Raíces indígenas

Los yshir ybytoso –conocidos como chamacoco– de Bahía Negra se dedican, en su mayoría, a la artesanía, una práctica heredada de sus ancestros y que se nutre de los recursos de los bosques. A través de sus actividades cotidianas, una familia indígena de Puerto Diana nos cuenta por qué es importante la conservación de su cultura.

La avioneta de Setam (Servicio de Transporte Aéreo Militar) aterriza cerca de las 10:30 en el aeropuerto de Bahía Negra, ciudad ubicada a 800 kilómetros de Asunción, en el Alto Paraguay, Chaco paraguayo. La terminal de este avión no es más que una pista de tierra de 800 metros y un letrero grande que indica la bienvenida a la localidad.

Sonia Ozuna lleva dos horas esperándonos. El vuelo se retrasó debido a una inclemencia del tiempo. Ella viene de Puerto Diana, una de las comunidades yshir chamacoco de la zona. Es artesana. Hace bolsos y canastas de hojas de palma –el famoso karanda’y– y guembepí. Modesto Martínez es su esposo. También es artesano. Crea figuras de animales silvestres con madera de sará, un árbol que habita en la costa del Pantanal Paraguayo, área protegida que se extiende a lo largo del río Paraguay, en el noroeste chaqueño.

“Modesto escribió ‘Fuerza Aérea Militar’ en vez de ‘paraguaya’ en su avión”, piensa Sonia cuando se acerca a una de las alas. La réplica está lista en su casa. La entregará a su compradora a la mañana siguiente, cuando el barco Aquidabán atraque en el puerto y desembarquen las mercaderías que abastecerán por siete días los negocios del pueblo.

El arribo de esta embarcación y de la avioneta militar ocurre una vez por semana. En temporada de lluvias, la única vía de acceso es el Aquidabán, que zarpa de Concepción y navega por el río Paraguay durante cuatro días. Los caminos se vuelven intransitables, por eso ni el vuelo hace su parada obligatoria.

Desde Puerto Diana hasta los escenarios donde suceden ambos acontecimientos hay una distancia de 4 kilómetros. Es pleno setiembre y el calor se asemeja al que sentimos en enero por Asunción. La calle es un sauna y la caminata por la ruta, una mochila pesada. Muchas artesanas indígenas hacen este recorrido para ofrecer sus productos a los pasajeros o pilotos.

Sonia sale a las 7:30 para averiguar a qué hora llega el Aquidabán. A las 11:00 debe volver al puerto para juntar las botellas vacías que quedan en el barco. Las usa para hacer hielo porque toma tereré de mañana, tarde y noche. Está acostumbrada a esa caminata. Pero su porte de persona desganada no traduce su verdadera esencia: no se cansa fácilmente.

Modesto está sentado frente a su casa. La vivienda tiene el tamaño de la guarida de Hagrid de “Harry Potter”, pero con techo de zinc y paredes de troncos de palma. En el interior hay camas, una mesa y un televisor encendido en un canal de música, entre otras cosas. Pero él prefiere estar afuera, bajo la sombra de un árbol, tomando tereré con su señora, porque adentro el cielo más próximo es de chapa y el calor, sencillamente, no se aguanta.

“Una vez, un doctor brasileño me recomendó tomar siete litros de agua porque eso fortalece a nuestro cuerpo y nos protege del Sol”, comenta Modesto en voz alta. Así –fuerte– habla cada vez que cuenta una historia o sabe mucho sobre un tema. Es como un profesor en su primer día de clases, se entusiasma. “Modesto se secó todo por dentro”, bromea Sonia, quien está a su lado tejiendo una cesta.

El agua que beben y con la que lavan los platos, la ropa y se asean, es del río. Como viven a 300 metros de la ribera, la traen cada dos días y la estacionan en contenedores grandes de color azul, similares a los que funcionan como basureros en las escuelas asuncenas. La limpian con un polvo blanco que parece sal gruesa. Es cloro. Lo llaman “remedio” porque es como medicina para la suciedad. La arena queda al fondo del recipiente y lo que se ve arriba es apto para el consumo.

Las familias que viven frente a este recurso hídrico sí la juntan diariamente. A partir de las 8:00, las mujeres desfilan con sus baldes cargados de agua en la cabeza. Hacen viajes cortos hasta una de sus mayores fuentes de vida.

Por la costa del río se observan a hombres y mujeres remando en canoas, buscando alguna piraña amarrada por la arena. La sequía las empuja hacia la orilla. No hay horario para la pesca, ya que es una de las actividades económicas de los yshir ybytoso. De madrugada se escuchan los pasos de los pescadores que intentan capturar a sus presas para la venta o el autoconsumo. Las mujeres lo hacen más bien por lo segundo. Y los niños aprovechan las últimas horas de luz para imitar la costumbre de sus padres, pero con una rama como liña.

Modesto también es pescador. Va hasta el río Negro, cerca de la comunidad yshir de Puerto Caballo, que queda a 40 kilómetros de Bahía Negra. Algunas veces lo acompaña Moncho, otras Chino, dos de sus hijos. El viaje en canoa hasta este punto dura lo que un vuelo Asunción-Perú: 5 horas. Solo que las turbulencias y los casi 4.000 kilómetros de nubes son reemplazados por una flora diversa y la posibilidad de conocer nutrias, yacarés y muchas especies de aves.

Cuando no viaja por agua, a lo Sebastián Gaboto, lo hace por tierra con su moto. Pero no le sale barato porque en Bahía Negra un litro de nafta cuesta G. 10.000. Por eso quiere colgar las botas y dedicarse de lleno a la artesanía. Porque invierte lo que no tiene y no siempre vuelve contento. “Si traés y vendés muchos pescados, estás tranquilo una semana, pero eso no pasa siempre. Y así, ¿cómo le alimentás a tu familia? Tampoco podemos depender de las changas porque te contratan y después te dicen que te van a pagar más adelante”, confiesa.

En Puerto Diana hay 99 viviendas con un promedio de 5,9 habitantes en cada una, según El Atlas de las Comunidades Indígenas en el Paraguay (2012), de la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos. El cacique, Roberto Franco García, confirma que a la fecha son 280 familias. Todos reclaman la falta de trabajo porque cuando no acceden a empleos temporales, la naturaleza es la única que provee. Una vez que empieza la veda, los yshir ingresan al monte para extraer miel. “Desde jóvenes se les enseña a los hombres a conocer el monte para que no se pierdan”, relata el líder.

Otro conocimiento que perdura en el tiempo es el de la artesanía. Es un legado que se transmite de generación en generación. Sonia, por ejemplo, aprendió de su mamá y esta de su abuela Marcelina. Sonia, a su vez, le enseña a sus nietas más grandes porque las más chicas solo tienen ojos para subir a los árboles o jugar con pelotas y ramas olvidadas. Modesto, en cambio, es autodidacta.

El 7,6% de los yshir de Puerto Diana se dedica a la artesanía, según el III Censo Nacional de Población y Viviendas para Pueblos Indígenas. Para los chamacoco es una salida laboral, pero como no hay demanda en Bahía Negra –por la situación económica– y Asunción está lejos, navegan hasta Puerto Murtinho, ciudad de Matto Grosso do Sul, para cambiar artesanías por alimentos (arroz, fideo, etc.).

Todo es un desafío: desde la búsqueda de los materiales en los bosques hasta la venta. En Puerto Diana no hay palmares. Las artesanas tienen que buscar sus hojas en Puerto Pollo o Karcha Bahlut y eso siempre implica distancias de más de 20 o 30 kilómetros. Territorios como Puerto Ramos, considerados ancestrales por los yshir, están en manos de un terrateniente turco, a quien se refieren como “el malo” porque les prohíbe la entrada al lugar.

La propiedad que reclaman tiene 8.500 hectáreas, la cual está inscripta a nombre de una empresa ganadera llamada Paraverde S.R.L., según la documentación que posee el Indi (Instituto Paraguayo del Indígena). El documento señala, además, que “esta es la única parte del territorio ancestral que corta la unificación de las 55.000 hectáreas pertenecientes a las comunidades de Puerto Diana, Puerto Pollo, Karcha Bahlut y Puerto Esperanza”. “¿Por qué el Estado no compró esas tierras para dar a los indígenas?”, cuestiona Modesto.

Su vecino, don Martínez, vivió su infancia en Puerto Ramos. Tiene 80 años y una memoria que no lo traiciona. “En Puerto Ramos estaban nuestros ancestros. Hay un riacho que se llama Echma (‘abundancia de alimentos’ en ybytoso), donde antes podíamos pescar y bañarnos. Ahora no podemos hacer eso”, lamenta.

La pérdida o desaparición de sus bosques representa un perjuicio para su cultura. Por eso, en las clases, los maestros y ancianos de la comunidad cuentan a los niños las leyendas en torno a sus tierras. “Siempre les digo que para nosotros el monte es como nuestro supermercado porque cuando el indígena no tiene para comer, entra al bosque y trae el alimento para su familia. Los que no pertenecen a estos territorios quieren echar los árboles, criar ganados y cargar sus bolsillos. Nosotros luchamos por recuperar nuestros bosques para que el día de mañana esto no sea un cementerio de plantas y animales”, reflexiona Benigno Giménez, director del pueblo y profesor en la escuela Ramón Enrique Martino.

El incendio forestal que arrasó con algunas hectáreas del Pantanal paraguayo, en agosto pasado, también causó daños en las comunidades indígenas. Los yshir recuerdan que el cielo era negro y el humo asfixiante, por lo que tuvieron que encerrarse puertas adentro para evitar que los niños se enfermen. “A mí me molesta cuando la gente echa de balde los árboles. No sabemos quién quema, solo Dios puede saber eso”, comenta Modesto, quien encuentra en esta ecorregión la materia prima para su artesanía.

“Yo no puedo sacar 10 maderas porque o sino más adelante me quedo sin trabajo. Nosotros sabemos cuidar nuestros recursos”, añade.

Actualmente, el proyecto de la Federación por la Autodeterminación de los Pueblos Indígenas (FAPI) y de la Unión de Comunidades Indígenas de la Nación Yshir (UCINY) es un paso adelante en cuanto a la consolidación de sus derechos territoriales y conservación de sus funciones ecológicas y valores culturales. El plan forma parte del Programa de Pequeñas Donaciones (PPD), implementado por el PNUD en el marco de la Iniciativa Global de Apoyo a los TICCA (Territorios y Áreas Conservadas por Pueblos Indígenas y Comunidades Locales).

“Se trata de un plan de demarcación –a través de mojones georreferenciados– para las comunidades de Karcha Bahlut, Puerto Esperanza y Puerto Diana. Con esto se logra el aseguramiento y regularización de las tierras indígenas tituladas, que además son áreas de transición y amortiguamiento para la Reserva de la Biosfera del Chaco paraguayo”, explica Tania Godoy, técnica de proyectos de la FAPI.

EL ÁRBOL GENEALÓGICO

Sonia está lijando una porción de guembepí, la planta de hojas duras que forma las flores de sus canastos. Un extremo lo sostiene su nieta, el otro, ella. “Tres meses hay que poner en agua para que se ablande”, explica sobre el tiempo que le lleva hacer una artesanía. Su otro material, el karanda’y, reposa bajo el sol durante cinco días antes de convertirse en un centro de mesa.

A su lado está Modesto afilando el cuchillo con el que perfeccionará el molde de dos garzas mirando en sentido contrario. Los detalles en pintura los hace con hierro caliente, por lo que debe aventurarse por el monte y buscar leña para hacer el fuego. A veces, Moncho –a quien también lo llaman “Tom y Jerry” porque de niño era el más cabezudo– lo ayuda. Y cuando se anima, produce las figuras más chiquitas.

En la casa, además de Modesto y Sonia, viven sus nietas y algunos de sus hijos. Tuvieron diez criaturas, pero dos murieron. No cuentan el porqué. Ahora son ocho: Damián, Guillermina, Chino, Natalia, Aida, Zebedeo, Moncho y María. No todos están en Puerto Diana. Una se casó con un yshir de Fuerte Olimpo, otra estudia en Asunción y el resto vive en la comunidad.

Cuando empiezan a contar cuántos nietos tienen se muestran confusos. Pero Chino, de 23 años, desde el comedor corta el ida y vuelta para decir: “18 son”. Él incluyó a los hijos de los otros dos hijos que tuvo su papá antes de enamorarse de su mamá. Sonia y Modesto se conocieron en Puerto Esperanza, cuando él era cazador y ella residía en esta comunidad con su madre, Perla Ortiz. “Mi papá murió cuando era joven”, recuerda Sonia.

Se mudaron a Karcha Bahlut, donde criaron a sus hijos. Modesto es descendiente de un paraguayo y una yshir. No habla mucho de su padre porque lo conoció recién a los 22 años. Tampoco de su madre. Solo dice que ella se fue a vivir con otro hombre. Su crianza desde los 9 años estuvo a cargo de su abuelo Jorge. “Llevo el apellido Martínez por él”, confiesa.

Modesto fue cacique en Karcha Bahlut, conocida también como 14 de Mayo. Una comunidad –ubicada a 40 kilómetros de Puerto Diana– compuesta por 30 familias que viven alejadas de los servicios básicos. Aun así, este todavía es uno de los pocos lugares donde las artesanas encuentran hojas del karanda’y.

“Parecemos pobres, pero somos ricos”, resume Nancy Vierci, la actual lideresa de la comunidad y la primera mujer cacique de los yshir, sobre los contrastes de su realidad. “Sobrevivimos gracias a la naturaleza, pero así también tenemos que gastar G. 50.000 para alquilar una moto y traer hielo de Bahía Negra”, señala.

A 300 metros de la entrada a la comunidad, la arquitectura del Museo Verde llama la atención. Una escalera de madera es el punto de partida para conocer este sitio que rinde homenaje a la memoria indígena. Hay lanzas, arte plumario y ornamentación yshir. El administrador es el tío de Sonia, Bruno Barras, uno de los cuatro adultos mayores que quedan en el pueblo.

La muerte reciente de su chamán, Ermeneto Vera, los muestra tristes, ya que era el doctor que curaba todo tipo de enfermedades. En Puerto Diana hay un chamán que trata dolencias, pero no tiene la misma jerarquía: es enfermero. Se llama Celestino. “Soñé con Jesucristo, él me dijo: ‘Andá curá a la gente’”, recuerda y señala un objeto alargado con plumas en las puntas. “Con ese aparato veo qué enfermedad es. Si no se ensucia, la persona no tiene ningún problema de salud”, explica.

Los chamanes son los cantantes del pueblo. Y su canto nunca es igual. En ellos todavía permanecen intactas las creencias, las costumbres y los relatos ancestrales. No todos los ancianos son chamanes, pero todo rostro con arrugas es un fiel defensor de la historia de sus antepasados.

DESDE LA RAÍZ

El Sol se esconde y la comunidad toma otro color: el de los focos alumbrando los espacios compartidos por las familias. La oscuridad obliga a encender las linternas del celular para saber dónde pisar y evitar un choque con algún chancho que esté volviendo junto a su dueño luego de una larga comilona por el pueblo.

En Bahía Negra, el suelo es arena negra que soporta un solo tipo de tráfico: el de las vacas en fila. Aunque tampoco se libra de la pasarela de los políticos en época de elecciones. “El intendente me prometió un proyecto para los artesanos. Ahora pasa por acá y ni me conoce, pero cuando necesitó votos se acercó. A mí me duele que nos mientan”, opina.

Modesto es el concepto que transmite su nombre. Por eso valora a quien es así con él. “Hay personas que todavía nos discriminan y nos dicen ‘indios’. A mí me gusta hablar con gente que le quiere a los pueblos originarios, que nos ven a nosotros como sus iguales. Eso me da salud”, sostiene.

Desde el cielo, en el vuelo de regreso a casa, Bahía Negra es el rompecabezas de una avenida hecha de agua y una vecindad de árboles que intentan sobrevivir a la sequía y el fuego. El corazón verde que queda es el hogar donde los yshir desean vivir para siempre.

Día del Abuelo: el tesoro más preciado de la sociedad

Cada 5 de mayo, en Paraguay se celebra el Día del Abuelo, una franja etaria de la población que muchas veces cae en el olvido y sufre a causa del abandono de su familia.

En Paraguay, al igual que en muchos otros países, los adultos mayores enfrentan diversos desafíos que afectan su calidad de vida, como la soledad, el abandono y las dificultades económicas, como aquellos que no cuentan con una pensión o un ingreso estable.

Aproximadamente, la población de los abuelitos está compuesta por 754.283 habitantes en el Paraguay, de los cuales, 361.221 son hombres y 393.062, mujeres. Según datos de la Encuesta Permanente de Hogares Continua 2021, en el área urbana se encuentran unos 470.646 adultos, mientras que, en el área rural, viven aproximadamente 283.637 personas de más de 60 años de edad.

La mitad de estos abuelos están casados, el 9,8% se encuentra unido en concubinato, el 13,6% es soltero y el 26,4% está separado, viudo o divorciado. El seguro médico llega al 33% de los hombres y al 35% de las mujeres.

El Estado paraguayo brinda el derecho a la pensión alimentaria, que consiste en una asistencia monetaria mensual, equivalente al 25% del salario mínimo vigente, es decir, poco más de 500.000 guaraníes, a 311.167 personas mayores de 65 años, que viven en situación de pobreza y no reciben otro tipo de sueldo, pensión o jubilación.

El ministro de Desarrollo social, Tadeo Rojas, señaló que el acceso y la permanencia en este programa son completamente gratuitos, por lo que, solicitó denunciar aquellos pedidos de dinero de gestores que piden una contraprestación monetaria para supuestamente ingresar a la persona al programa o impedir su exclusión si ya se encuentra en la nómina de Adultos Mayores.

Respecto a esta Pensión de Adultos Mayores, la Articulación Nacional Indígena por una Vida Digna (ANIVID) presentó recientemente una propuesta de modificación a la Ley ante la Comisión de Pueblos Indígenas del Senado. La intención es que la pensión alimentaria para adultos mayores en situación de pobreza sea otorgada a la población indígena a partir de los 50 años de edad, en lugar de 65 años. El argumento esgrimido es que la esperanza de vida para los indígenas es mucho menor que para la población paraguaya en general, ante la falta de una buena alimentación, salud, educación y trabajo digno.

Por otro lado, con relación a la ayuda estatal, hay otros 300 beneficiarios de pensiones graciables, que son otorgadas exclusivamente por ley a personas de 70 años para arriba, que prestaron servicios significativos y perdurables al país. El monto de las pensiones graciables no debe ser superior a un salario mínimo legal vigente ni inferior al 70% del mismo. A esto se suma el Programa Tekoporâ que se otorga a las familias vulnerables y en el cual figuran también las personas adultas.

SOLEDAD, ABANDONO Y DISCRIMINACIÓN

Pese a estos beneficios, muchos adultos mayores se enfrentan a varios desafíos, tales como la discriminación por edad, el aislamiento social, lo cual impacta negativamente en su bienestar emocional y mental, y la falta de infraestructuras adaptadas a sus necesidades específicas, como espacios públicos accesibles y transporte adecuado, lo cual representa un impedimento importante para su movilidad y autonomía.

El Día del Abuelo, que se recuerda este domingo, es una oportunidad para reflexionar sobre esta situación y tomar acciones concretas para mejorar la calidad de vida de quienes tanto aportaron a la sociedad. Resulta fundamental tomar conciencia y brindar un apoyo integral a nuestros abuelos y abuelas, con la contención familiar y con políticas públicas que garanticen su atención.

Una persona mayor de 60 años y más es capaz de tener una vida propia e independiente, si posee los recursos para ello. Valorar el legado de sabiduría que ofrecen con todo el conocimiento y experiencia que fueron acumulando a lo largo de sus vidas es una retribución a tantos años de dedicación a la familia, según lo señala la Dra. Lisa Barreto, directora del Complejo Santo Domingo dependiente de la Dirección General de Desarrollo de Servicios y Redes de Salud, que desde salud pública es uno de los espacios que ofrece estadía permanente y alberga a 95 usuarios rescatados de situaciones vulnerables diversas.

Por su parte, la directora general del Instituto de Bienestar Social, Sara Bogarín, resalta la importancia de abordar el envejecimiento desde una perspectiva de derechos y destaca la ley que protege los derechos de las personas mayores. Reconoce, además, la responsabilidad del gobierno y del Ministerio de Salud de garantizar la salud y el bienestar social de este sector de la población.

SALUD DEL ADULTO MAYOR

Otro aspecto clave es la salud del adulto mayor. En esta etapa de la vida se dan cambios relacionados al envejecimiento; tienen disminuido el sentido del gusto, dificultad para masticar (falta de piezas dentarias) y el tránsito intestinal se vuelve más lento, por lo que es recomendable tener en cuenta ciertas pautas para cuidar la salud.

El Instituto Nacional de Alimentación y Nutrición (INAN) recomienda que el adulto mayor realice las cinco comidas al día, siendo la última comida entre las 19:00 y 20:00 para facilitar la digestión. Debe consumir verduras, frutas, carnes blancas, comidas saborizadas con especias y hierbas, en vez de sal y condimentos; y tomar ocho vasos de agua potable.

Para que la persona se mantenga saludable, también es importante que realice alguna actividad física, acorde a la edad y el estado de salud, utilice calzados cerrados y cómodos, igualmente, ropa adecuada de algodón, y se realice un chequeo médico antes de iniciar una rutina de actividad física.




Mijaíl Bakunin: el rival anarquista de Karl Marx

"Si hay un Estado, necesariamente hay dominación y, consecuentemente, esclavitud. Un Estado sin esclavitud, declarada o encubierta, es inconcebible”. Con esta frase se podría resumir la línea filosófica de Mijaíl Bakunin, quien hizo una fuerte crítica al Estado como forma de organización social, al tiempo de renegar de Karl Marx, convencido de que el proyecto comunista podría ser tan opresivo como los modelos que -en teoría- debía combatir.

Por Gonzalo Cáceres - periodista

Nacido en el seno de una familia de raíces aristócratas, al ruso Bakunin (1814-1876) se lo considera como el primer gran impulsor del anarquismo como movimiento político y popular, por lo que forma parte de la primera generación de pensadores de esta corriente, junto con personalidades del calibre del también ruso Piotr Kropotkin, el francés Pierre-Joseph Proudhon y los italianos Carlo Cafiero y Errico Malatesta.

ANARQUISMO

El anarquismo es una filosofía política y social que se opone a cualquier forma de autoridad coercitiva, ya sea estatal, económica o religiosa. Entiende que las estructuras jerárquicas conducen a la opresión y la explotación, por lo que sus principios se extienden a otros ámbitos de la vida, como la economía, las instituciones religiosas, la educación y las relaciones humanas en general.

Ya en un aspecto utópico, los anarquistas promueven la cooperación voluntaria y la solidaridad entre las personas y las comunidades, al basarse en la creencia de que las personas pueden colaborar y trabajar juntas sin necesidad de coerción externa.

BAKUNIN

La influencia de Bakunin permeó a través del tiempo con su denominado ‘anarquismo colectivista’ (propone la propiedad colectiva de los medios de producción y la distribución de la riqueza según el trabajo), gracias al cual se hizo indispensable en la formación intelectual de los movimientos sociales que buscan emancipación e igualdad sin el apoyo de las estructuras del poder estatal, con un enfoque ético que sigue relevante en discusiones sobre democracia, derechos humanos y equidad económica.

Bakunin fue reconocido por su papel en el desarrollo de la crítica con énfasis en la relación del autoritarismo estatal con el capitalismo, abogando durante su activa militancia política por una sociedad sin Estado ni autoridad, basada en la cooperación voluntaria y la propiedad colectiva de los medios de producción; y en la adopción de un modelo de organización de abajo hacia arriba, con comunidades autónomas federadas.

Este teórico entiende al Estado como una estructura coercitiva (en pro de mantener el ‘orden’)- que era intrínsecamente opresivo y debía ser abolido, por lo que argumentó que el Estado y el capitalismo se conjugan para perpetuar la explotación de los trabajadores. “La libertad política sin igualdad económica es una pretensión, un fraude, una mentira; y los trabajadores no quieren mentiras”, escribió.

Aunque sus ideas eran en gran medida idealistas, Bakunin se inclinó hacia la defensa de la solidaridad internacional de los trabajadores y los oprimidos a través de la acción directa y prolongada (como ser participación en revueltas y levantamiento para desafiar al poder establecido), por la innegociable “necesidad de derribar las fronteras nacionales y las divisiones étnicas para lograr la emancipación humana”.

CONTRA MARX

Como no podía ser en una esfera de posiciones tan variadas como cambiantes, la conflictiva relación entre Karl Marx y Mijaíl Bakunin originó las diferencias fundamentales en cuanto al estudio de la naturaleza del Estado y la revolución obrera, lo que desembocó en divisiones dentro del movimiento socialista.

A pesar de coincidir en ciertos pasajes, Bakunin se cansó de reiterar que “el poder concentrado inevitablemente lleva a la opresión y la explotación”, sea cual fuere el actor, por lo que no se alineó a los postulados de Karl Marx y su célebre dictadura del proletariado.

Los círculos de intelectuales socialistas de la época tacharon a Bakunin de crítico “del autoritarismo inherente al modelo marxista”, por lo que los desacuerdos con Marx -principalmente durante la Primera Internacional, a la que ambos pertenecían- ilustraron sus preocupaciones sobre cómo el poder podría ser usado para reprimir la libertad, incluso en nombre de la defensa de los desfavorecidos.

“Los socialistas autoritarios mantienen que la libertad no puede ser establecida sin el Estado, mientras que, los socialistas revolucionarios, nosotros, decimos que el Estado es incompatible con la libertad. Quiero destruir el poder y las posiciones políticas para siempre; quiero que todos los individuos, asociaciones, comunas, regiones y naciones disfruten de la más absoluta libertad, siempre y cuando esta libertad no amenace la libertad de otros. Este es el deseo de todos los anarquistas y el deseo de todos los verdaderos socialistas.”, alegó sobre esta situación.

La cosa entre ambos escaló a tal punto que, en 1868, Bakunin fue acusado por Marx de ser un agente ruso y le pidió que se disculpara públicamente. En 1869, fue acusado por el revolucionario marxista Wilhelm Liebknecht de los mismos cargos, librándose una feroz batalla ideológica entre los adeptos a uno u otro.

“Soy profundamente hostil al comunismo porque éste es la negación de la libertad y no puedo concebir nada humano sin libertad. No soy comunista porque el comunismo concentra y absorbe toda la fuerza vital de la sociedad en el Estado”, justificó en sus cartas.

CONTRA LA RELIGIÓN

Bakunin creía en la posibilidad de concebir una libertad basada en la razón, el humanismo y la autonomía, por lo que era contrario a cualquier forma de dogmatismo que restringiera el pensamiento crítico. Es así que apuntó contra el cristianismo institucionalizado, al que veía como una herramienta utilizada por las clases dominantes para controlar y someter a las personas.

Para él, la religión predicaba la obediencia y la sumisión a una autoridad superior, tanto divina como terrenal, y esto limitaba la capacidad de las personas para pensar y actuar por sí mismas, al imponer creencias y sistemas de reglas incuestionables que impiden el desarrollo intelectual.

En este punto, sostuvo que el Estado y la religión estaban interconectados, trabajando a la par para mantener el statu quo y reprimir toda resistencia, con ideas basadas en la superstición y el mito. El vínculo entre la autoridad religiosa y la autoridad estatal reforzaba la estructura de poder que Bakunin quería destruir.

“La religión es un insulto a la dignidad humana. Con o sin ella, tendrías buenas personas haciendo cosas buenas y malas personas haciendo cosas malas. Pero para que una buena persona haga cosas malas, se necesita la religión”.

FIEL A SU LÍNEA

Siempre en concordancia con su filosofía de acción directa, Bakunin se unió a la revuelta polaca contra el dominio ruso y fue encarcelado en 1849, pero, tras su liberación, continuó defendiendo el anarquismo y participando en actividades revolucionarias hasta su muerte en 1876.

Sus ideas y su legado son un testimonio de la lucha frente a la opresión y de la búsqueda de una sociedad más justa y libre.

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Vaciamiento de cuentas: guardar el PIN en sitios vulnerables, el error más grave

La exposición innecesaria de datos confidenciales se convirtió en una amenaza a la seguridad bancaria, y esto ocurre por el desconocimiento o la mala utilización de las herramientas digitales. Guardar pines en bloc de notas, como contacto o ingresar a enlaces misteriosos, son algunos de los problemas más graves.

Por Silvia Aguilar

Hace unos días fue noticia el caso en el que una mujer denunció ser víctima del robo de su celular en una tienda en Asunción, pero lo más grave de la situación no se resumió solo al hurto, sino que los delincuentes vaciaron su cuenta bancaria y solicitaron un préstamo por 53 millones de guaraníes. Todo a través de la aplicación del banco.

Para el experto en ciberseguridad, Miguel Ángel Gaspar, este caso es conocido como ataque ransomware o secuestro de datos. Ocurre todos los días en el país y se da, la mayoría de las veces, porque son las propias personas quienes exponen innecesariamente sus datos.

Durante una entrevista en el canal GEN/Nación Media, mencionó los casos más frecuentes en los que la gente expone información confidencial. Un ejemplo es cuando se guarda como un contacto las contraseñas de los sitios bancarios o se anota en bloc de notas, y otros errores comúnmente cometidos.

“Hay personas que se quejan porque le vaciaron sus cuentas, pero cuando vamos a hacer la forensia encontramos que, dos semanas atrás le dieron click a un enlace donde no debían y terminan comprometiendo el dispositivo porque le instalaron en el celular una herramienta de acceso remoto y con eso ya nadie necesita saber tu contraseña, acceden”, expresó Gaspar.

El experto en ciberseguridad sostuvo que hay aplicaciones que merecen ser cuidadas porque no son seguras, e hizo hincapié en aquellas que aparecen como sugerencia en cualquier red social y que, posteriormente se descargan, es una estrategia que utilizan los hackers para vulnerar los datos.

En los últimos tiempos, el Token digital se hace presente en transacciones y operaciones bancarias. Según Gaspar, es fiable y se utiliza para evitar tener un solo pin transaccional, pero hay mecanismos que se deben usar para que sea aún más seguro.

“Dejen de usar el SMS como Token. Es vulnerable, entonces debemos tener otras aplicaciones que reemplacen al SMS como llaveros digitales y que nos permitan tener un Token más seguro”, agregó.

De acuerdo a sus declaraciones, el 90% de las víctimas de vaciamiento de sus cuentas perdió el control sobre sus claves o contraseñas, por lo que, la sugerencia es que, si se van a guardar como contacto, se utilicen nombres propios o, la mejor opción, utilizar el mismo pin para todas las operaciones, así se maneja una sola información.