La ciudad ucraniana en la que solo quedan ruinas, gatos y un hombre

Tras meses de combates, la ciudad de Bohorodychne, en el este de Ucrania, se ha transformado en un campo de ruinas donde solo se escuchan maullidos de gatos. Hasta que un hombre se asoma en un balcón.


Fuente: AFP

La localidad, situada en la región de Donetsk, quedó totalmente destruida después de meses de bombardeos. Los rusos la ocuparon durante el verano boreal, pero las tropas de Kiev la recuperaron en septiembre en una contraofensiva.

Durante los combates, no se salvó ni una sola casa. La iglesia azul, acribillada, está casi totalmente destruida. Su cúpula dorada yace ahora destrozada en el suelo.

En la escuela del pueblo, que tenía unos mil habitantes antes de la guerra, el suelo está recubierto de libros y cuadernos. Entre las mesas queda lo que los rusos dejaron atrás: colchones y algunos uniformes.

Las calles están repletas de escombros y de piezas de coches destrozados. Algunos perros errantes siguen a los visitantes sin ladrar.

Un gato maúlla desesperadamente, pero cuando uno se acerca, sale corriendo.

 

– Presencia humana –

 

De repente, en la esquina de un camino, un hombre se asoma en el balcón de una casa sin ventanas. Yuri Ponomarienko recibe amablemente a los visitantes. Su rostro está demacrado y pese a las temperaturas gélidas, no lleva mucha ropa.

Este hombre de 54 años, nativo de Bohorodychne, había enviado a su esposa e hija a Polonia cuatro días antes del inicio de la invasión rusa de febrero.

Después él mismo huyó cuando comenzaron los combates en Bohorodychne, viviendo en distintas ciudades y pueblos aún preservados del este de Ucrania.

Una vez finalizados los combates, regresó al pueblo donde había pasado la mayor parte de su vida. Al inicio pasaba un día aquí y otro allá, hasta que una semana atrás se instaló en una casa que no es la suya. La de él fue completamente arrasada.

“Creo que soy el primero que ha vuelto a vivir aquí, aunque creo que todavía hay una madre y un hijo que nunca abandonaron el pueblo. Sentía que debía volver, tenía que hacerlo”, afirma Yuri.

Se instaló en una pequeña habitación de cinco o seis metros cuadrados, construyó un calefactor casero con ladrillos que irradia un calor confortante. Un termómetro colgado de un alambre marca 18 grados.

El silencio del pueblo se rompe con el ruido de un motor. Viktor Sklyar, de unos 50 años y de rostro jovial con penetrantes ojos azules, llegó con su esposa e hija pequeña a recoger lo que puedan de la casa de su hermano a la entrada de Bohorodychne.

“Esos cerdos soldados rusos se habían instalado en su garaje”, explica señalando la comida esparcida por el piso y las marmitas de los soldados.

“Supongo que eran tres, estaban durmiendo en el sótano”, agrega señalando una habitación oscura cubierta con un colchón gris y mugriento.

La casa es un caos, todo ha sido derribado y destruido. Según Viktor, los soldados se llevaron la televisión, el horno microondas, ropa, un hacha para cortar leña… y dispararon un tiro a la nevera, contó indignado, mostrando el agujero en la puerta del electrodoméstico.

Lo peor es que mataron el perro y tiraron sus restos al garaje. “Era un San Bernardo. Un San Bernardo”, repite Viktor angustiado.

Pareja halla pozo secreto de 200 años de antigüedad debajo de su casa

“Simplemente me envió una foto y dijo: 'Dios mío, ¿has visto esto?'”, contó Victoria Ellington.

Una pareja británica ha encontrado un pozo secreto de 200 años de antigüedad con más de ocho metros de profundidad debajo de su casa, informó este viernes Daily Mail.

Después de comenzar trabajos de remodelación en su propiedad, que compraron durante la pandemia en el condado de North Yorkshire, Victoria Ellington, de 36 años, y su esposo Andrew, de 40, descubrieron el pozo que todavía contenía agua cristalina.

En lugar de rellenar el hoyo, los dueños decidieron aprovechar la estructura, la cubrieron con un cristal y la convirtieron en un ‘pozo de los deseos’. Para ello, hicieron una ranura en el vidrio e instalaron luces en las paredes del agujero.

“Planeábamos ampliar la casa y construir una vivienda familiar, pero los cimientos empezaron a hundirse y supimos que algo pasaba”, contó Victoria.

“[Andrew] simplemente me envió una foto y dijo: ‘Dios mío, ¿has visto esto?’”, continuó la mujer, añadiendo que “se puede ver hasta el fondo” y tras varios intentos de medirlo, calculan que el agujero tiene unos ocho metros de profundidad.

Al terminar las reformas de la vivienda este mes, Victoria asegura que “el pozo la hace un poco diferente”. “Cuando lo vi quedé totalmente impresionada y cada vez que lo veo me encanta”, añadió.

Hombre dispara y decapita a un excompañero de trabajo por celos en Brasil

El crimen ocurrió este martes en un hospital ubicado en el centro de la ciudad brasileña de Fortaleza.

Un hombre identificado como Francisco Aurélio Rodrigues de Lima disparó cuatro veces y decapitó este martes a su excompañero de trabajo Francisco Mizael Souza da Silva, cuidador del hospital Instituto Dr. José Frota, ubicado en el centro de la ciudad de Fortelaza, en el estado de Ceará (Brasil), informan medios locales.

De acuerdo con el informe policial, Rodrigues de Lima entró en el hospital usando el sistema de reconocimiento facial y llevó a cabo el crimen con un arma de fuego —resultando herido de bala también otro empleado—, tras lo cual decapitó a Souza da Silva y se dio a la fuga. Al cabo de unas horas, fue detenido en la localidad de Aquiraz.

El secretario estatal de Seguridad Pública, Samuel Elanio, explicó que el motivo del crimen habría sido los celos del sospechoso hacia su pareja, quien trabajaba con la víctima mortal. El fallecido tenía una hija de seis años y su esposa estaba embarazada.

Asimismo, detalló que el autor de los hechos, que cuenta con antecedentes por desacato y una orden de protección en su contra, “ya había anunciado varias veces que iba a hacer algo así”. El atacante guarda prisión preventiva desde este miércoles.

EEUU anuncia límites de emisión de CO2 para las centrales de carbón

El gobierno de Joe Biden anunció el jueves que impondrá a partir de 2032 límites muy estrictos a las emisiones de CO2 de las centrales de carbón que prevean seguir funcionando durante mucho tiempo, una medida destinada a ayudar a Estados Unidos a cumplir sus compromisos climáticos.

La nueva normativa, que también se aplica a las centrales de gas que se construyan en el futuro, está respaldada en tecnologías de captación de carbono, todavía poco utilizadas, pero por las que la administración de Biden apuesta fuertemente.

Son anuncios “enormes” que “nos hacen avanzar en nuestra lucha contra la crisis climática”, afirmó Ali Zaidi, asesor climático del presidente demócrata que se presenta a la reelección.

“El sector energético tiene hoy más herramientas que nunca para reducir su contaminación”, añadió.

La generación de electricidad representa alrededor de una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero del país, lo que lo convierte en el segundo sector emisor después del transporte.

Según las nuevas normas, las centrales de carbón que tengan previsto seguir funcionando después de 2039 tendrán que captar el 90% de sus emisiones de CO2 a partir de 2032.

Las nuevas centrales de gas más grandes también tendrán que equiparse para capturar el 90% de su CO2 de aquí a 2032.

La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA por sus siglas en inglés) propuso hace un año la normativa que se aprobó con algunos cambios tras una consulta pública obligatoria.

La normativa final ya no incluye las centrales de gas existentes, que ahora estarán sujetas a una norma separada. Y la fecha en la que las centrales de carbón tendrán que capturar su CO2 se ha retrasado de 2030 a 2032.

- “Histórico” -

Hasta ahora, no existía ninguna norma federal que limitara las emisiones de las centrales de carbón existentes. Según la EPA, estas centrales representan la mayor fuente de emisiones del sector energético.

La normativa debería evitar la emisión de casi 1.400 millones de toneladas de CO2 de aquí a 2047, lo que equivale a las emisiones anuales de 328 millones de vehículos, argumentó la EPA.

Se trata de “una de las herramientas más eficaces jamás desarrolladas para reducir las emisiones nocivas para el clima del sector energético”, reaccionó la organización Sierra Club.

“Es histórico”, declaró a la AFP Margie Alt, directora de la Campaña de Acción por el Clima, una coalición de una decena de organizaciones ecologistas.

La administración de Biden “habrá hecho más por el clima que ninguna otra”, aseguró.

No se impone a las empresas ninguna tecnología para alcanzar los objetivos de reducción de emisiones, pero la EPA sostiene que la mejor opción será la captación y almacenamiento de CO2, que permite retener este gas en lugar de liberarlo a la atmósfera.

Sin embargo, según la Agencia Internacional de la Energía, actualmente solamente existen en el mundo unas 40 instalaciones de captura de CO2 para procesos industriales o generación de electricidad.

La organización 350.org considera que estas tecnologías aún no han demostrado su eficacia y que, de hecho, lo que debería reducirse es el número de plantas de este tipo.

- Normativa “extrema” -

El congresista republicano de Texas Chip Roy afirmó por su parte que la EPA está “matando la generación fiable de electricidad”.

El grupo America’s Power, que representa a la industria del carbón, calificó la nueva norma de “extrema e ilegal”.

Podría ser impugnada en los tribunales, y el exmandatario Donald Trump ya ha anunciado su intención de revertirla si es elegido presidente en noviembre.

El jueves, la EPA también anunció otras tres normativas relativas a las centrales de carbón, destinadas a reducir sus emisiones de metales tóxicos (mercurio, níquel, etc) y la contaminación de sus vertidos al agua y las cenizas de carbón.

En la última década se han cerrado en Estados Unidos numerosas centrales de carbón. Al mismo tiempo, ha aumentado la producción de electricidad a partir de energía solar y eólica, así como de centrales de gas.

Sin embargo, en 2023, alrededor del 60% de la producción eléctrica de Estados Unidos procederá de centrales de gas (43%) o carbón (16%), según la Agencia de Información Energética estadounidense, seguidas de las renovables (21%) y la nuclear (18%).

Fuente: AFP