“Paraguay fue muy estricto con las medidas y tampoco le ha ido mal”, dice ministro uruguayo

Uruguay tiene controlado el avance del COVID-19, al igual que Paraguay. Aunque las autoridades se niegan a hablar de éxito, los números reflejan una situación muy distinta a la que viven sus vecinos, Argentina y Brasil.

Con 803 casos positivos (131 activos) y 22 fallecidos, Uruguay ha logrado “aplanar la curva” desde que el 13 de marzo se decretó la emergencia sanitaria al conocerse los primeros contagios.

Sin cuarentena obligatoria para la población, una aplicación para consultar sobre los síntomas, cierre de fronteras, suspensión de clases, incorporación de monitores y respiradores para CTI (atención intensiva), investigación para la creación de kits de diagnóstico propio o capacitación permanente fueron algunas de las herramientas.

El ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, que se encontró con esta crisis nada más asumir el cargo, a inicios de marzo, recibió a Efe en su despacho para hablar de “la isla” en el continente, como a él le gusta denominar al caso uruguayo, y de la amenaza que supone la frontera seca con Brasil, donde las ciudades tienen vida binacional y hay frecuente paso de ciudadanos entre ambos lados.

Pregunta (P): ¿Cómo están gestionando la pandemia?

Respuesta (R): Es un virus nuevo del que se desconocían muchos datos, es decir, tuvimos que ir aprendiendo sobre la marcha (…) Creo que lo importante es estar atento y detectar los cambios y las oportunidades para actuar en forma eficiente y eso se llama innovación en el área sanitaria y de despliegue de medidas en forma oportuna, eficaz, rápida, con un costo relativamente bajo para lo que ha sido esto. Los costos han estado más en lo económico y de parate (interrupción) laboral, pero nosotros hemos hecho todo lo que correspondía.

P: ¿Uruguay se basó en algún país o tomó algún modelo como ejemplo para hacer el suyo?

R: No. Nosotros fuimos estudiando las distintas medidas, las recomendaciones de la OMS, muchas veces estábamos por delante de esas recomendaciones. La más genérica era el testado rápido y tenerlo masivo en grandes cantidades, el seguimiento y aislamiento clínico. Es eso. Nada más que seguimos nuestro camino porque estábamos muy limitados, porque había momentos en los que no había respiradores, test, protocolos; entonces lo que hicimos fue generar un gran movimiento a nivel nacional para movilizar esas fuerzas activas, esas capacidades intelectuales que tiene el país para desplegar en momentos de emergencia.

URUGUAY Y SUS VECINOS

P: Hay otros países que han tomado medidas similares a las uruguayas pero la enfermedad se sigue expandiendo. ¿Qué distingue a Uruguay del resto?

R: Depende del título que se le ponga. En Argentina hicieron cuarentena pero había una lista de excepciones muy grande y después depende de cuándo aplicaron esas medidas. Paraguay fue muy estricto con las medidas y tampoco le ha ido mal. Otros países desconozco, pero de pronto es cuándo iniciaron las medidas. Nosotros las pusimos el primer día, eso es un diferencial.

Creo que el tema no es qué medida se toma sino cuándo y quizás ahí radique parte de ese éxito parcial, que no es un éxito, es la foto del momento que dice que tenemos 131 casos (activos).

P: ¿Corre mucho riesgo Uruguay al ser vecino de un país como Brasil, donde la situación parece se le está yendo de las manos?

R: No podemos decir que no corremos riesgo. No podemos afirmar lo contrario. El riesgo está, pero también está en nosotros en tener las conductas sociales, psicológicas, para enfrentar esto.

P: ¿Con este acuerdo binacional que se va a poner en marcha Uruguay pasa a ser más contralor de Brasil?

R: Nosotros vamos a ayudar a la población brasileña, eso es segurísimo. Tenemos todos los medios y la disposición para ayudar a la población de las ciudades binacionales. No pretendemos ningún tipo de injerencia en las políticas internas de Brasil, que es una nación amiga, fronteriza y con una larga tradición de fraternidad.

Lo que pretendemos es que nuestra población esté segura y proporcionarle estos beneficios a los ciudadanos brasileños que residen exclusivamente en ciudades binacionales.

P: ¿Las autoridades de la salud brasileña le pidieron algún tipo de consejo viendo los resultados de un país y otro?

R: No nos han pedido nada oficialmente en ese sentido pero sí hay alguna solicitud de reunión. No nos han solicitado en sí mismo una cooperación.

P: ¿Qué podría aportar Uruguay a Brasil?

R: El ‘know how’ del manejo de la crisis, el diagnóstico por PCR en tiempo real, más el manejo epidemiológico del hilado de los contactos como lo venimos haciendo. Es la forma de asegurar el éxito.

SIN CUARENTENA OBLIGATORIA

P: ¿Le costó tomar la decisión de una cuarentena voluntaria?

R: Fue motivo de un Consejo de Ministros en el que participamos, tuvimos nuestra posición y el presidente (Luis Lacalle Pou) laudó finalmente y fue muy sabia la posición de decir ‘no podemos poner algo que no puedo controlar’. Nos alineamos todos en eso y tratamos de hacer las cosas lo mejor posible por el lado de la persuasión.

Uruguay tiene condiciones preexistentes favorables para la condición sanitaria del país, tiene un buen nivel de formación educativa, tenía fibra óptica, celulares de última generación que permitieron la telemedicina; entonces no hubo suspensión de las consultas. Esas condiciones preexistentes ayudaron a mitigar el impacto de la crisis.

P: ¿Cómo se preparó usted antes de asumir para afrontar la posible crisis sanitaria?

R: Desde el 12 de diciembre me preocupé por generar un equipo de gente que es lo que permitió esa respuesta. Fue una lenta selección de personas que tuviera capacidad de idoneidad, no por políticas. Si no tenían maestrías y doctorados no me servían. En febrero nos reunimos con el Instituto Pasteur y la Facultad de Ciencias, tomamos apuntes de lo que ocurría y nos dimos cuenta que podía ser un problema potencial y alentamos al Pasteur a que hiciera determinadas inversiones. Acá el COVID-19 era un tema del que no se hablaba, acá lo que importaba era el dengue y el sarampión, que no dejan de ser importantes. EFE

Paraguayos con órdenes de captura en Brasil, por ‘tráfico masivo’ de coca y marihuana

La Policía Federal del Brasil confirmó la existencia de órdenes de captura contra ciudadanos (entre ellos paraguayos) implicados en tráfico de drogas a escala masiva.



En la lista figura el conocido Antonio Joaquim Mendes Goncalves da Mota, alias Motinha, brasileño que había huido de un operativo que se llevó a cabo en el Departamento de Amambay.

La disposición de búsqueda de los acusados por narcotráfico, menciona con énfasis el tráfico de marihuana y cocaína desde Paraguay, que se convirtió en los últimos años en un “pasillo” de triangulación del estupefaciente químico proveniente de Bolivia.

Con intercepción de llamadas y mensajes, autoridades del vecino país accedieron a evidencias que incriminan a paraguayos en esquemas binacionales para traficar estupefacientes al Brasil, considerado como uno de los mercados grandes de destino de las drogas.

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En el caso referente a alias Motinha, los informes relevados por la Policía Federal, consignan que el mismo es considerado un pez gordo que opera principalmente desde la zona fronteriza paraguaya-brasileña.

El sujeto alternaba residencias entre ambos países, y el año pasado logró romper un cerco de operativo llevado a cabo por la Secretaria Nacional Antidrogas y de la Policía. La acción se llevó a cabo en una de sus estancias ubicadas en Amambay, pero el resultado fue negativo, tras presuntas filtraciones que se verificó desde los entes en cuestión.

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Un escolar de 10 años se suicida tras ser víctima de ‘bullying’

El menor recibía burlas constantes de sus compañeros de escuela por sus gafas y dientes. Fue golpeado en el autobús escolar, acorralado en los baños del colegio y acosado en las redes sociales.

Este martes por la mañana una emotiva procesión de casi 200 personas se dirigió a la iglesia Brandywine en Greenfield (Indiana, EE.UU.) para rendirle tributo a un niño de 10 años quien se suicidó después de sufrir un acoso escolar implacable, recogieron medios locales. Su funeral se llevó a cabo en la mañana de este miércoles.

Sammy Teusch se suicidó el pasado 5 de mayo por la mañana, según el medio local 13News. “Lo sostuve en mis brazos. Hice lo que ningún padre debería hacer, y cada vez que cierro los ojos, es todo lo que puedo ver”, comentó su padre, Sam Teusch. “Él era mi hijo pequeño. Era mi bebé. Era el más pequeño”, dijo la madre de Sammy, Nichole Teusch.

Acosado hasta la muerte

Según su familia el niño estuvo siendo intimidado hasta la noche antes de su muerte. También dijeron que el acoso comenzó el año pasado en la escuela primaria y continuó este año en la Escuela Intermedia Greenfield. “Al principio se burlaban de él por sus gafas y luego de sus dientes. Esto continuó durante mucho tiempo”, expuso Sam. Lo que empezó como palabras progresivamente se volvió físico, subrayaron. “Lo golpearon en el autobús escolar y los niños le rompieron las gafas y todo”, expuso su padre.

La familia de Sammy explicó también que el acoso progresó desde la escuela y el autobús hasta las redes sociales, incluso a pesar de que él tenía acceso limitado a su teléfono. “‘Te voy a dar una paliza. Te voy a dar una paliza cuando llegues a la escuela’”, recordó Sam. Sus padres dijeron que debido al acoso el niño se volvió retraído y dejó de abrirse. Ellos consideran que su suicidio se debió a que temía ir a la escuela después de un incidente en el baño y el ‘bullying’ constante.

La escuela

Los padres de Sammy Teusch dijeron que se comunicaron con la escuela de su hijo 20 veces por acoso e intimidación. “Llamé a la escuela y les dije: ‘¿Qué están haciendo al respecto? Sigue empeorando, empeorando y empeorando. Y no está mejorando. De hecho, está empeorando’”, comentó su padre. “Sabían que esto estaba pasando”, afirma Sam.

El superintendente de escuelas, Harold Olin, señaló a 13News que ni los padres ni el estudiante presentaron ningún informe de acoso. Sin embargo, admitió que los administradores y el consejero de la escuela tuvieron conversaciones regulares con la familia durante todo el año, aunque indicó que no podía compartir su contenido.


Desapareció a los 17 años y después de 26 años lo hallaron en el sótano de su vecino

Un adolescente que desapareció en 1998 fue encontrado con vida durante el fin de semana en el sótano de la casa de su presunto secuestrador, a sólo 300 pies de la residencia de su familia en Argelia.

Omar Bin Omran fue rescatado el domingo de la casa de su captor de toda la vida después de que desapareció cuando se dirigía a una escuela vocacional hace unos 26 años, de acuerdo con el New York Post, que se hizo eco de informes de los medios argelios.

Omar, ahora de 45 años y con barba, fue salvado del sótano debajo del piso cubierto de heno de su vecino en una especie de corral de ovejas, como muestra un video que muestra al detenido con aspecto confundido publicado en las redes sociales.

Su captor acusado, un hombre de 61 años que vivía solo, fue detenido, según la Fiscalía General de Djelfa.

Según los informes, los investigadores fueron avisados por la familia de la víctima después de que el hermano del sospechoso sugiriera que su hermano estaba involucrado en el secuestro.

La Gendarmería Nacional reabrió entonces la investigación y registró la casa del hombre hasta que descubrió una trampilla escondida debajo del heno en el suelo.

Encontraron a Omar detrás de la puerta, dijeron los fiscales.

Omar fue trasladado a un centro médico para recibir tratamiento, tanto físico como psicológico, mientras que el sospechoso anónimo irá a juicio por el “crimen atroz”, dijo la fiscalía general.

El presunto secuestrador del adolescente también ha sido acusado de matar a su perro, que se ve en fotografías con él el año de su desaparición

El perro permaneció en la casa del sospechoso durante un mes entero después de la desaparición de Omar.

Poco después, el cuerpo del perro fue abandonado frente a la casa de la familia de Omar y se creía que había sido envenenado.

Lamentablemente, la madre de Omar, que nunca dejó de buscar a su hijo desaparecido, uno de sus nueve hijos, murió en 2013, dijo su tío a los medios argelinos.

Mientras que otros miembros de la familia creían que había sido asesinado durante la guerra civil del país durante la década de 1990 y principios de la de 2000, su madre sentía en su corazón que todavía estaba vivo.

Su último deseo fue “Por favor, no dejen de buscar a Omar. Estoy seguro de que todavía está vivo”.

Según los informes, la víctima les dijo a sus familiares que a veces los veía pasar por una ventana en la casa de su secuestrador, pero no podía hablar ni llamarlos, como si estuviera bajo algún tipo de hechizo.