Una luz en el departamento… (parte II)

...

Lucía Elizabeth fue asesinada brutalmente el 13 de octubre del 2005. El asesino dejó una carta con un mensaje que revelaba una cercanía con su víctima. Por un error del sospechoso y una confesión clave en la escena del crimen, el misterio se descubrió en pocas horas.

  • Por Óscar Lovera Vera, periodista

La coartada del asesino

El asesino aún respiraba agitado por lo que había hecho. Había sangre en sus manos y sentía el ardor de algunas heridas, las que talló su víctima mientras luchaba por su vida. Conducía de forma demencial, cada minuto que se esfumaba en el tiempo era en su contra. Si lograba acortar la brecha entre el plan que tenía y la hora de la muerte, podría darle más sentido a la coartada que pondría en caso que las cosas salgan mal.

Él pensaba que su inteligencia estaba un paso adelantado en el juego del misterio. El enigma que desataría la carta. Ella le daría el tiempo suficiente para llegar a establecer una distracción y ganar tiempo.

Eran las ocho con diez minutos de la misma noche del asesinato. Estacionó su automóvil lejos de la Comisaría Segunda Central, en la ciudad de Fernando de la Mora. No quería levantar sospechas en lo más mínimo.

Respiró una bocanada de aire para sacarse la tensión de lo que había hecho y caminó hasta la oficina de la estación.

En esa gran sala, con las paredes colmatadas de humedad y varias capas de pintura de un amarillo claro, un oficial de guardia miraba un viejo televisor colocado sobre un archivero de madera. Lo disfrutaba hasta que el saludo de buenas noches interrumpió las noticias a las que prestaba atención.

–Oficial, buenas noches. Quiero hacer una denuncia…

–Claro señor, sentate ahí. ¿Me permitís tu documento de identidad?

–Ese es el problema señor, me robaron todo. Dos travestis y un hombre me acorralaron y sacaron la billetera y otras pertenencias que tenía. Entre mis documentos tenía quinientos mil guaraníes, toda mi plata. También me pegaron, mire algunas heridas, ¡en el cuello, mire mi brazo!

El asesino, disfrazado de víctima, se lamentó ante el inadvertido agente de Policía que prestaba atención –con esmero– a todo lo que decía. Ese joven, astuto en ese momento, mencionó el lugar donde el ficticio atracó sucedió, en una calle oscura de esa misma ciudad. Imaginando que así evitaría que los investigadores busquen testigos. Sumando más mentiras a su excusa, dijo con la voz aún más firme, sobre el tiempo que le llevó llegar hasta la comisaría, se quedó sin dinero y le tomó una hora hacerlo.

La denuncia fue hecha exactamente 60 minutos después del asesinato de Lucía. Todo dentro de su mente cuadraba a la perfección.

El guardia fue clave

La carta con el mensaje hecho con recortes de revista apuntaba muy firme a un crimen pasional, al fiscal Miguel Vera esa idea le retumbaba en la cabeza. Alguien con un pasado con la víctima se animaría a dejar algo que firme el crimen con el contexto. El criminal quería que los investigadores y la familia de Lucía sepan porqué la mató.

–Además de los inquilinos, ¿quiénes habitualmente están en el edificio? ¿Algún personal técnico? Preguntó el fiscal al administrador del edificio, que en ese momento aún se encontraba cercado por cintas policiacas que impedían el paso a cualquiera que no sea parte del equipo de peritos.

–Pues, solo el guardia de seguridad. Suele hacer recorridos por los diferentes pisos y a cierta hora ya toma su lugar en la recepción.

–En él está la clave, llámenlo, exigió Miguel a sus ayudantes.

–Don Germán, acérquese, no se preocupe. Solo tengo unas preguntas que hacerle sobre el movimiento que hubo antes que la hermana de la víctima llegara a su departamento. Dígame, ¿Usted vio a alguien entrar a este edificio entre el mediodía y las 19:30?

–Sí señor fiscal, un joven entró al edificio a preguntar por ella. Fue a las cinco y media de la tarde. Él me dijo que quedaría a esperarla y le tomé sus datos.

–¿Dónde anotó eso don Germán?

–Aquí doctor, mire. Se llama Luis Ernesto Torres y lo confirmé cuando me mostró su documento de identidad. Lo dejé pasar porque me dijo que era amigo de las dos chicas. Y subió al octavo a esperar a Lucía.

En ese momento el panorama cambió por completo. El fiscal Miguel Vera dictó una orden de detención y en poco tiempo ese nombre y ese apellido retumbaban en todas las frecuencias de la Policía. El sonido monofónico de cada letra retumbaba en cada comisaría, hasta que tuvo su eco en la Segunda de Fernando de la Mora. Al oficial le resultó conocido, y se fijó en la denuncia que tomó unos pocos minutos antes. Era el mismo, las dudas que tenía sobre la fantasiosa historia del asalto finalmente cobraron vida.

Frente al edificio donde mataron a Lucía, Teodocia escuchaba el reiterativo mensaje de los agentes sobre la orden de detención. Ese nombre la sacudió y la dejó en un estado mayor de transe. Pero una fuerza interna la obligó a dejar la silla en la que aguardaba por un minuto de paz, lo que escuchó la perturbó al punto que corrió hasta la patrulla de donde provino ese reporte, se asomó a la ventanilla y el patrullero se hizo a un lado por sorpresa. Una vez más mencionaron a Luis Ernesto Torres.

Para ella esa persona no era una más. Veintidós días antes terminó una relación con él. Fue su novio por unos meses…

La duda se disipó

La tesis sobre el asesino que conocía a su víctima tomó un sustento mayor. Ya no quedaban dudas.

La imputación por crimen la tenía en la mano, temblaba de impotencia, no podía asimilar que solo unas horas antes el sospechoso de un asesinato llegó hasta su comisaría para fundar una denuncia falsa, era su manera de justificar lo que hizo. El comisario mordía sus dientes con furia y pidió que cada agente salga en búsqueda de ese hombre.

Era medianoche, la ciudad fernandina sucumbía ante un par de bocinas lejanas. Los policías tenían la dirección de la casa de Luis. Era el 2711 de la calle San Blas, en Zona Sur. Fueron con sigilo para evitar contratiempo, al llegar lo tomaron por sorpresa y no tuvo otra opción que rendirse. La fría esposa de acero fue lo próximo que sintió sujetándole de las muñecas. La orden inmediata que recibieron fue la de llevarlo con urgencia al Departamento de Investigaciones sobre la calle Azara, en Asunción. Dos patrulleras pululaban sus ensordecedoras sirenas, abriendo paso con las balizas en rojo y azul. En pocos minutos, Luis estaba sentado, solo, en una oficina de un gris pálido. Solo el silencio habitaba con él, permitiendo escuchar a sus pensamientos.

La mató en la cocina

El investigador fiscal llamó a un arquitecto del instituto. Necesitaba dar con el lugar exacto donde Lucía fue asesinada, esto le ayudaría en el proceso a futuro. Juan Alberto Duré no tardó en acudir al llamado del fiscal, la noche avanzaba entre café y cigarrillo. La única manera de cerrar el procedimiento, antes que alguna evidencia se fugue.

Con caminar cansino, Juan, paso a paso se aseguraba de no contaminar el lugar. No estaba seguro, con la certeza que lo precede, dónde mataron a esa joven. Un policía custodiaba en la sala, le interpeló con la idea que le precise dónde estaba la cocina, la duda del fiscal estaba en ese sitio. Al llegar, barrió la sala con la mirada, solo con ello era suficiente. La sangre regada en el lugar le indicaba que en ese sitio pudo ocurrir ello, pero necesitaba la ciencia para respaldar su teoría.

Luego de unas horas de análisis, y medidas con cinta métrica, la pericia de planimetría arrojó que el escenario donde mataron a Lucía fue –con certeza– la cocina. El asesino habría utilizado un cuchillo que lo tomó de la cocina.

Sábado 15 de octubre. 13 horas. La presión de las evidencias y lo constante que eran los policías sobre ello provocaron una incontinencia y asumió como autor del crimen, la culpó de eso.

–¡Ella me agredió primero, ella fue la culpable!

¿Dónde está el cuchillo que usaste? Interrumpió con su pregunta uno de los policías de homicidios.

–En la Bahía de Asunción, detrás del Palacio de López, ahí tiré todo. Está en una bolsa de polietileno.

Con ese dato los agentes fueron en compañía de buzos militares. Dos horas después uno de ellos emergió con una bolsa en la mano. El fiscal ordenó que lo abran y encontraron algunos papeles, una revista con recortes, tijera y pegamento. La evidencia de la carta misteriosa acaba de salir a flote.

Pero faltaba el cuchillo, la búsqueda se prolongó pasando unos minutos de las cuatro de la tarde. Los buzos se lanzaron por última vez al agua, segmentando la zona donde podría estar la última evidencia. Fueron hasta la profundidad, y no tuvieron éxito. Desistieron más tarde. Las aguas habían silenciado –quizás– el elemento más significativo para los investigadores.

Tres años después

Los primeros días de agosto del 2008 traían consigo un clima fresco, el viento robusto del barrio Sajonia soplaba en el rostro de los visitantes del Palacio de Justicia, sofocaba el calor húmedo de esos días.

Luis Ernesto era escoltado hasta el segundo piso de la torre norte, enfrentaría su primer día de juicio. Las cargas que probaban su vínculo eran gatilladas como arsenal de polvorín. El fiscal solo observó que la naturaleza lo privó del elemento que utilizaron para asesinar a Lucía. Sin embargo, bajo sus uñas hallaron restos de piel. El ADN era el mismo del sospechoso, el mismo que solo atinaba a mirar a sus pies, repicándolo contra el suelo. Con notable nerviosismo.

–Este tribunal lo encuentra culpable de homicidio simple y cumplirá una pena de 9 años de cárcel en la Penitenciaría Nacional de Tacumbú.

La familia se indignó, ellos consideraron la muerte como violenta y cruel. No hallaban razón y pidieron 25 años de cárcel. El fiscal Miguel Vera pidió menos, 15 años de prisión. Para ninguna de las partes la resolución tuvo sentido.

La historia de Luis no concluyó en ese instante. A solo tres años de su encierro, logró ingresar a la lista de indultados. El presidente Fernando Lugo le concedió la libertad y con 24 años volvió a su vida normal.

De entre las tantas especulaciones por la muerte de Lucía, la Policía recogió datos oficiosos sobre el trasfondo, pero nunca algo oficial. Algunos mencionaron una relación con la víctima y luego ella –harta de la forma en que la engañaba con su hermana– confesó el vínculo, y esto provocó la ruptura. La misma que llevó la decisión sin razón de matar.

FIN

Leé también


 

Pensión alimentaria cubre al 55,4% de los adultos mayores 

Foto: archivo.

Al cierre de este año, un total de 310.609 personas reciben la pensión alimentaria, representando al 55,4% de la población de 65 años y más estimada para diciembre de 2023, según datos del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).

El beneficio de pensión alimentaria comenzó a implementarse en el año 2010, atendiendo las limitaciones del pilar no contributivo de la seguridad social. Según estimaciones de la Encuesta Permanente de Hogares, para ese año sólo el 15,4% de las personas de 65 años y más recibía una jubilación o pensión.

En un proceso de expansión progresiva, ya para comienzos de 2017 la pensión alimentaria cubría a 1 de cada 3 personas de 65 años y más, asegurando a los sectores más postergados de la adultez mayor, estando focalizada en las personas en situación de pobreza.

El programa siguió ampliando su cobertura, adecuando sus procedimientos a los cambios normativos (Ley Nº 6381/2020), donde se destaca la elevación del umbral social de acceso a la condición de “vulnerabilidad social”.

La actualización normativa fue acompañada con el fortalecimiento de recursos y procesos destinados a la protección económica de la población adulta mayor.

Es noticia hoy: Papa designa a nuevo representante de la Santa Sede en Paraguay

Leé también


 

Anuncian concurso para 50 cargos en Diputados e investigación de planillerismo

Raúl Latorre, presidente de la Cámara de Diputados.

El presidente de la Cámara de Diputados, Raúl Latorre, anunció un llamado a concurso de méritos para la contratación de 50 personas. Además, una investigación de los casos de planillerismo. No se tomará ninguna medida con la designación de los “hijos de”, alegando que los nombramientos no representan una forma de nepotismo.

En una conferencia de prensa realizada esta mañana, Raúl Latorre, comunicó que, jóvenes de todo el país podrán participar en el concurso de méritos y aptitudes para 50 vacancias en distintos cargos para la Cámara de Diputados.

“Estos 50 espacios van a ser generados a partir de la disminución que logramos del personal contratado de confianza”, expresó Latorre.

También ordenó el inicio de una investigación preliminar sobre las denuncias de ausentismo a los cargos.

Vamos a combatir el planillerismo en forma frontal en nuestra administración, los responsables van a ser sometidos al sumario y a las sanciones correspondientes”, afirmó.

Nota relacionada: Importante anuncio desde la Cámara de Diputados

Sin dar espacio a preguntas, Latorre presentó al abogado Máximo Medina como el nuevo director de asesoría jurídica y director interino de Recursos Humanos para dar más detalles y se retiró cerrando la puerta.

El abogado aseguró que, en relación a los hijos nombrados en cargos de confianza, no se configura ningún caso de nepotismo, tomando en cuenta que, la persona que los nombró, Latorre, no es pariente de ninguna de ellas.

Detalló que, la persona facultada a nombrar o contratar es la que puede cometer nepotismo, solamente si el nombrado es su pariente hasta el cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad, hechos que no se cumplen con Latorre.

Agregó que, tampoco se violó ninguna norma de ingreso a la función pública, pues, el artículo 63 de la ley de presupuesto exceptúa al Poder Judicial, al Legislativo y a los órganos auxiliares de, cumplimiento de dicha legislación.

Respecto a los planilleros, señaló que, tiene la instrucción de ser implacable con los que se ausentan a sus puestos de trabajo.

Lea también: Sistema de tormentas para esta mañana y el sábado

Leé también


 

Oficializan entrega de armas incautadas en Operativo Dakovo a la Policía Nacional

Miles de armas incautadas en el Operativo Dakovo fueron entregadas a la Policía Nacional. Foto: SENAD.

Las más de 2.000 armas de fuego incautadas en el marco del Operativo Dakovo fueron entregadas este viernes a la Policía Nacional, a fin de reforzar el combate a los criminales.

En un acto desarrollado esta mañana en la sede de la Intendencia de la Policía Nacional, se procedió a la entrega de las armas incautadas durante la Operación “Dakovo”.

Se trata de más de 2.000 armas de fuego cuyo valor supera los USD 5 millones y que habían sido importadas por la empresa International Auto Supply (IAS), propiedad del prófugo Diego Dirisio.

Nota relacionada: Dakovo, la trama del mayor operativo contra el armatráfico

Del acto participaron el presidente de la República, Santiago Peña, el ministro del Interior, Enrique Riera, el Comandante de la Policía Nacional, Crio. Gral. Carlos Benítez, y la jueza Lici Teresita Sánchez, entre otros.

El Estado no puede ser sometido por quienes decidieron caminar por fuera de la ley“, expresó Peña durante su discurso, destacando los resultados tanto de Dakovo como de otros operativos impulsados recientemente, incluyendo Veneratio.

Leé también: “Esas armas fueron vendidas legalmente”: Diego Dirisio habló desde la clandestinidad

El lote incluye tanto armas de grueso calibre como armas cortas, las cuales pasarán a manos de las fuerzas de seguridad para reforzar el combate a la criminalidad en nuestro país.

Se espera que algunas de las armas incautadas también sean entregadas a la Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD), a modo de que sus agentes especiales cuenten con el equipamiento necesario para sus procedimientos.

Leé también