Acordarse “de” algo y recordar algo, explica la RAE

El verbo acordar(se), cuando significa ‘tener algo presente en la memoria’, se construye con la preposición de (acordarse de algo), a diferencia del verbo recordar, que lo hace sin esa preposición (recordar algo).


Fuente: Fundéu RAE

En la web pueden verse frases como «La otra pérdida de memoria que habría que tener presente es si usted no se acuerda qué desayunó» o «Robert Lewandowski se acuerda que es goleador y deja al Barcelona cerca del Real Madrid».

El Diccionario panhispánico de dudas explica que ya desde antiguo es frecuente omitir la preposición de tras el verbo acordar(se), en especial en la lengua oral y coloquial («Me acordé que era tu cumpleaños» o «¿Te acuerdas la noticia que me leíste ayer?»), aunque recomienda que en la lengua general culta se mantenga.

Así, en los ejemplos anteriores habría sido más apropiado escribir «La otra pérdida de memoria que habría que tener presente es si usted no se acuerda de qué desayunó» y «Robert Lewandowski se acuerda de que es goleador y deja al Barcelona cerca del Real Madrid».

Respecto al verbo recordar, la misma obra aconseja evitar, en el habla culta, las formas recordarse de [algo] (un uso antiguo que aún pervive en algunas zonas de España y América) y recordar de [algo].

“Mijo”, ¿válido para acortar ‘mi hijo’?

Las expresiones utilizadas coloquialmente para recortar ciertas frases, entre ellas, “mi hijo”, están sujetas a reglas del español, aunque la RAE viene mostrando mucha flexibilidad en sus adaptaciones. Entérese lo que dice respecto a este caso.

Las amalgamas son una confluencia de varias informaciones morfológicas o sintácticas en un solo segmento, según la definición del diccionario de la RAE.

La Real Academia Española señala que las formas: «m’hijo», «m’hija» son las válidas para este tipo de amalgamas, es decir, el acortamiento coloquial que se le hace a la frase “mi hijo”.

Sin embargo, el diccionario de americanismos registra las formas «mijo» y «mija» y las define como las que se usan para dirigirse a los hijos, a los amigos o compañeros y hasta los esposos o novios, según el contexto o el lugar.

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Estas formas aparecen como las más utilizadas en países de todo el continente americano. De hecho, la RAE reconoce que esas versiones circulan en esta zona y, con esta admisión, nuevamente aplica una flexibilización a las reglas originales, como ya lo hizo en cuantiosos otros casos, en los que termina cediendo bajo el concepto de “adaptación”.

La sección RAE del diario HOY tiene como fin promover el buen uso del idioma español, con el sustento de lo que dicta la RAE, máxima autoridad de la lengua que, con el correr de los años, va cambiando algunas reglas y proponiendo adaptaciones, según la necesidad.

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El uso de la “y” en vez de la “i” en apodos: ¿por qué es incorrecto escribir Mary?

Las designaciones cariñosas o abreviadas de los nombres propios, en ocasiones utilizan la “y” al final, como una cuestión de estilo y elección personal, ejemplo, Dany para Daniel. Sin embargo, el empleo de esta letra está sujeto a una regla del español. Sepa por qué está mal escribir “Dany”.

Lo que coloquialmente conocemos como apodo, lingüísticamente recibe el nombre de hipocorístico, definido por el diccionario de la RAE como: dicho de un nombre que, en forma diminutiva, abreviada o infantil se usa como designación cariñosa, familiar o eufemística.

Para la escritura de ciertos hipocorísticos, muchos optan por utilizar la “y” al final, como por ejemplo en: Gaby, Mary, Yany, Dany y un sinfín de casos. Esta forma de utilizar la y es incorrecta.

En español, la letra «y» solo ocupa la posición final cuando va precedida de vocal: «rey», «Uruguay», «hoy». Por esta sencilla explicación, los hipocorísticos como «Dani», «Ceci», «Susi» o «Gabi» deben escribirse con «-i».

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En esos casos y en todos en los que el fonema «-i» vaya precedido de una consonante, siempre deberá escribirse con «-i» o lo que conocemos como “i latina”. La regla la expuso la Real Academia Española ante una consulta específica al respecto.

La sección RAE del diario HOY tiene como fin promover el buen uso del idioma español, con el sustento de lo que dicta la RAE, máxima autoridad de la lengua que, con el correr de los años, va cambiando algunas reglas y proponiendo adaptaciones, según la necesidad.

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Decir “la personaje” para hacer alusión a la protagonista de una obra no es correcto. Lejos de una cuestión de machismo o feminismo, esta regla tiene su explicación lingüística. Conózcala.

Los sustantivos epicenos son aquellos que, teniendo como género gramatical el masculino o bien el femenino, pueden, sin embargo, designar indistintamente a seres animados de uno y otro sexo.

Este es el caso de personaje, un sustantivo epiceno masculino, lo cual implica que, aunque se haga referencia a una mujer, la forma apropiada será siempre “el personaje”, según explica la Real Academia Española.

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Entonces, si se quiere especificar el sexo, se deben añadir los especificativos masculino o femenino. Por ejemplo: “Ese novelista se destaca en la creación de personajes femeninos”.

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