La exportación representa ahora 40% de las ventas, y la empresa abrió recientemente su sexta tienda en Kioto, dirigida a los turistas de alto poder adquisitivo.

- Reputación de “nicho” -

Kojima tiene una larga tradición de algodón y textiles, y sus telas son usadas por marcas internacionales de lujo.

El mercado de los jeans japoneses “ha crecido en los últimos 10 a 15 años”, indica Michael Pendlebury, que gestiona una tienda de arreglo de ropa en Reino Unido llamada The Denim Doctor.

Sin embargo, “no son asequibles para la mayoría” y más bien tienen una reputación de “nicho”, según Pendlebury.

“Marcas masivas de jeans como Levis, Diesel y Wrangler son las más grandes y usadas, pero la calidad más alta es japonesa, en mi opinión”, comenta el sastre.

También podrían impulsar las ventas de los jeans japoneses la debilidad del yen y el auge turístico, añade.

El nombre de Momotaro Jeans es un homenaje a un héroe folclórico de Okayama, donde está situada Kojima.

Las máquinas usadas en su producción son antiguas y lentas.

A menudo presentan desperfectos y los únicos que saben repararlas son personas de 70 años o más, según Shigeru Uchida, un artesano tejedor de 78 años.

La marca utiliza un puñado de telares de lanzadera fabricados en los años 1980.

“Quedan unos pocos en Japón” porque ya no se fabrican, indica Uchida.

Pese a la complejidad, considera que la tela hace que valga la pena.

“La textura es muy suave al tacto, y cuando se producen los vaqueros, son muy duraderos”, asegura Uchida.

Suzuki dice que Momotaro Jeans es una opción “sostenible” porque “no importa cuándo nos lo traigan, nos hacemos responsables de repararlo”.

“Queremos preservar esta marca hasta donde sea posible”.

Fuente: AFP

Jadiyi Yaluff, premiada por diseños para novias en Colombia

La diseñadora paraguaya, Jadiyi Yaluff, obtuvo dos premios internacionales por su destacada labor en tocados de novias. La misma expresa su felicidad, resaltando su pasión por su rubro.

Por Aizar Arar (@AizarArar)

Los Latin American Wedding Awards distinguen lo mejor del rubro de bodas, desde la decoración, el vestuario del novio y de la novia, wedding planers y más. Se realiza anualmente desde hace cinco años en un punto específico de Latinoamérica.

En mayo del 2024 se realizó la quinta edición, en Medellín, Colombia, y Paraguay estuvo presente, a través de cuatro representantes, Yerutí Acosta, Sofía Paredes, Marina Ruibal y Jadiyi Yaluff, quien logró dos distinciones.

Jadiyi Yaluff posa con sus premiosJadiyi Yaluff posa con sus premios

“Uno de Mejor Diseñadora de Tocados de Novia de Paraguay y otro premio, Mejor Diseñadora de Tocados de Novia de Latinoamérica”, asevera Jadiyi en contacto con HOY.

“Competí contra diseñadoras de Colombia, Chile, Perú, Uruguay, Panamá, República Dominicana, Puerto Rico, entre otros”, acota Yaluff sobre el evento del que participaron más de 250 personas.

La artista comenta que el coordinador del certamen, Leonardo Artigas, de Uruguay, la contactó para para competir, sin embargo dudó en aceptar al principio.

“La primera vez que me nominaron fue acá en Paraguay y no gané. Y esta segunda vez no estaba tan segura ya de ir, porque conllevaba muchos gastos de traslado, estadía, etc., pero gracias al apoyo de amigos y clientas que me motivaron, me arriesgue y fui”.

Jadiyi Yaluff lleva ya 23 años dedicada a los tocados de novias. En el 2021, la diseñadora, Yeruti Acosta la invitó a diseñar el tocado de la modelo, Nadia Ferreira, de traje alegórico de Miss Universo.

En el 2023 diseñó las coronas de filigrana para el certamen ”Reinas del Paraguay” que tiene la franquicia de los títulos Miss Universo, Miss Mundo, Miss Eco, Miss Hispanoamericana y Miss Internacional.

Jadiyi es además ama de casa, ya que encabeza su familia, conformada por su hija Naima de 13 años, su hijo, Ringo de 9, y su madre, Doña Kitty.

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