A 77 años en que el tiempo se detuvo: ¿fue necesario el horror nuclear de Hiroshima y Nagasaki?
Varios expertos coinciden en que el bombardeo de las dos ciudades japonesas en agosto de 1945 cambió para siempre el mundo, pero no fue lo que acabó con la Segunda Guerra Mundial.
Hace 77 años, el 6 y el 9 de agosto de 1945, Estados Unidos destruyó completamente las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. El número de víctimas de la tragedia fue de más de 450.000 y los supervivientes siguen sufriendo enfermedades causadas por la radiación.
Aunque ambas ciudades ya han sido reconstruidas, sus habitantes siguen soportando el peso de aquella terrible tragedia. La historia de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki y los recuerdos de los supervivientes traen consigo un profundo debate que, por generaciones, ha hecho que los expertos cuestionen la necesidad de un arma tan efectiva como letal, capaz de desatar el infierno en la Tierra.
Еl día en que el tiempo se detuvo
El 16 de julio de 1945, los científicos estadounidenses que trabajaban en el Proyecto Manhattan realizaron con éxito la primera explosión nuclear de la historia en la prueba ‘Trinity’ en Alamogordo, Nuevo México. Con la Segunda Guerra Mundial aún en curso en el Pacífico, los preparativos para utilizar bombas nucleares contra Japón avanzaron.
El 6 de agosto de 1945, a las 08:15, se lanzó la primera bomba atómica sobre el centro de Hiroshima. Bautizada como ‘Little Boy’, esta bomba de uranio nunca había sido probada antes, pero los científicos estaban seguros de que funcionaría. Asimismo, Hiroshima no fue elegida al azar como objetivo del primer ataque. Esa ciudad reunía todos los criterios para obtener el máximo número de víctimas y de destrucción: un lugar llano rodeado de colinas y edificios bajos y altamente inflamables por ser en su mayoría de madera.
El ataque arrasó completamente la ciudad. Todo lo que rodeaba el epicentro de la explosión se convirtió instantáneamente en cenizas, y hasta en las paredes de algunas casas quedaron siluetas humanas. Las manecillas de casi todos los relojes de Hiroshima se detuvieron a las 08:15, el momento de la explosión. Algunas de ellas están recogidas en el Museo de la Paz como objetos de exposición. Según diversas estimaciones, en cuestión de segundos perecieron entre 80.000 y 140.000 personas, mientras que otras 100.000 resultaron gravemente heridas.
Tres días después, en la mañana del 9 de agosto, un segundo avión estadounidense se elevó desde la base aérea de la isla de Tinian, en el océano Pacífico. La bomba nuclear que transportaba llevaba el nombre en clave ‘Fat Man’. Se trataba de una bomba de implosión más sofisticada, basada en plutonio, que había sido probada en la prueba ‘Trinity’. El objetivo principal era la ciudad de Kokura. Sin embargo, debido a una espesa capa de nubes, la tripulación de la aeronave se decantó por el objetivo secundario: Nagasaki.
‘Fat Man’ era casi el doble de potente que ‘Little boy’, pero la imprecisión en la puntería y el terreno local redujeron en cierta medida los daños de la explosión. De igual manera, los efectos del bombardeo fueron devastadores: en el momento de la explosión, a las 11:02, murieron 74.000 personas, otras 75.000 sufrieron heridas graves. El número de víctimas por enfermedades derivadas de la radiación siguió creciendo en los años siguientes.
Las bombas no acabaron con la guerra
La opinión generalizada en EE.UU. durante los últimos 77 años ha sido que los bombardeos sobre Hiroshima y Nagasaki eran la única forma de poner fin a la Segunda Guerra Mundial sin una invasión, que habría costado cientos de miles de vidas estadounidenses y japonesas. La lógica de este razonamiento sostiene que las bombas no solo pusieron fin a la guerra, sino que lo hicieron de la forma más humana posible.
El Estado Mayor Conjunto de EE.UU. argumentó que ningún gobierno japonés se había rendido a una potencia extranjera en los 2.600 años de historia del país y ninguna unidad militar japonesa se había rendido en todo el transcurso de la Guerra del Pacífico. Además, la exigencia aliada de una rendición incondicional llevó a los japoneses a temer que el emperador Hirohito, al que muchos consideraban una deidad, fuera juzgado como criminal de guerra y ejecutado, recuerda el historiador militar Richard Frank, del Instituto de Investigación de Política Exterior.
“No había un punto final predecible en este proceso. Si no se producía una capitulación organizada, las bajas estadounidenses (y aliadas) podían producirse en cualquier punto de un vasto continuo que iba desde los cientos de miles hasta bastante más de un millón”, estimó Frank.
El entonces secretario de Guerra de EE.UU., Henry Stimson, justificó el uso de la bomba atómica argumentando que en julio de 1945 no se percibía ningún signo de “debilitamiento en la determinación japonesa de luchar en lugar de aceptar la rendición incondicional”. Mientras tanto, Washington planeaba intensificar sus operaciones militares y lanzar una invasión del archipiélago japonés en noviembre.
“Calculamos que si nos viéramos obligados a llevar a cabo este plan hasta su conclusión, los principales combates no terminarían hasta la última parte de 1946, como muy pronto”, escribió Stimson. “Me informaron de que tales operaciones podrían costar más de un millón de bajas solo a las fuerzas estadounidenses”, agregó.
Mientras, el reconocido físico estadounidense Karl Taylor Compton, consejero delegado del presidente Truman sobre el uso de la bomba atómica, defendió que si no se hubiera utilizado esta poderosa arma “habría habido muchos más meses de muerte y destrucción a una escala enorme”. En última instancia, los expertos militares estadounidenses concuerdan en que la muerte de civiles japoneses no se planteó como un fin, sino como un medio.
No obstante, los críticos cuestionaron la moralidad y la necesidad de los bombardeos, argumentando que la principal razón de la rendición de Japón fue la entrada de la Unión Soviética en la guerra el 8 de agosto, que lo cambió todo para los dirigentes nipones, quienes reconocieron en privado la necesidad de capitular rápidamente.
“Las abrumadoras pruebas históricas de los archivos estadounidenses y japoneses indican que Japón se habría rendido ese agosto, incluso si no se hubieran utilizado las bombas atómicas, y los documentos demuestran que el presidente estadounidense Harry Truman y sus asesores más cercanos lo sabían”, apunta Gar Alperovitz, profesor de Economía Política en la Universidad de Maryland.
Los soviéticos invadieron la región china de Manchuria, ocupada por Japón, en la medianoche del 8 de agosto. Como se predecía, este ataque alarmó a los líderes japoneses, ya que no podían luchar en una guerra de dos frentes.
“La Unión Soviética tomará no solo Manchuria, Corea y Karafuto, sino también Hokkaido. Esto destruiría los cimientos de Japón. Debemos terminar la guerra cuando podamos tratar con EE.UU.“, afirmó el primer ministro nipón, Kantaro Suzuki, el 10 de agosto de 1945.
Aunque la mayoría de los estadounidenses no estén familiarizados con esta historia, el Museo Nacional de la Armada de EE.UU., en Washington, reconoce en una placa de una exposición sobre la bomba atómica que “la vasta destrucción causada por los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki y la pérdida de 135.000 personas tuvo poco impacto en el Ejército japonés. Sin embargo, la invasión soviética de Manchuria les hizo cambiar de opinión“.
La huella de la radiación
Después de la guerra, durante la ocupación estadounidense, se inició una amplia reconstrucción en ambas ciudades. En Hiroshima se promulgó un plan de planificación integral en 1950 y la urbe se convirtió rápidamente en un centro industrial de la región. En Nagasaki, grandes partes de la ciudad histórica sobrevivieron a la guerra y servirían de gran atractivo para los turistas. Ambas ciudades se convirtieron en centros espirituales del movimiento para prohibir las armas nucleares. Asimismo, el casco en ruinas del Salón de Promoción Industrial de la Prefectura de Hiroshima fue designado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1996.
A las víctimas supervivientes de los bombardeos, conocidas en Japón como ‘hibakusha’, el Gobierno nipón les prometió atención médica gratuita de por vida. En 1947, la Comisión de Víctimas de la Bomba Atómica comenzó a realizar investigaciones médicas y biológicas sobre los efectos de la radiación con numerosos participantes voluntarios. Más de 120.000 ‘hibakusha’ se inscribieron en el proyecto. El estudio arrojó datos sustanciales para quienes estudian los efectos a largo plazo de la exposición a la radiación.
“El uso de armas nucleares contra Hiroshima y Nagasaki causó una catástrofe humanitaria única en la historia“, declaró este martes el secretario general de la ONU, António Guterres, en un acto conmemorativo, durante el cual advirtió que “hoy la perspectiva de un conflicto nuclear ha vuelto a la esfera de lo posible”.
Arrestado el presidente surcoreano por declarar la ley marcial
El presidente surcoreano Yoon Suk Yeol fue arrestado el miércoles después de que cientos de agentes policiales y anticorrupción accedieran a su residencia, donde llevaba atrincherado desde la imposición en diciembre de una controvertida ley marcial.
El dirigente conservador sumió a la democracia asiática en su peor crisis en décadas al suspender el orden civil y enviar a los soldados a la Asamblea Nacional en la noche del 3 de diciembre, aunque derogó la medida horas después.
Suspendido por una moción de destitución del Parlamento, Yoon también era objeto de una investigación por insurrección que lo ha llevado a convertirse en el primer presidente del país en ser arrestado durante su mandato.
Cientos de agentes de la policía y de la Oficina de Investigación de la Corrupción allanaron el miércoles temprano la residencia de Yoon en Seúl, protegida por miles de partidarios y por su fiel guardia presidencial que había impedido un primer arresto el 3 de enero.
Bloqueados por el personal de seguridad, algunos agentes escalaron las vallas del complejo con escaleras de mano o usaron senderos para llegar hasta el edificio principal, situado en la cima de una colina.
Después de horas de tensión, un abogado del presidente anunció que este había decidido comparecer personalmente ante los investigadores. A los pocos minutos, estos anunciaron su detención.
“La Oficina de Investigación Conjunta ejecutó una orden de arresto para el presidente Yoon Suk Yeol hoy a las 10H33 (01H30 GMT)”, afirmó en un comunicado este equipo formado por la policía, la agencia anticorrupción y el Ministerio de Defensa.
En un mensaje por video grabado previamente, el dirigente conservador afirmó que había decidido acatar la orden de detención “para evitar cualquier desafortunado baño de sangre”.
El presidente abandonó la residencia en un convoy policial e ingresó poco después en las oficinas de la agencia anticorrupción, comprobaron periodistas de la AFP.
El interrogatorio comenzó poco después pero, según un funcionario de la oficina anticorrupción, Yoon se negó a responder y “está ejerciendo su derecho a guardar silencio”.
- Escenas de tensión -
En el primer intento de arresto del 3 de enero, cientos de miembros armados de los servicios de seguridad de Yoon se confrontaron con los investigadores, que suspendieron el arresto.
Desde entonces habían redoblado la seguridad de la residencia, instalando alambres de púas en el recinto y bloqueando algunas rutas de acceso con barricadas de autobuses.
Antes del amanecer del miércoles, la tensión se había instalado en los alrededores del domicilio del presidente que, pese a su impopularidad, contaba con un buen séquito de fieles seguidores dispuestos a protegerlo.
Reporteros de la AFP observaron trifulcas y puñetazos en la puerta principal de la residencia, donde los investigadores se toparon con los simpatizantes de Yoon, su personal y diputados de su partido.
Algunos de los seguidores concentrados se tumbaron en el suelo para impedirles pasar. Otros ondeaban banderas de Corea del Sur y Estados Unidos o gritaban contra la orden de captura que consideran “ilegal”.
La policía y los agentes anticorrupción empezaron a echar de la zona a los seguidores, así como a una treintena de diputados del partido de Yoon que aparentemente también acudieron a protegerlo, dijo la agencia Yonhap.
Ante la delicada situación, la policía decidió no llevar armas de fuego y limitarse a llevar chalecos antibalas en caso de graves enfrentamientos con la guardia presidencial, señalaron los medios locales.
- “Primer paso” -
La orden judicial vigente permite su retención por un máximo de 48 horas. Para mantenerlo bajo custodia, los investigadores deberían solicitar una nueva autorización de la justicia.
El equipo legal de Yoon había alegado en todo momento que la orden de captura era ilegal y que la oficina anticorrupción no tenía legitimidad para investigarlo.
La principal formación de oposición en Corea del Sur, el Partido Democrático, afirmó que el arresto es “el primer paso hacia la restauración del orden constitucional, la democracia y el Estado de derecho”.
El presidente también se enfrenta a un juicio iniciado el martes en el Tribunal Constitucional, que debe decidir si ratifica o no la moción de destitución aprobada por el Parlamento.
Enfrentado con la oposición parlamentaria por cuestiones presupuestarias, Yoon justificó la implementación de la ley marcial por las amenazas de Corea del Norte y la presencia de elementos antiestatales en el Sur.
En una publicación en su Facebook este miércoles de algunos de escritos que hizo en las últimas semanas, Yoon reiteró la amenaza de naciones “hostiles” y de supuestos fraudes electorales.
Fuente: AFP
“Soy un pecador”, reconoce el papa en una autobiografía
“Soy un pecador”, confiesa el papa Francisco en la autobiografía “Esperanza”, en la que recuerda su infancia en Argentina, su elección en el cónclave de 2013 o la nostalgia por no poder comer una pizza en un restaurante.
El libro, cuya edición en español se publica a finales de mes, recoge a través de anécdotas los mensajes que representan los pilares de su pontificado: la búsqueda de la paz, la acogida de migrantes o la protección del medioambiente.
A sus 88 años, Francisco regresa a episodios de su infancia en un barrio multicultural de Buenos Aires, sin esconder algunas acciones de las que dice ahora arrepentirse.
“Recuerdo mis pecados y siento vergüenza (...) Soy un pecador”, afirma el jefe de la Iglesia católica, según declaraciones recogidas en la edición inglesa de la biografía.
Se describe como un “niño travieso” y evoca con nostalgia a los miembros de su familia.
Narra también el viaje de sus abuelos italianos que emigraron a Argentina en 1929 en un camarote de tercera clase y que su abuela escondió sus bienes en el forro de su abrigo.
“No hay nada nuevo en ello, es una historia de ayer y de hoy”, observa.
- 30 años sin ver a San Lorenzo -
Jorge Bergoglio rememora también el cónclave de su elección después de la renuncia de Benedicto XVI.
“Nunca imaginé que el resultado de este cónclave me podía afectar directamente, así que figúrese si había pensado en un nombre papal”, explica.
“En San Pedro, esos días había una persona sin hogar que se paseaba con una pancarta alrededor del cuello donde había escrito ‘Papa Francisco I’. Esta imagen solo me vino a la memoria después, cuando varios periódicos publicaron la fotografía”, cuenta.
También revela que no ha visto la televisión desde 1990, cumpliendo una promesa que se hizo después de ver por accidente “imágenes sórdidas” que le ofendieron profundamente. Reconoce “raras excepciones”, como durante los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.
Pero, por ejemplo, no ha visto un partido de su equipo de fútbol, el San Lorenzo argentino, “desde hace 30 años”, aunque “un guardia suizo me pasa los resultados” en la oficina.
Lamenta el aislamiento provocado por el poder. “Salir a comer una pizza es una de las pequeñas cosas que más extraño”, dice. “Una pizza comida en una mesa tiene un gusto muy distinto al de una pizza entregada a domicilio”, explica.
“Cuando era cardenal, me encantaba caminar por la calle y tomar el metro. Las calles me hablaban, están llenas de enseñanzas”, afirma.
En el libro, escrito en colaboración con el periodista italiano Carlo Musso, el papa aborda también las dificultades de su pontificado, como la reforma de la burocracia vaticana y la imposición de reglas en el campo financiero, que suscitaron “la mayor de las resistencias”.
Cámara Baja de EEUU aprueba proyecto que prohíbe a atletas transgénero competir en rama femenina
La Cámara de Representantes de Estados Unidos, liderada por los republicanos, aprobó el martes un proyecto de ley que restringe de manera severa la participación de atletas transgénero en competencias deportivas de niñas y mujeres.
Aunque es poco probable que el Senado la adopte, la ley prohibiría a estudiantes transgénero participar en equipos femeninos en cualquier escuela o universidad que reciba fondos federales.
El proyecto de ley define el sexo “basado únicamente en la biología reproductiva y en la genética al nacer” y restringe la participación de los atletas transgénero en actividades deportivas “designadas para mujeres o niñas”.
Antes de las elecciones de 2024, los republicanos ya habían atacado a los demócratas por el tema transgénero, especialmente en lo que atañe a la juventud y los deportes, aprovechando una guerra cultural más amplia alrededor de los derechos LGBTIQ+.
El presidente electo Donald Trump ha prometido poner fin a la “locura transgénero”.
La Cámara registró 218 votos a favor del proyecto de ley, incluidos dos demócratas.
Sin embargo, en el Senado es poco probable que los republicanos obtengan suficientes demócratas para superar el umbral de 60 votos.
El grupo de defensa por los derechos civiles Equality California calificó el proyecto de ley como “otro esfuerzo más para negar a los jóvenes transgénero la dignidad y el respeto que merecen”.
Fuente: AFP